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CRISIS DE LA SOCIALDEMOCRÁCIA

vanbasten838 de Marzo de 2014

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SEGUNDA PRÁCTICA: LA CRISIS DE LA SOCIALDEMOCRÁCIA

CONTEXTO HISTÓRICO Y DATOS EMPÍRICOS

Para comenzar podemos decir que el contexto histórico donde se empieza a perfilar esta crisis de la socialdemocracia en su globalidad, se diagnostica a partir de los años setenta, más concretamente dio si disparo de salida con la crisis del petróleo del 1973, esto pasa tras haber logrado la edad de oro en las décadas anteriores a partir de la finalización de la II Guerra Mundial, pero a partir de la crisis del 1973 con la ayuda inestimable del surgimiento del neoliberalismo por teóricos como (Hayek, Nozick, Aron y Berlín) y sus máximos exponentes políticos posteriormente (Thacther y Reagan), la socialdemocracia ha ido difuminándose en un espacio de tiempo más bien breve, para algunos autores como Dahrenhof (1983) consideraba que lo que tocaba a su fin era no solo una década sino todo un “siglo socialdemócrata”, el cual esta fuerza política habría logrado hacer ciertos sus objetivos principales de su contenido programático. Para relacionar la crisis de la socialdemocracia esto presenta un doble inconveniente, por un lado este declive no es estrictamente electoral, si nos basamos a la participación lograda por estos partidos en los gobiernos occidentales, pero por otro pero son datos que nos aportan más bien poco ya que tales datos relativizan esta crisis. El análisis debe enmarcarse en un análisis más profundo que diferentes autores como crisis de civilización (Schaff, 1987; Morin/Kern, 1993). La socialdemocracia como fuerza política tanto en el gobierno/oposición o ideología hegemónica dentro de la izquierda, ha sido clave en las estructuras y dinámicas del capitalismo desde el fin de la II Guerra Mundial.

Para comprender la crisis de la socialdemocracia se necesita una visión histórica, para ver los diferentes momentos en los cuales se perfilo el paso de un movimiento a articularse como partido, las cuatro etapas diferenciales son:

-1830-1864: etapa fundacional del socialismo. Formación de la clase obrera. Creación de la I Internacional. Influencia primordial de Karl Marx.

-1864-1914: arraigo de los partidos obreros. Integración social de parte de la clase obrera. Fracaso de ésta en el intento de impedir la Primera Guerra Mundial y construir un internacionalismo de clase. Surgimiento del revisionismo. Convivencia pacífica de diferentes versiones del marxismo. Creación de la II Internacional.

-1914-1945: Preparación y ejecución de la revolución bolchevique. El socialismo democrático toma cuerpo frente al marxismo revolucionario (frente al comunismo de tipo leninista). III Internacional y división del socialismo en dos bloques irreconciliables tras la breve experiencia de los Frentes Populares.

-1945-1995: consolidación del estalinismo. Adquisición por parte de la socialdemocracia de rasgos propios diferenciados de la tradición decimonónica. Consolidación de la socialdemocracia como una de las principales fuerzas políticas occidentales leales al sistema capitalista. Quiebra del modelo soviético y manifestación de la crisis dentro de la socialdemocracia. Esta última etapa puede a su vez dividirse en tres momentos diferentes (Petras, 1995): (1) socialdemocracia del bienestar social. Implantación y consolidación del Estado del bienestar; (2) Socialdemocracia neoliberal. Crisis económica, aumento del paro y ajuste estructural desde presupuestos liberales (3) Pérdida del referente socialista y asunción de un nítido perfil de gestores de la crisis. Emergencia del discurso defensor de la "razón de Estado" y la "gobernabilidad" frente a los presupuestos ideológicos emancipadores de la tradición socialista. Explosión de la corrupción individual y de partido.

Y siguiendo con el contexto histórico de la crisis de la socialdemocracia, también tendríamos que comentar las omisiones y renuncias hechas por este movimiento, las cuales se deben analizar por fases por que en su medida estas fueron centrales en su ideología y marcaron el rumbo del pensamiento político del siglo XX, los podemos dividir en 4 grupos:

-Problemas ideológicos: La conflictiva dinámica de recomposición del capitalismo en Europa en las primeras décadas del presente siglo determinó la evolución del movimiento socialista, que se sumergió en la schmittiana lógica de amigo-enemigo que prevalecía en las diferentes guerras civiles que asolaban al continente. Una consecuencia de esto fue que a partir de la II Internacional existió una desvinculación en el discurso socialista de las ideas de reforma y revolución y de democracia y socialismo. Si bien es cierto que esta situación configuró una estructura de oportunidades políticas que obligó a asumir las reformas como único camino viable, el abandono de los objetivos transformadores de largo plazo, vinculados a las energías utópicas, llevó a considerar que la formulación de un objetivo general para el movimiento obrero debía considerarse como carente de valor (Bernstein, 1982). El reformismo asumió que lo que importaba era el camino (las reformas) y no el objetivo (el socialismo), cometiendo el error estratégico de evaluar sus logros como producto exclusivo de sus opciones tácticas, descontextualizando su marco de acción de una coyuntura histórica más amplia que era la que había permitido sus logros, la acción huelguística revolucionaria en las primeras década del siglo y la consolidación de la URSS como superpotencia en la postguerra son factores históricos que explican en buen medida las concesiones parlamentarias que las clases dominantes burguesas realizaron en la construcción del Estado del Bienestar, un mal menor ante la eventual socialización de la economía capitalista (Offe, 1991; Esping-Andersen, 1990; Hobsbawm, 1995). La socialdemocracia está atrasada en la reelaboración crítica de sus logros respecto del movimiento comunista occidental. Si éste, salvo algunas excepciones y con diferentes velocidades, viene entonando su mea culpa respecto al estalinismo desde finales de los sesenta, permitiendo ese reconocimiento de errores comenzar un trabajo conjunto que se vería dificultado de mediar una interesada reconstrucción histórica, la socialdemocracia insiste a menudo en su carácter anticomunista (herencia de la guerra fría), realizando forzadas reconstrucciones del pasado que lejos de estar al servicio de la verdad o del futuro buscan en la supuesta maldad histórica de la izquierda no socialdemócrata la justificación de la gestión política del presente.

-La gestión socialdemócrata del estado en la democracia liberal: El conformismo con el programa mínimo, la paulatina renuncia al programa máximo y el intencional deterioro de la palabra revolución -vinculada exclusivamente a violencia-, posibilitó que los socialdemócratas se relajasen en sus intenciones transformadoras y empezasen a disfrutar sin tensiones dialécticas de las posiciones institucionales conseguidas, según su discurso, gracias a la "política parlamentaria".

Esta situación fue derivando hacia la especialización burocrática, en gran medida justificada por la expansión y complexión del aparato de Estado y la necesidad del conocimiento experto. En este proceso, la militancia y la identidad socialdemócrata fue vinculándose a esta gestión técnica, reforzándose el conocimiento experto frente al político, gravitando con un elevado grado de autonomía en el proceso decisorio gubernamental. Por su parte, los partidos políticos respondían a los nuevos retos con un proceso de especialización a partir de la división del trabajo que diferenciaba claramente a los militantes con responsabilidades dentro del partido en las siguientes categorías: miembros de la organización interna dedicada a atender el momento electoral o el funcionamiento cotidiano del aparato, tecnócratas-gestores de los distintos organismos estatales, ideólogos que elaboran programas y piensan sobre el fututo del partido desde las necesidades de justificación de la acción presente y líderes de creciente perfil mediático. La ausencia de objetivos de largo alcance termina convirtiendo estas actividades, que son un medio, en fines en sí mismas. Consecuencia de ello es una nueva distribución del poder dentro de los partidos a favor de los cargos que cuentan con recursos institucionales -vitales en la consecución de votos, en detrimento de las bases e, incluso, de los grupos parlamentarios, si bien en este aspecto las dinámicas nacionales abren un variado abanico de posibilidades. Merecen una mención las secretarías generales de los partidos socialdemócratas. Éstas son ocupadas comúnmente (de forma más obvia en el socialismo meridional) por personas que llevan incluso decenas de años en las labores de máxima responsabilidad en el partido y/o, en su caso, en el gobierno. La existencia de la figura del "delfín" garantiza una línea de continuidad que dificulta especialmente la renovación de ideas y de equipos. Prevalece en el discurso socialdemócrata la inevitabilidad de las medidas tomadas, constituyendo la impecabilidad de lo realizado el eje de la discusión política, con el consiguiente cierre de toda posibilidad de construir una crítica que pueda imprimir una nueva dirección en su programa político.

-La reflexión sobre el desarrollo capitalista: la evolución tecnológica impulsada a partir de la revolución microelectrónica ha llevado al capitalismo en su última fase a una dinámica global que excede con creces la internacionalización de la economía iniciada con el siglo: la mundialización de los mercados financieros y la transnacionalización del proceso productivo han superado de forma irreversible el espacio de gobernabilidad económica que hasta los años sesenta se

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