ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Reflexión sobre la Gran Corrupción


Enviado por   •  13 de Septiembre de 2021  •  Apuntes  •  1.889 Palabras (8 Páginas)  •  63 Visitas

Página 1 de 8

-Reflexión sobre la Gran Corrupción-

En algún momento de nuestra historia humana, grandes pensadores argumentaron que el progreso, económico, tecnológico y científico, iba a generar las condiciones necesarias para una mejor humanidad. Inclusive se pensó que la política podría ser un instrumento para promover la ética y la moral de la sociedad.

Sin embargo, mucho antes, Aristóteles en el siglo doce, ya comentaba implacablemente que el ser humano es un animal político por naturaleza. Si uno acepta el planteamiento de Aristóteles, se podría llegar a concluir entonces que el ser humano es un moralista por chance o elección; es decir, el ser humano no puede ser moralista simplemente porque es un ser humano. El ser humano nace para buscar poder, sin embargo su condición social, política y económica lo hace esclavo del poder de otros; nace esclavo pero todo el tiempo quiere ser el maestro, el capataz o el dueño. De esta distorsión o brecha entre lo que el ser humano desea ser y su condición real, emerge la relación paradójica entre moralidad y poder, entre el ser humano y la política, entre la justicia y la injusticia y en última instancia entre el progreso y la corrupción.

Por lo general, el ser humano como actor del escenario político se comporta de tal manera que hace ciertas cosas que violan principios éticos, ciertas cosas el que no haría, o por lo menos no tan frecuentemente o habitualmente cuando actúa en un escenario no político. Los criterios morales aplicables al comportamiento de individuos, las familias y otras organizaciones sociales pequeñas, no se transfieren de igual a igual al comportamiento del Estado y de los políticos. El momento político, las actividades del Estado, las estructuras gubernamentales y el poder consolidan una distorsión entre lo político y lo no político. Si bien el ser humano ha tratado de mitigar esa distorsión, inventando e implantando sistemas políticos democráticos, ese esfuerzo no ha podido impactar el comportamiento humano en su escenario natural político. Por eso, en el escenario político el ser humano miente, distorsiona, engaña y traiciona, y además con mucha frecuencia. En el escenario no-político, hace lo mismo como una excepción y bajo condiciones extraordinarias. Parece haber una ética para la política y otra para la arena no-política. La "ética de la política" le permite al ser humano hacer varias cosas que la "ética no política" no le permitiría. Actos políticos tienen un estándar ético y actos no políticos otro.

No hay civilización que haya podido sobrevivir sin esa doble paradoja moral.

Existen dos razones por las cuales el egoísmo de uno se conflictúa con el egoísmo del otro. Primero, por lo que uno quiere para sí mismo- el otro ya lo posee o también lo quiere. Así, conflicto y competencia emergen. Nos encontramos con que en toda relación e interacción humana con otros seres humanos, existen por lo menos gérmenes de algún conflicto de interés por ello, el ser humano no puede ya buscar la bondad de sus intenciones en la presencia casi completa de egoísmo y en la malicia que esto causa; si no en la limitación que pone la conciencia en la intención de ser malo. Es decir, el ser humano no puede esperar ser bueno, sino contentarse con ser lo menos malo.

Segundo, el animus dominandi (el deseo por el poder). Este deseo del poder se manifiesta como el deseo de mantener distancia de otros, incrementarla o demostrarla. En cualquiera de los disfraces que aparezca un ser humano, su objetivo último es uno: diferenciarse positivamente del otro. El deseo del poder está relacionado con el egoísmo. Los típicos objetivos del egoísmo moderno son, comida, vivienda, seguridad económica, auto, viajes, y los medios o instrumentos con que se obtienen (dinero, trabajo, matrimonio). Estos tienen una relación objetiva con la necesidad vital del individuo moderno. La obtención de estos ofrece mejor chance para sobrevivir bajo las condiciones naturales y sociales en las cuales vive el ser humano hoy.

El deseo del poder, en cambio, no es la sobrevivencia individual, sino la posición del individuo entre otros, una vez que este haya tenido o asegurado su sobrevivencia básica. Consecuentemente, el egoísmo natural del ser humano tiene límites, pero su deseo por el poder no los tiene. Si bien las necesidades vitales pueden satisfacer al ser humano, su deseo del poder sería satisfecho si el último ser humano se convierte en un objeto de su dominación; es decir sin que quede nadie arriba de él/ella o al lado. Aristóteles decía, que los grandes crímenes son causas de exceso y no de necesidad. Así, los seres humanos no se hacen tiranos para morirse de frío. Es así, que no parece haber escape de una realidad: el ser humano, la política y la corrupción están estrechamente y naturalmente vinculadas. Hablar de ética, moral o justicia necesariamente implica hacer una reflexión profunda sobre la naturaleza del ser humano. Mientras el individuo puede condenar a la política como el área de la malicia, también tiene que reconciliarse con el hecho de que la maldad y la malicia están constantemente presentes en toda acción humana. Idealizar una vida humana ética entonces, es simplemente desear que el ser humano manifieste lo menos malicioso de su malicia natural. Eso es en esencia, la justicia, la cual trata de filtrar de todo comportamiento humano, lo menos malicioso.

Aplicar la justicia a la acción política es mucho más difícil, ya que las necesidades básicas de la acción política sobrepasan los límites de la justicia. El político jamás dejará de hacer acción política sobre la base de si es o no es justa esa acción. La acción política por naturaleza es injusta. Es en ese contexto paradójico, que el ser humano elige ser político o no político. Aquel ser humano que rechaza la política, pensando que así hará menos daño y que no está siendo egoísta, en realidad está siendo egoísta y contribuyendo a que se perpetúe la maldad en la política. Pascal decía, "el ser no es ni ángel ni diablo, pero su miseria es que al querer ser ángel en realidad será diablo".

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (11.4 Kb)   pdf (75.6 Kb)   docx (11.6 Kb)  
Leer 7 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com