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Densidad De Siembra


Enviado por   •  18 de Marzo de 2013  •  2.364 Palabras (10 Páginas)  •  8.677 Visitas

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CALCULO, DENSIDAD DE SIEMBRA, FORMULAS PARA DETERMINAR LA DENSIDAD DE LA SIEMBRA

Viene a definirse muy sencillamente: es el número de kilos de semilla por hectárea que se necesitan y se van a utilizar para sembrar. Es decir, es el número de plantas por hectárea que van a crecer en un terreno determinado.

Asimismo, otra explicación del concepto que estamos abordando es aquella que nos expone que la densidad de siembra no es más que la práctica de manejo que viene a determinar la capacidad de cultivo para lograr así recaudar un número de recursos.

En este sentido, los agricultores barajan siempre unas cifras con las que vienen a calcular que lo aconsejable es utilizar unos 100 o 150 kilos por hectárea. En esa misma línea se establece que una elevada densidad de siembra puede traer consigo tanto la aparición de más enfermedades como lo que se da en llamar el encamado, es decir, el aplanamiento de las plantas.

Por estas circunstancias es muy importante el determinar una correcta densidad ya que es la manera de que se pueda lograr la optimización de la productividad de un determinado cultivo. Y es que, junto a un buen espaciamiento entre las hileras del cultivo en cuestión, será la que consiga que el agricultor pueda estar cubierto y tener una producción adecuada para hacer frente a los momentos críticos que puedan tener lugar.

Para la obtención de una buena implantación Ud. necesita contar con cierta información.

Una vez que se tiene la semilla, debería obtener los siguientes datos:

Pureza (Pureza %): Cantidad de semillas vivas existentes.

Poder Germinativo (PG %): Cantidad de semillas que germinan.

Peso de 1000 semillas (P 1000 sem.)

Plantas a Lograr por metro cuadrado (PL/m2)

Nota: Con todos estos datos podremos calcular la densidad de siembra

Para obtener el cálculo de la densidad de siembra, debemos calcular el Valor Cultural y la Cantidad de Plantas por m2

SISTEMA DE SIEMBRA EN FRUTALES

Se deben tomar cuidados especiales para sembrar plántulas o variedades injertadas lo que permitirá su establecimiento rápido y seguro. Las raíces nunca deberán recibir luz solar directa o evitar su deshidratación. Haga un agujero el doble de profundo que las raíces de la plántula y mezcle una cantidad generosa de compost y fertilizante con el suelo antes de colocar la planta al fondo del agujero. Mientras se sostiene la planta, rellene el agujero con tierra y más compost (figura 2). Si el área es húmeda, siembre el árbol en un montículo de tierra más alto que la superficie general del suelo. Si el área es seca, siembre el frutal en una cavidad más baja que el suelo de alrededor.

TRAZADO DEL TERRENO

En cualquier proceso productivo, la preparación del terreno es vital para obtener máximos rendimientos. Los dos métodos más utilizados en la preparación de terrenos: Tradicional y el mecanizado.

1.1. El sistema tradicional (socola o mínimo de labranza): Consiste en limpiar el terreno por medio de machete. En terreno con maleza arboleda alta la operación se denomina "socola", y en terreno de cultivo se llama "chapia". Mediante este método se permite una fácil alineación, transporte y siembra de la semilla (plántula) de la futura plantación.

Una vez limpio el terreno se procede a demarcar el sitio preciso que ocupara cada planta conforme al sistema de siembra previamente escogido. Esta operación se conoce con el nombre de "estaquilla", por cuanto en el lugar que ocupa cada planta, se pone una estaca de madera de aproximadamente 50 cm de alto.

1.2. Sistema mecanizado: Consiste en utilizar todos los métodos de preparación de terreno mediante el uso de maquinaria agrícola, especifica para una labor determinada hoy en día con alto grado de tecnología desarrollado en este campo es posible obtener el equipo deseado para una condición dada y conseguir altos niveles de eficiencia a costos razonable.

La mecanización para la siembra de bananos, se recomienda en suelos planos preferiblemente y que se hayan dedicado a la agricultura o pastoreo durante periodos largos.

EL RIEGO

Consiste en aportar agua al suelo para que los vegetales tengan el suministro que necesitan favoreciendo así su crecimiento. Se utiliza en la agricultura y en jardinería.

El riego es la aportación de agua al suelo, compensando el déficit de precipitaciones. Por lo general, esta aportación no se realiza de modo continuo, sino que por razones de tipo técnico y económico, hay que llevarla a cabo periódicamente, aprovechando la capacidad de retención de agua que tiene el suelo.

Por tanto, al efectuar el riego se aplica una dosis de agua al suelo de un modo muy rápido y casi siempre con un exceso de agua sobre la necesaria para alcanzar la capacidad de campo. Es fundamental la eliminación de esta agua sobrante, ya que en caso contrario se iría acumulando en el suelo con la consiguiente elevación de la capa freática y los correspondientes perjuicios a los cultivos ante la falta de aireación de las raíces.

SISTEMAS DE RIEGO.

La técnica del riego dispone de varios sistemas para la aplicación del agua al suelo, por lo que al redactar un proyecto se debe realizar una adecuada elección del sistema de acuerdo con los factores condicionantes descritos en el apartado anterior.

Los sistemas de riego se pueden clasificar en dos grandes grupos:

- Riegos por gravedad.

- Riegos a presión.

Los riegos por gravedad necesitan disponer del agua en el punto más alto de la parcela y a la presión atmosférica.

Los riegos a presión necesitan disponer del agua a una determinada presión que, convenientemente aprovechada, permite aplicar el agua al suelo.

Riegos por escurrimiento.

Aplican el agua al suelo, haciéndola rebosar de la reguera que domina la parcela, y dejándola escurrir por el terreno hasta alcanzar los puntos bajos del mismo, en donde es recogida por los azarbes o por las siguientes regueras. La superficie dominada por una reguera se llama arriate. La lámina de agua suele ser muy delgada para que no provoque erosiones en el terreno.

Este sistema es aplicable a terrenos con pendientes comprendidas entre el 3-30%, sin que sea necesario llevar a cabo abancalamiento, aunque frecuentemente convenga efectuar una nivelación somera del suelo para eliminar las irregularidades, consiguiendo así una pendiente uniforme.

Se emplea casi exclusivamente para praderas.

Las principales pérdidas de agua en este sistema de riegos se producen por escorrentía superficial, por lo que no se adapta bien a los terrenos impermeables. En cambio se controlan correctamente las pérdidas por precolación.

Riegos por inundación.

Llamados también riegos por sumersión, consisten en mantener el terreno inundado para que el agua penetre por infiltración en el suelo. Pueden ser de inundación permanente o temporal.

- Inundación permanente. La tierra permanece inundada durante todo el período de vegetación, variando únicamente la altura del agua en función de la edad de la planta. La inundación permanente exige nivelación total del terreno ( en España se usa casi exclusivamente para el cultivo de arroz).

- Inundación temporal. Llamada también riego a manta, mantiene el terreno inundado durante el tiempo necesario para que la humedad del suelo alcance la capacidad de campo en toda la profundidad útil de las raíces. Con objeto de lograr la mayor uniformidad posible en el reparto del agua se suele dividir el terreno en compartimentos o eras, limitados por pequeños diques de tierra, aunque las tendencias modernas suprimen la construcción de estas eras, consiguiendo así una economía de mano de obra a costa de la uniformidad del riego.

Los riegos por inundación necesitan terrenos bien nivelados, de superficie casi horizontal (30/00 máximo).

Se emplean para caso todos los tipos de cultivos, plantas forrajeras, plantas industriales, cultivos arbóreos, etc.

Las mayores pérdidas de agua se producen por precolación, por lo que estos riegos están indicados en terrenos relativamente impermeables. Por el contrario, las pérdidas por escorrentía son bastante reducidas en este sistema de riego.

Riegos por infiltración.

Los riegos de infiltración o por surcos consisten en aplicar el agua al terreno dejándola escurrir por unos surcos, desde los que se filtra al suelo llegando a las raíces de las plantas que se cultivan sobre caballones elevados.

Este sistema de riego se debe emplear en terrenos de permeabilidad media, ya que en terrenos de permeabilidad reducida las pérdidas por escorrentía son elevadas, mientras que en terrenos muy permeables, las pérdidas por precolación alcanzan grandes valores.

El sistema de riego por infiltración se adapta lo mismo a cultivos herbáceos que a cultivos leñosos.

La aportación de agua a los surcos se suele hacer mediante sifoncillos de PVC.

Los terrenos ondulados pueden regarse con este sistema disponiendo los surcos con la debida inclinación, pero en general, resulta más económico realizar una sistematización previa del terreno, con pendientes parecidas a las del riego a manta y disponiendo los surcos en el sentido de la máxima pendiente.

Riego a presión.

Los riegos a presión son relativamente modernos. Se pueden dividir en los dos grupos siguientes:

- Riegos por aspersión.

- Riegos localizados.

Riegos por aspersión.

Consisten en aplicar el agua al suelo en forma de lluvia. Esto se consigue a través de unos mecanismos denominados aspersores, que transforman la energía de presión en energía cinética, dándole salida a través de una tobera. Se aprovecha también la energía del agua para hacer girar el aspersor, que de esta manera barre un campo casi siempre circular.

Según la presión necesaria en tobera, los riegos por aspersión pueden ser de baja presión (1.5-3 atm.), de media presión (3-5 atm.) y de alta presión (más de 5 atm.).

En función del diámetro de la tobera y de la presión en la misma, los aspersores tienen un caudal y un alcance variables, así como también es distinto el tamaño de la gota de agua. Hoy día existe una gran gama de aspersores que permiten al proyectista seleccionar el modelo más adecuado en función del tipo de terreno y de la economía del riego.

Riegos localizados.

Consisten en la aplicación del agua al suelo, restringido a la zona de aprovechamiento de las plantas.

La característica fundamental es que se riega con la frecuencia necesaria para mantener una humedad en el suelo, normalmente por encima de la capacidad de campo en un entorno reducido de las raíces.

Esta técnica de riego difiere esencialmente de la empleada en los demás sistemas, en los cuales se aplica el agua a intervalos bastante grandes y en las dosis necesarias para alcanzar la capacidad del campo, existiendo siempre un cierto período de tiempo durante el cual el terreno está saturado, y siendo por lo tanto necesario, dejar transcurrir un gran intervalo entre dos riegos para que no se produzca la asfixia de las raíces. En el riego localizado el agua penetra lentamente sin llegar a saturar el terreno, lo que permite alcanzar unos altos contenidos de humedad sin que falte aireación a las raíces. Por otra parte está comprobado que en este tipo de riegos una buena parte de las raíces se desarrolla en la zona seca.

FRECUENCIA Y ABUNDANCIA DEL RIEGO

Las plantas extraen del suelo el agua que necesitan, y esa necesidad vendrá determinada por diversos factores tales como la temperatura del ambiente, el clima, intensidad de la luz, el viento, el grado de humedad de la atmósfera y la cantidad de agua que la planta utilice para disolver los aportes minerales y orgánicos que retendrá dentro de su estructura, devolviendo a la atmosfera por la transpiración el agua no necesitada.

Por otro lado la calidad del suelo que vayamos a utilizar para el cultivo será un factor determinante a la hora de calcular un riego: la porosidad de su textura, y su contenido en arcillas arenas y limos van a ser factores determinantes de la permanencia del agua en la zona radicular de donde las plantas extraen el agua, y al mismo tiempo, su sustento.

APLICACIÓN DE LOS RIEGOS

Factor a tener en cuenta es el del tamaño de la planta. Evidentemente no va a necesitar la misma cantidad de agua la planta que empieza a crecer que aquella que ya empieza a tener un tamaño importante.

Estas premisas de ambiente, de suelo y de tamaño van a determinar la frecuencia del riego. Por consiguiente no se pueden dar normas que predeterminen ni la cantidad ni la frecuencia del mismo.

Toda transformación en regadío debe tener en cuenta una serie de factores que condicionan la operación y que son los siguientes:

- El suelo.

- El agua.

- El clima.

- Los cultivos.

- Los regantes.

- La estructura de la propiedad.

EL DRENAJE

Consiste en eliminar el excedente de aguas de riego o lluvias, controlando la capa freática. Por regla general, los terrenos tienen buen drenaje interno; en caso contrario hay que disponer una red de drenaje interno para eliminación de agua en exceso.

La necesidad de drenaje se ve aumentada en el caso de riego de suelos salinos o de empleo de aguas salinas. En caso de suelos salinos se hará necesaria una dosis suplementaria de riego para el lavado del mismo, con lo cual se ven incrementadas las necesidades de drenaje. En caso de aguas salinas, el agua que se evapora deja en el suelo las sales que lleva disueltas, y habrá que aumentar la dosis de riego para volver a disolver las sales.

SISTEMAS DE SIEMBRA MÁS USADOS

Es extremadamente importante formular una definición adecuada y precisa sobre Siembra Directa si pretendemos obtener resultados de investigación comparables entre diferentes investigadores. Resultados contradictorios de investigación son muchas veces y única y exclusivamente la consecuencia de que diferentes investigadores han utilizado diferentes definiciones sobre lo que es y como se hace la Siembra Directa. Por este motivo es necesario encontrar un consenso sobre una adecuada descripción y definición sobre esta tecnología. Si esto no se consigue a corto plazo entonces se continuará produciendo resultados contradictorios y conflictivos en la investigación sobre Siembra Directa a nivel nacional e internacional.

La Siembra Directa o Labranza Cero es un sistema de producción agrícola en el cual la semilla es depositada directamente en un suelo no labrado donde se han mantenido los residuos del cultivo anterior en superficie. En inglés se conoce como "no-tillage" o "zero tillage". Máquinas especiales de Siembra Directa equipadas generalmente con discos (mínima ingerencia en el suelo) o con cinceles (alta ingerencia en el suelo) abren un surco estrecho en el suelo cubierto de residuos vegetales que es solamente de ancho y profundidad suficiente para poder depositar la semilla a la profundidad deseada y cubrirla con suelo. Ninguna otra operación de labranza es realizada. El objetivo es mover la menor cantidad de suelo posible para de esta forma no traer semillas de malezas a la superficie y no estimularlas a germinar.

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