Pep Guardiola
Daniela724721 de Mayo de 2015
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La primera biografía internacional de Pep Guardiola explica cómo el
exentrenador del Barcelona consiguió un número extraordinario de
títulos, cómo cambió el fútbol a la vez que obtenía éxitos y cuál era
su verdadera relación con los futbolistas clave durante los
maravillosos cuatro años en que estuvo a cargo del mejor equipo
del mundo (quizá de la historia). Pero es mucho más. El autor, la
cara del fútbol español en el Reino Unido, consiguió conversar con
Guardiola cuando Pep no concedía entrevistas y charló con las
personas más influyentes de su entorno y con los principales
futbolistas del Barcelona, además de entrenadores y jugadores
rivales que sufrieron el talento blaugrana. Entre ellos, sir Alex
Ferguson que, pese a perder dos finales de la Liga de Campeones
contra el Barcelona, admira a Guardiola. Pero para Pep, el triunfo
iba acompañado de cierto drama personal: cada partido era uno
menos en la élite, nunca sintió ser lo suficientemente bueno en su
trabajo, sus disputas con Mourinho le hicieron daño y sufría
enormemente tomando decisiones. Lo suyo es, también, otra
manera de ganar.
Perdí una gran oportunidad de fichar a Pep Guardiola. No sé bien por
qué, pero había decidido dejar el Barcelona y nos dijeron que podría estar
interesado en el Manchester United. Nos pusimos en contacto con sus
representantes, creí que podría persuadirle.
Quizá no elegí el momento oportuno, quizá lo intenté demasiado
pronto. Habría sido interesante tenerle en mi plantilla; Pep era la clase de
jugador en que acabó convirtiéndose Paul Scholes: capitán, líder y
centrocampista en el increíble Dream Team del Barça de Johan Cruyff,
mostraba compostura y habilidad con el balón y dictaba el ritmo del
partido, lo que lo convirtió en uno de los futbolistas más brillantes de su
generación. Esas eran las cualidades que yo andaba buscando. Acabé por
fichar a Juan Sebastián Verón aquel verano. A veces, me da por
preguntarme: «¿Qué hubiera pasado si este futbolista o aquel otro hubiera
jugado en el United?». Lo pensé a menudo con Guardiola.
Entiendo por lo que Pep pasó como futbolista en sus últimos meses en
el Barcelona. Cuando uno está en un club de tanta envergadura como el
Barça, prefiere soñar que durará toda la vida, que pasará toda su carrera
en el mismo sitio, en la institución de la que soñó formar parte desde que
era un chaval. Así que, aunque nos dijeron que había decidido cambiar de
club, cuando contactamos con él, no quiso comprometerse con nosotros:
Pep probablemente pensaba que, pese a todo, todavía tenía futuro en el
club, que las cosas podrían dar un vuelco al final. Debió de ser un
momento turbulento para él y terminó por marcharse, pero no pudimos
llegar a un acuerdo.
Qué pena. En el mundo del fútbol, nada es eterno. La edad y el tiempo
lo desgastan todo, y llega un día en el que el futbolista, por decisión
propia o del club, debe buscar una salida. En ese momento, creí que le
estábamos ofreciendo una solución, una alternativa, pero no salió como
yo esperaba. Me recuerda a Gary Neville. Gary llevaba desde los doce
años en el Manchester United, se había convertido casi en un miembro de
mi familia, un hijo, alguien de quien te fías y dependes. Formaba parte de
la sólida estructura de la plantilla. Pero un día todo se acaba. En el caso
de Pep, darse cuenta de que el sueño tocaba a su fin debió resultarle duro.
Yo podía comprender sus dudas, su dilación a la hora de definirse, pero
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