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Claude Bernard - Walter Cannon - Psicofísica


Enviado por   •  6 de Enero de 2014  •  2.595 Palabras (11 Páginas)  •  502 Visitas

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Claude Bernard

Biografía

“El arte es ‘yo’, la ciencia es ‘nosotros’” comentaba Claude Bernard, que vivió entre ambas pasiones.

En el siglo XIX, la anatomía había avanzado mucho. Se tenía una razonable descripción de los componentes principales del cuerpo humano, pero nadie sabía con precisión que cómo funcionaba cada uno, ni cómo actuaban en conjunto para hacer funcionar el cuerpo humano.

Claude Bernard, el hombre que enfrentó ese problema desde la ciencia, nació el 12 de julio de 1813 en el pueblo de St. Julien, cerca de la ciudad de Lyon, en una familia dedicada a la agricultura.

El joven Bernard demostró pronto que no era un buen estudiante. Ni lo sería nunca. A los 18 años se interesó por el movimiento romántico, por la literatura, tomando como maestro a Víctor Hugo, por la teoría de la luz y el color, y, de modo intenso, por la filosofía cartesiana y la idea de Descartes de que era necesaria la duda metódica para alcanzar la verdad.

A los 18 años entró como aprendiz en una farmacia en Lyon. Pero su convicción filosófica se vio sacudida al ver que muchísimos preparados farmacéuticos se ofrecían a los pacientes sin haber nunca demostrado su eficacia experimentalmente, como sigue ocurriendo hoy con numerosas terapias y pseudomedicinas alternativas.

Optó por dedicarse a componer una obra teatral que llevaba tiempo soñando, estrenada con el nombre “Rosa del Ródano” con un breve éxito. Animado, dejó su puesto, volvió a casa a trabajar como agricultor pequeñoburgués y a escribir su nueva obra teatral basada en el personaje histórico de Arturo de Bretaña, quien había apoyado a Juana de Arco.

A la tardía edad de 23 años, Bernard terminó su bachillerato y empezó a estudiar medicina, aunque de nuevo sintió que lo que le enseñaban era anticientífico, basado en especulaciones y no en experimentos. Pronto empezó a asistir a conferencias en el Colegio de Francia, donde se estaba llevando a cabo una revolución en la medicina, cuyas bases eran precisamente la observación y la experimentación. En 1841 consiguió un puesto como asistente de investigación del reconocido François Magendie, con quien trabajaría en neurofisiología, cateterización cardiaca y la fisiología de la digestión. Al mismo tiempo, Bernard instaló un modesto laboratorio privado para realizar sus propias investigaciones, a veces sin la anuencia de su jefe.

La primera cátedra que dictó Claude Bernard a sus alumnos comenzó diciendo “La medicina científica que es mi deber enseñaros no existe…” La búsqueda de la verdad que le inspiraba la visión cartesiana aún no era el principio rector de la medicina. Su compatriota, Louis Pasteur, aún no emprendía el camino para demostrar el verdadero origen de las enfermedades.

Cuatro veces premiado por la Academia de Ciencias, pero también cansado de la resistencia que sus más tradicionales colegas ponían a sus trabajos, que estaban reinventando toda la medicina y enfermo, en 1860 se retiró a su heredad en Saint Julien, donde se dedicó al desarrollo de su visión filosófica del determinismo científico. Seguiría trabajando ocasionalmente, por ejemplo, ayudando a su amigo Louis Pasteur a demostrar la falsedad de la antigua concepción aristotélica de la generación espontánea.

Bernard introdujo el concepto de homeostasia (constancia del medio interior) alrededor de 1860, si bien el término no es suyo, sino de W. B. Cannon. Dicho modelo señala como cualidad definitoria de los seres vivos la capacidad para mantener las condiciones físico-químicas del medio con el que están en contacto. En sentido inverso, son dichas condiciones físico-químicas del líquido que baña las células (medio interno) las que, al entrar en contacto con ellas, determinan la aparición de los fenómenos fisiológicos. Este sencillo esquema pretende dar razón (hasta donde ello es posible) del "quid" propio de lo vivo.

En los años tardíos de su vida, Bernard se dedicó a desarrollar su filosofía de la medicina experimental y el método científico, ocasionalmente volviendo a la experimentación y disfrutando el reconocimiento de su sociedad, que lo llevaría a la Academia Francesa y al Senado del imperio de Luis Napoleón. Su último puesto público sería como Presidente de la Asdociación Francesa para el Avance de la Ciencia, mientras seguía trabajando sobre aspectos fisiológicos como los venenos, su eterno interés.

Claude Bernard murió el 10 de febrero de 1878, considerado uno de los principales científicos franceses de la época. Sin embargo, su última voluntad fue la publicación de su obra histórica “Arturo de Bretaña”. El ‘yo’ del arte convivió siempre con el ‘nosotros’ de la ciencia en el padre de la fisiología moderna.

Aparte de las teorías concretas con las que Claude Bernard enriqueció la medicina, la biología y la veterinaria de su época, pueden distinguirse dos categorías diferentes dentro de sus contribuciones "teóricas" al pensamiento biológico: las relativas a su peculiar modo de contestar la vieja pregunta ¿qué es la vida?, y las puramente epistemológicas (método y fundamentación de la medicina experimental). Es en este sentido en el que puede hablarse de la existencia tanto de una filosofía de la vida como de una epistemología bernardianas. Ambas están, como se verá a continuación, profundamente relacionadas entre sí.

Claude Bernard había realizado el sorprendente descubrimiento de que la “materia inerte” y los “cuerpos vivos” no son la misma cosa. Escribió lo siguiente “La materia inerte no tiene espontaneidad en sí misma, carece de una diferencia individual, y por lo tanto uno puede estar seguro de los resultados obtenidos.

De hecho, si uno lo admitiera la ciencia sería imposible”. Al releer su conclusión, Claude Bernard debió percatarse de que era necesario realizar una aclaración y añadió una nota empeorándolo todavía más: “Uno tiene que ser esclavo de un hecho; uno puede decir que es un hecho brutal, como si lo que dice fuera muy científico. Ciertamente uno tiene que creer en los hechos, pero no debe creer en ellos ciegamente. Disponemos del razonamiento para dar luz a los hechos, y de los hechos para moderar la imaginación y detener el razonamiento. Por lo tanto, el experimentador que envenena a un sapo con su propio veneno sin resultados, o a una cabra con belladona sin resultados, dirá lo siguiente: ‘Soy coherente, sí, pero hay hechos que uno no puede creer porque la mente tiene la certeza de que las cosas son de otra manera. Por esa razón no he podido creer en los datos proporcionados por el sapo. Si no hubiera tenido éxito habría renunciado a mi ocupación

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