Manuel Zamarraa
gpo2069 de Marzo de 2014
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La gran pensadora española María Zambrano sentía una gran admiración y un no menor cariño hacia Antonio Machado, por la razón de que cuando Machado estuvo en Segovia entabló amistad con Blas Zambrano, su padre. Por eso se deshacía en elogios hacia el poeta, que sin embargo no velaba la auténtica esencia del poeta-pensador, en la reseña que hizo en la revista Hora de España, en diciembre de 1937, sobre su libro La Guerra, que reunía muchas de sus poesías escritas hasta ese momento y la prosa didáctica de su profesor apócrifo Juan de Mairena (con el que ya se había identificado plenamente), al que utilizaba para expresar sus sencillos pensamientos filosóficos (morales, políticos, estéticos, metafísicos…).
Aquí presentamos una selección de textos de esta reseña; se puede encontrar en María Zambrano: Los intelectuales en el drama de España y Escritos de la guerra civil. Presentación de Jesús Moreno Sanz. Editorial Trotta, Madrid, 1998, pp. 171-178 (III. Escritos y notas durante la guerra civil. “La guerra de Antonio Machado”).
La Guerra de Antonio Machado
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«La poesía española es tal vez lo que más en pie ha quedado de nuestra literatura, cosa que no nos ha sorprendido, porque su línea ininterrumpida desde Juan Ramón Jiménez es lo más revelador, la manifestación más transparente del hondo suceso de España, y si algún día alguien quisiera averiguar la profunda gestación de nuestra historia más última, tal vez tenga que acudir a esta poesía como a aquello en que más cristalinamente se aparece. Lo que estaba aconteciendo entre nosotros era de tal manera grave, que huía cuando se pretendía apresarlo y aparecía, en cambio, en casi toda su plenitud cuando el hombre creía estar solo, entregado a sus más íntimos y recónditos afanes. Por esto y por otras razones, entre las que pudiéramos apuntar que la historia de España es poética por esencia, no porque la hayan hecho los poetas, sino porque su hondo suceso es continua trasmutación poética y quizá también porque toda la historia, la de España y la de cualquier otro lugar, sea en último término poesía, creación, realización total; por todo esto que se apunta y por otras cosas que se callan, tal vez sea la poesía española, desde Juan Ramón Jiménez hasta hoy, el índice o documento mejor de nuestros verdaderos acontecimientos.
«Testimonio de nuestro suceso, la poesía, hasta en sus últimas consecuencias, ha tenido el testimonio extremo, ha tenido sus mártires y hasta sus renegados, si bien es verdad que la poesía de estos últimos se ha desdibujado de tal manera que apenas existe. La poesía española hoy nos acompaña, justo es proclamarlo, y con tanta mayor imparcialidad por no ser quien esto afirma y siente de la estirpe de los poetas.
«Pero entre todos los poetas que en su casi totalidad han permanecido fieles a su poesía, que se han mantenido en pie, ninguna voz que tanta compañía nos preste, que mayor seguridad íntima nos dé, que la del poeta Antonio Machado.
«No es un azar que sea así, por la condición misma poética que de siempre ha tenido Machado; nada nuevo nos brinda, nada hay en él que antes y desde el primer día ya no estuviera. Y si hoy aparece en primer término y con mayor brillo, se debe no a lo que él haya añadido, sino a la situación de la vida española, a que por virtud de las terribles circunstancias hemos venido a volver los ojos, en esa última mirada de vida o muerte, hacia lo cierto, hacia lo seguro, hacia la verdad honda que en horas más superficiales hemos podido quizá eludir. La voz poética de Antonio Machado canta y cuenta de la vida más verdadera y de las verdades más ciertas, universales y privadísimas al par de toda vida. ¿Qué sería de nosotros, de todo hombre, si no supiésemos hoy y no nos lo supiese recordar el saber último que con sencillez de agua nos susurran al oído las palabras poéticas
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