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Como disminuir el fracaso escolar


Enviado por   •  16 de Septiembre de 2015  •  Documentos de Investigación  •  1.753 Palabras (8 Páginas)  •  153 Visitas

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¿Cómo convertir la evaluación en una estrategia de aprendizaje para docentes y estudiantes con miras a disminuir el fracaso escolar y alcanzar la excelencia y/o el éxito escolar?

Por: Giovanny Calderón Alba

Desde el punto de vista sociológico la evaluación escolar durante los últimos años ha estado impregnada de un profundo espíritu utilitarista y pragmático, espíritu propio de la naturaleza del sistema económico del cuál surge: el capitalismo.

Los conceptos de éxito y/o fracaso, de algún modo, han estado presentes en la vida del hombre desde  tiempos bíblicos, y surge con mayor fuerza hacia mediados del siglo XV, dando lugar a la formación del espíritu capitalista que promovió  el individualismo del renacimiento, surgimiento que justificó la presencia del hombre en el mundo, entre la alternativa del éxito o el fracaso, estableciéndose una ética del éxito cuyo cumplimiento le aseguraba la salvación, o en su defecto la hacía inalcanzable

Contemporáneamente el éxito o el fracaso en la escuela, la sociedad y la vida,  están determinados no tanto por imperativos éticos como por el grado, calidad y cantidad de conocimientos adquiridos en determinados periodos de tiempo por los principales actores de la escuela: los estudiantes.

Si la evaluación de los procesos cognitivos está actualmente planteada en función del tiempo en que es necesario para que los estudiantes asimilen, comprendan y logren interpretar determinada cantidad de conocimientos, es apenas comprensible si se mira desde la perspectiva de la brecha que cada día se profundiza entre los países en vías de desarrollo y los que ya lo han alcanzado, pero no si se la asume con uno de los criterios más  racionales del capitalismo moderno: “el tiempo es oro”

Ahora bien, tanto el éxito como el fracaso se suelen medir en términos de resultados y sobre todo de costos, sólo que en este caso el problema central respecto a uno u otro asunto se refiere a la forma, al camino, al método más apropiado para  establecer un sistema de evaluación que  dé cuenta en forma real, objetiva y rigurosa,  del nivel de avance y progreso en la asimilación de nuevos cocimientos por parte de los estudiantes.

Se puede afirmar que actualmente el proceso educativo en cualquiera de sus niveles, modalidades y expresiones, en general se asume, y no es de extrañar, como una verdadera inversión económica.

No obstante la extrema dicotomía entre el éxito y el fracaso a su interior, tiende a ser la regla general, se percibe una situación que reviste extrema gravedad: El alto promedio de escolares que oscilan entre estos dos extremos o los que algunos han dado en llamar la “mediocridad” tanto como los que fracasan y triunfan, han obligado al replanteamiento de los actuales sistemas de evaluación imperantes por que los paradigmas sobre los cuales se construyeron en el pasado,  han sido superados por el desarrollo científico y tecnológico así como por los procesos de globalización no solo económicos sino también por los de orden político, cultural e incluso militar.

Diríase que los sistemas de evaluación imperantes a lo largo de los últimos cincuenta años en América Latina y particularmente en Colombia han tenido la pretensión de ser integrales, es decir, de considerar a los estudiantes en sus dimensiones constitutivas, lo cual no dejado  de ser sólo una falacia que en el mejor de los casos a lo único que ha contribuido es  a profundizar las graves diferencias al interior de la escuela y por tanto al exterior de la sociedad.

“Nuestro sistema económico, -decía Erich Fromm en el prólogo a la obra de A. Neill  “Summerhill” en 1977-, debe crear hombres adecuados a sus necesidades, hombres que quieran consumir cada vez más. Nuestro sistema ha de crear hombres de gustos uniformes, hombres que puedan ser influenciados fácilmente, hombres cuyas necesidades puedan preverse.

Nuestro sistema necesita de hombres que se sientan libres e independientes, pero que, sin embargo, hagan lo que se espera de ellos, hombres que encajen en el mecanismo social sin fricciones, que puedan ser guiados sin recurrir a la fuerza, conducidos sin líderes y dirigidos sin otro objetivo que el de hacerlo bien”.

Colombia acusa un retaso de11 años en la actualización y modernización de los procesos de evaluación con relación a México o Chile para citar sólo dos países, es más, se puede afirmar que en Colombia no se evalúa sino que se califica, se “mide”

Pero quizá el asunto más importante no sea tanto la mecánica de la evaluación en sí como la filosofía que la subyace. En este sentido nuestro país desarrolló una tendencia a la cultura de la calificación y no propiamente de la evaluación, se ha oscilado entre la pretensión de la educación integral y el aprendizaje de conocimientos, prevaleciendo finalmente este segundo aspecto sobre el primero.      

Bajo estas condiciones la modernización o la actualización del proceso de evaluación si se quiere, debe partir de un hecho fundamental e indiscutible: El reconocimiento explícito y suficientemente claro de que el ser humano es ante todo un ser integral cuyas dimensiones constitutivas tanto sociales como individuales y cognitivas, constituyen una unidad indisoluble, que como ser humano es único, con intereses, ritmos, formas y facultades diferentes de aprendizaje.

Como ser humano el estudiante también presenta debilidades y fortalezas y fundamentalmente que es un ser sujeto y a la vez objeto en proceso de permanentes cambios, internos en el nivel constitutivo de su subjetividad, sus sentimientos, sus aspiraciones, etc,  determinados unos por el contexto social y la escuela y otros determinados en el contexto de la familia.

Para A. Neill por ejemplo “no se trata de educar a los niños para que encajen bien en el orden social existente, sino que se debe esforzar por criar niños que lleguen a ser seres humanos felices, hombres y mujeres cuyos valores no sean tener mucho ni usar mucho, sino ser mucho. Erich Fromm diría entonces que A. Neill ha elegido entre el pleno desarrollo humano y el pleno éxito de mercado.

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