Resumen El arte de lo posible
Luisa TamayoResumen13 de Diciembre de 2018
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RESUMEN EL ARTE DE LO POSIBLE
Cuando la Harvard Business School Press nos brindó la oportunidad de escribir un libro que se dirigiera tanto al ámbito empresarial como al público en general, consideramos que la oferta era insólita puesto que es un tipo de oferta infrecuente entre los que nos dedicamos mayorita- riamente al campo de las humanidades. las humanidades son capaces de aportar una conciencia colectiva para hacer frente a estos flujos de producto y capitales, proporcionando la energía que nos falta en nuestros vínculos interpersonales y abriendo nuevas puertas a la imaginación y a la realidad. Las actuales estructuras operativas de nuestro mundo están sufriendo cambios revolucionarios que exigen nuevas definiciones acerca de nuestra identidad y de nuestro trabajo.
Un marco de ideas preestablecido acerca de quiénes somos puede llegar a afectar la capacidad que tenemos para cambiar nuestro destino. Esta obra contiene metáforas relativas a la música y a las artes y, en el fondo, trata de nuestra recomposición, de cómo crear sorprendentes yuxtaposiciones, aperturas emocionales, presencias emocionantes y, en fin, de volar hacia lo eterno.
Los pautas de comportamiento empresariales y de relaciones humanas más usuales se basan en ciertos supuestos y en la aceptación compartida de creencias y costumbres sociales. Aunque dichas circunstancias hayan ido cambiando con el paso del tiempo, su uso continuado tiende a reafirmar las viejas creencias
Todo en esta vida forma parte de un mundo narrativo, y en el fondo estamos contando nuestras vivencias
Primera pauta ya todo esta inventado
«Puesto que, en cualquier caso, todo ya está inventado, más vale que inventemos una historia o un marco de referencia que tenga sentido y que mejore nuestra calidad de vida y la de nuestro prójimo»
Los ojos de los humanos también son selectivos, aunque su envergadura sea mucho más compleja que la de las ranas. Creemos que podemos verlo todo... hasta que se nos recuerda que las abejas pueden distinguir formas escritas en luz ultravioleta sobre una flor y que los búhos ven en la oscuridad. Los sentidos de cada especie están adaptados para percibir la información imprescindible para su supervivencia. Los perros oyen mejor que los humanos, los insectos detectan los restos moleculares de sus parejas en ciernes a gran distancia.
Sólo percibimos las sensaciones para las que hemos sido programados y, además, nuestra percepción está limitada por el hecho de reconocer únicamente aquello para lo cual disponemos de categoría o mapa de antemano.
El mundo que se nos presenta está seleccionado y empaquetado de esta guisa, enriquecido hasta cierto punto por las categorías culturales que nos rodean, por lo que aprendemos y por el significado que atribuimos a nuestras experiencias personales e intransferibles.
Un modo sencillo de practicar lo que transmite la frase «todo está inventado» es mediante la pregunta siguiente:
¿ Qué presuposición hago,
sin darme cuenta,
que me hace ver lo que veo?
Una vez obtenida la respuesta, proseguiremos con la pregunta:
¿Qué podría inventar ahora, que todavía no he hecho, que me diera otras opciones?
Segunda pauta
En el universo de lo posible
En cuanto comprenda la noción de que «todo está inventado», entonces podremos crear un lugar en el que vivir donde la imaginación estará a la orden del día. A dicho lugar le llamaremos «el universo de lo posible», y nuestra segunda pauta trata de cómo aventurarse en el mismo. Este universo, como la página con los nueve puntitos, se extiende más allá de los confines que lo delimitan y que nos circunscriben a una realidad cotidiana.
Realismo en el universo de lo posible
La acción en un universo de lo posible puede caracterizarse por ser generativa o por dar (en el más amplio sentido del término); dar vida, crear nuevas ideas, otorgar conscientemente nuevos significados, contribuir, para ceder al poder de los contextos. Se destacan las relaciones entre las personas y lo que les rodea, en lugar de centrarse únicamente en las personas y las cosas en sí mismas. Emociones que a menudo se ven relegadas a la categoría del espíritu son, aquí, abundantes: la alegría, la gracia, el respeto, la integridad, la pasión, la compasión
Existen más posibilidades de aumentar sus posibilidades de éxito en el trabajo y de tener al mismo tiempo una vida más llena de sentido cuando se piensa que siempre hay un cliente aguardando ahí fuera, en lugar de creer en la escasez de dinero, de clientes y de ideas. En general, existen más probabilidades de éxito cuando se participa con entusiasmo en algún proyecto o en la consecución de un objetivo, que si uno se obstina en creer que la vida depende únicamente de ganar, como si eso nos garantizase un mayor vínculo con las personas que nos rodean. En general, es más probable que los recursos estén a su alcance en grandes cantidades cuando usted a su vez se muestre generoso, sin dejar a nadie a un lado, y motive a los demás transmitiéndoles su pasión por la vida. Por supuesto, no existe ninguna garantía de que esto suceda así. Cuando pensamos en términos de abundancia, no nos preocupa tanto controlarlo todo, lo cual significa que nos estamos arriesgando más. Si decidimos abandonar la promesa de unos beneficios a corto plazo para cumplir nuestro gran sueño, estamos arriesgándonos a largo plazo pero no hay ninguna garantía de que al final de nuestro camino hayamos alcanzado el éxito soñado. En el mundo de las medidas, nos fijamos objetivos y luchamos. En el universo de lo posible, fijamos el contexto y dejamos que la vida se desvele.
Supervivencia y mentalidad de supervivencia
La verdadera escasez y miseria, y pensar miserablemente son también fenómenos diferentes. En algunos lugares del mundo, la escasez de recursos es patente y sus moradores no disponen siquiera de lo más fundamental. Sin embargo, pensar de forma miserable es una actitud tan frecuente entre los más afortunados como entre las personas pobres, y no suele alterarse por un cambio de fortuna. Estamos hablando de la predisposición fatalista, definida por el economista británico Thomas Malthus en 1798 en su Ensayo sobre el principio de la población y que predice que los recursos, que se dan en cantidades limitadas y fijas, acaban por terminarse. Dicha actitud nos incita a conseguir más para nosotros, por mucho que tengamos, y a tratar a nuestros semejantes, por poco que tengan, como si fueran nuestros competidores
¿De qué modo mis pensamientos y mis acciones reflejan en este momento el mundo de las medidas?
Debe intentar hallar pensamientos y acciones que reflejen nociones como supervivencia y escasez, comparación y competencia, apego y ansiedad.
Tercera pauta
«poner una “A”
Se puede recibir una «A» en cualquier situación y en cualquier ámbito. En efecto, podemos «ponérsela» al camarero, al jefe, a la suegra, al contrincante y a los que conducen a nuestro lado por cualquier carretera. Cuando usted «pone una “A”», se da cuenta de que no está hablando con la gente desde una posición comparativa, sino desde el respeto que les deja espacio para comprenderla y comprenderse. Su mirada está puesta en la estatua que hay en ese bloque de mármol, en la masa de piedra por tallar.
Esa «A» no es la expectativa de alcanzar nada, sino de profundizar en algo.
Sólo cuando nos equivocamos al tocar una pieza podemos darnos cuenta de qué debe mejorarse, o dónde debemos ser más cuidadosos. Para ser exactos, aconsejo a mis alumnos que cuando se equivoquen, alcen los brazos, sonrían y exclamen: «¡Fascinante!». Recomiendo esta técnica a todo el mundo.
Y no sólo me refiero a los errores. Cuando nos hallemos ante experiencias habitualmente conocidas como «negativas», también po demos aplicar este método. Recuerdo, por ejemplo, a un joven tenor que en una ocasión se acercó a mí, después de la clase, profundamente disgustado. Acababa de perder a su pareja y se sentía incapaz de seguir adelante con los ensayos. Le consolé, pero el maestro que habita en mí se alegró secretamente porque pensé que, después de ese mal trago sentimental, ahora sí sería capaz de expresar a la perfección la desgarradora pasión del Viaje invernal schubertiano, que trata de la pérdida de un ser amado.
El secreto de la vida
Yo era el número 68 en una clase de 70 alumnos. Llego a Boston y el señor Zander dice que mi nota es una «A». Estoy confundido. Pasé tres semanas sin rumbo preguntándome qué pasaba. Soy el número 68 pero el señor Zander dice que tengo una «A»... Soy el 68 pero el señor Zander dice que soy una «A»... Un día descubro que ser nota «A» me hace mucho más feliz que ser el número 68 y decido que soy «A».
En un momento de inspiración, este estudiante había encontrado «el secreto de la vida», había descubierto que todo está inventado, que todo es un juego. La «A» es un invento y el número 68 también, con lo cual más vale elegir lo que nos hace más felices a nosotros y a los demás. nos referimos a la evaluación del rendimiento de las personas cuando proponemos las «A», a pesar de que al fin y al cabo es una calificación académica. Nuestra intención es reducir en cierto modo el corsé evaluador que las calificaciones imponen en nuestra mente
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