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Adam Smith. La división del trabajo y el interés personal

willro16 de Agosto de 2013

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La división del trabajo y el interés personal[editar · editar fuente]

Fabricación de alfileres, lámina de L'Encyclopédie.

Smith parte de la constatación de que:

El trabajo anual de un país es aquel fondo que en principio proporciona todas las cosas necesarias y convenientes para la vida y que anualmente consume el país; y estas cosas son siempre o el producto inmediato de este trabajo, o compradas a otros países con este producto.

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No hace del trabajo el único factor de producción, pero remarca su importancia desde el inicio de la obra, algo que le distingue de entrada de fisiócratas y mercantilistas. La mejora de la productividad del trabajo depende en gran parte de su división, ilustrada en su célebre ejemplo de la manufactura de alfileres (inspirado en L'Encyclopédie de Diderot y d'Alembert): allá dónde un solo herrero no podría producir más de diez alfileres por día, la fábrica utiliza los obreros en varias tareas diferentes (estirar el alambre, cortarlo, afilarlo, etc.), y llega así a producir cerca de 5 000 alfileres por obrero empleado. Junto a ese gran incremento en las cantidades producidas (ver productividad), se ve una disminución, igualmente extraordinaria, en el precio de los alfileres. (Smith nota que, adicionalmente, los trabajadores ganan más en las fábricas que como trabajadores independientes). La división del trabajo se aplica más fácilmente en las manufacturas que en la agricultura, lo que explica su retraso en productividad.

La división del trabajo por sí misma no proviene de la sabiduría humana o de un plan preestablecido, sino que es la consecuencia «de una cierta tendencia natural de todos los hombres [...] que los lleva a traficar, a hacer intercambios y cambiar una cosa por otra».14 La motivación de esta tendencia al intercambio no es la benevolencia, sino el interés personal, es decir, el deseo de mejorar su propia condición:

Pero el hombre necesita casi constantemente la ayuda de sus semejantes, y es inútil pensar que lo atenderían solamente por benevolencia. [...] No es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero, la que nos lleva a procurarnos nuestra comida, sino el cuidado que prestan a sus intereses. Nosotros no nos dirigimos a su humanidad, sino a su egoísmo; y no les hablamos de nuestras necesidades, siempre de su provecho. [...] La mayor parte de estas necesidades por el momento se satisfacen, como las de los otros hombres, por trato, por intercambio y por compra.15

Así, incluso en una sociedad donde no hay benevolencia hacia los desconocidos, donde cada uno de los individuos persigue su interés personal, donde los intercambios económicos se hacen entre «mercenarios», el individuo puede prosperar en base a la cooperación.16 (ver mano invisible) Con motivo del estudio de los comportamientos de los animales, Smith concluye igualmente que los humanos son los únicos de estos que se dan cuenta de que tienen todo por ganar participando voluntariamente en un sistema económico donde cada uno trabaje para obtener los bienes que satisfagan a todos:17 el interés personal no es su única motivación, ya que si así fuera, toda negociación sería imposible. Queda claro, por tanto, que un hombre es también capaz de comprender el interés personal de su compañero (un ejemplo de simpatía) y de llegar a un intercambio mutuamente beneficioso.18

Si el interés personal tiene un lugar importante en La riqueza de las naciones es porque no está considerado como el único aspecto económico de la relación del hombre en la sociedad. La Teoría de los sentimientos morales ofrece una perspectiva bastante más amplia y presenta una teoría de la relación social que no es reproducida en La riqueza de las naciones; demuestra que la visión de Smith no se reduce a la de un Homo œconomicus. No obstante, la contradicción aparente entre las dos principales obras de Smith, ha dado origen a un «problema Adam Smith» en la literatura económica,19 hoy caduco.20

Smith mostró a continuación que una cierta acumulación de capital es necesaria para la puesta en marcha de la división del trabajo y que el único límite para esta es la dimensión del mercado. Esta proposición ha sido considerada como «una de las más brillantes generalizaciones que se pueden encontrar en toda la literatura económica».21 El progreso viene así de la división acelerada del trabajo, que proviene de una inclinación natural del hombre. El intercambio, natural y espontáneo, se inscribe en el «sistema de libertad natural» subyacente en toda la obra.

Smith también era consciente de los efectos adversos de una mayor división del trabajo:

Un hombre que pasa toda su vida para completar unas pocas operaciones simples cuyos efectos son siempre los mismos, o casi, no tiene tiempo para desarrollar su inteligencia ni ejercer su imaginación para buscar los medios para resolver aquellas dificultades que nunca se terminan de localizar; pierde pues naturalmente el hábito de desplegar o de ejercer sus facultades y se vuelve, en general, tan estúpido e ignorante como se pueda convertir una criatura humana; el aletargamiento de sus facultades morales lo hace incapaz de apreciar ninguna conversación razonable ni de tomar parte en ellas, hasta le impide sentir alguna pasión noble, generosa o tierna y, en consecuencia, formar algún juicio mínimamente justo sobre la mayoría de los deberes más ordinarios de su vida privada

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El individuo se vuelve entonces incapaz de formar un juicio moral, tal y como se describe en la Teoría de los sentimientos morales. Para prevenir esta situación, Smith recomienda una intervención gubernamental que se haga cargo de la educación de la población.

El valor del trabajo y la moneda[editar · editar fuente]

La moneda permite medir e intercambiar el valor, pero no es el valor en sí misma.

Una vez establecida la división, cada miembro de la sociedad debe poder recurrir al resto para proveerse de aquello que necesite; es pues necesario tener un medio de cambio, la moneda. La posibilidad de intercambiar bienes o pagar en moneda por ellos hace aparecer la noción de valor. El valor tiene dos significados: el valor de uso, o utilidad, y el valor de cambio. Smith se centra sobre todo en el segundo (plantea, pero no resuelve, la paradoja del valor sobre el primero). ¿Cómo medirlo? ¿Cuál es el factor que determina la cantidad de un bien a la hora de intercambiarlo por otro? Para él, «es del trabajo de los demás del que cabe esperar la parte más grande de todos estos bienes; así, será rico o pobre, según la cantidad de trabajo que podrá pedir o que estará en capacidad de comprar. [...] El trabajo es pues la medida efectiva del valor intercambiable de toda mercancía».23

El valor del trabajo es constante: «Las cantidades iguales de trabajo deben ser, en cualquier tiempo y cualquier lugar, de un valor igual para el trabajador. [...] Así, el trabajo, no variante nunca de su propio valor, es la única medida real y definitiva que puede servir, en cualquier tiempo y en cualquier lugar, para valorar y comparar el valor de todas las mercancías. Es su precio real; el dinero no es más que su precio nominal».24 Esta teoría del valor, que ignora la demanda y se basa exclusivamente en los costes de producción, se impuso durante más de un siglo hasta que William Jevons, Carl Menger y Léon Walras introdujeron el marginalismo.

Para Smith la moneda no es el valor en sí, y la acumulación de moneda no tiene interés económico para un país. La moneda sería más bien una forma de medida práctica del valor de las transacciones y el medio de cambio de este valor. Para cumplir estas funciones, los metales preciosos son particularmente apropiados, puesto que su valor varía poco en periodos de tiempo razonables. A largo plazo, el trigo podría ser un mejor patrón. Como los metales preciosos tienen un costo importante, Smith proponía reemplazarlos por papel moneda, siguiendo una ratio estricta para evitar la emisión sin contrapartida. El sistema bancario resultante sería «una especie de gran carretera aérea, donando al país la facilidad para convertir una gran parte de sus grandes carreteras en buenos pastizales y en buenas tierras para el trigo».25

Los factores de producción[editar · editar fuente]

En una economía primitiva se puede considerar que la cantidad de trabajo utilizada para producir un bien es el único elemento que determina su valor de cambio. En las economías avanzadas la formación de los precios es más compleja porque involucra tres elementos: el salario, el beneficio y la renta (predial o de arrendamiento), que constituyen la remuneración de los tres factores de producción: el trabajo, el capital, y la tierra. Smith distingue igualmente tres sectores de actividad: la agricultura, la industria, y el comercio.

Las distinciones entre los factores de producción y la forma que su remuneración toma para las diferentes clases sociales constituyen un punto central de La riqueza de las naciones. Las motivaciones de estas clases no son las mismas, y no coinciden necesariamente con el interés general.

Esta distinción nítida entre las remuneraciones de los diferentes factores de producción es típica de la Economía clásica. Fue necesario esperar a la Revolución neoclásica de finales del siglo XIX para que la remuneración de los factores fuera integrada en el precio de la producción.26

La formación de los precios, la competencia y el mercado[editar · editar fuente]

El salario es la compensación directa del trabajo, es decir, el alquiler de la capacidad productiva del trabajador. El beneficio sobreviene cuando el stock de valor o de capital,

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