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Cosmos, una odisea entre el tiempo y el espacio


Enviado por   •  21 de Abril de 2022  •  Ensayos  •  1.837 Palabras (8 Páginas)  •  145 Visitas

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Cosmos, una odisea entre el tiempo y el espacio

El primer capítulo de Cosmos, una odisea entre el tiempo y el espacio nos sumerge en un ingenioso y educativo viaje dirigido por el aclamado astrofísico Neil De Grayse Tyson. Este continua y rinde homenaje a su previo anfitrión: Carl Sagan, uno de los científicos más famosos del siglo XX. Ahora, ¿qué nos enseña realmente este primer capítulo? Vale la pena ver la serie? Esas son las preguntas que responderemos en este ensayo.

¿Qué nos enseña realmente este primer capítulo?

Este capítulo nos enseña una gran variedad de cosas.

El espacio

En primer lugar, nos hace ver cuán pequeños somos comparados en el universo en el que vivimos. Durante esta primera parte del episodio, viajamos a través del tiempo y el espacio para descubrir las maravillas del Cosmos.

Empezamos por el sistema solar, explorando la Luna. Nuestra vecina más cercana, que no posee océanos o vida, solo los restos de impactos cósmicos. Luego, pasamos al Sol, la estrella que mantiene a todos los mundos del sistema solar con su abrazo gravitacional, desde Mercurio hasta Venus. Marte, tiene tanto terreno como la Tierra. Con cuatro lunas y una docena de otras más pequeñas, Júpiter es como un pequeño sistema solar, además, tiene más masa que todos los planetas del sistema solar combinados. El punto rojo de Júpiter es un huracán gigante, tres veces más grande que nuestro planeta, que ha estado activo durante siglos. También tenemos a Saturno, bordeado con bolas de nieve (o lunas pequeñas). Y en adición, tenemos a Neptuno y a Urano, son los más lejanos, descubiertos solamente después de la invención del telescopio.

Más allá de todo esto, hay una decena de mundos congelados, ya que no los alcanza la luz del sol. Plutón siendo uno de ellos. Aquí un pequeño dato: La nave humana que más lejos ha llegado ha sido el Voyager I, que lleva un mensaje en un disco dorado hacia quien sea que lo encuentre. El disco tiene música de la época en la que la nave fue lanzada, entre otras descripciones de sensaciones humanas. También contamos con otros fenómenos como la Nube de Oort. O, los planetas vagabundos, mundos sin sol que solo pueden ser vistos por la luz infrarroja. Nuestro universo tiene millones y millones de ellos a la deriva. Los planetas vagabundos quizás tengan núcleos, pero están congelados en la superficie. Quizás tengan océanos de agua líquida dentro de ellos, quien sabe que nadara allí...

La galaxia vía láctea. La luz, que es la cosa más rápida que existe, tardaría 100.000 años en ir desde la tierra hasta esta galaxia. También tenemos como vecina la galaxia andrómeda, junto con otro conjunto de docenas de galaxias más pequeñas: El Grupo Local. Luego tenemos al Supercúmulo de Virgo. Cada galaxia dentro de este supercúmulo tiene millones de soles y incontables mundos. El Cosmos es una red de 100 mil millones de galaxias.

Siempre hay un límite. No para el Cosmos, pero si para nosotros: El universo observable. No ha habido tiempo en los trece mil ochocientos millones de años en la historia del universo para que la luz de otras galaxias o mundos llegue a nosotros.

Muchos sospechan que todo esto, los cúmulos, los planetas y las estrellas todo en el universo son solo gotas de agua en una gran cascada llena de universos: un multiverso. Universos sobre universos.

Giordano Bruno

Somos bastante pequeños. Pero no pensamos en pequeño.

En 1599, todo el mundo sabía que las estrellas y los planetas no eran más que luces en el cielo nocturno. Lo mismo sucedía con el sol, y todos giraban alrededor de la tierra. Que nosotros éramos el centro. En la víspera del año 1600, Giordano Bruno estaba en prisión.

En un mundo sin telescopios, el pensamiento obvio en ese momento era que éramos el centro del universo, y que todo lo que podíamos ver en el cielo giraba a nuestro alrededor. Entonces, un astrónomo y sacerdote polaco llamado Copérnico hizo una propuesta escandalosa: la tierra no era el centro. Para la iglesia, y para el reformista protestante Martín Lutero, esto era una violacion hacia las sagradas escrituras. Pero, para Giordano Bruno, Copérnico no fue ambicioso.

Giordano era un monje domenico italiano, que deseaba saber todo sobre la creación de su Dios. Leyó libros prohibidos por la iglesia, y en uno de ellos, un romano llamado Lucretius encendió su curiosidad. Lucretius le pedía al lector que imaginara que estaba parado en el límite del universo y que lanzara una flecha hacia afuera. Si la flecha continuaba su curso, entonces el universo era ilimitado. Si chocaba contra un muro, tenía que pararse sobre ese muro, y volver a disparar la flecha. Dependiendo del resultado, sabremos si el universo tendría límites más allá de lo imaginable. De cualquier manera, el universo no tiene límites, así que la flecha seguiría su curso para siempre.

“El cosmos debe ser infinito” pensó Giordano. El Dios al que él adoraba era infinito, así que solo hacía sentido si su creación lo fuese también. Luego, cuando tenía treinta años, tuvo una epifanía: en este sueño, despertó en un cuenco envolvente lleno de estrellas. El Cosmos en el que todos creían. El experimento un momento de terror, al ver que todo el fondo se desmoronaba a su alrededor.

“Abrí mis las confiadas hacia el espacio y me elevé hacia el infinito, dejando atrás lo que otros se esforzaban por ver desde la distancia. Aquí, no había arriba ni abajo, no había borde ni centro.Vi que el sol era una estrella, y las otras estrellas, uno solo, todos escoltados por tierras como la nuestra. La relevación de la inmensidad, fue como un enamoramiento”, describió este.

Bruno predicaba

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