BUENAS PRACTICAS AGRICOLAS
11 de Octubre de 2014
3.800 Palabras (16 Páginas)225 Visitas
Las buenas prácticas agrícolas1
Introducción
La iniciativa de buenas prácticas agrícolas de la FAO ofrece un mecanismo para llevar a cabo medidas concretas
en pro de la agricultura y el desarrollo rural sostenible (ADRS), de conformidad con en el Capítulo 14 del
Programa 21. En las reuniones preparatorias para la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible (2002) de
las Naciones Unidas se ha hecho mucho énfasis en la importancia de la contribución de la agricultura sostenible
a la seguridad alimentaria y a la ordenación de los recursos naturales. Un marco y una metodología de buenas
prácticas agrícolas pueden facilitar la acción de todas las partes interesadas.
El propósito de esta iniciativa estriba en que la FAO aliente y ayude a los agricultores, la industria de la
alimentación, los minoristas de alimentos, los consumidores y los gobiernos a participar plenamente en la
búsqueda de sistemas sostenibles de producción agrícola socialmente viables, lucrativos y productivos, a la vez
que se protejan la salud y el bienestar humanos y de los animales, así como el medio ambiente.
Si bien han surgido algunas metodologías como el manejo integrado de plagas y la agricultura de conservación a
fin de atender las cuestiones específicas de la producción, y el Codex Alimentarius establece las normas de
calidad de los alimentos, el sector agrícola no tiene un marco unificador que oriente el debate y la acción de los
países en materia de políticas y métodos para lograr una agricultura sostenible. La formulación de principios
claros de las buenas prácticas agrícolas podría ofrecer la base de la acción internacional y nacional concertada
para elaborar sistemas de producción agrícola sostenibles.
La preocupación generalizada por los aspectos biológicos, ecológicos, económicos y sociales de la sostenibilidad
de los sistemas de producción agrícola de hoy pone de manifiesto la necesidad de tomar medidas. Se han
obtenido enormes ganancias de productividad y eficiencia a través de la tecnología, la innovación y la
mecanización, pero con ciertos costos para el medio ambiente. A la vez, la lucha por la seguridad alimentaria con
insumos y tecnología inadecuados en los países en desarrollo está agotando los recursos naturales sin satisfacer
la demanda. Además, en todo el mundo crece la preocupación por la inocuidad de los productos agropecuarios.
Es necesaria una transición rápida a sistemas de producción sostenibles y de ordenación de los recursos naturales
de los que vive la colectividad. Esos sistemas integrarán en estrecha relación las aportaciones biológicas y
tecnológicas, incorporarán en forma más completa los costos de producción, sostendrán la productividad y la
estabilidad ecológica y restablecerán la confianza del consumidor en sus productos y métodos de producción.
Se beneficiarán:
• los pequeños, medianos y grandes agricultores, que obtendrán un valor añadido por sus productos y tendrán
mejor acceso a los mercados;
• los consumidores, que gozarán de alimentos de mejor calidad e inocuos, producidos en forma sostenible;
• el comercio y la industria, que obtendrán ganancias de ofrecer mejores productos; y
• la población en general, que disfrutará de un mejor medio ambiente.
Para alcanzar estos objetivos urge crear conciencia entre todas las partes interesadas y los gobiernos, en
particular los agricultores y los consumidores, de lo que constituye la agricultura sostenible. Los gobiernos y las
instituciones privadas necesitan formular y aplicar políticas de apoyo. Los agricultores responderán a los
incentivos de contar con un mejor acceso al mercado y el valor añadido derivado de adoptar esos métodos de
producción que satisfacen la demanda de la industria alimentaria y el consumidor. Para ello, los agricultores
necesitan una orientación sin ambigüedades y saber cómo llevarla a la práctica. Los agricultores necesitan ser
eficientes y competitivos, pero a la vez deben obtener precios adecuados por sus productos.
Para satisfacer esta necesidad se propone elaborar un marco de principios de orientación sobre las buenas
prácticas agrícolas a través de las cuales la agricultura pueda satisfacer mejor las necesidades de la sociedad.
Serán la base para la elaboración de directrices destinadas a los sistemas de producción de los diversos
agroecosistemas específicos.
1 La presente versión de este texto es producto de una consulta con los puntos de contacto de los principales
grupos de las partes interesadas en la promoción de la agricultura sostenible y el desarrollo rural definida en el
Programa 21, que comprende al comercio y la industria, los agricultores, los pueblos indígenas, ONG y
sindicatos.
Segunda versión Junio de 2002
2
Por consiguiente, los propósitos de la presente iniciativa son:
• Elaborar un marco de principios básicos a partir de los cuales los sectores público y privado puedan
colaborar en la elaboración de las directrices para las buenas prácticas agrícolas destinadas a los sistemas de
producción.
• Encauzar el conocimiento, las opciones y las soluciones actuales en directrices eficaces de gestión de riesgos
susceptibles de utilizarse como instrumentos normativos.
• Sentar las bases de una campaña de sensibilización y de la acción en el seno de la agricultura y el desarrollo
rural sostenibles para incluir a todos los sectores de la sociedad en el debate, la acción y en la transición
hacia una agricultura sostenible.
Además, está previsto ocuparse de los elementos sociales y laborales sobre los que debería construirse la
agricultura sostenible y el desarrollo rural y con los cuales deberían medirse los resultados.
La FAO ha puesto en marcha un proceso de discusión y consulta para determinar las posibles funciones y
beneficios de las buenas prácticas agrícolas para los gobiernos y las partes interesadas, tratar de entender y
ponerse de acuerdo en los principios de las mismas, y preparar una estrategia para avanzar hacia la elaboración
de directrices para los sistemas de producción.
La siguiente etapa consiste en emprender la elaboración de directrices específicas, con participación de los
agricultores y otros expertos, uniendo la experiencia científica y técnica para determinar las estrategias eficaces
de gestión de riesgos (como el HACCP2). Se ha decidido que los sistemas locales, nacionales e internacionales
de seguridad respecto a la calidad o códigos de práctica sean voluntarios y estén impulsados por el mercado,
además de que emanen de la industria alimentaria y de las organizaciones de agricultores. La función de la FAO
consiste en dar apoyo a estas acciones a través de su completa, imparcial y profesional experiencia, y asesorar a
los gobiernos sobre la validez científica y las repercusiones normativas de las mismas.
2 Análisis de peligros y de puntos críticos de control.
Segunda versión Junio de 2002
3
Marco para las buenas prácticas agrícolas
El concepto de buenas prácticas agrícolas consiste en la aplicación del conocimiento disponible a la utilización
sostenible de los recursos naturales básicos para la producción, en forma benévola, de productos agrícolas
alimentarios y no alimentarios inocuos y saludables, a la vez que se procuran la viabilidad económica y la
estabilidad social. En el fondo se trata del conocimiento, la comprensión, la planificación y mensura, registro y
gestión orientados al logro de objetivos sociales, ambientales y productivos específicos. Esto exige una estrategia
de gestión sólida y completa, así como la capacidad de hacer ajustes tácticos cuando las circunstancias lo
precisen. Los buenos resultados dependen de la creación de una base de aptitudes y conocimientos, de mantener
registros y hacer análisis continuos del desempeño, y de recurrir a la asesoría de expertos cuando haga falta.
El marco presenta los principios básicos de la buena agricultura repartidos en 11 elementos correspondientes a
distintos recursos, disciplinas y prácticas. Con este marco pueden elaborarse las directrices detalladas de gestión
para los distintos sistemas de producción de los diversos agroecosistemas específicos.
1. El suelo
La estructura física y química y la actividad biológica del suelo son fundamentales para sostener la productividad
agrícola y de ellas depende, en su complejidad, la fertilidad del suelo. La gestión de los suelos mantendrá y
mejorará la fertilidad de los mismos reduciendo al mínimo la pérdida de suelo, nutrientes y sustancias
agroquímicas a consecuencia de la erosión, así como los escurrimientos y la lixiviación en la superficie o en las
aguas subterráneas. Esas pérdidas se deben a una gestión ineficiente e insostenible de estos recursos, además de
que sus nocivos efectos pueden desbordarse. A través de la gestión también se pretende mejorar la actividad
biológica del suelo y proteger la vegetación natural circundante, mediante:
• la gestión de las granjas de conformidad con sus propiedades, distribución y utilización potencial de los
...