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SIN GUERRA Y SIN PAZ.


Enviado por   •  9 de Noviembre de 2016  •  Documentos de Investigación  •  672 Palabras (3 Páginas)  •  112 Visitas

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SIN GUERRA Y SIN PAZ

A pesar de que la guerrilla Marxista, FARC, muestre voluntad por seguir la senda de la paz luego de que en la reñida votación del plebiscito ganara el NO contra el SI, queda pisando terreno erosionado. Sin un piso sólido para el acuerdo, su desarme, su reincorporación a la vida civil y su integración a la política quedan en vilo. Esto introduce al país en una etapa en la que no hay guerra, pero tampoco hay paz, y lo peor del caso es que no sabemos cuánto pueda durar.

El hecho de que el jefe de Estado, Juan Manuel Santos, haya anunciado que extenderá y mantendrá el periodo del cese al fuego y hostilidades bilateral, causa una leve serenidad, ya que permite tener un respiro para encontrar soluciones a la crisis política y jurídica. Lo que causa estupor, es por cuanto tiempo las cosas se mantendrán así si no hay soluciones contundentes a la vista. Primero que todo, es bastante compleja la situación de la Organización de Naciones Unidas, puesto que ya ha desplegado su operativo de verificación sobre la base de un cronograma de 6 meses. Si dicha verificación se desploma, el cese sería prácticamente insostenible y la consecuencia más segura sería volver a la confrontación. Lo segundo, como se van a abstener los combatientes de las FARC de cometer extorciones o incurrir en el narcotráfico, por un tiempo indefinido. Tercero, si bien hasta ahora, las FARC presuntamente han estado a favor, de manera unánime con el acuerdo, esta derrota política lesiona los liderazgos de sus filas y la confianza de sus bases en el proceso. Lo más lamentable que puede ocurrir durante esta etapa en la que esta guerrilla se encuentra en el limbo, es que ocurra una erosión interna en la misma. Sería terrible que las FARC se polarice tanto como lo hizo la sociedad colombiana. La situación actual es muy frágil, existe la vulnerabilidad a que cualquier incidente o provocación detone la confianza que hasta ahora se ha logrado. En este proceso, encaminado hacia a la paz, no solo están en juego los intereses de los colombianos pertenecientes a la vida civil, sino también los de aquellas personas que se han mantenido aisladas de la sociedad y que desean un cambio, intereses que por cuestiones obvias nos obligan a ubicarnos en el plano de la realidad.

 Hoy, solo existe una certeza jurídica ante el triunfo del NO. Esta aparece en la sentencia C-379 de 2016, con la que la corte constitucional reglamento el plebiscito, y en la que los magistrados de la corte señalaron que en caso de que ganara la oposición, no se podrían implementar los acuerdos alcanzados en la Habana. “Ante la negativa del pueblo” dice la sentencia, se puede poner bajo consideración de los colombianos un nuevo acuerdo “con unas condiciones diferentes a las que inicialmente se pactaron”. Nuestro jefe de Estado y ahora Nobel de Paz, no ha perdido la capacidad de negociar el acuerdo existente, de hecho, puede crear uno nuevo y refrendarlo mediante un plebiscito. Jurídicamente es posible, pero políticamente se debe considerar el pronunciamiento de los líderes del No. La gran pregunta es si ellos están de acuerdo en sentarse con las FARC a crear uno nuevo. Ahora, el problema es que, aunque la voluntad de paz de las FARC no está en duda por ahora, las circunstancias podrían obligarlas a volver a ella si no hay otro camino. La idea de la renegociación siempre ha sido abstracta. Si renegociar implica que las FARC acepten ir a la cárcel y renunciar a participar en política, es irreal que ello ocurra.

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