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Hannah Arendt La Condicion Humana


Enviado por   •  13 de Mayo de 2014  •  4.387 Palabras (18 Páginas)  •  359 Visitas

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La Condición Humana (que en la edición alemana se titula «Vita activa») es una obra, publicada en 1958, pero con una cierta historia previa. De hecho en 1955, Arendt había escrito a Karl Jaspers que ella había «empezado muy tarde, hace apenas unos años a amar el mundo». La condición humana es una respuesta al problema del mal radical.

Como libro de filosofía política, convendría leerlo en la onda de La bomba atómica y el porvenir del hombre (1958) de Jaspers, que deseaba también un reencuentro entre filosofía y política para evitar lo peor. La insistencia arendtiana en que el hombre no tiene ‘naturaleza’, sino ‘condición’, puede (¿debe?) ser leída en la perspectiva de una reflexión sobre la técnica y el mal. Hay que explicar a la humanidad cuáles son las raíces de las que proviene en profundidad, devolviendo al hombre moderno la cultura antigua de la cual procede sin saberlo. De ahí el reiterado uso de categorías aristotélicas y agustinianas en el texto.

Como escribió su amiga Mary McCarthy (1912-1989), en Para decir adiós a Hannah Arendt (1906-1975): «En el dominio de las ideas, Hannah fue una conservadora —persuadida de que por poco que una cosa haya sido pensada, no se debe tirar por la borda, porqué un día podría servir—, a su manera fue una entusiasta del reciclaje. O, para decirlo de otro modo, el pensamiento era para ella una especie de gestación, una humanización de la experiencia salvaje (…). La tarea que le estaba reservada en tanto que intelectual excepcionalmente dotada y representante de las generaciones entre las que había vivido consistía en aplicar el pensamiento sistemático a todas las experiencias características de su época».

Lo que proponemos no es más que una lectura provisional párrafo a párrafo del cap. 1º del libro en la perspectiva de una mejor comprensión de las tesis de Arendt.

RESUMEN Y GUÍA DE LECTURA

1. La «Vita activa» y la condición humana

1: Arendt explica lo que ella designa mediante la expresión Vita activa es decir, el trabajo, la obra y la acción. Se puede adivinar la importancia de esos tres conceptos desde el punto de vista de una antropología moral y política: por una parte se trata de manifestaciones humanas constatables y por otra de datos de base inevitables de la condición humana

2: Definición de ‘trabajo’ como algo que ‘corresponde al proceso biológico del cuerpo humano’ y pues, a la condición humana de la vida. El animal laborans produce el trabajo, obra del cuerpo.

3: Definición de ‘obra’ como lo que se halla en el origen de lo no-natural, de la creación humana. El homo faber [faber: artesano] produce la obra, en tanto que obra de las manos. Está anclada en la pertenencia-al-mundo de la condición humana; lo que corresponde al ser-en-el-mundo heideggeriano (In-der-Welt-Sein).

El homo faber es libre de producir, mientras que el animal laborans vive «sometido a las necesidades de la vida» (cap III) y el hombre de acción «depende de sus semejantes» (cap. V).

4: La ‘acción’ vincula a los hombres entre ellos a partir de la relación de pluralidad propia de la condición humana. Tras de los tres párrafos previos de presentación del vocabulario, éste es mucho más extenso. La razón es que la pluralidad humana es esencial y permite la vida política, punto de vista al que se desplaza la autora para tratar sobre la condición humana fundamental.El hombre que actúa produce la acción.

5: Las tres actividades presentadas tienen condiciones propias: actividades y condiciones se hallan vinculadas a la vida y a la muerte, expresan el cuadro general de las acciones humanas en todos los tiempos. Sin embargo, la acción es la más ligada a la natalidad y a la novedad. La acción humana crea «la condición para el recuerdo, esto es, para la historia». Es la más ligada a la actividad política (‘actividad política por excelencia’) –pero no a la metafísica (recuérdese el papel de la muerte en la metafísica de Heidegger).

6: Hay que distinguir ‘la’ condición humana de ‘las’ condiciones aleatorias de toda vida humana. Los hombres, hagan lo que hagan, están condicionados por su obra, que prolongan incesantemente, y por su acción. Un objeto ‘condicionado’ por el hombre, le condiciona a su vez.

7: La ‘condición humana’ no se identifica con la ‘naturaleza humana’. Aparece una definición de la ‘naturaleza humana’ que comprende las actividades y las facultades humanas. Reaparecen aquí elementos desarrollados en el prólogo sobre el deseo de escapar de la Tierra. Incluso en tal caso, los escapados serían seres condicionados, incluso si tal condición derivara absolutamente de un autocondicionamiento.

8: Retomando la cuestión de la naturaleza humana, Arendt nos dice, a partir de San Agustín (sobre el que ella había escrito su tesis doctoral en 1929) que no somos capaces de definir la naturaleza humana, podríamos estudiar ‘quien’ es el hombre (el ‘quien’ es el hombre se revela en la palabra), pero —atención!— ‘que’ es el hombre es una pregunta que sólo un Dios puede responder, de ahí que «los intentos de definir la naturaleza humana acaban casi siempre en la construcción de una deidad, es decir, del dios de los filósofos». No podemos hablar del hombre como de un ‘qué’, es decir como de una cosa. En el fondo del párrafo se halla la diferencia que planteó Dilthey entre ‘explicar la naturaleza’ y ‘comprender el espíritu’.

9: Estamos ‘condicionados’, pero no absolutamente, por eso ‘quien’ somos no lo podemos explicar tampoco de una manera definitiva. Siempre es posible el cambio. La ciencia moderna universaliza el mundo al verlo como algo externo (Arquímedes). El texto reenvía a «La crisis de la cultura»: en un intento de ir más allá de Heidegger, que separaba netamente ciencia y filosofía. La ciencia no tiene por objeto, para Arendt ‘aumentar y ordenar’ nuestras experiencias, sino mostrarnos «qué es lo que se esconde tras de los fenómenos naturales, tal como se revelan al espíritu humano»

2. La expresión «vita activa»

1: La autora asimila la expresión vita activa, ‘sobrecargada de tradición’, a la tradición del pensamiento político (de Sócrates a Marx), siempre en relación al bios polítikos aristotélico y a la vita actuosa de Agustín, es decir, a la vida consagrada a los asuntos de la ciudad.

2: Arendt explica que Aristóteles excluía los

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