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Cómo se relaciona el problema de inseguridad ciudadana que vivimos los peruanos con la reflexión sobre qué el hombre


Enviado por   •  17 de Octubre de 2015  •  Ensayos  •  1.166 Palabras (5 Páginas)  •  75 Visitas

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“Cómo se relaciona el problema de inseguridad ciudadana que vivimos los peruanos con la reflexión sobre qué el hombre necesita aprender a vivir y para hacerlo debe controlar sus instintos, mediante la razón”

VARGAS REYES ALFONSO JOHNATAN

CALLAO   LIMA    PERU

16/10/2015

“Cómo se relaciona el problema de inseguridad ciudadana que vivimos los peruanos con la reflexión sobre qué el hombre necesita aprender a vivir y para hacerlo debe controlar sus instintos, mediante la razón”

Nombre del autor:

VARGAS REYES ALFONSO JOHNATAN

Introducción: 

El objetivo de este ensayo es lograr que los medios de comunicación y autoridades se den por enteradas del peligro que se vive día a día en diferentes lugares de Lima y el Perú entero que de una vez por todas se tomen las medidas adecuadas. Suponemos que los alcaldes implementan medidas en sus planes de seguridad solo por un tiempo determinado; sin embargo, este tema debe ser tratado constantemente.
Tenemos entendido que los medios de comunicación, así como son los intercomunicadores de información, a la misma vez son una especie de mal social, porque acostumbran a los receptores a noticias como asaltos, robos, secuestros, etc. Es Por eso que se debe implantar una mejor educación, inspección de trato a los menos, acabemos con la mala educación de los padres que guían por el mal camino a los menores
el hombre necesita aprender a vivir y para hacerlo debe controlar sus instintos, mediante la razón De este modo, disminuiros las constantes noticias de delincuencia más aun Juveniles

Desarrollo: 

Es evidente que uno de los mayores fracasos de este gobierno del presidente Ollanta Humala Tasso, es la seguridad ciudadana junto con el inadecuado manejo de la conflictividad social, no obstante el compromiso efectuado al asumir el cargo el 28 de julio de 2011 de ocuparse de esta problemática pese a que constituyen una grave amenaza a la tranquilidad ciudadana.
Luego de 4 años de gestión gubernamental se constata  clara e ineluctablemente que nuestro país está conmocionado ante la oleada de extrema violencia perpetrada por la delincuencia y el crimen organizado. Situación que causa no sólo indignación de la población, sino un elevado temor y zozobra por la incapacidad del régimen para enfrentar eficazmente dicho flageló debido a la amenaza de estas peligrosas agrupaciones cuyo accionar se ha multiplicado exponencialmente en Lima y las principales ciudades del interior.
Si bien es cierto que el primer mandatario empezó su administración con un buen acto político al anunciar que presidiría el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, y posteriormente asistió a la instalación como a otras sesiones; sin embargo, se le vio actuando más como militar que como a un estadista. Pues impartía órdenes efectistas más no disposiciones  a sus ministros. Daba la impresión de querer tomar el toro por las astas. Pero no fue así... en política de seguridad pública estamos en cero.

Lima es una ciudad poco segura, respaldado por el 77,14%. Por otro lado, un 20% considera que es una ciudad nada segura; sin embargo aún existe un 2,86% de ciudadanos que opinan es una ciudad muy segura. Esto es, por la falta de un buen gobernante  que dirija la política en el Estado peruano.

Caminar por las calles de Lima ya no es tan fácil como era antes. Ahora, es común que, al despedirnos, nos digamos “ten cuidado”. Nadie está exento de ser víctima de un asalto y esto genera un miedo constante. En el siguiente artículo, trataremos las consecuencias de la inseguridad ciudadana.

La persona o institución que sufre un robo se ve privada de lo que es de su propiedad, lo que causa daño al patrimonio de personas, empresas, instituciones y del propio país. A veces, esto ocurre con violencia. Se genera un clima de desconfianza, desesperanza y desánimo, de manera que la persona que es víctima de un robo se cuida más y toma medidas más estrictas y excluyentes en perjuicio de los que no roban. Esto encarece los costos de la vida, pues obliga a instalar medidas de seguridad que implican contratación de pólizas de seguro, contratación de infraestructura de seguridad (paredes, rejas, cerraduras, etc.), contratación de personal, creación de áreas de seguridad en las instituciones y de instituciones de vigilancia en el país, entre otras medidas de protección.

Por otra parte, en el caso del abuso sexual, no solo sufren los acosados, sino también los agresores, los testigos, los padres, las madres, los hermanos, los familiares: en definitiva, la sociedad entera. Los testigos de la violación padecen bloqueos emocionales, intelectuales y alteraciones de conducta que les pueden llevar a un final funesto. Sus sufrimientos no son transitorios y pueden desafiar un desarrollo futuro normal. El abuso sexual acarrea desconfianza en la víctima, además de originar conciencia de culpa y vergüenza en ella, pues, en cierta medida, queda la culpa inconsciente de haber incentivado dicho acto.

Además, en el caso de los secuestros o raptos, el acto delictivo tiene como consecuencia la violación física y psicológica. Los secuestradores juegan con los sentimientos de los familiares de sus víctimas al amenazarlos con la muerte de estos, si no pagan por el rescate. Asimismo, los delincuentes abusan físicamente de sus víctimas si estas no son rescatadas.

En el ámbito educativo, el sistema actual en el Perú no consta de métodos que enseñen a los niños desde pequeños a no resolver sus riñas de manera violenta. Es bueno, sin importar su edad, inculcar a los niños el respeto hacia los demás para, así, convivir en armonía en la sociedad. También, es necesario combatir la deserción escolar, pues esto vincula a los jóvenes a no asistir a las escuelas y darse al abandono (punto de inicio de la violencia juvenil en las calles).

Y, por último, en el ámbito policial, se les debe dar importancia a dos aspectos. En el primer aspecto, está la descentralización jurisdiccional y geográfica. Esta se refiere a separar por niveles de gravedad los delitos cometidos en determinados lugares y circunstancias: no se puede imponer con una misma pena a alguien que robó y a otro que mató. En el segundo aspecto, se debe observar una clara división de funciones de los policías. Nuestro sistema de seguridad debe separar adecuadamente las funciones y estar debidamente dirigido y vigilado por un especialista en dicho aspecto.

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