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Cigoto, ¿ser Humano O Cosa?


Enviado por   •  22 de Agosto de 2013  •  3.209 Palabras (13 Páginas)  •  497 Visitas

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La práctica del aborto es un fenómeno mundial que ocurre independientemente de la prohibición por el Estado, lo que demuestra que se trata de un fenómeno cultural originado en diversas causas sociales. En Chile, en que está prohibido, un estudio de The Allan Guttmacher estima que en 1990 se produjeron alrededor de 159.000 abortos, mientras que en los países desarrollados, un 36% de los embarazos terminan en aborto. Sin embargo, el hecho cultural no nos debe tapar los ojos sobre la necesidad de reflexionar sobre lo que la humanidad está haciendo con el no nacido como una nueva forma de destrucción del ser humano o cultura de la muerte como ha señalado Juan Pablo II. La cuestión ética que subyace en el centro de la controversia sobre el aborto está en la definición de persona con vista a determinar el estado existencial del no nacido, si es o no persona humana. Aunque una respuesta típica antiabortista a esta posición estaría en favor del no nacido como ser humano de acuerdo con una perspectiva biológica, la respuesta desarrollada aquí complementa la respuesta biológica al considerar la noción de persona desarrollada en la metafísica genética de Fernando Rielo. Este estudio comienza considerando la relación entre eugenesia y el aborto, y la destrucción de embriones que no posean los genes deseados, cuyo aumento progresivo se espera con la acumulación de información que se está generando por el proyecto del genoma humano; hecho que justifica la urgencia de resolver la cuestión del estado ontológico del no nacido. Aparte del aborto que se viene practicando por motivos sociales, hoy día se añade el aborto y la destrucción de embriones por razones genéticas. Sigue una explicación de lo que constituye el ser humano desde un punto de vista biológico, se plantea el problema filosófico y teológico, y se define lo que constituye a la persona desde un punto de vista metafísico. Se considera que tanto la humanidad como la constitución como persona del cigoto tienen su origen en el proceso de la fecundación, y por lo tanto esto da las bases para reconocer, en la sección conclusiva, los derechos morales del cigoto como persona humana, y si en el cigoto, también se han de reconocer los derechos en los varios estados de desarrollo prenatal (preembrión, embrión, feto).

El Cigoto como ser humano desde una perspectiva biológica

Desde el proceso de la fecundación cuando el espermatozoide o célula germinal masculina penetra el ovulo o célula germinal femenina, formando la única célula del cigoto, la entidad biológica que emerge es un ser humano. Un “ser humano” es entendido aquí significando, primero, que el cigoto es concebido de padres humanos de tal forma que pertenece a la misma especie que la de sus progenitores; y, segundo, que el cigoto, como entidad biológica, posee una constitución genética humana que programa su estructura fisiológica y sicológica. El ser humano que resulta no es simplemente una masa de material orgánico, sino un ser cuyo desarrollo y funcionamiento se deriva de la precisa programación y de las sucesivas operaciones de miles de genes que están presentes desde la fecundación. La independencia biológica total nunca se obtiene y el desarrollo es un proceso continuo en que el ser humano adquiere diversas capacidades durante la vida.

Para aquellos que quieran argumentar que el no nacido, particularmente durante el primer trimestre de gestación, no es ser humano integralmente porque no posee las características de autoconciencia, intuición, pensamiento, memoria, imaginación, y por tanto no merece de los derechos y protecciones que se dan al nacido, hay que decir que aunque tales características no están todavía desarrolladas en el cigoto, están presentes los genes para el desarrollo del cerebro, donde estas capacidades se encuentran. Desde un punto de vista biológico el principio generativo se encuentra en los genes de tal forma que el programa fisiológico y sicológico del cigoto está ya determinado en interacción con el ambiente por su constitución genética desde la fecundación.

Existe el problema de que socialmente se ha creado una gran confusión sobre el estatuto del embrión. Para distanciar conceptualmente el aborto y la selección con eliminación de embriones de la muerte de un ser humano, se ha introducido la idea de que el embrión no es un individuo humano y, además, se ha realizado una clasificación entre embrión y preembrión para justificar la manipulación de los primeros 14 días del desarrollo, cuando se trata del mismo ser, con la única diferencia en su estado de desarrollo. Y esto cuando está demostrado que el llamado preembrión posee su propia información genética de ser humano, aunque necesite de la interacción con la madre para el desarrollo. Existe un gran interés en no definir al preembrión como ser humano porque está en juego toda la posibilidad de manipulación en los procesos de fecundación in vitro.

Si el hombre y la mujer se definen por su aperturidad ontológica, el acto por el cual se verifica la generación tiene que estar genéticamente abierto a la vida. Su imposibilidad o interrupción constituyen un desorden genético. Desde esta perspectiva, todos los argumentos presentados en favor del aborto —a consecuencia de violación o incesto, o del deseo de evitar el nacimiento de un ser deformado o impedido, o de consideraciones personales debido a cargas físicas, emocionales o económicas generadas a causa de llevar a término el proceso de gestación o por ser el embrión o feto portador de enfermedades genéticas— no tienen justificación moral. Debido a que la única forma de separar el feto del vientre de la madre antes de su viabilidad es destruyéndolo, el derecho del no nacido a su propia vida debe ser considerado por encima del derecho de la madre a su propio cuerpo. El no nacido debería —independientemente de su estado de desarrollo— ser sujeto de derechos al igual que lo es el recién nacido o el adulto— y debería de proporcionársele mayor protección dada su mayor debilidad y vulnerabilidad. La magnitud del daño que es provocado al abortar un feto es mayor que cualquier otro daño que pudiera infligirse en el adulto dado que el valor de la vida es mayor en el no nacido por ser privado de su futuro, que incluye su experiencia, proyectos, actividades, y dado que es completamente indefenso. De la misma forma que hay leyes que protegen al recién nacido, deberían haber leyes que protegiesen al no nacido.

http://escuela.med.puc.cl/publ/arsmedica/ArsMedica6/Art04.html

Fecundación

La fecundación de un óvulo materno por un espermatozoide paterno ocurre dentro de la Trompa de Falopio y forma el cigoto que corresponde

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