RESEÑA EL POBRE (George Simmel)

RESEÑA EL POBRE (George Simmel)

NILSON CABEZA MARTINEZ

UNIVERSIDAD DEL ATLÁNTICO

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

PROGRAMA DE SOCIOLOGÍA  

BARRANQUILLA

2016

Nuestro día a día se encuentra sumergido en cambios significativos para la sociedad en la que nos desarrollamos. La globalización y el frenesí con se mueve nuestro mundo ha promovido a las grandes sociedades a olvidarse de aquellos que son denominados “pobres”, pero, se han preguntado ¿Qué significa para muchos ser pobre?, ¿Cuáles son las condiciones necesarias para que una persona se declare o sea declarado por algún ente pobre?, ¿Cómo se ha modificado el concepto de pobreza?

Georg Simmel (1858-1918) fue uno de los más sobresalientes sociólogos. De formación kantiana, y neokantiano por su filiación a la Escuela de Marburgo, que encabezó Hermann Cohen (1842-1918). En uno de sus cuatro ensayos, como fue EL POBRE reflexiona sobre las obligaciones que tiene la sociedad y el Estado con los que él denomina pobres, esboza los deberes que tienen las antes mencionadas para salir en auxilio de las personas que se han ganado esta denominación por su situación económica. En su ensayo Según Simmel, “el descontento que desemboca en las grandes revoluciones, se alimenta de tantas y, a menudo, opuestas fuentes, que no sería posible unirlas en una finalidad objetiva”. Empero, esto no es absoluto, pues la Revolución de 1729 en Francia y de 1917 en Rusia, fueron motivadas por la miseria de lo que MARX denomino la gran minoría. El autor intercede por ese sector, constante en las sociedades desde el amanecer de la historia… “Pobreza que se manifiesta en todas las capas sociales”. Por eso, es deber de la solidaridad social ayudar a los pobres, y los gobernantes, con los impuestos recabados, han de satisfacer estos derechos: seguro de desempleo, servicios médicos, educación gratuita, ayuda a los ancianos, comedores gratuitos. “El deber de asistencia puede entenderse como simple correlato del derecho del pobre, que se extiende hasta… las limosnas, para quienes se ven empujados a la mendicidad”. Y apunta que las peticiones de los pobres (que algunas religiones predican como buenas obras) han de “considerarse como actos solidarios de la humanidad”. Hay teorías que proponen no ayudar a los pobres, para que éstos se decidan por las revoluciones; otras, que se les asista “para que no se convierta en un enemigo activo y dañino de la sociedad”. Simmel propone ayudar a los pobres, como el dualismo de deberes y derechos “que hallamos en la asistencia a los pobres, propia del Estado moderno, pero sin caer en un asistencialismo”.

Más allá de la novedad en la forma nos encontramos, sin embargo, con el viejo tema de la interacción entre el pobre y la sociedad, una de las formas de socialización analizadas hace casi un siglo por Georg Simmel en su Soziologie <1908. En uno de los capítulos de esa obra, resulta muy sugerente para entender las implicaciones sociológicas de lo que está ocurriendo hoy. En muchos aspectos puede considerarse el punto de partida de la sociología de la pobreza, este padre fundador de la sociología alemana planteó con gran lucidez cuestiones fundamentales que pueden ayudarnos a descubrir los aspectos más relevantes del fenómeno de la nueva pobreza y a no perdernos en interminables descripciones nos ayudan muy poco a avanzar en su comprensión.

«El pobre como categoría sociológica, no es el que sufre determinadas deficiencias y privaciones, sino el que recibe socorros o debiera recibirlos, según las normas sociales. Por consiguiente, en este sentido, la pobreza no puede definirse en sí mi sola como un estado cuantitativo, sino sólo según la reacción social que se produce ante determinada situación» (Simmel, 1977: 517)

Empero, ser pobre nos lleva a pensar y a reflexionar sobre la hipocresía Burgués con la que miramos a los otros, al vislumbrar la forma de exclusión en cada una de las prácticas de las sociedades denominadas modernas o contemporáneas. Es necesario afirmar que es una categoría económica en la que cada vez, estamos un sinnúmero de personas, y que esta aparentemente no es peligrosa, pero una vez dentro, afloran lo peligroso y la desigualdad propiamente de las sociedades capitalistas.

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