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Jose Martinez Queirolo

PaaooC_9810 de Noviembre de 2014

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JOSE MARTINEZ QUEIROLO-DRAMATURGO

José Miguel Martínez Queirolo "Pipo" (Guayaquil, 22 de marzo de 1931 - Guayaquil, 8 de octubre de 2008) fue un dramaturgo, narrador y poeta ecuatoriano. Exponente del arte y cultura de Guayaquil, incursionó en la actuación y dirección teatral. Obtuvo por cuatro ocasiones el premio nacional de dramaturgia por sus obras: La casa del qué dirán (1962), Los unos vs. Los otros (1968), La dama meona (1976) y La conquista no ha terminado todavía (1983). Cuyas obras Réquiem por la lluvia, Goteras, Las faltas justificadas y La esquina comparten una similitud primordial, a partir del material dramático, que intervendrá como recurso primordial de este análisis.

Biografía

Nació en Guayaquil el 22 de Marzo de 1.931 y fue el tercero de una familia compuesta de once hermanos que crecieron en la vieja casa familiar de Diez de Agosto entre García Avilés y Rumichaca, propiedad de la abuela paterna Manuela Salazar Pérez de Martínez.Fueron sus padres legítimos el Lic. Miguel Martínez Salazar, egresado de Medicina que siempre estaba ausente porque ejercía su profesión en los pueblos del litoral y Blanca Queirolo Atella, ambos oriundos de Guayaquil. Parte de su infancia la vivió en Quito. El 14 sirvió en la campaña de Esmeralda, el 41 le tocó la invasión peruana en Balao, se refugió en Guayaquil, después trabajo en Boliche y en otras localidades hasta su muerte ocurrida en los años 60 y Blanca Queirolo Atella, guayaquileños.

De vuelta en su ciudad natal realizó sus estudios secundarios en el colegio Aguirre Abad y los superiores en la Universidad de Guayaquil. Se inició en las letras a los dieciséis años de edad, descubrien¬do una capacidad singular para el teatro y el género narrativo. Desde su aparición en la escena literaria atrajo la atención por su origina¬lidad. La técnica, la trama argumental, el instrumento expresivo se han amoldado dócil¬mente a esa condición personal autonómica frente a los yugos de la rutina en este tipo de creaciones. Sus éxitos en el campo del drama, están plenamente justificados. Martínez Queirolo consiguió crear sus personajes con brío y naturalidad. La conducta de éstos, en que trasparecen las motivaciones subjetivas con elocuente clari¬dad, y la rica espontaneidad de sus diálogos, revelan bien la maestría de este autor. En cuanto a géneros dramáticos sus obras transitaron cómodamente entre los campos de la comedia, farsa y drama.

"Era un niño sensible, de temperamento tranquilo. Me decían Pipo por mi abuelo Giusepe Queirolo. Mis tíos me corregían con severidad supliendo la falta de mi padre y hasta me encargaron los cobros de la planta baja, donde escuché las más peregrinas historias para no pagar. Yo les creía y muchas veces lloraba con ellos. Mi abuela hacia leer en los almuerzo el capítulo del día tomado del libro El Año Cristiano y como rezaba el rosario por las noches, pasaba por perfecta Católica. Yo le hacia de Sacristán y cuando me equivocaba con el saumerio me daba cocachos. Mi tristeza era permanente pues no me dejaban bajar a jugar con los demás niños del vecindario porque según decía, eran muchachos de la calle". "Para la estación invernal nos trasladábamos a la hacienda Santa Ana cercana a Vinces de mi tío abuelo Bolívar Salazar Pérez. Sus peones cuando venían a Guayaquil, tenían la costumbre de alojarse en nuestra casa trayendo de regalo canastas con frutas de la estación".

La teatralidad la llevaba en su sangre por cortesía de su madre, "Ella era muy teatrera hasta cuando estaba brava pues se miraba en el espejo para ver la cara que ponía y tenía un carisma que hacía que fuera popular donde quiera que iba".

Introvertido y tímido, tanto en el Instituto Nacional como en el Aguirre Abad sus compañeros le pegaban y se burlaban de él y como su padre lo pelaba a mate - así el corte le duraría hasta la próxima vez que lo veía - le molestaban tirándole naranjas chupadas a la cabeza. "Leía mucho, sobre todo las revistas y libros de mi tío Marco y hasta escribía versos por simple afición. Los libros de la casa y las novelinas de folletín de mi abuela me estaban prohibidos; mas, cuando ella salía al centro, me daba gusto leyéndolas".

"Al poco tiempo gané con el "Canto a Bolívar" un Primer Premio en el Concurso de Poesía sobre el Libertador y me dieron una linda Colección de Libros, Mis profesores fueron Jorge Pérez Concha, Jorge Zavala Baquerizo, Enma Esperanza Ortiz, etc. Durante las vacaciones, mi tío Octavio Arbaiza Márquez de la Plata me empleo de inventariador de la Empresa Eléctrica. Entre el 48 y el 50 aprendí piano en el Conservatorio Nacional de Música con Blanca Muirriagui pero salí cuando mi familia tuvo que vender el instrumento en un apuro económico".

"Graduado de Bachiller en 1.950 fui de los primeros que rindieron examen de ingreso en la Ciudadela. Quise ser Arquitecto pero no aprobé, entonces usaba barba y seguí tres años de periodismo, tuve de compañeras a Dora Durango, Jacinta Coello y de profesores a Humberto Salvador, Justino Cornejo, Abel Romeo Castillo, volví a la Empresa Eléctrica como mensajero aunque pronto fui ascendido a Dibujante - Calculista con S/. 1.500 mensuales de sueldo".

Se desesperaba por conversar con la gente pero su timidez se lo impedía, pronto descubriría que la única forma de comunicarse con los demás era escribiendo pues ahí no sentía vergüenza. La trágica muerte de su hermana Azucena - quien también era escritora - y se echó por la ventana de una clínica porque la habían llenado de remedios, estaba hinchada y no pudo soportarlo, le puso en contacto con la dureza de la muerte.

"El 53 entré a la Facultad de Ingeniería. En los bajos funcionaba la Facultad de Filosofía y Letras, conversaba con sus alumnos, les enseñaba mis relatos y no se reían. Hacia teatro con Gerad y Raymond Raad Dibo, Ana Julia Rugel, Ramón Arias, etc. La FEUE de Guayaquil editó una colección de "Diez cuentos universitarios", selección de Walter Bellolio con cuentos de Pepe Solís, Alsino Ramírez Estrada, Eugenia Viteri, Pedro Sorroza Encalada y dos míos que fueron "Cita en el alba" y "5a. M" El prologo corrió a cargo de Sergio Román Armendáriz". El 55 cumplió el servicio militar en la escuela de artillería Mariscal Sucre de Quito. Allí escribió dos obras de teatro: Los que volvieron y la vida en el cuartel.

El 56 pasó a Avaluador del Plan Regulador Municipal y logró el Laurel de Oro y Brillantes en los Juegos Florales del programa radial "Vida Porteña". El 58, con sus cuentos "El Agujero" e "Historia del niño que quería ser negro" ganó los dos primeros Premios en el Concurso de relatos Jacinto de Evia, convocado por la revista "La Calle" de Quito que dirigía Alejandro Carrión, quien escribió una critica muy laudatoria, siendo el espaldarazo nacional que necesitaba. El Jurado estuvo compuesto por Carrión, Humberto Vacas Gómez y Pedro Jorge Vera.

El 59 egresó de Ingeniería sabiendo que su vocación eran las Bellas Letras. La Universidad de Guayaquil editó "'La lluvia muere en silencio" en 123 pags. y prólogo del Prof. Ezequiel González Mas, con trece de sus cuentos (La lluvia muere en silencio, Cita en el alba, El Monstruo, Se alquila la radio, Se Alquila, Negro, La Bestia, Rabia, El Agujero, Historia del niño que quería ser negro, Los Pérez, Los Ciegos) el título fue tomado del primero de ellos. González. Mas relevó la canción ternísima de su alma púdica y veraz, la vena nostálgica de sus sentimientos en el cuento "Se Alquila" donde la casa deshabitada, el hogar vacante, resucita lluviosos fantasmas y el héroe - el propio autor - huye hacia las llanuras del mar. En otro relato "Los Pérez", regresa a los años mozos. Esta nota de humorismo sardónico a veces amargo y en otros líricos, constante desde sus primeros trabajos, se repetiría siempre en sus obras. Su Teatro a veces es lineal, simple y directo, farsesco, busca a través de la peripecia o de la vida relievar los prejuicios, las injusticias y establecer un orden natural que la civilización ha corrompido. En otras ocasiones el asunto se torna serio, es cuando a través de imágenes surrealistas trata de encontrar la luz interior del hombre, huyendo de todo encasillamiento frustrante y de todo egoísmo empequeñecedor, a través de la sencillez y la ternura, para desembocar nuevamente en la realidad, aunque vista con la magia de un lirismo solidario. En ambos casos ha tenido éxito, pues es de aquellos autores que por su buen manejo de lo popular nunca yerra. Ese año se empleó de Dibujante-Calculista en el Ingenio San Carlos con S/. 4.000. Viajaba a Guayaquil los fines de semana. Ileana Espinel le enviaba libros y revistas y alentaba su carrera de escritor. Su familia ya no vivía en la vieja casa que terminó siendo vendida, sino a la vuelta, en Rumichaca entre Ballén y Diez de Agosto, propiedad de los Valeros y con su poema "Caín", fantasía que trata sobre el perdón que solicita a su hermano Abel, ganó el Tercer Premio en el Concurso Nacional de Poesía del Diario "El Universo", compartido con "Glosario de la Soledad" de Enrique Noboa Arízaga. La noche de premiación, viniendo en una gabarra, al saltar a tierra calculo mal, se mojó, tuvo que ir a cambiarse de ropa y llegó atrasado al acto. La Embajada norteamericana le invitó a recorrer ese hermoso país durante tres meses, pero aunque la idea le agradó al principio, la desechó por ridículos temores a ausentarse tan largo tiempo del país. "A lo mejor me gustaba y no volvía"

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