ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Reflexión personal del libro “Las cuatro mujeres de Dios” de Guy Bechtel


Enviado por   •  9 de Octubre de 2016  •  Apuntes  •  2.880 Palabras (12 Páginas)  •  2.279 Visitas

Página 1 de 12

Política y Feminismo:

Reflexión personal del libro “Las cuatro mujeres de Dios” de Guy Bechtel

Flor María Gómez y Tamara Kern

Fecha de Entrega: 27 de octubre de 2014

El libro “Las Cuatro Mujeres De Dios” de Guy Bechtel, publicado en 2001, trata de la visiónes diferentes de la Iglesia católica de la mujer en la religión. En los cinco capítulos, el autor representa la inferioridad de la mujer, expresadas en cuatro imágenes: la puta, la bruja, la santa y la tonta.

Para empezar con la santa, el escritor se focaliza en las dos mujeres más populares en la Biblia: María y Eva. María, la madre de Jesús, promovida como mujer que dio luz al hijo de Dios sin pecar desemboca por tanto un culto a como objeto de admiración y la presentación de la virginidad como un signo de amor puro y total a Dios.

En contrario, Eva, la traidora y culpable, que fue seducida por la serpiente en el jardín Edén y que introdujo el pecado en el mundo. Además nacida de una costilla del hombre, aparece como un accesorio, un personaje secundario, inferior a Adán. Pues, según la Iglesia católica, la mujer solamente existe porque los animales se presentaban inadecuados para servir al hombre. Es decir, la única función de la mujer es tener hijos y ser madre. Entonces, la relación entre hombre y mujer nunca implica un aspecto amoroso, solamente existe para la procreación.

En resumen, se puede decir que la Iglesia se creyó autorizada a rebajar a la mujer, a demonstrar su “debilidad” y su “estupidez”, promoviendo una imagen de inferioridad, no solamente físicamente, sino también mentalmente. San Tomás por ejemplo dijo que “la mujer fue creada más imperfecta que el hombre, incluso en lo que respecta a su alma” (p. 45). Los adjetivos usados frecuentemente sobre la mujer eran, por ejemplo, “irracional”, “frágil”, “impura” y “peligrosa”. No en último lugar, “el hombre es el espíritu [...], la mujer es sensación” (p. 45).

La impuridad de la mujer se revela cada mes cuando sufre de la menstruación. Ese fenómeno parecía tan místico, tan inexplicable al clero que declaró: “La impureza de la mujer que sangra representa el pecado de idolatría [...], la impureza de la mujer parturienta representa la impureza del pecado original, la impureza de la mujer menstruante representa el pecado del arma debilitada por el placer” (p. 53/54). En otras palabras, la mujer nunca ha dejado de ser la hija de Eva, la culpable y por eso continua sin ser igual al hombre.

La puta

La puta es una “mujer lúbrica que no puede evitar fornicar y que busca el placer sin parar” (p. 69). Para Roma, sin embargo, las prostitutas eran mujeres ni más ni menos escandalosas que las demás. El peligro que viene de la mujer es el amor que es una “violenta pasión que la naturaleza inspira en los jóvenes de ambos sexos para unirse a fin de perpetuar la especie” (p. 76). Ese mal siempre lo causa la mujer, la puta y el hombre es la víctima. Eso es porque la mujer es más corporal, más caliente y menos intelectual y entonces la lucha entre la carne y el espíritu es más fuerte en la mujer que en el hombre. Por eso, la mujer es desvergonzada, acusada de sexualidad desbocada y búsqueda el coito sin cesar.

Además, era esencial limitar las ocasiones de hacer el amor. La Iglesia, por eso, prohibía la unión sexual durante determinados días en la semana y durante el año. Así, por ejemplo, desaconsejaba el amor durante la semana de Navidad tal como en los días miércoles, viernes, sábados y domingos. Interesantemente, en total quedaban solamente unos 90 días para hacer el amor para una pareja, que significa 3,7 veces al mes.

La santa

En la Biblia no aparecen muchas mujeres, ni muchas santas, y tampoco en los primeros tiempos del cristianismo porque no se concede un estatuto de privilegio a ninguna mujer, por eso, las primeras santas eran reconocidas en el siglo X que siempre eran mujeres buenas que se quedan virgen hasta su muerte. Eran personas de gran coraje, fe y buenos modales y fueron admiradas después de su muerte. Durante los siglos aparecen muchas santas, muy famosa por ejemplo, Hildegarda de Bingen o Wilhelmine de Bohemia que afirmaron que tenían una conexión directa con Dios y que eran capaces de comunicarse con él.

El problema consistía  en distinguir a las “verdaderas” de las “falsas”. La Iglesia consultaba a expertos, pero las reglas para la aprobación no eran muy claras.  Por esto, las mujeres tenían que justificarse antes un tribunal que, muchas veces, las juzgaba muerte. Sin embargo, ese procedimiento no se lo hacía con los hombres. Hablar, contar visiones, transmitir instrucciones – esos actos en la esfera pública no era apropiado para mujeres y por eso era necesario arrinconarlas en su rol como esposa y madre.

No obstante,  algunas elegidas fueron toleradas por  la Iglesia católica. Ellas vivían el amor perfecto, exclusivo con Jesús y se consideraban como esposas puras de Cristo. En contrario, habían “enamoradas” de Dios que provocaron disgusto en la Iglesia porque su amor por Jesús, que llegó hasta un erotismo, exhibiendo esas pasiones públicamente y escandalizando. Junto a  las toleradas y las escandalosas, en tercer lugar también estaban  las estigmatizadas, aquellas “personas que presentan algunos lesiones orgánicos que aparecen espontáneamente, de manera permanente o periódica y que por la forma y el lugar en que surgen, recuerdan a las heridas infligidas al crucificado” (p.183/184). Es decir, estas mujeres, estigmatizadas muchas veces mostraban las cinco señales clásicas: dos en los pies, dos en las manos y una en el costado. Ser estigmatizada fue para la mujer la manera de aportar la prueba de la autenticidad de su acceso a Dios. Mediante sus marcas explotaron  y profundizaron su fe. La Iglesia trató cada estigmatizada de manera diferente – los más importante era la limitación de su presencia en la esfera pública.

No en último lugar, había ellas, que servían a Cristo en los conventos: las mojas. Vivían bajo reglas estrictas; la castidad, la pobreza la obediencia y la clausura, eran los principios fundamentales de sus vidas. Sin embargo, la mayoría de las muchachas que ingresaban  en los conventos no lo hacían voluntariamente, sino más bien,  sido obligadas por sus padres. Como los niños nacían numerosamente en la Edad Media, muchas familias no podían hacerse responsable de todos ellos. Es entonces donde, ingresar a las niñas que no podían apoyar financieramente a la familia, en un monasterio se presenta como una solución sencilla para equiparar gastos y deshacerse de ellas. La vida en el convento era muy dura. Las mujeres jóvenes vivían en una celda (cama, silla, mesa y crucifijo) que siempre estaban fríos. Casi nunca se encontraban juntas, porque a la Iglesia no le gustaba que se desnudaran, mostraran el cuerpo, o se mirasen entre ellas. El día compartido con los demás duraba desde las 5 de la mañana hasta las 8 de la noche y la actividad principal era rezar sin cesar. El resto de tiempo se pasaban con más trabajo, distracciones o educación. Las lecturas eran pocas y controladas, libros de agricultura, historia o ciencias que eran aprobados en los monasterios de los hombres, era negado a las mujeres. Las religiosas definitivamente tenían un futuro muy limitado. Cada día, durante media hora, las chicas debían salir a la jardín, sin jugar, gritar, cantar o hablar, si alguna de ellas faltaba con sus obligaciones o las reglas del convento, era castigada o humillada. Al castigarse, se reprimía los cinco sentidos: el tacto, el olfato, el odio, la vista y el gusto. Lo más triste, no había una forma de salir o escapar para estas mujeres. En efecto, una vez ingresado en el monasterio, no había una manera ni posibilidad de regresar  a una vida secular porque se quedarían sin oficio, sin beneficio y sin apoyo familiar. Un fracaso en el convento significaba un deshonor para la familia.

Siguiendo la  tercera mujer, nos encontramos con la bruja. En primera instancia el autor, citando a Jules Michelet, presenta a la bruja como un personaje innovador, una precursora del feminismo en la sociedad antigua.

Hay que hacer una clara diferencia entre magia y brujería, teniendo a la segunda, como una subcategoría, un tanto estigmatizada, de la primera. Además de que el concepto, hoy en día arraigado, de brujería, fue una evolución o más bien degenero, de una serie de maneras prácticas de hacer tanto el bien como el mal. La concepción de una bujería malvada, creció a partir del siglo III, en combinación de la religión antigua con cultos orientales, por tanto el mago (original) va dando paso al brujo.  Pero también se presentan dos teorías diferenciadoras de la brujería, en donde una primera brujería se presenta como la hechicería de la sexualidad y de la adivinación, y la segunda, más relacionada y acompañada de vínculos con el diablo, demoniaca. Con la poca diferenciación entre estas dos, la iglesia logro que entre los periodos de 1450 y 1650 se asesinaran tantas mujeres que practicaban la primera brujería mencionada, además de mujeres inocentes.

Un dato importante que me parece debe ser resaltado, es que el autor expresa que la inquisición, como muchos quizá creen, no es la responsable de estos señalamientos y asesinatos, ya que, como él dice, estas masacres que llevaron a cabo en países fuera de la ribera del Mediterráneo, además de que los hechiceros, o brujas señalados eran juzgados y castigados por la justicia civil. Pero hasta ahora a pesar de que se tenía a muchas mujeres sospechosas, más que hombres, no se tenía un señalamiento rígido contra ellas principalmente, y además la existencia de brujas aún no se había materializado (Siglo X). Pero ¿cómo se dio entonces en las sociedades antiguas la creencia de que existían realmente las brujas? Esto se causó primero,  por el libro del Dominico alemán, Hans Nider, El hormiguero, haciendo referencia a millones de animales malvados obrando subterráneamente, además Nider suministró un, como el autor propone, retrato robot al que le agrego un homenaje particular, de carácter sexual al diablo. A pesar de ser el primero en exponer públicamente una posible conspiración de las fuerzas del mal, en Europa aún no se sentía posición de completo repudio por las brujas, debido a la falta de pruebas, apoyo papal, y señalamiento directo de la implicación femenina  en el satanismo, fue entonces que con el libro de otros dos dominicos, Heinrich Kramer y Jakob Sprenger, El martillo de brujas, se desato una contra violenta e implacable hacia la brujería, representada ahora en lo femenino, inocentes mujeres. Se tuvo este libro como una guía para identificar, señalar, y aniquilar no posibles, porque no se tenía composición, sino declaradas arbitrariamente brujas.

La materialización del demonio y su relación directa, ya no con la brujería o hechicería en general, si no en específico con las brujas se vio además de en obras de arte, teatro, en la decoración de las iglesias y monasterios (La lujuria, como la muerte, está representada con un rostro femenino)

El autor se centra luego de esta explicación de la principal iniciativa a la persecución a las brujas, en los orígenes de que la persecución se hiciera más aguda durante ciertos periodos. Lo que concluye es que  la reforma tuvo parte de la responsabilidad, al haber una serie de oposiciones religiosas y sociales, y fracturas de las religiones, las distintas partes que defendían las oposiciones se volvieron más crudas, menos sensibles, promoviendo un incremento en la severidad y castigo hacia el enemigo. Se radicaliza el odio siendo, entre muchos otros, estas mujeres acusadas, victimas visibles.

La inclemente y fría guerra, que se sufría constantemente en Europa, provoco que para la sociedad fuera normal acusar de las atrocidades y calamidades a las brujas. Las tres olas de frio, hacia 1562-1574, hacia 1583-1589 y hacia 1623-1628 se ven íntimamente relacionadas con un fuerte despertar en la persecución de la brujería, y como justificación de esto se tenía lo que había sido siglos atrás formulado, el retrato robot.

También podemos ver como a la mujer se le limito y se le juzgo al máximo, por lo mínimo, tanto por su naturaleza corporal (menstruación, belleza, fealdad, algún tipo de característica particular en su cuerpo) como su actitud (gestos, costumbres, hábitos), cualquier, por insignificante que fuera, detalle podía ser causa de acusación y agresión. Y se debe decir que esto es complemente irracional, y por obvias razones entonces se sería inevitable tener supuestas pruebas en contra de alguna mujer, como no se supone que una mujer no menstruara, o no fuera mucho  a la iglesia, no mantuviera más contacto con los niños y otras mujeres. En conclusión solo se tomaban elementos que eran inherentes a la mujer para poder ser juzgadas, siendo estos obviamente poco presentes en los hombres. La feminidad en si misma era lo que proporcionaba la prueba casi concluyente del crimen diabólico. (p. 142)

Otro aspecto sumamente importante a resaltar en la descripción de la bruja, es que se acusó muchas veces a las viudas. Pero ¿por qué? De nuevo el pretexto de la mujer débil, y acá salta otra característica, al no tener un hombre a su lado, dependencia, es más factible que caiga en las garras del deseo por el demonio, reconfortada por un placer sexual que él pueda brindarle

Hay que concluir con que la gran influencia de estos tres dominicos, quizá no se hubiera producido una represión  tan severa, contra las mujeres, ya que básicamente ellos articularon un concepto de brujería representado en la mujer

Para la cuarta y última  mujer, el autor nos pone un ejemplo de como la iglesia, descrita en un comic de Pinchon y Caumery, donde la protagonista llamada Bécassine, prefería a la mujer, poco inteligente, dada a los pobres, que no resaltara en las altas esferas sociales, la subestimaba en todo sentido. A pesar de que por no decir todos, gran parte de los avances culturales, formativo, artístico, etc. fue fuertemente influenciado y casi financiado por la iglesia, se puede ver como estos avances y nuevos conocimientos iban exclusivamente hacia los hombres y que si alguna mujer resaltaba, prácticamente se le pedía que callara.

En este capítulo el autor hace un profundo seguimiento, de cómo el embellecimiento del cuerpo era visto como una blasfemia, en especial en la mujer; se juzga esto principalmente porque representa el evento en el que el pecado original callo sobre Adán y Eva, estos descubriendo que estaban desnudos se cubren los cuerpos con pieles, para luego salir del Jardín de Edén.

La iglesia quería una mujer que no provocara, que con su vestimenta no dejara entrever nada, porque en dado caso que fuera así, solo podía suponerse que ocultaba algo relacionado con lo malvado, y contra dios. Las sociedades están empeñadas en que los peinados bien elaborados, el maquillaje exagerado, los adornos de mas, arreglos para el busto y la forma del cuerpo, solo podían hacer de aquella mujer que los llevase una pecadora, esto irritaba por completo a la iglesia.  

Es curioso, como aun en una época “actual” no se ha superado el asunto acerca de la exaltación de la belleza en las mujeres, pode que no se relacione directamente con lo religioso, pero aun ahora una mujer que luzca bella, así sea naturalmente, causa envidias, es juzgada, señalada, categorizada, desde pequeñas no se deja un libre desarrollo de la belleza en cada niña y se establecen cánones y estereotipos de cómo es la manera correcta de lucir, y más importante aún, lucir en sociedad.

Como conclusión debemos decir que el libro reúne de manera muy integral y cronológica aspectos de gran importancia en la misoginia presente durante un gran tiempo en la iglesia cristiana-católica, en como todo esto ha tenido consecuencias letales en el desarrollo del concepto femenino, como los distintos discursos, porque eso se han presentado muchos dependiendo de la época, pero con un objetivo claro menospreciar y disminuir al máximo a la mujer, tuvieron  gran relación con sucesos sociales, culturales y religiosos y en el trato hacia las mujeres.

Cabe recordar que aunque el autor toma a la iglesia cristiana-católica principalmente, esta no ha sido la única que desprecia lo femenino. Por donde se vea la mujer ha sido despreciada universalmente, los ejemplos nos sobran, tanto en los países asiáticos tan machistas hasta al otro lado del mundo en los latinoamericanos, donde aún se promueve la categorización y determinación errónea y radical de conceptos de mujer, en donde su cuerpo es usado como campo de batalla, como premio, demostración de masculinidad, y en donde las atribuciones femeninas son subvaloradas, desde su oficio, su naturaleza hasta sus cualidades innatas.  

Para finalizar si se nos pidiese recomendar el libro estoy segura que, no dudaríamos en hacerlo, es interesante como estas cuatro mujeres que por lo supuesto socialmente, no tienen ningún tipo de conexión, están más que conectadas, es seguro que como las categorías presentadas son un tanto amplias, algún lector conciba la creación de otra, y no está nada mal, aunque la verdad estaría más de acuerdo con que estas categorías se superen, que la supuesta modernidad que vivos se las trague y que hayan tantas categorías de mujeres como mujeres reales hay en el mundo.

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (17.2 Kb)   pdf (154 Kb)   docx (15.4 Kb)  
Leer 11 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com