Aproximacion Al Conceto De Ciencia
miryros23 de Noviembre de 2013
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Los aires de la posmodernidad han menoscabado la fe en la ciencia a través de la caída del proyecto de la ilustración (el progreso de la humanidad gracias al desarrollo de las ciencias y las técnicas) (Hottois, 1999: 481), aunque no es éste el único metarrelato que ha perdido un cierto poder de imantación en la contemporaneidad. Junto a la pérdida de credibilidad del progreso científico —tal y como recuerdan los miembros de la Escuela de Frankfurt, éste ha provocado el auge de la razón instrumental y con ella la barbarie de los campos de concentración nazi, por citar un ejemplo—, habría que destacar el hecho de que la sociedad de la información se "organiza en torno al conocimiento para lograr el control social y la dirección de la innovación y el cambio" (Bell, 1976: 34).1 De hecho, se concibe a esta sociedad informacional como aquel estadio de desarrollo no solamente en el que se aumenta el acceso a la información hasta cotas históricas, sino en su sentido más amplio: como aquella "forma específica de organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de información se convierten en las fuentes fundamentales de productividad y poder debido a las nuevas condiciones tecnológicas que surgen en este período histórico" (Castells, 2000: 51).
Si bien la información y el conocimiento son dos de las fuentes de poder del sistema, en el caso concreto del saber científico, éste se presenta como una vía válida para acceder al mundo, un mundo caracterizado por la complejidad (Luhman, 1996), por el dominio de las industrias culturales y por el constante cambio que imprime el modelo de desarrollo sociotécnico capitalista (Castells, 2001) que rige la lógica mundial.2 Ahora bien, la ciencia no es el único camino para acceder al conocimiento del hombre y de la sociedad,3 aunque, al convertirse la construcción de dicho conocimiento en una tarea compleja debido a la propia lógica social contemporánea, el papel desempeñado por las ciencias sociales tiene, si cabe, un mayor valor que en épocas anteriores.
Ahora la cuestión está en esbozar una aproximación epistemológica al concepto de ciencia, una vez que se ha reconocido que sobre ésta no hay un acuerdo general (Alonso, 2004: 32), falta de consenso que es más pronunciada en las ramas científicas sociales que en las naturales (Woolgar, 1991: 13).
Por todo ello, es el principal objetivo de este artículo esbozar los rasgos del conocimiento científico a partir de las aportaciones de algunos filósofos de la ciencia (principalmente: Karl R. Popper, Thomas Kuhn, Imre Lakatos y Paul Feyerabend) y poner en evidencia que es posible inferir una conceptualización de la ciencia, a pesar de la aparente contradicción de algunos de sus supuestos. A partir de esta base común, pensada principalmente para las ciencias sociales, cada disciplina deberá trazar sus propias particularidades epistemológicas. Es éste el caso de la comunicación (de las ciencias de la comunicación), en que las reflexiones de carácter epistémico continúan siendo no solamente un área de interés, sino también una prioridad para definir la identidad de la investigación en comunicación.
LA CONSTRUCCIÓN DEL CONOCIMIENTO DESDE UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA: POOPER, KUHN, LAKATOS Y EL ANARQUISMO METODOLÓGICO DE FEYERABEND
En general, "la ciencia es valiosa como herramienta para domar la naturaleza y remodelar la sociedad; es valiosa en sí misma, como clave para la inteligencia del mundo y del yo; y es eficaz en el enriquecimiento, la disciplina y la liberación de nuestra mente" (Bunge, 1981: 36).
Para presentar las diferentes aproximaciones a la ciencia que han propuesto los filósofos en el siglo XX, me centraré principalmente en las concepciones de Popper, Lakatos, Kuhn y Feyerabend del progreso científico, dado que todos ellos han intentado explicar cómo es el proceso de construcción del conocimiento. A lo largo del artículo, se señalarán los supuestos principales de las propuestas de estos autores, se apuntarán las carencias y críticas de cada una de dichas posturas y, finalmente, se superará la apriorística incongruencia de algunos de estos supuestos.
Como veremos, el trasfondo que encierra esta "histórica discusión" es si existe un método universal y ahistórico en la ciencia, que contenga las normas que todas las disciplinas deben respetar si desean merecer el título de ciencia. Es decir, si desde una perspectiva general, podemos esbozar los rasgos característicos del conocimiento científico, en todas sus dimensiones (disciplinas) a lo largo de la historia.
Ante todo, podría decirse que el empirismo popperiano ha "llegado a ser la visión estándar de la ciencia" (Iranzo y Blanco, 1999: 64), dado que, según Popper, toda teoría debe poder ser falsable y, en el momento en que no supere las pruebas de confutación empírica, la teoría será sustituida por otra. Pero, como se defenderá a lo largo del presente artículo, un enunciado, para que adquiera el rango de científico, es suficiente con que sea racional y tenga un principio que le confiera coherencia interna. Es ésta una concepción de ciencia lata, vaga, que apunta el hecho de que el conocimiento científico ha de estar metodológica y sistemáticamente contrastado.4
Para Popper, el científico, independientemente de que sea teórico o experimental, propone enunciados, hipótesis o sistemas de teorías y los contrasta paso a paso por medio de observaciones y experimentos (Popper, 1999: 27). En esta idea se recogen algunos de los principales supuestos que defiende Popper en la investigación científica, como el reconocimiento del método deductivo para la ejecución de la obra teórica y la experiencia como método de corroboración.
Por todo ello, Popper cree en el avance progresivo de la ciencia y propone, como criterio de demarcación, que propicie la mejora gradual y creciente de la investigación, el falsacionismo : "No exigiré que un sistema científico pueda ser seleccionado, de una vez para siempre, en un sentido positivo; pero sí que sea susceptible de selección en un sentido negativo por medio de contrastes o pruebas empíricas: ha de ser posible refutar por la experiencia un sistema científico empírico" (Popper, 1999: 40).
Popper habla de la necesaria comprobación empírica a la que han de ser sometidos los enunciados para determinar la falsedad de una teoría, de ahí que el autor (Popper, 1999: 38) crea en la experiencia como base de toda teoría, pues concibe a la ciencia empírica como la representación del mundo real o mundo de nuestra experiencia, porque ha de ser posible refutar con la experiencia, un sistema científico empírico. El autor distingue los tres requisitos que debe satisfacer dicho sistema: el primero es que ha de ser sintético, es decir, ha de representar un mundo posible; el segundo es que debe satisfacer el criterio de demarcación; esto es, la teoría, hipótesis o sistemas de teorías no serán metafísicas, sino que representarán un mundo de experiencia posible. Por último, es menester que sea un sistema que se distinga (de alguna manera) de otros sistemas semejantes por ser el que represente nuestro mundo de experiencia. Mas, "¿cómo ha de distinguirse el sistema que represente nuestro mundo de experiencia? He aquí la respuesta: por el hecho de que se le ha sometido a contraste y ha resistido las contrastaciones" (Popper, 1999: 39).
La idea fundamental de esta propuesta es que la experiencia no puede demostrar la verdad, pero sí la falsedad, es decir, las teorías o hipótesis deben ser siempre tenidas en cuenta como certezas, que cada vez irán acercándose más a la verdad a través de las críticas y la detección de errores: una teoría puede ser definitivamente rechazada, pero nunca definitivamente aceptada. El falsacionismo permite al investigador discernir entre unos enunciados y otros, no porque los que sobrevivan sean verdaderos, sino porque mediante el empirismo se ha demostrado que los desestimados son errados. "Los enunciados científicos empíricos han de ser decidibles de modo concluyente, es decir, que en un principio, tanto su verificación como su falsación han de ser posibles" (Popper, 1999: 42).
Este supuesto no reúne el consenso de los filósofos de la ciencia, dado que no siempre una teoría puede ser corroborada por la experiencia. Lakatos (1998) se muestra contrario a que una proposición pueda ser confirmada o refutada por los hechos, puesto que en función de las reglas de la lógica, este hecho supondría mezclar lenguajes distintos. Según el autor, las proposiciones sólo pueden ser derivadas a partir de otras proposiciones, no a partir de los hechos: no se pueden probar enunciados mediante experiencias.
También Feyerabend (1986 y 2000) señala que las teorías científicas generales no son comprobables por la experiencia; son construcciones teóricas tan extremadamente elaboradas y complejas que están alejadas del plano de los hechos. La elección de unas teorías generales llega a ser para Feyerabend una cuestión de gusto, pues no hay un criterio objetivo de elección (más bien se trataría de factores diversos: económicos, políticos, prácticos y estéticos), debido a que se mueven en un plano muy abstracto.
Además, cuando la experimentación o la observación proporcionan evidencias que entran en conflicto con las predicciones de cierta ley o teoría, puede ser que la evidencia sea errónea y no la ley o la teoría. Esto es, cuando los resultados de una hipótesis refutan la ley,
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