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Reflexiones personales e implicaciones en el ámbito profesional.


Enviado por   •  16 de Enero de 2018  •  Ensayos  •  1.723 Palabras (7 Páginas)  •  176 Visitas

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Universidad Pedagógica Veracruzana

Sede Cd. Mendoza

 “Detección de Barreras para el Aprendizaje y la Participación”

 Ensayo

Lectura: “La Educación Inclusiva como Derecho”

Génesis Hernández Rodríguez

Nogales, Ver. A 23 de septiembre de 2015

Ensayo

Lectura: “La Educación Inclusiva como Derecho”

Reflexiones personales e implicaciones en el ámbito profesional.

INTRODUCCIÓN

La lectura comienza hablando sobre la importancia de tener una educación inclusiva viendo ésta como el medio para lograr una formación integral y de calidad para todos los alumnos, sin tomar en cuenta sus características personales y de ciertos apoyos que pudieran necesitar para desarrollar al máximo sus habilidades y potencial personal. Así como la relevancia que está adquiriendo en más países del mundo, tomando en cuenta el carácter de la Educación como un derecho para todos. Por ello se convierte en uno de los principales retos de los sistemas educativos actuales, de los gobiernos y de la población en general, ya que hoy por hoy el significado de inclusión sigue siendo impreciso.

Podemos decir que una escuela inclusiva debe ser capaz de ofrecer a la totalidad de sus alumnos las oportunidades educativas necesarias para desarrollar sus habilidades académicas, sociales y personales. Entendiendo esto, la inclusión no es simplemente un contenido que pueda ser impartido a los alumnos en forma teórica y sistemática, es más bien una forma distinta de ver la educación, mejorando la convivencia social, de tal modo que todos puedan gozar de educación de calidad cimentada en la práctica de valores. Así lo refiere el en el texto “La educación inclusiva como derecho: marco de referencia y pautas de acción para el desarrollo de una revolución pendiente” (Echeita Sarrionandía, G.; Ainscow, M., 2011).

Existe un creciente interés en todo el mundo por la idea de una “educación inclusiva”. En países más ricos, muchos jóvenes terminan la escuela sin tener aptitudes significativas, otros son dirigidos hacia distintos tipos de alternativas que les privan de la experiencia de una educación formal, y otros sencillamente deciden abandonar la escuela pues consideran que las lecciones que esta ofrece son irrelevantes en sus vidas. De ahí que el significado del término “educación inclusiva” o “inclusión educativa” continúa siendo confuso, con diferentes propuestas.

Tomando en cuenta que la educación debe preparar a las personas para enfrentarse a la vida diaria, esto también implica educar en lo social, base primordial de la convivencia entre las personas, por ello la práctica de valores es de suma relevancia. La sociedad en nuestros días exige armonía en la diversidad, por lo cual es necesario que los modelos educativos incorporen las diferencias de las personas dentro de todas y cada una de las escuelas, favoreciendo no solo su conocimiento, sino también su valoración mutua. Se trata de continuar en la ferviente búsqueda de una humanidad mejor organizada con ciudadanos que convivan en armonía con sus semejantes y con el medio que le rodea.

Ma. Antonia Casanova (2011) refiere: “La educación inclusiva mejora la calidad educativa del conjunto del alumnado. Lo más importante de la educación no se aprende estudiando una lección en un libro, sino viviendo y compartiendo un modelo que favorezca la sociedad cohesionada y justa”. Entiendo con esto que la respuesta a muchas de las problemáticas sociales que enfrentamos en nuestros días pueden comenzar a tener, si no es una solución, al menos cambios potencialmente significativos implementando adecuadamente un modelo educativo en base a la inclusión de todo tipo de alumnado.

Esto conlleva hacer a un lado el término “Necesidades Educativas Especiales”, al referirnos a los alumnos, es primordial reconocer que no es precisamente el alumno con características diferentes el que crea su desigualdad ante las demás personas “normales”, sino el mismo entorno el que crea las barreras para que éste pueda tener un desarrollo autónomo e integral. Podemos entender el concepto de la siguiente forma (Booth y Ainscow, 2000):

El uso del concepto “barreras al aprendizaje y la participación”, para definir las dificultades que el alumnado encuentra, en vez del término “necesidades educativas especiales”, implica un modelo social respecto de las dificultades de aprendizaje y a la discapacidad. (Op. cit. pág. 22. Retomado Sarrionandia, G. E. 2004).

Ante este planteamiento queda relegada la idea de brindar servicios de educación segregados especializados en la atención de personas con capacidades diferentes,  tajantemente llamados también “discapacitados”. Con lo mencionado hasta este momento caemos en cuenta que gran parte del proceso de formación de una escuela inclusiva no solo recae en las instituciones educativas, sino también en manos del gobierno, del cumplimento de leyes ya propuestas para la igualdad de las personas, y mayormente en la sociedad, al respetar los derechos de los demás y la práctica constante de valores.

Debemos ver entonces a la inclusión como un procesos cíclico, con beneficios para nosotros mismo, el “dar lo que esperamos recibir” a todas las personas que nos rodean, especialmente a aquellas qué más lo necesitan. Es verdad que siempre pueden surgir nuevas barreras que limiten el aprendizaje y la participación de los alumnos, o peor aún,  que los excluyan y discriminen de diferentes maneras, por ello la educción inclusiva se convierte en la respuesta a la diversidad del alumnado, como un proceso que no sólo favorece el desarrollo de los educandos, sino también de los docentes, las familias, el centro educativo, y por consiguiente a la sociedad en general.

El “Índice de Inclusión” (Vaughan, M. 2000) define las Barreras que limitan el Aprendizaje y la Participación de los Alumnos de la siguiente manera:

El término “barreras para el aprendizaje y la participación” se adopta en Índice el lugar del de necesidades educativas especiales para hacer referencia a las dificultades que experimenta cualquier alumno o alumna. Se considera que las barreras al aprendizaje y la participación surgen de la interacción entre los estudiantes y sus contextos; las personas, las políticas, las instituciones, las culturas y las circunstancias sociales y económicas que afectan a sus vidas (p.7).

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