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Personajes Famosos De Honduras

manuelbuezo15 de Marzo de 2014

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BIOGRAFÍA DE PERSONAJES FAMOSOS DE HONDURAS

BIOGRAFÍA DE RAMÓN AMAYA AMADOR

Amaya Amador nació en Olanchito, departamento de Yoro, el 29 de abril de 1916,

siendo sus padres Isabel Amaya y Guillermo R. Amador.

Después de trabajar como peón en los campos bananeros de la costa norte, inició su carrera de cuentista; su narración La Nochebuena del campeño Juan Blas salió a luz pública en el número 15 de la revista ANC, órgano de la Asociación Nacional de Cronistas, editada en Tegucigalpa y correspondiente al 31 de diciembre de 1939.

Ramón Amaya Amador, narrador y periodista, es uno de los más prolíficos escritores del país y quien tiene más obras publicadas: Prisión verde, Amanecer, El Señor de la Sierra, Los brujos de Ilamatepeque, Constructores, Destacamento rojo, Operación Gorila, Cipotes, Con la misma herradura, Bajo el signo de la paz, El camino de mayo, Jacinta Peralta, Cuentos completos y Biografía de un machete; permanecen inéditos casi veinte libros más.

Ramón Amaya Amador inició su vida periodística en 1941 como redactor, primero, y como jefe de redacción, después, del periódico El Atlántico, de La Ceiba, fundado y dirigido por Ángel Moya Posas. Posteriormente, el 8 de octubre de 1943, Ramón Amaya Amador fundó en Olanchito, con Dionisio Romero Narváez, el semanario Alerta, contando con la valiosa colaboración de su compañero Pablo Magín Romero.

El escritor abandonó su patria en 1944 debido a la persecución del caríato, radicándose en Guatemala, en donde trabajó como editorialista de Nuestro Diario, durante el régimen democrático del doctor Juan José Arévalo, entregando también sus colaboraciones al Diario de Centro América, El Popular Progresista y Mediodía. A la caída del gobierno de Jacobo Arbenz Guzmán, nuestro compatriota se asiló en la sede de la Embajada Argentina, viajando a aquella nación del sur. En Buenos Aires laboró en la editorial Ariel y en Sarmiento, un periódico de educación popular, editado en la ciudad de Córdoba.

El 19 de mayo de 1957, Ramón Amaya Amador retornó a Honduras, acompañado de su esposa Regina Arminda Funes, originaria de Córdoba, Argentina; en ese año, ingresó a la redacción del diario El Cronista, de Alejandro Valladares, y fundó en Tegucigalpa, con Luis Manuel Zúniga, la revista Vistazo.

El Círculo Literario Hondureño le rindió un homenaje en el Paraninfo de la Universidad Nacional Autónoma en Tegucigalpa el 11 de noviembre de 1958, interviniendo en el acto el rector Lisandro Gálvez y los estudiantes universitarios Rafael Leiva Vivas, J. Delmer Urbizo y Oscar Acosta.

En esa oportunidad, Ramón Amaya Amador leyó un extenso discurso de agradecimiento en el que afirmaba que era la primera vez que en su patria recibía una honrosa distinción por sus trabajos en las letras y en la cultura. Este documento puede considerarse como su testamento literario.

El 19 de abril de 1959 abandonó Tegucigalpa junto a su esposa Arminda y sus pequeños hijos: Aixa Ixchel y Carlos Raúl, para radicarse en Praga, Checoslovaquia, integrando la plana de redacción de la revista Problemas de la Paz y el Socialismo.

El 24 de noviembre de 1966, en las cercanías de Bratislava, se accidentó el avión soviético Ilushyn-18, de la línea aérea búlgara Tabso, pereciendo todos sus ocupantes, entre ellos Ramón Amaya Amador y tres compañeros de trabajo en la revista que hemos mencionado: el brasileño Pedro Motta Lima, el argentino Alberto Ferrari y el japonés Sigho Kadzito.

Once años después y tras arduas gestiones iniciadas por el poeta hondureño Óscar Acosta (en ese entonces, Embajador de Honduras en España) y que duraron cuatro años, se logró la repatriación de los restos mortales de Ramón Amaya Amador, los que fueron enviados de Checoslovaquia a Madrid y luego trasladados a Tegucigalpa en septiembre de 1977, permaneciendo la urna con las cenizas de Amaya Amador en la sección Colección Hondureña de la Biblioteca de la UNAH.

La comisión encargada del traslado estaba integrada por Óscar Acosta; Rigoberto Paredes, Jefe del Departamento de Letras y Lenguas de la Universidad Nacional de Autónoma de Honduras; Héctor Hernández, Presidente del Sindicato de Trabajadores de la UNAH; Alejandro Gutiérrez, Secretario General de la Federación de Estudiantes Universitarios de Honduras, y Livio Ramírez Lozano, Agregado Cultural de la Embajada de Honduras en Madrid.

Sin embargo, la repatriación de los restos no impidió que, durante casi una década más, sus obras fueran perseguidas. Debieron transcurrir otros catorce años para que el archivo principal con las obras inéditas de Ramón Amaya Amador escritas en su largo exilio pudiera regresar a Honduras.

En abril de 1991, en un acto solemne en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, el Presidente de la República, Lic. Rafael Leonardo Callejas, recibió a nombre del pueblo de Honduras más de veinte títulos inéditos que fueron repatriados desde la Casa de las Américas, La Habana, Cuba, a donde fueron llevados desde Praga, Checoslovaquia.

Esta vez las gestiones iniciadas por Carlos Amaya Fúnez, hijo del escritor, fueron respaldadas por una comisión integrada por Oswaldo Martínez y Neptalí Orellana de Radio Progreso; Juan Ramón Durán, Director de la Escuela de Periodismo de la UNAH; David Romero de Diario Tiempo; Adelma Argueta, Diario La Prensa; y el Dr. Víctor Ramos; quienes lograron el apoyo del gobierno de la República para agilizar y facilitar el traslado de las obras. Ocho años después, y treinta y dos después de muerto, su pueblo y su gente se movilizaron para llevar a su definitiva morada las cenizas del notable escritor de Olanchito.

Una comisión de olanchitos presidida por el Prof. Esaú Juárez González e integrada por el Prof. Fabio Bernardino Cárcamo, Director de la Casa de la Cultura de Olanchito; Juan Carlos Medina, Vicepresidente del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Standard Fruit Company; José Luis Bardales Cano; Rony Javier Cruz; Gustavo Sosa Martínez; Fernando Mac Lean; Geovana Spears; Santiago Manzanares; Raúl Cortes y Eduardo Manuel Cruz Martínez; organizó el retorno que tuvo lugar el 19 de mayo de 1999.

Desde 1966 se ha escrito mucho sobre la vida y obra de Ramón Amaya Amador, entre los que podemos mencionar a Dionisio Romero Narváez, el Prólogo de Longino Becerra aparecido en la 2ª edición de Prisión verde, el ensayo biográfico de Max Sorto Batres, publicado por el Ministerio de Cultura y Turismo en 1990, y la extensa y documentada biografía realizada por su paisano Juan Ramón Martínez, que apareció bajo el sello de la Editorial Universitaria de la UNAH en 1995.

BIOGRAFÍA DE JOSÉ CECILIO DEL VALLE

Nació en Choluteca, Honduras, ciudad del Pacífico, que goza del riente cantar de su río impetuoso y manso, el 22 de noviembre de 1780.

Hijo de José Antonio del Valle, linajudo, de las principales familias de la península. Son los tiempos de obscurantismo en Centro América. No existe la escuela popular, apenas está el Colegio Tridentino de Comayagua, donde se cursa estudios superiores. Los padres de José Cecilio, deseosos de educar a su hijo de la mejor manera y, no encontrando en Honduras un centro adecuado, se trasladaron a Guatemala en 1789; habiendo cursado sus primeros conocimientos en la Escuela de Belén. Por ese tiempo, Guatemala, recibía la provechosa influencia de las nuevas corrientes filosóficas, políticas y sociales, que produjeron una verdadera revolución en las ideas que anteriormente se tenían a cerca de los hombres y de las cosas de la vida y las concepciones mentales del hombre.

Estudió Filosofía, Derecho Civil y Canónico en la Universidad de San Carlos, en donde optó el Título de Abogado. Continúo sus estudios sobre idiomas, filosofía, derecho, economía, ciencias naturales, políticas, finanzas, historia, geografía, matemáticas. Sin embargo, los conocimientos adquiridos no estaban exentos de la influencia desconcertante de la escolástica y la reverencial sumisión a la colonia.

Ese ambiente forjó al Sabio Valle. Su amor a las ciencias lo hacía buscar, investigar incansablemente en los libros, en los hechos y las cosas. Su espíritu investigador penetró en los estrados del conocimiento y su poderosa inteligencia lo llevó a cristalizar enseñanza, pensamiento y ciencia. Escribió sobre matemática, filosofía, idiomas, economía, política, derecho, sociología, estadísticas, geografía, historia botánica, mineralogía, religión. Escritor y periodista, pensador y filósofo, economista y sociólogo, jurista y científico, profeta y pragmático. Subió a la altura de los hombres más grande de los tiempos.

En 1805 fue nombrado Diputado de la Comisión Gubernativa de consolidación; censor de La Gaceta de Guatemala. En 1805 se le nombró asesor del Consulado de Guatemala, Fiscal de Juzgado de los Reales Cuerpos de Artillería e Ingeniería del reino; en 1808, asesor de los Reales Cuerpos; en 1809 fue electo Diputado de la Junta Central de la Provincia; en 1812 fue nombrado catedrático de Economía, de cuyo estudios preparó un plan y programa; en 1813, nombrado asesor de la Renta del Tabaco; en 1817, Fiscal de los Estados; en 1821, redactó el «Acta de Independencia», y , nombrado miembro de la Junta Provisional Consultivas; en 1822, elegido Diputado del Congreso de México, Presidente del Congreso Azteca; en 1823, nombrado Secretario de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores de México en

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