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Guerra Mundial

estebanito19804 de Mayo de 2012

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ALEMANIA EN LA EUROPA ACTUAL:

Desde el Final de la II Guerra Mundial

A nuestros días

ÍNDICE

• Introducción

• Reorganización de Europa

• La División Alemana

• La Reunificación Alemana

• La Pólitica Interior

• La Política Exterior

• La Economía Alemana

• Opiniones

• Bibliografía

Introducción•

Para entender la Alemania actual, hay que conocer su historia. Nosotros vamos a remontarnos a los hechos más recientes. Aquellos acontecidos en el S. XX, a partir de la II Guerra Mundial que tanto marcó a este país.

La satisfacción general por la derrota del nacionalsocialismo fue percibida como una victoria sobre los alemanes. ¿Cómo hubiera podido esperarse de personas que tanto habían sufrido bajo la cruz gamada la objetividad necesaria como para distinguir entre alemanes y nazis? La derrota había significado no sólo la rendición incondicional sino la destrucción total de un Estado en una medida quizás jamás dada en la historia. El tejido social estaba destruido. No podía dejar de percibirse que no sólo las ciudades sino también las almas y los pensamientos de todo un pueblo yacían en ruinas. En 1945 los Aliados tomaron en sus brazos al pueblo alemán y se lanzaron a la extraordinaria tarea de la reeducación: en el oeste en libertad, en el este como una ideología que negaba la libertad. Las atrocidades habían sido terribles y terribles fueron también las consecuencias. Casi no existe ningún ejemplo en la historia de una nación que, como supuesto castigo por sus errores, perdiera extensos territorios que le habían pertenecido durante siglos y millones de personas fueran obligadas a abandonar penosamente su patria.

Los europeos comprendieron que no era posible esquivar el problema de Alemania ya que afectaba el orden de paz en Europa Central. Desde el discurso de Byrnes en Stuttgart, el 6 de Septiembre de 1946, pasando por la autoresponsabilidad de los alemanes a través del Plan Marshall, hasta el paulatino establecimiento de la soberanía por medio de elecciones libres y una constitución: el objetivo fue siempre ofrecer nuevamente a una nación una base para la esperanza y la creación; este proceso estuvo estrechamente vinculado a la aparición de la guerra fría. En realidad, el conflicto entre el este y el oeste no surgió a raíz de Alemania. Fue más bien la expresión de la inevitable división en la concepción opuesta de la democracia: libertad en el Oeste y comunismo en el Este. La decisión de los alemanes era clara: libertad antes que la unidad y paz en libertad, pero la libertad tenía que ser la "condición y no el precio de la unidad". Europa era la meta a fin de lograr la libertad, la paz y la unidad, y por ello la reconciliación entre Alemania y Europa era la vía que conducía a ese futuro.

"El futuro de Alemania se llamaba Europa ". El puente aéreo para salvar Berlín fue la expresión de esta solidaridad por parte de las "potencias protectoras". Pero el desarrollo continuó, Berlín ha seguido siendo para todos el símbolo de la lucha entre la libertad y la dictadura. La audaz decisión de rearmar la RFA y de posibilitar en 1955 su ingreso en la OTAN no fue sólo una consecuencia de la guerra fría, significó el reconocimiento de Alemania como una democracia de igual rango, la superación de los temores pasados. El apoyo de Europa durante la crisis de Berlín de 1958 a 1960 hasta la vergonzosa construcción del "Muro" respondía a la responsabilidad conjunta de los europeos frente a Alemania. A pesar del fracaso, en 1954, de la perspectiva de una comunidad europea de defensa, debido a que la conciencia de los europeos todavía no estaba madura para este salto, la solidaridad se consolidó en aquellos años a través del ingreso de la República Federal de Alemania como decidido miembro fundacional de la Comunidad Europea (Tratados de Roma de 1957).

Este proceso está vinculado con el concepto de la "OSTPOLITIK" (la política del este). Los europeos apoyaron esta política y algunos hasta ya habían preparado los primeros contactos con el este.

¿Se ha convertido la RFA en los años `90 en una gran potencia? Los europeos ven en ella un país muy poderoso, pero no una gran potencia y tampoco una potencia mundial porque Alemania no aspira a jugar ningún papel rector, por mas que muchos quizás hasta lo deseen. No podemos medir su prestigio con viejas pautas pues está situada mucho más alto. La influencia que puede ejercer en el ámbito financiero y económico y en el comercio internacional, conduce a Alemania en una dirección que es europea y no alemana.

Ante los ojos de los europeos, Alemania ofrece una imagen clara e inequívoca: un país democrático que se siente comprometido con la creación de una Europa libre. Desde la perspectiva europea no puede ignorarse que Alemania, y los alemanes seguirán jugando un papel central en la confrontación de los europeos con ellos mismos. Para todos en Europa la creación de una Europa propia de la gente, más allá de las fronteras significa la reconciliación de ellos mismos, la superación de hostilidades milenarias. Impresiona el interés de los alemanes en llevar adelante este debate, que en tiempo reciente se ha ampliado demostrando cuán importante es y sigue siendo este tema.

Reconstrucción de Europa

Tras el final de la guerra, Alemania quedó en manos de los cuatro grandes; Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la URSS.

Desde un primer momento aparecieron las primeras diferencias y conflictos entre las potencias. Lo único que contaban eran los propios intereses de cada potencia, que dejaron a una Europa aún más dividida y destrozada.

Gran Bretaña por intereses propios, y también por las peculiaridades de su líder político, tendía a cerrarse en banda a cualquier cosa parecida a la descolonización y, en general, favorecía regímenes monárquicos -en Italia, Grecia y Yugoslavia, por ejemplo- como si ello sirviera para contrapesar el tono radical de los movimientos de resistencia. Otros conflictos menores se produjeron con los norteamericanos en asuntos como la relación con De Gaulle -con el que el "premier" británico era más tolerante que el presidente norteamericano- y en lo que atañía a la inmigración judía hacia Palestina. Pero, a pesar de que Churchill mantuvo siempre una diferencia fundamental, al proponer una estrategia periférica, hacia Italia, los Balcanes o Grecia, en vez de en dirección hacia el centro del Viejo Continente, la cooperación militar siempre resultó muy positiva.

Con la URSS, la relación fue mucho más complicada. Las mayores discrepancias con los anglosajones surgieron en torno a Polonia. Ésta había sido el motivo de Gran Bretaña para ir a la guerra y tenía en Estados Unidos una importante minoría nacional. En cuanto a la nueva organización internacional, que Roosevelt consideraba indispensable, Stalin no quería que pudiera intervenir en la vida interna de la URSS; pretendía, además, exigir la unanimidad de los Grandes y en ella deseaba tener el mayor número posible de votos.

El acercamiento de los anglosajones a los soviéticos, con el propósito de elaborar una estrategia y unos planes de futuro comunes, tuvo lugar a partir de la segunda mitad de 1943. En octubre se encontraron por primera vez los responsables de la política exterior anglosajona con Stalin, pero el avance que se produjo en la relación fue limitado. Hubo acuerdo sobre la desnazificación de Alemania y la necesidad de desmembrar su territorio. Los británicos descubrieron, con sorpresa, que los soviéticos deseaban la flota de Italia y parte de su Imperio colonial. Se mencionó, también, pero vagamente, una posible organización internacional. Stalin dejó claro su mínimo interés en coordinar su acción militar con la de sus aliados.

Mucha más importancia tuvo la reunión de Teherán, entre noviembre y diciembre, con la participación por vez primera de Churchill, Roosevelt y Stalin. Las potencias democráticas pudieron ser conscientes de algunos de los mayores intereses soviéticos y de aquellos puntos en los que no iban a ceder. Stalin no iba a renunciar a los países bálticos ni a la salida a este mar, pero afirmó no tener interés en Finlandia.

Todos aceptaron una transformación de Alemania que la privara de peligrosidad. Para solucionar el problema de las futuras fronteras de Polonia, se optó por "empujar" el conjunto del país hacia el Oeste, siguiendo la indicación del dictador soviético. Pero por el momento, todavía los dirigentes anglosajones no dieron por supuesto un afán imperialista en Stalin. Pero las cosas cambiaron cuando, a partir del verano de 1944, no sólo se produjeron los ya mencionados sucesos polacos, sino que también se manifestó una creciente reticencia respecto a la colaboración en la organización internacional que, en el caso del nuevo orden económico mundial, resultó cerrada y definitiva.

La segunda reunión de los líderes aliados testimonió

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