Crisis De Valores
corito277 de Noviembre de 2011
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Introducción
El tema que trataremos a continuación es sobre las perdidas de los valores. Es un tema de gran importancia ya
que en hacemos referencias de las causas, consecuencias y de la forma de fomentar los valores en nuestras
vidas y en la sociedad.
Nuestro propósito en este tema, es que al leerlo podamos aprender a llevar nuestros valores. Y también que los
demás puedan aprender la importancia de este tema.
Otro de nuestro propósito es que se pueda proporcionar una toma de conciencia y estudio de los propios
valores y de las instituciones en las que estudiosos se desenvuelven.
La Crisis de los valores en nuestra sociedad
El ingenuo optimismo en el progreso y la evolución del ser humano, alimentado sobre todo en los años de la Ilustración, ha dejado de tener sentido. Muy al contrario el tipo de sociedad, el modo de vivir de nuestra sociedad postmoderna, no parece promover la vida feliz sino una vida cómoda aunque carezca de sentido.
Apuntado ya ha lo compleja que resulta la realización práctica de las metas que cada uno acepta para sí en el curso de la vida. Pero el factor decisivo de complicación es el entramado social en abierto conflicto de valores.
Hay una conflictividad que es interior a la persona. Hay una conflictividad que es social y una conflictividad cristiana. Hay una conflictividad entre los cristianos y la sociedad, entre los valores sociales de uno y otro grupo y dentro del mismo hombre.
Conflictividad Interior: La descripción mas adecuada para esta crisis interior estimo que es la perplejidad.
Perplejidad Personal: Desde la frustración y la despersonalización, nada es posible ante esta sociedad
opresora y alienante. Hay que rendirse. Somos llevados en el curso de la vida; nos limitamos a buscar el mejor
acomodo para no ser triturado por la máquina social. No tiene sentido, es peligroso afirmarnos frente a ella. Una muestra elocuente es el proceso que lleva a muchos jóvenes de las escuela al paro y de ahí a la evasión drogada o delincuente, a los mayores al materialismo y a la deshumanización.
Perplejidad personal por la existencia de una presión social estructural que crea un marco normativo
inapelable, y exige sumisión automática en nombre de la eficiencia del conjunto. Lo cual supone la presión por disfuncional de cualquier ámbito de experimentación ética, de búsqueda de nuevas salidas o valores, originales y libres. Y todo esto compatibilizado a la fuerza con la exaltación formal de la iniciativa personal.
El mundo de las mil posibilidades... mermadas.
Perplejidad personal provocada por una pluralidad inabarcable. Pluralidad de significados aun en el contenido de los valores o realidades más originarias. Hablamos con las mismas palabras de los mismos significantes y escondemos así la multiplicidad de significados.
¿Qué significa para cada uno de nosotros trabajo, honradez, diversión, dinero, laboriosidad, ahorro, familia,
hijo, pareja.....?
Muchos de estos valores entrañan realidades divergentes y contradictorias. Tenemos que reconquistar el sentido más autentico y genuino de las palabras.
El hombre de hoy contempla en su conciencia una gran vacío de valores, no es posible separar la crisis de valores de la crisis social. Cualquier reajuste social y mucho más un cambio social, implica siempre un reflejo en el sistema de valores. Los cambios sociales acaecidos en el último cuarto de siglo son tan radicales que se puede hablar de una metamorfosis social y cultural.
El desfallecimiento de la regulación interior de la conducta se sitúa en el origen de muchos comportamientos desviados entre lo que cabe destacar las toxicomanías, ciertos tipos de delincuencia, e incluso la disociación familiar.
Causas y Consecuencia de las perdidas de los valores
Causas:
• La desintegración y los conflictos familiares
• Los divorcios
• La situación económica
• Deserción escolar
• Desobediencia
• Drogadicción
Consecuencias:
• Surgimiento de bandas
• Prostitución
• Embarazos prematuros y no deseados
• Robos
• Transculturación
• Abortos en jóvenes a temprana edad
• Relaciones sexuales promiscuas
EL VACÍO DE LOS VALORES EN LAS PERSONAS
Tal vez la razón fundamental del vacío de los valores que constatamos no sea otra que el haber condenado al sentimiento a un papel secundario en nuestro trato con los hombres y las cosas. Valores sigue habiendo puesto que algo tiene que orientar las preferencias y elecciones de los humanos. Pero son valores fácticos llamados valores de mercado, lo cual no distingue entre lo categóricamente bueno o malo, ni entre lo justo o lo injusto.
El valor añadido a la cola no por lo que vale en sí, sino por la ganancia.
Nunca los valores fueron tan mudables, tan dependientes de intereses extraños a las cosas mismas, sujetos a modas y caprichos imprevisibles. Aristóteles critica en la Política, al idealista Platón por que este había diseñado una republica ideal en la que no caben ni el afecto, no la propiedad; los únicos sentimientos −explica
Aristóteles− capaces de mover a los seres humanos.
Los ciudadanos deben tener propiedades, casa, tierra, familia y, además, deben cultivar la amistad entre ellos, puesto que la virtud de la justicia es suficiente para mantener una cohesión sólida y satisfactoria entre los actores de la política. La justicia conseguirá resultados escasos si no se complementa con la virtud de la amistad. Los sentimientos son imprescindibles. El comunismo, la comunidad de bienes es estéril: no produce apoyo, ni afecto, neutraliza el sentimiento.
Sin embargo, a lo largo de la historia del pensamiento la función de lo sensible en el comportamiento se creía que relativizaba a los valores y así los convirtió en algo inaccesible. Si hay algún filósofo que ha apostado por la teoría de los valores es sin duda Max Scheler quien pretendió fijar una ontología, una base material axiológica y objetiva. Para él, el hombre es un ser espiritual que ya no esta atado a impulsos y al ambiente, y que se habré al mundo. En la medida que es sujeto espiritual es persona que sirve del cuerpo en calidad de instrumento para llevar la practica de determinados valores. La persona no es un sujeto que considera la persona desde el punto de vista pragmático, únicamente como objeto que hay que dominar. La persona, de un modo casi franciscano, sabe colocarse en una actitud extática de apertura hacia las cosas. Además, la persona se halla originariamente en la relación con el yo del otro. Tal relación abarca desde la formas inferiores de vida social hasta la culminación, consistente en la relación de amor.
La virtud según la entendían los griegos, era una disposición a actuar y a sentir de determinada manera. El pensamiento racionalista busca un sentido unitario de la vida humana y de sus aspiraciones al precio de ignorar sus ambivalencias, sin−sentidos e irracionalidades. Los valores de la ilustración −la liberta y la igualdad− siguen presentes, pero lo alcanzados con ellos y en su nombre, es profundamente contradictorio y paradójico. La autonomía ha degenerado en individualismo o corporativismo; la igualda, en una homogeneidad cultural que secunda los imperativos de la publicidad o de la moda.
El vacío de los valores es el vacío de unos imperativos cuya razón de ser no es nada obvia. ¿Por qué? Por que la racionalidad económica y pragmática lo han invadido todo. Nada vale por si mismo sino por su utilidad. El otro no es de entrada, un ser humano, sino un probable competidor. La obra de arte no se deslumbra por su belleza, si no por la ocasión de invertir que representa. Estudiar no es un placer, es una tramite para ganar mas dinero. Solo lo numérico y cuantificable −lo aparente en suma− es objeto de complacencia. ¿Satisface un mundo así? Esa es la pregunta que ha sido despreciada frente al poder de lo racional.
El nihilismo imperante los valores van perdiendo paulatinamente su virtualidad. El hombre actual se esta convirtiendo en un instrumento mas de producción, con una baja autoestima. Se va haciendo constantemente preguntas sobre el sentido de su vida, pero se ha precipitado, aun sin proponérselo, en los fondos de la soledad y la incomunicación.
A su vez, la comunicación interpersonal languidece y sé y se torna cada vez más irrelevante cuando las persona se convierten en consumidoras de palabras sin un ejercicio activo del lenguaje. Esto es patente incluso en las pequeñas comunidades, y ni siquiera la institución familiar se ve libre de este fenómeno. El hombre actual vive una saturación de lenguaje recibido con lo que se incrementa su propia alineación. No es que pierda la capacidad de pensar con un lenguaje propio sino que su pensamiento necesita cabalgar sobre el pensamiento ajeno; mejor dicho, piensa con el pensamiento de otros, que es lo mismo que no pensar. De este modo, la vida social se convierte en el pelotón sin resistencia a las ordenes de quienes ofrecen discurso interesantes.
Estamos
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