Rupturas Familiares
popolo7715 de Febrero de 2015
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quién procedió la decisión de la separación así como la distribución de los
roles parentales durante el tiempo de convivencia en la familia nuclear. Si la
mujer tomó la decisión de la ruptura marital, o fue tomada de mutuo
acuerdo, y si ésta tenía un mayor peso en la educación y crianza de sus hijos
el reajuste a la nueva situación, aún siendo difícil, parece ser más rápido. Sin
embargo, además del desajuste emocional que conlleva una ruptura marital,
la readaptación a la nueva situación suele complicarse para muchas mujeres
debido a que la pérdida del ingreso económico aportado por el varón suele
dejarlas en una situación de precariedad económica. Las dificultades
económicas por las que atraviesan algunos progenitores pueden incidir de
forma negativa en los hijos/as ya que en muchos casos se ven obligados a
alterar sus hábitos o rutinas cotidianas. Uno de los cambios a los que deben
hacer frente, como resultado de su nuevo estatus económico, puede implicar
un cambio de centro escolar o de domicilio, circunstancias que han sido
señaladas como especialmente contraproducentes para los menores ya que
suponen la pérdida de una red de apoyo social, especialmente importante en
algunos períodos del desarrollo como es la adolescencia.
Si se trata de madres con una escasa formación académica y/o profesional y
que han dependido exclusivamente de los ingresos económicos de sus
parejas, la separación les obliga a incorporarse en el ámbito laboral para
sostener su hogar y a sus hijos/as aunque, bajo estas circunstancias, las
posibilidades de acceder al mercado laboral se reducen considerablemente
teniendo que optar, en último término, por trabajos inestables y mal
remunerados. A todo ello se debe añadir que, no en pocos casos, los padres
incumplen con las compensaciones económicas que están obligados a
proporcionar a sus hijos/as fomentando la inestabilidad económica de las
mujeres. La situación de desventaja económica en la que se encuentran
algunos hijos/as de parejas divorciadas ha sido especialmente destacada ya
que algunos estudios muestran cómo es esta circunstancia la que mejor
explica algunos aspectos de su bienestar o ajuste emocional (Fine, 2000).
Por otro lado aunque sería deseable, especialmente en beneficio de los
hijos/as, que los padres varones sin la custodia de sus hijos siguieran activos
en el desempeño de su rol parental, algunas investigaciones han señalado
que la frecuencia de sus visitas disminuye con el transcurso del tiempo lo
que se traduce obviamente en una dejación de sus responsabilidades
parentales. De hecho, esta falta de contacto es uno de los efectos más
marcados del divorcio sobre las relaciones entre padres e hijos/as. La escasa
participación del varón suele deberse, en gran medida, a las continuadas
disputas y conflictos mantenidos entre los ex-cónyuges lo que, en último
término, se puede traducir en la interrupción de las prestaciones económicas
como en una cada vez menor implicación en su rol parental, siendo las
madres quienes terminan por asumir prácticamente todo el peso de la
educación, socialización, cuidado, y toma de decisiones referentes a los
hijos/as. Otra de las razones apuntadas en la disminución de este contacto
se debe al sentimiento de culpa que puede experimentar el progenitor en
cada encuentro con su hijo/a; especialmente si fue el padre el que tomó la
iniciativa en la decisión de la separación los sentimientos de culpabilidad
pueden emerger debido al perjuicio que percibe haber causado a su hijo/a.
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