Bronquitis En Aves
mahu10 de Junio de 2013
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Programas de vacunación con las vacunas contra la Bronquitis Infecciosa (BI)
No existe una regla general que pueda ser aplicada en este caso. Cada programa debe ser adaptado a las demandas de la situación de campo. No obstante deben tomarse ciertas consideraciones:
• A qué edad se necesita más la protección contra la Bronquitis Infecciosa (BI)
• Las cepas de campo presentes determinarán cuales serán las vacunas (protectotipos) a elegir.
• Se debe evitar la interferencia con otras vacunaciones (vivas); las vacunas contra la BI pueden interferir con por ejemplo las vacunas contra la Enfermedad de Newcastle.
El enfoque de la vacunación contra la Bronquitis Infecciosa
Es muy importante establecer el propósito de la vacunación
Pollos de engorde - La vacunación se enfoca en la reducción de las pérdidas económicas causadas por las infecciones de BI ya que esto se refleja directamente en pérdidas de peso y en un resultado productivo bajo del lote.
Ponedoras y reproductoras - El enfoque de la vacunación es proteger el oviducto contra las infecciones de BI lo que puede resultar en “falsas ponedoras”, caídas de producción y cambios en la calidad interna y externa de los huevos.
En este contexto la vacunación de aves jóvenes se hace a una edad temprana (primer(os) día(s) de vida) y especialmente en pollos de engorde se enfoca en inducir suficiente protección como para cubrir el periodo de engorde. En ponedoras y reproductoras los programas se enfocan en la protección del oviducto durante las primeras semanas de vida utilizando para esto vacunas vivas atenuadas modificadas. Durante el periodo de producción hay necesidad de una protección amplia y duradera y para esto se utilizan por tanto las vacunas inactivadas.
El momento de la vacunación
Generalmente se recomienda dejar 2 semanas entre dos vacunas vivas contra la BI. Para obtener el mejor efecto de la vacuna inactivada preferiblemente se deben dejar de 4-6 semanas entre la última vacuna viva y la aplicación de la vacuna inactivada.
Cepas vacunales
En el caso de no presentarse cepas variantes o si de estar presentes caen dentro del protectotipo del serotipo Massachussets entonces se puede utilizar un programa basado en este serotipo. De no ser así, se puede obtener una protección más amplia al incluirse vacunas de otros serotipos (tales como la Nobilis® IB 4/91) en el programa.
No es siempre obligatorio usar el mismo tipo de virus en las vacunas vivas y en las inactivadas en el programa. Algunas vacunas vivas reaccionarán con componentes heterólogos de BI en la vacuna inactivada y ocurrirá un estímulo de la inmunidad frente a tipos diversos del virus de la BI, lo cual resultará en protección cruzada. Este es por ejemplo el caso del uso de Nobilis® IB 4/91 y al final de la recría una vacuna inactivada que contenga una cepa del serotipo Massachussets, se dará una reacción cruzada que resultará en niveles altos de anticuerpos neutralizantes no solo contra el tipo Massachussets sino también contra el serotipo 4/91 y otros serotipos del VBI.
Para sugerencias sobre programas de vacunaciones ver las vacunas Nobilis® IB bajoVacunas.
http://www.bronquitis-infecciosa.com/vacunacion-programas.asp
Prevención y tratamiento de la bronquitis infecciosa aviar
Última actualización 21/11/2011@15:17:59 GMT+1
En este artículo se revisan y analizan los aspectos más relevantes de la bronquitis infecciosa aviar, así como su situación en España durante los últimos años. Además, se discute un posible enfoque diagnóstico para mejorar el control de este proceso infeccioso.
Roser Dolz Pascual1, Kateri Bertran Dols2 y Natàlia Majó Masferrer1,2
1Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA), UAB-IRTA
2Departament de Sanitat i Anatomia Animals, Universitat Autònoma de Barcelona
Imágenes cedidas por las autoras
La bronquitis infecciosa aviar (IB) es una enfermedad vírica, aguda y altamente contagiosa que afecta únicamente a aves gallináceas (Cavanagh y Naqi, 2003). Pese a ser descrita por primera vez en 1930, sigue siendo, a día de hoy, una de las principales causas de pérdidas económicas en la industria avícola a nivel mundial (Office, 2004).
Las principales vías de transmisión de la enfermedad son los aerosoles o el contacto con heces de animales infectados, en el que también se excreta virus de manera importante (Raj y Jones, 1997). Tras la entrada en el animal por vía respiratoria, el virus se replica en el epitelio respiratorio de cornetes nasales y tráquea e induce signos clínicos respiratorios (estornudos, tos, estertores, secreción nasal y conjuntivitis) y lesiones en mucosa de tracto respiratorio superior (congestión, petequias y abundante exudado catarral mucoso) (Nakamura et al., 1991). El tropismo tisular y la capacidad de replicar en otros epitelios distintos al respiratorio varían entre cepas de IBV. Algunas cepas pueden replicarse en el epitelio de los túbulos renales causando cuadros clínicos con mayor mortalidad, mientras que otras replican en el epitelio del oviducto, y como consecuencia causan alteraciones externas e internas en los huevos (Chong y Apostolov, 1982); (Jones y Jordan, 1970).
Enfoque diagnóstico de la enfermedad
En la actualidad parece claro que el control eficaz de la bronquitis infecciosa debe ir precedido por un diagnóstico preciso de la enfermedad que incluya la determinación del serotipo de virus que afecta una granja, dado que el tipo de vacuna a utilizar debería ser diferente según el subtipo de virus circulante. Los signos clínicos y lesiones observados en las aves pueden ser indicativos de IB, pero en ningún caso serán patognomónicos, de modo que es necesario confirmar el diagnóstico presuntivo de IBV como el agente causal del cuadro respiratorio. Además, este diagnóstico debería determinar el genotipo o serotipo del virus implicado en el brote.
Agente causal
El agente causal de la IB es el coronavirus de la bronquitis infecciosa aviar (IBV). Se trata de un virus con cubierta, lo que le comporta una baja resistencia a condiciones ambientales y productos químicos como los desinfectantes. La estructura del virión incluye cuatro proteínas estructurales, de las cuales la más importante desde el punto de vista del diagnóstico de la enfermedad es la proteína de la espícula (S) (Spaan et al., 1988). Esta proteína es la responsable de la unión del virus a sus receptores específicos en las células del huésped y además es el principal antígeno viral, y en ella se localizan los epítopos inductores de los anticuerpos neutralizantes, serotipo específicos y hemoaglutinantes (Cavanagh et al., 1988; Kant et al., 1992).
El virus de la bronquitis infecciosa aviar, y en general todos los coronavirus, exhibe una enorme variabilidad genética que viene determinada por una gran capacidad de mutación y recombinación. Esta capacidad de variación genética se traduce en una enorme variabilidad antigénica del virus. Ya poco después de su descubrimiento se observó que las diferentes cepas de virus circulantes presentaban diferentes características antigénicas. Desde entonces el número de serotipos descritos ha aumentado de manera continuada en todo el mundo (Office, 2004).
Este hecho ha complicado el control de la enfermedad, dado que, en general, las vacunas vivas no presentan una buena protección frente a virus heterólogos (Hofstad, 1981). Y, por lo tanto, también ha complicado su diagnóstico, ya que es necesario no sólo confirmar la presencia del virus sino también de qué serotipo se trata. Así pues, está claro que nos enfrentamos a un patógeno con una elevada capacidad de cambio, que le permite escaparse y adaptarse a nuevas situaciones adversas.
Confirmación de IBV como agente causal
Hoy en día, la técnica más utilizada para confirmar la presencia de IBV en muestras de campo es la transcripción reversa-reacción en cadena de la polimerasa (RT-PCR). En cuestión de un par de días esa técnica permite determinar la presencia de material genético de IBV en una muestra clínica. La eficacia de la RT_PCR dependerá en gran medida de la elección adecuada de la muestra. Así, en casos agudos en que los signos clínicos han aparecido antes de una semana, la muestra de elección es la tráquea. En aquellos casos en que se observen alteraciones renales o de la puesta también deben enviarse los riñones o el oviducto (magno). Por el contrario, en casos crónicos, en los que se sospeche que la infección haya sucedido hace ya más de dos semanas, es necesario remitir tonsilas cecales al laboratorio, ya que se trata del tejido en que el virus se puede detectar durante más tiempo.
Es necesario recordar que las técnicas serológicas (ELISA, IHA, VN) permiten confirmar un brote de IBV a posteriori, mediante la demostración de seroconversión en un lote de aves. Son especialmente útiles para monitorizar de forma sistemática un número elevado de lotes.
Identificación del serotipo/genotipo del IBV
Aunque clásicamente la determinación del serotipo se ha realizado mediante técnicas serológicas como la neutralización vírica (VN), en la actualidad las técnicas de biología molecular han agilizado este proceso. En los años 80 se determinó que los epítopos que determinaban el serotipo estaban localizados principalmente en el gen S1 (Kant et al., 1992). A partir de este punto, el desarrollo de técnicas asociadas a la RT-PCR para identificar el serotipo del virus basándose en la caracterización del gen S1 ha supuesto
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