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Sólo 3 Segundos


Enviado por   •  20 de Agosto de 2014  •  18.127 Palabras (73 Páginas)  •  309 Visitas

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Solo Tres Segundos

Paula Bombara

Solo tres segundos en el espacio azul iluminado.

Tres, para buscarse.

Dos, para encontrarse.

Uno, para apretar los párpados.

Y, aun así, verse.

Solo tres segundos antes del impacto.

Luego, blanco y ruido,

Ruido ruido ruido en el espacio azul iluminado.

PRIMERA PARTE: NICOLÁS

1.

Afuera brilla el sol. Sol de febrero. Febrero en la Ciudad de Buenos Aires.

Nicolás está rindiendo un examen: si lo aprueba se queda en su colegio, el Carlos Pellegrini, el colegio que comparte con su hermana Sol. Si lo reprueba, debe cursar el quinto año en otro lado.

Lo reprueba.

A la salida del aula, sentado en el suelo frente a la puerta, su amigo Rodrigo lo espera ansioso.

¿Y?

Tres

Nicolás no va a llorar, ¿Acaso es un nene?, pero que tiene ganas, tiene ganas. ¿Qué pasará ahora? ¿Cómo será la escena familiar? Puede imaginar muchas versiones de las mismas caras de sus padres, las manos recorriendo los rostros desde la frente hasta las mandíbulas, su padre rascándose la barba o revolviéndose el pelo, su madre cayendo en la silla o dándole la espalda para prepararse un té. También puede imaginar su propia actitud, ya sin defensas, vencido sobresus codos, plegado sobre la mesa, el rostro cerrado sintiendo el roce de la madera en la frente.

Expulsado.

¿Me acompañas a casa?-le pregunta a Rodrigo.

Vamos.

Nicolás no va a llorar, ¿Acaso es un nene?, pero que tiene ganas, tiene ganas. ¿Cómo será la vida a partir de ahora? ¿La amistad de Rodrigo será la misma? ¿Seguirán compartiendo las tardes de BMX, la búsqueda de nuevos videos de freestyle en YouTube, las salidas? ¿Quién ocupará su sitio en la división del Pellegrini? ¿Con quiénes irá de viaje de egresados? ¿Se sentirá su ausencia? Apaga el celular, no quiere hablar con nadie.

Mira las baldosas y toca las paredes. Los ruidos de la calle, la angostura de la vereda y las caras de otros chicos del colegio son los mismos de siempre. Levanta la vista y el cielo cruzado de cables y de nubes le sopla el flequillo. El aire viene bien. El sol, también. No es para tanto. Respira hondo y cruza de vereda.

-¿Vamos caminando? -le pregunta Rodrigo.

-¿Estás en pedo? ¡Son como cuarenta cuadras!

-¿Y? Dale, no tenemos nada que hacer.

-Bueno.

- Vení, doblemos acá. Vamos a ese local de CD’s que quiero mostrarte.

Nicolás no va a llorar. No con un amigo así… O tal vez sí con un amigo así. Se acomoda la mochila y apura el paso. Las lágrimas se aprietan en sus ojos y pujan por abandonarlo. Hay bronca y decepción. No es un nene pero tal vez llore.Deja de tragar saliva. Que sea lo que tenga que ser.

2.

Rodrigo le pasa el brazo por los hombros mientras caminan.

Tienen unos CD’s increíbles. Y te dejan escucharlos. Conozco al flaco que atiende. Es amigo de mi hermano.

Rodrigo quiere distraer a Nicolás pero no logra que deje de mirar las baldosas. Aprieta el brazo sutilmente: sus dedos le prensan el hombro cuando detecta las lágrimas.

Bueno, qué vas a hacer. Nos vamos a seguir viendo. Obvio que el viaje de egresados lo vas a hacer con nosotros…

Nicolás tiene que volver a su casa y hablar con sus padres, el plan ya delineado desde hace meses: si no lograba aprobar las materias necesarias, iría al mismo colegio que Leopoldo. También es un buen colegio, nadie puede cuestionarlo por ese lado tan temido de que desperdició una excelente oportunidad de “triunfar en la vida”. El colegio de Leopoldo es el más prestigioso del barrio.

Leopoldo.

Nicolás sacude la cabeza y espanta una sonrisa que pretendía instalarse en su boca. Leopoldo es ese que estaba pared de por medio, ese con el que habían inventando un código de golpecitos en la medianera para avisarse cúando salir, ese al que abandonó llorando el día que sus padres decidieron mudarse. Aún hoy le cuesta creer haberlo reencontrado tan fácil. Poner un nombre en la web y listo. Allí estaba, tapados sus ojos por un gorro negro. ¿Era elmismo? Se movía bien sobre la bici. Allí estaba, también, en Facebook, tapados sus ojos por un gorro blanco, a un mensaje de distancia. Sí, no podia ser otro. El mensaje fue “¿Te acordás de mí?”. Y sí, se acordaba.

La caminata lo cansa. Pero tantas cuadras conversando con Rodrigo le dan fuerzas.

Cuando llegan a su casa, se hacen unas milanesas en sánguches. Su amigo come y se va. No quiere estar cuando la familia llegue.

Nicolás se queda solo, mirando el techo desde el sillón. La rajadura casi invisible que mira siempre.

Decide esperar a que lleguen sus padres del trabajo. No les adelantará nada por teléfono. Enciende el televisor y agarra el control remoto antes de volver al sillón; comienza a hacer zapping. Quiere dormirse, pero Sol llega antes.

¿Y?

Mal.

Uuuuyyy... ¿Y ahora?

Qué se yo.

Por lo menos no vas a repetir el año. Es una suerte que el Pelle tenga un programa distinto

Psí.

Hay milanesas.

¡Ah! Bueno, ¿Vos comiste?

Psí.

Bueno, voy a comer.

Dale.

Si querés

...

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