CIENCIA DE LA VIDA
clarena324433 de Febrero de 2014
6.216 Palabras (25 Páginas)286 Visitas
Desde que fuera propuesto, a mediados de la década de 1980, el concepto o enfoque de los Sistemas Nacionales de Innovación ha dado lugar a muy variadas definiciones y caracterizaciones. Una de las primeras, debida a Christopher Freeman, describe como SNI a “la red de instituciones en los sectores públicos y privados que inician, importan, modifican y difunden nuevas tecnologías” (Freeman, 1987: 1). El término “nuevas tecnologías” no carece de ambigüedad. Por una parte, la novedad tecnológica no puede considerarse sino en relación a un contexto determinado (Kelly et al, 1990: 21): algo concreto es nuevo para un cierto actor y puede no serlo para otro. Por otra parte, “nuevas tecnologías” refiere a un conjunto de saberes en permanente estado de transformación que, por eso mismo, resulta nuevo para todos los actores. Es en este último sentido que las tecnologías de la información y de la comunicación (TICs) son “nuevas”, genéricamente, aunque algunas de sus manifestaciones concretas puedan serlo o no para ciertas empresas o ciertos países. Lo mismo puede decirse de otras tecnologías – nuevos materiales, nuevas formas de energía, biotecnologías-, usualmente incluidas dentro de la acepción “nuevas tecnologías”. Lo que hace que este tipo de tecnologías siga siendo nuevo es su estrecha relación con la investigación –por definición creadora de novedad- y, también, la necesidad de quienes pretenden interactuar con ellas de familiarizarse con los principios científicos en los que están basadas. Citando nuevamente a Freeman:
...lo que importa es la habilidad de un sistema nacional de ciencia y tecnología para hacer uso de los resultados de la ciencia mundial a efectos de hacer avanzar la tecnología nacional. Es imposible, ciertamente, entender y asimilar nuevos avances en varias ramas de la ciencia sin una participación activa en la comunidad científica internacional. Más aún, es igualmente cierto que la interdependencia entre ciencia y tecnología está creciendo y algunas de las más importante nuevas tecnologías genéricas están íntimamente relacionadas con la ciencia básica (id.: 30).
Desde una perspectiva económica y social, la importancia de una tecnología determinada está asociada a su capacidad de ser vehículo de convergencias tecnológicas amplias (Rosenberg, 1979). En ocasiones la tecnología convergente se encarna en un artefacto -la máquina de vapor, por ejemplo-, o en una familia de artefactos -el sector de bienes de capital-. En otras, la convergencia es provista por una dirección de transformación tecnológica asociada a una determinada familia de principios científicos, lo que ocurre, claramente, en el caso de las biotecnologías o los nuevos materiales. Rosenberg escribió durante la década de 1960 sobre las convergencias tecnológicas producidas por las máquinas-herramientas en EEUU en el período 1840-1910: finalizaba su artículo preguntándose “si convergencias tecnológicas similares están ocurriendo en las condiciones del siglo XX; si, por ejemplo, las industrias químicas y electrónica desempeñan el mismo papel de producción de información y transmisión que tuvieron las máquinas herramientas en una etapa anterior de nuestra historia” (id: 41). Si llevamos la pregunta de Rosenberg más cerca del fin del siglo XX y la proyectamos hacia el siglo XXI, “el papel de producción de información y transmisión” se hace claramente reconocible en el conjunto de tecnologías cuya base cognitiva está asociada a las ciencias de la vida.
Los avances en la comprensión de los mecanismos básicos de la vida al nivel más micro y de intervención directa sobre elementos de la vida a través de la ingeniería genética abrió un campo de vastedad y diversidad incalculable a la innovación. Principios similares se aplican para producir novedades en una multiplicidad de ámbitos cuyo único punto en común puede llegar a ser que se dedican a transformar materia viva: los alcances de las convergencias tecnológicas derivadas de estas aplicaciones son incalculables. No es entonces desencaminado afirmar que el desarrollo del conocimiento en el campo biológico durante los últimos treinta años está manifestándose como una nueva base de transformaciones convergentes en la concepción y producción de bienes y servicios que puede conceptualizarse como un sistema de bio-innovación. A medida que las ciencias de la vida y las tecnologías que en ella se basan van cobrando creciente importancia en la producción y distribución de conocimiento, así como en el poder, los riesgos y los conflictos asociados, los procesos de innovación no pueden sino experimentar cambios considerables. Ello es así porque entre los diversos factores que condicionan las trayectorias y las consecuencias de los procesos sociales de cambio técnico, figuran en lugar destacado las características específicas de las tecnologías que, en cada caso, tienen influencias más amplias y profundas. Los cambios en los procesos de innovación (en su orientación, en su financiación, en las formas en que sus resultados son apropiados socialmente) asociados a las ciencias de la vida tienen especial importancia para los países del Sur, por motivos que incluyen tanto amenazas como oportunidades. Las ciencias de la vida parecen llamadas a modificar profundamente las condiciones de la producción agraria, de la que tanto dependen la mayoría de aquellos países. Por otra parte, los procesos de cambio técnico en el agro tienen carácter “localizado”, con una marcada dependencia del entorno, por lo cual la ausencia o presencia de capacidades endógenas puede incidir considerablemente en ellos. En el campo de la salud, a su vez, la re-emergencia de enfermedades que parecían superadas por la humanidad y la terrible incidencia de otras, nuevas, hace de la innovación en ciencias de la vida cuestión perentoria, estratégica y, también, altamente específica.
Estas ciencias, en el Sur, presentan una característica relevante, junto con su potencial tanto para colaborar a la mejora de la calidad de vida de mucha gente como para traer consecuencias que vuelvan su vida aún más dura: su base cognitiva es allí, en términos generales, relativamente fuerte. En América Latina, todos los indicadores apuntan a denominar a las ciencias de la vida las reinas de la investigación académica(2); similar denominación le cabe, en buena medida, a los desarrollos de aplicaciones de dichas ciencias.
En este trabajo se avanzará en dos direcciones. En la primera, asociada a la "innovación mirada desde el Sur", se aplicará dicha mirada al caso de las ciencias de la vida. En la segunda se presentará sucintamente la aproximación de los enfoques constructivos al estudio de los SNIs en general y se la utilizará parcialmente para describir, a modo de ejemplo, el Sistema de Bio-Innovación en el Uruguay.
Los sistemas de innovación -y de bio-innovación- mirados desde el Sur
Aspectos a destacar en el enfoque de los SNIs cuando se los piensa desde el Sur
Nuestro interés apunta al estudio del cambio técnico-productivo basado en las ciencias de la vida, en un contexto dotado de una cierta unidad, que puede tener carácter local, subnacional, nacional o aún supra nacional. Corresponde pues considerar como innovación a lo que, en ese terreno, es nuevo para la región en cuestión y, además, considerar específicamente la problemática de la difusión dentro de la misma región. En sentido estricto pues, nuestro tema son los sistemas regionales de innovación y difusión basados en las ciencias de la vida.
Mirado desde el Sur, este enunciado suscita un primer problema: si nos interesamos en una cierta región, ¿asumimos que el sistema necesariamente existe? El enfoque de los Sistemas Nacionales de Innovación (planteado inicialmente en trabajos como los de Freeman, 1987; Andersen y Lundvall, 1988; Lundvall, 1988) ha sido elaborado en el Norte a partir de un análisis de procesos realmente existentes que presentan en conjunto un acusado carácter sistémico, por lo cual cabe decir que se ha construido un concepto ex post; por el contrario, la aplicación del mismo en el Sur es más bien de tipo ex ante, pues en general no existen “sistemas” de innovación propiamente dichos (Arocena y Sutz, 2000). Sin embargo, no resulta de ello que corresponda desechar el uso del término, puesto que analizar la medida en que existen, o pueden existir, auténticos “sistemas” de innovación debe ser una de las principales metas de esta vertiente de investigación, sobre todo en la periferia.
Una segunda cuestión está vinculada con lo siguiente: ¿los sistemas de innovación tienen algún referente normativo? Edquist (1997: 20) indica que la noción de "óptimo" no existe dentro del enfoque de los SNIs y que por tanto éstos -los reales- no pueden compararse con alguno ideal; indica igualmente que la falta de un "óptimo" impide señalar si un SNI específico se comporta "bien" o "mal". Mirada esta cuestión desde el Sur, no se trata por cierto de buscar algún modelo ideal pero sí de reconocer que hay comportamientos "mejores" y "peores" de los SNIs. Uno de los problemas claves del subdesarrollo consiste en la incapacidad de utilizar con fines de desarrollo las fortalezas existentes en una determinada sociedad, afirma Albert Hirschman. Esta afirmación, leída en "clave SNI", habla de desarticulación, de escasez de densidad relacional: un SNI es "mejor" cuánto más colabora a identificar y a potenciar fortalezas innovativas existentes a través de múltiples interacciones entre actores e instituciones.
Asociado
...