Aportes Conceptuales Para Un Abordaje Transdisciplinario Desde El Trabajo Social
inesaran16 de Agosto de 2014
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Aportes conceptuales para un abordaje transdisciplinario desde el Trabajo Social.
Inés Arancibia
Introducción
Las políticas socioeconómicas, como intento, búsqueda o realidad, están en la arena de nuevas herramientas del Estado, en sus distintos niveles, y en forma consciente por quienes formulan e implementan estrategias de desarrollo en la última década en nuestro país, motivados por el quiebre del modelo segmentado de políticas publicas neoliberales y ante su fracaso para mejorar las condiciones de vida de las mayorías.
El enfoque socioeconómico en políticas públicas no es un cambio meramente formal en los objetivos de las políticas sociales, ni un retoque en los términos de sus fundamentos y actores. Refleja un aprendizaje histórico, producto disputas entre las practicas organizativas y los intentos institucionales de políticas públicas, en cuanto a la perspectiva que debe tenerse sobre la realidad sobre la que se interviene, entendiendo su carácter complejo y dinámico. La realidad, de por si, se resiste a ser abordada desde una o varias disciplinas por sí solas, entre las variadas tramas disciplinarias que constituyen nuestro abanico de las Ciencias Sociales.
En los desafios del Estado, se ha hecho evidente que requerimos algo más que la interdisciplina, e incluso que la multidisciplina, para garantizar intervenciones efectivamente transformadoras de la realidad, orientadas hacia generar, material y simbólicamente, las condiciones de vida justas y dignas, en forma creciente, y de carácter universal, de lo que es legítimamente aspirable por el conjunto de la población.
La socioeconomía, como otros enfoques, apunta a abordar la realidad social, tanto para observarla, describirla analizarla y accionar sobre ella. Pero se sustenta en que la realidad social no es divisible en “dimensiones” o esferas sociales, políticas, económicas o culturales. La complejidad social no puede abordarse segmentadamente, como se pretende a veces, traspolando los abordajes de las ciencias exactas. Sería estéril, por ejemplo, intentar recortar lo estrictamente “social” , “económico”, o “político”, de la realidad.
En este sentido, se trata de entender a la complejidad social como un proceso dialéctico de producción-reproducción. El concepto que nos permite, articular esa complejidad es el trabajo, y las particularidades en las que el trabajo produce (bienes, servicios, que se traducen en la riqueza que se genera en la sociedad) y las condiciones en las que se reproduce ese trabajo (el nivel de ingresos y la calidad de vida, las características de su reproducción familiar, su organización domestica, comunitaria y social, etc). Es entonces, el complejo mundo del trabajo, en sus aspectos materiales y sus representaciones, una dimensión fundamental, de conocimiento y de acción, para planificar y ejecutar políticas públicas socioeconómicas que alcancen sus propósitos mas arriesgados.
Ninguno de los temas enumerados hasta aquí escapan al Trabajo Social. Este trabajo intenta aportar al reconocimiento de las ventajas (conceptuales, prácticas y metodológicas) que tiene nuestra disciplina en la construcción de políticas públicas socioeconómicas, y sobre sus potencialidades para avanzar hacia abordajes transdiciplinarios, con el fundamental carácter participativo que de ellos se requiere. Se intentara convocar a la problematización de algunos de sus conceptos que, de no ser abordados socioeconomicamente, pueden empañar sus potencialidades de inserción transdisciplinaria en aspectos como la economía, el trabajo, la producción y las necesidades sociales.
El enfoque socioeconómico
La socioeconomía no se refiere a la suma o yustaposción de los enfoques teóricos de la sociología y la economía. Tampoco lo es en alguna de sus variantes, según se le asigne mas importancia a una u otra de estas dos disciplinas: ni se trata de una economía con agregado de aspectos “sociales”, (como por ejemplo, los complementos de datos estadísticos sobre variables supuestamente puramente “sociales” o perspectivas subjetivas, comunicativas, antropológicas o psicológicas, entre otras), ni tampoco lo es en el otro sentido, como una mirada “social” de la realidad con agregados de términos formales económicos y con datos cuantitativos sobre, por ejemplo, los aspectos productivos o financieros de una situación determinada.
A los efectos de este trabajo, vamos a entender a la socioeconomía como un enfoque teórico y metodológico necesariamente transdisciplinar, que pretende comprender integralmente la complejidad social a partir de observarla, describirla, analizarla para actuar en y desde la realidad, (Coraggio, Arancibia, 2006), pero haremos hincapié en ella como parte ineludible de la dialéctica del conocimiento que se despliega en cualquier proceso conciente de intervención social que aspira a conseguir efectos transformadores.
Esto es (o debiera ser) desde un paradigma abarcativo de las Ciencias Sociales, que se sustenta en algunos supuestos, que a los efectos de este trabajo podemos resumir en los siguientes: a) entiende que a la realidad social no es divisible en “dimensiones” o esferas sociales, políticas, económicas, culturales, etc. Quizás, podríamos pensar en los “campos” de Bourdieu, quien propone ese concepto para su tesis de la articulación permanente entre los campos y con énfasis en las lógicas que de esas interacciones, y en los que sí se pueden identificar analíticamente, por ejemplo, las lógicas propias de lo económico, aunque no una diferenciación de “sectores”. (Bourdieu, 2001); b) en este sentido, la primacía es del “campo” de lo social, es “la cancha” en la que se despliegan todos los juegos e interacciones económicas, políticas, culturales e institucionales, por mencionar algunos de los recortes que solemos advertir. Por eso es que, ante la búsqueda de comprensión que precede y acompaña la nuestras intervenciones sociales, sobre éstas “dimensiones”, sus alcances y efectos, resulta necesario hablar de contextos, actores, estrategias e instituciones “socioeconómicas”; y c) esto implica que la realidad no puede abordarse segmentadamente porque es “compleja” (Coraggio, 1987) . Las problemáticas complejas son aquellas en las que no puede perderse la dimensión de la totalidad, ya que están interdeterminados el medio fisico-biológico, la producción, la tecnología, la organización social, la economía, etc., a lo que llamamos “sistemas complejos” (García, 1994).
La perspectiva socioeconómica no solo se abstiene de aproximaciones segmentadas hacia la realidad, apuntando a contener las herramientas necesarias para abordar lo complejo, sino que fundamentalmente, recupera en su seno a la economía, como método, como perspectiva de conocimiento (y no tanto como “ciencia economica”, Caillé y otros, 2008), por considerarla parte fundamental para la acción social y clave para una comprensión de la realidad que aspira a la totalidad, indispensable para el conocimiento actual y potencial de las estructuras materiales de nuestra sociedad. En este sentido es que decimos que la economía aborda los procesos de producción-reproducción y es esencialmente social (Coraggio, Arancibia, 2006).
La economía política
Dicho esto, la perspectiva económica que se incluye en la socioeconomía, y que puede volver acompañarnos en este desafío, no es otra que la Economía Política, en cualquiera de sus variantes ideológicas y prácticas. De hecho, ésta nunca perdió su eje en la Ciencia Social, sino que fue desplazada por la “ciencia económica” formalista utilitarista durante el proceso de divorcio deliberado entre la economía y las demás disciplinas sociales (Arancibia, 2009). Este proceso neoliberal o de la etapa aperturista de la economía de nuestro país (Basualdo, 2001), pretendió (y logró con éxito), de la mano de los organismos internacionales como el Banco Mundal y el FMI y gurúes economistas neoclásicos (locales y foráneos), efectos devastadores particularmente en nuestros países latinoamericanos, afianzando la hegemonía neoliberal en todos los ámbitos de políticas públicas.
Sin pretender reducir demasiado la densidad del enfoque de la economía política, podemos tomar para esta argumentación aquello que mas nos interesa: la economía política estudia las relaciones que los individuos, grupos, clases sociales e instituciones establecen entre sí para organizar la producción colectiva en una sociedad (en sentido amplio, producción, distribución, circulación y consumo), enfocándose particularmente en aquellas relaciones que se establecen entre los dueños de los medios de producción y entre quienes no los poseen.
Esas relaciones difícilmente puedan considerarse como “económicas” o “sociales” en si mismas. Mientras la economía ortodoxa (o del valor subjetivo) se enfoca en los precios y ve a la producción y al consumo como “efectos” de éstos, la economía política en cambio ve a la actividad económica como el procesamiento recurrente de las necesidades de producción y reproducción del ser humano y de la sociedad como un todo, que se resuelven mediante mecanismos institucionalizados, de acuerdo a lo que prime según el resultado de disputas materiales y simbólicas, en cada sociedad. (Coraggio, 1987)
En oposición con las teorías económicas de la de la fisiocracia, en las cuales la tierra era vista como el origen de toda riqueza, la economía política propuso, con Adam Smith, la teoría del valor-trabajo,
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