Delimitación de la perícopa
Enviado por ededuardo20 • 24 de Agosto de 2014 • Síntesis • 2.506 Palabras (11 Páginas) • 329 Visitas
Eclesiastés 1,3-3,15
Delimitación de la perícopa
Esta puede considerarse una gran unidad
El centro de esta unidad lo ocupa la ficción salomónica (1,12-2,26), que está rodeada por dos círculos concéntricos, como dobles valvas de un rico molusco; el primero lo constituyen dos poemas: el inicial (1,4-11) y el del tiempo (3,1-8), y el segundo la formulación de la gran pregunta y su repetición: ¿qué ganancia...? (1,3 y 3,9).
Unas reflexiones teológicas sobre todo lo afirmado hasta ahora por Qohélet (3,10-15) cierran majestuosamente la gran perícopa 1,3-3,15.
Teniendo en cuenta toda esta estructura, básicamente centraré mi atención reflexiva más en el segundo poema ( 3, 1-8) dónde se menciona el tiempo determinado y la duración ilimitada.
Aquí trataré de indagar e interpretar la pretensión de este poema y qué aportes puede ofrecer subjetiva y socialmente a la propia vida.
Estructura
1
3 ¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?
4 Una generación va, otra generación viene; pero la tierra para
siempre permanece.
5 Sale el sol y el sol se pone; corre hacia su lugar y allí vuelve a salir.
6 Sopla hacia el sur el viento y gira hacia el norte; gira que te gira
sigue el viento y vuelve el viento a girar.
7 Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al lugar donde los
ríos van, allá vuelven a fluir.
8 Todas las cosas dan fastidio. Nadie puede decir que no se cansa el
ojo de ver ni el oído de oír.
9 Lo que fue, eso será; lo que se hizo, ese se hará. Nada nuevo hay
bajo el sol.
10 Si algo hay de que se diga: «Mira, eso sí que es nuevo», aun eso ya
sucedía en los siglos que nos precedieron.
11 No hay recuerdo de los antiguos, como tampoco de los venideros
quedará memoria en los que después vendrán.
12 Yo, Cohélet, he sido rey de Israel, en Jerusalén.
13 He aplicado mi corazón a investigar y explorar con la sabiduría
cuanto acaece bajo el cielo. ¡Mal oficio éste que Dios encomendó a los
humanos para que en él se ocuparan!
14 He observado cuanto sucede bajo el sol y he visto que todo es
vanidad y atrapar vientos.
15 Lo torcido no puede enderezarse, lo que falta no se puede contar.
16 Me dije en mi corazón: Tengo una sabiduría grande y extensa,
mayor que la de todos mis predecesores en Jerusalén; mi corazón ha
contemplado mucha sabiduría y ciencia.
17 He aplicado mi corazón a conocer la sabiduría, y también a conocer
la locura y la necedad, he comprendido que aun esto mismo es atrapar
vientos,
18 pues: Donde abunda sabiduría, abundan penas, y quien acumula
ciencia, acumula dolor.
2
1 Hablé en mi corazón: ¡Adelante! ¡Voy a probarte en el placer;
disfruta del bienestar! Pero vi que también esto es vanidad.
2 A la risa la llamé: ¡Locura!; y del placer dije: ¿Para qué vale?
3 Traté de regalar mi cuerpo con el vino, mientras guardaba mi
corazón en la sabiduría, y entregarme a la necedad hasta ver en qué
consistía la felicidad de los humanos, lo que hacen bajo el cielo durante los
contados días de su vida.
4 Emprendí mis grandes obras; me construí palacios, me planté viñas;
5 me hice huertos y jardines, y los planté de toda clase de árboles
frutales.
6 Me construí albercas con aguas para regar la frondosa plantación.
7 Tuve siervos y esclavas: poseí servidumbre, así como ganados,
vacas y ovejas, en mayor cantidad que ninguno de mis predecesores en
Jerusalén.
8 Atesoré también plata y oro, tributos de reyes y de provincias. Me
procuré cantores y cantoras, toda clase de lujos humanos, coperos y
reposteros.
9 Seguí engrandeciéndome más que cualquiera de mis predecesores en
Jerusalén, y mi sabiduría se mantenía.
10 De cuanto me pedían mis ojos, nada les negué ni rehusé a mi
corazón ninguna alegría; toda vez que mi corazón se solazaba de todas mis
fatigas, y esto me compensaba de todas mis fatigas.
11 Consideré entonces todas las obras de mis manos y el fatigoso afán
de mi hacer y vi que todo es vanidad y atrapar vientos, y que ningún
provecho se saca bajo el sol.
12 Yo me volví a considerar la sabiduría, la locura y la necedad. ¿Qué
hará el hombre que suceda al rey, sino lo que ya otros hicieron?
13 Yo vi que la sabiduría aventaja a la necedad, como la luz a las
tinieblas.
14
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