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ANTONIO GRAMSCI


Enviado por   •  17 de Febrero de 2013  •  2.163 Palabras (9 Páginas)  •  815 Visitas

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APORTES DE ANTONIO GRAMSCI A LA CONSTRUCCION DE LA HEGEMONIA

Antonio Gramsci, por su lado, desarrolla su teoría política articulada al concepto de “hegemonía”, que consiste en la construcción de un proceso de dirección en el seno de la sociedad civil (toma de la hegemonía) por parte del nuevo bloque histórico de la revolución social, dirigido por el “Nuevo Príncipe”, el Partido intelectual orgánico del proletariado y las clases subalternas. Esa toma de hegemonía, a través de una larga guerra de trincheras, comprendía la construcción de una nueva cultura, un nuevo proyecto ético-espiritual de toda la sociedad, fundado en la concepción del mundo de la nueva clase fundamental , proyecto en el cual los intelectuales juegan un rol preponderante.

Dicho en otras palabras, el carácter orgánicamente estructurado de las sociedades occidentales exigía un largo proceso de educación de los sujetos sociales para ganar legitimidad dentro de la sociedad burguesa. Esto es lo que Gramsci denominó la “construcción de una nueva hegemonía”: la clase obrera debe convertirse en “dirigente”, con alto prestigio intelectual y moral y con un sólido proyecto educativo, aún antes de la toma del poder.

Gramsci señalaba también “Todos los hombres son intelectuales, pero no todos los hombres cumplen en la sociedad la función de intelectuales”]. Con esto quiere decir que todos los hombres, desde la máxima autoridad de una empresa productiva, hasta el más humilde de los trabajadores aportan con su capacidad intelectual, en diferentes niveles y condiciones, a la realización de

sus tareas, siempre motivados por sus valores ético-culturales.

El intelectual, pues, cumple una doble función: es crítico frente al poder y, al mismo, tiempo es constructor de una “nueva e integral concepción del mundo”]. Tal vez este último carácter sea decisivo en la diferenciación entre intelectuales de izquierda y de derecha: si todos los intelectuales son críticos frente al poder y frente a toda clase de atropellos, los primeros se encuentran empeñados en la construcción de un nuevo mundo de valores; participan activamente en la lucha social con esos fines y sus obras son expresión de los valores que encarnan los nuevos sujetos sociales. Sea a través de la sensibilidad estética o sea a través del razonamiento lógico, sea con los instrumentos del arte o con el de las ciencias y la filosofía, los intelectuales participan en ese gran proyecto de construir una nueva e integral concepción del mundo que termine por enterrar la barbarie suicida del capitalismo.

El hecho es que la alianza entre los intelectuales y la izquierda debe enfocarse con el propósito de construir lo que Gramsci denominó la hegemonía, es decir la construcción de una nueva cultura ética-política que anteponga los intereses del conjunto de la humanidad a los intereses materiales de los grupos o las clases, bajo la dirección de las clases subalternas y dominadas, articuladas en un nuevo bloque histórico.

Desde este punto de vista, las fronteras que separan al intelectual del activista terminan por anularse. “El nuevo modo de ser del intelectual – dice Gramsci – ya no puede

consistir en la elocuencia, motora exterior y momentánea de los afectos y las pasiones, sino en su participación activa en la vida práctica, como constructor, organizador, “persuasivo permanentemente” no como simple orador…”.

si la teoría no es una doctrina, como la de las instituciones religiosas, el problema es cómo se construye; y la respuesta es: en diálogo permanente con los actores sociales tanto del presente como del pasado, mediante el empleo del acervo conceptual y metodológico de la cultura universal para pensar la realidad y sus proyecciones; mediante la interacción constante y el diálogo permanente entre intelectuales, dirigentes, líderes políticos y actores sociales; a través de la participación activa y sistemática en el proceso de las luchas sociales. Solo así se salvan las abismales e interesadas diferencias entre intelectuales y no intelectuales, entre dirigentes y dirigidos, entre líderes y masas.

El aporte de Antonio Gramsci, es fundamental para abordar la comprensión intelectual de un proceso histórico que se caracteriza por lo adelantado de la praxis en relación a la teoría. Si abordamos la Revolución Bolivariana como un proceso orientado a solventar los daños producto de décadas de exclusión, a superar el capitalismo, y a superar el sistema… se puede decir, considerando estas etapas fundamentales del proceso de cambio, que necesariamente el quiebre del bloque histórico, de la hegemonía intelectual y moral, se da en la primera etapa, el proceso contra-hegemónico se da en la segunda, y la asunción histórica a una nueva

hegemonía se da en la tercera. Es importante recordar aquí que como en todo proceso histórico, no existe una fecha en la que podamos decir que termina una etapa y comienza otra.

El proceso revolucionario bolivariano en desarrollo tiene un carácter inevitable, imparable e irreversible. En este sentido Marx se hace presente cuando dice que no hay que juzgar a una época revolucionaria a partir de su propia conciencia sino que hay que buscar las contradicciones de clase que se presentan en el seno de la sociedad civil. “No es la conciencia la que determina la existencia, es la existencia social la que determina la conciencia”, dijo el poderoso pensador.

Es posible y necesario debatir y teorizar sobre la nueva hegemonía, pero partiendo de nuevas formas de entender al Estado, y por tanto, de nuevas formas de entender al poder. En otras palabras, si la hegemonía en el sentido Gramsciano consiste en la capacidad de unificar y de mantener unido por medio de la ideología, un bloque social que sin embargo no es homogéneo, que está marcado por profundas contradicciones de clase, donde precisamente una minoría opresora, excluyente y privilegiada es la que ejerce la dominación, la nueva hegemonía será la del pueblo, la de las mayorías, la de las multitudes, proceso que necesariamente tenía que darse en un marco de democratización de todos los aspectos de la vida, del conocimiento como bien fundamental. Ahora bien, cuando este conocimiento nivela a la sociedad y la libera, el carácter político de la hegemonía oligárquica de las minorías pierde sentido, surgiendo

algo inédito, algo nuevo. Como diría Sartre, es el pueblo discutiendo con el pueblo.

La Nueva Hegemonía.

Desde la perspectiva crítica emancipadora se entiende por nueva hegemonía como los procesos de “dominio y dirección” conducidos por el pueblo, identificado con un proceso revolucionario, con un líder

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