REDES SOCIALES Y EDUCACIÓN. UN CAMINO DE FORMACIO Y RELACIÓN

REDES SOCIALES Y EDUCACIÓN.

UN CAMINO DE FORMACIO Y RELACIÓN.

Por Yesid Augusto Vélez Mesa.

Cuando hablamos de redes sociales, nos adentramos en un campo cargado de contenido y actualidad, todos en nuestros equipos móviles tenemos una o varias aplicaciones que permiten la comunicación y la cercanía entre las personas, sin embargo, desde el momento mismo de su llegada, nos hemos visto abrumados por su presencia. Si bien es cierto conocemos de su funcionalidad y de las ventajas que tienen, no hemos tenido una educación para su uso, nos hemos quedado con ellas como si fueran el espacio vital de nuestras relaciones humanas.

Recuerdo en los años de mi niñez, que no fue hace mucho, cuando escribir una carta, enviar un telegrama, hacer una llamada significa signo de cercanía, encuentro y alegría, pero todo se establecía desde un espacio y un tiempo determinado, no se vivía con el teléfono en la mano, ni con el esfero para enviar cada dos o tres segundos un texto.

Parece que en ocasiones no son las redes sociales las que nos perteneces, sino que somos nosotros los que nos hemos convertido en esclavos de estos pequeños espacios virtuales que buscan facilitar la vida humana. Por esta razón la tarea de la escuela, la familia y la sociedad está estrechamente vinculada a la educación en su manejo, a la formación responsable de su uso, utilización y manejo.

Para educar, no se requiere de prohibiciones, ¿qué sentido tiene bloquear algo que se encuentra abierto en el resto de los ambientes y los espacios? ¿para qué negar la cercanía a estos medios, si como dice el viejo refrán “hecha la ley, hecha la trampa”? prohibirlos seria negarle a la escuela un camino de aprendizaje y de fortalecimiento social y conceptual. Las pedagogías de la educación nos pone de cara a la realidad, a la experiencia de un sujeto capaz de responder a lo que el mundo le pone, si se desea que los jóvenes, los niños e incluso los adultos usemos de forma adecuada los medios de comunicación, lo primero que debemos hacer es reconocer su existencia, saber que se encuentran para un fin específico, segundo determinar que no son la base de las relaciones humanas, recuerdo de manera muy simpática la cena con un grupo de amigos en un restaurante de mi ciudad, en el individual que ponen sobre la mesa aparecía un pequeño cuadro con una leyenda: “si dejas tu teléfono en este lugar durante la cena, te damos la mejor de las aplicaciones”, uno de mis amigos hizo el ejercicio de poner su teléfono allí, terminada la comida pregunto de forma general. “¿Cuál es la aplicación que me van a regalar?” la respuesta era más que obvia, no se trataba de ninguna app, se trataba de compartir con otras personas, de alejarse por un momento de aquello que le había esclavizado durante el día y tener un contacto más humano y cercano con quienes departía por un corto periodo de tiempo. Esto pone de manifiesto que la vida de la red, de lo virtual no puede alejarnos de lo real, tiene que introducirnos en el campo de la libertad, donde cada uno se sienta dueño de sus acciones y de su vida.

En un tercer momento, creo que la escuela tiene que luchar por incluir una educación en el uso de las redes sociales y en el manejo de los medios de comunicación. Si bien es cierto dentro de la ley general de educación se pide que exista una formación en tecnología e informática, pero esta educación tiene que iniciar con una base formativa, donde se le diga a los estudiantes cuales con las consecuencias de un manejo inapropiado de este recurso y cuales son las ventajas, además de formar en lo que antiguamente llamábamos la educación de Carreño, que implora el respeto a las personas, los espacios y la verdad. Desde aquí se puede establecer la formación informática y tecnológica, como un camino de acercamiento a la vida social y comunitaria, además como una fuente de conocimiento que tiene que ser escrutado y analizado antes de ser creído.

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