Desordenes temporomandibulares en muejeres mayores de 18 años
jovita2418Tesis3 de Febrero de 2019
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SECRETARIA DE EDUCACIÓN PÚBLICA[pic 3][pic 4]
SUBSECRETARIA DE EDUCACIÓN SUPERIOR
DIRECCIÓN GENERAL DE EDUCACIÓN SUPERIOR
DIRECCIÓN DE EDUCACIÓN SUPERIOR
CENTRO DE ESTUDIOS SUPERIORES DE TEPEACA
LICENCIATURA EN MÉDICO CIRUJANO Y PARTERO
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ÍNDICE
1 Antecedentes
1.1 Antecedentes Generales
1.2 Antecedentes Específicos
2. Justificación
3. Planteamiento del problema
4. Hipótesis científica
5. Objetivos
5.1 Objetivo General
5.2 Objetivos Particulares
6. Material y métodos.
6.1 Diseño del estudio.
6.2 Ubicación espacio temporal.
6.3 Estrategia de trabajo.
6.4 Muestreo
6.4.1 Definición de la unidad de población.
6.4.2 Selección de la muestra.
6.4.3 Criterios de selección de las unidades de muestreo
6.4.3.1 Criterios de inclusión.
6.4.3.2 Criterios de exclusión.
6.4.3.3 Criterios de eliminación.
6.4.4 Diseño y tipo de muestreo.
6.4.5 Tamaño de la muestra.
6.5 Definición de las variables y escalas de medición.
6.6 Métodos de recolección de datos.
6.7 Técnicas y procedimientos.
6.8 Análisis de datos.
6.9 Diseño estadístico.
7. Logística
7.1 Recursos humanos.
7.2 Recursos materiales.
7.3 Recursos financieros.
7.4 Cronograma de actividades.
7.4.1 Gráfica de Gantt.
8. Bioética.
9. Anexos.
9.1 Definiciones operacionales.
9.2 Definiciones conceptuales.
9.3 Descripción de las técnicas de medición de las variables relevantes.
9.4 Formatos de captura de datos.
9.5 Formatos de consentimiento informado.
10. Bibliografía.
1 ANTECEDENTES
- Antecedentes Generales
Con el transcurso del tiempo, en la literatura médica-odontológica se han realizado varios estudios relacionados con desórdenes temporomandíbulares (DTM), donde demuestran que la prevalencia de éstos va en aumento cada día, y destacan en los resultados encontrados un aspecto importante; la mayoría demuestra que el sexo más afectado por los DTM es el femenino y sin importar cuál sea el padecimiento que refieran este índice sigue siendo mayor en dicho género.
En términos generales, los desórdenes temporomandíbulares abarcan un conjunto de problemas clínicos que comprometen diferentes estructuras anatómicas como son: músculos de la masticación, articulación temporomandíbular y estructuras asociadas. Estos desordenes han sido identificados como una causa importante de dolor en la región facial de origen no dentario.
La articulación temporomandíbular (ATM) viene siendo objeto de estudio desde tiempos remotos. Por ejemplo en Egipto, en tiempo de los faraones, se hacía referencia, en un pergamino que data del año 3000 A.C., sobre la observación y cuidados necesarios para la atención de una luxación de ATM, mencionando solamente los trastornos que producía, sin entrar a considerar su etiología.
Después en Grecia, en el siglo V A.C. Hipócrates descubrió un método para reducir la dislocación de la mandíbula, básicamente igual al que se emplea en la actualidad. En la India, los textos médicos de los seis primeros siglos de la era cristiana, llamada Samhita, identificaron el factor etiológico que causa la luxación de la ATM, el cual según ellos eran debidos a hablar en voz alta, masticar los alimentos duros o gritar. (1).
Durante la Edad Moderna, Andrés Vesalio en su obra "De Humani Corporis Fabrica Liber Septem", publicado en Basilea en 1543, aporta explicaciones sobre estudios anatómicos y de investigación. Donde realizó una buena descripción de los huesos de la cara, del disco articular y de los músculos de la masticación como contribución al estudio anatómico-funcional de la ATM, mostrando no sólo textos, sino también fantásticos dibujos. Este hecho fue noticia en las publicaciones de la época, ya que más allá de la presentación de la estructura, el autor parece querer dar al disco articular un papel esencial en la relación funcional de la mandíbula (2).
En 1918, Prentiss y Summa, anatomista y dentista respectivamente, empezaron a relacionar los efectos de la falta de dientes con sobrecargas y atrofias de las estructuras de la articulación temporomandíbular, y decían que si se extraen los dientes, el cóndilo es empujado hacia arriba por la poderosa musculatura y se ejerce una presión sobre el menisco, con su resultante atrofia, por lo que en muchos aspectos el disco de la ATM es parecido al cartílago semilunar de la rodilla. (3)
Sin embargo, las alteraciones patológicas de la articulación temporomandíbular (ATM) adquirieron importancia a principios de 1930, cuando Good Friend publica su trabajo original en 1933. Seguido poco después por el trabajo ampliamente difundido de James B. Costén entre los años 1934 a 1936, donde publicó tres artículos que causaron gran discusión y controversia debido a que Costén, fue el primero que reunió un grupo de síntomas y los relacionó con los desórdenes funcionales de la ATM, y sugirió por primera vez en la profesión que las alteraciones del estado dentario eran responsables de diversos síntomas del oído tales como: audición parcial, dolor profundo, entre otros. (4).
Además, observó que la mayoría de sus pacientes reportaban molestias dolorosas al abrir y cerrar la boca, señalando como la parte afectada, la ATM. Costén se dio cuenta que esta sintomatología difería mucho de la causada por artritis en dicha articulación, por lo que llama a esta nueva patología como Síndrome de Costén. Aunque la mayoría de las teorías de Costén fueron desautorizadas, el interés de la profesión odontológica se estimuló por el trabajo de este autor. (5).
A finales de los treinta y durante la década de los cuarenta, fueron pocos los dentistas que se interesaron por el tratamiento de estos problemas dolorosos, sin embargo llevaron a la práctica los métodos de levantamiento de mordida que el mismo Costén desarrolló.
En 1950 las investigaciones científicas sugerían que el estado oclusal podía influir en la función de los músculos masticadores, por lo que a finales de esta década se escribieron los primeros libros que describían las disfunciones de la masticación. En general se pensaba que era por una falta de armonía oclusal y posteriormente, el estrés emocional se aceptó como los principales factores etiológicos entre 1960 y 1970 (6).
Posteriormente, se cambia por completo el concepto de síndrome por trastorno funcional y/o desorden de la ATM, lo cual modifica el enfoque de estudio de esta patología. De la década de los ochenta hasta el tiempo actual estos desórdenes han sido y siguen estudiándose en forma extensa y exhaustiva, y masivamente por un sinnúmero de países en todo el mundo (7).
Tal es el caso de Jiménez. I.V, Peña .J.C. y cols. Quienes publicaron un artículo sobre disfunción de la articulación temporomandíbular (ATM) en niños y adolescentes en corregimiento de Damasco Antioquia, 1987, en el que mencionan la relación estrecha que existe entre la etiología, el sexo y la edad, redacta que los trastornos funcionales de la articulación temporomandíbular en la población adulta han recibido especial atención en las últimas décadas.
Al realizar un estudio en ese mismo año descubrió que el 81% de los examinados presento un grado de disfunción, siendo más frecuentes los signos y síntomas en mujeres, el 84% de ellas se situaban en los 22 años como edad promedio. De los signos clínicos predominantes fueron: dolor a la palpación de la ATM con 58% y dolor a la palpación muscular el 49%. Así mismo, se halló que la prevalencia de chasquidos de la ATM aumentó con la edad y las niñas fueron más propensas a tenerlas que los niños. (8).
Consecutivamente Núñez y col. se interesaron por este tema y en 1989 realizaron una investigación en 200 estudiantes entre 14 a 20 años de edad sobre desórdenes cráneo mandibulares (DCM) donde obtuvieron que el 76% de los estudiados refirieron alguna sintomatología de DCM mientras que el 28% restante, no tuvo ningún síntoma. (9).
Estos resultados concuerdan con los reportados en 1998 por por Barnet y cols en la Revista Cubana Ortodontica, en su estudio “frecuencia y sintomatología de las disfunciones temporomandibulares” en el que resalta, la frecuencia del síndrome del dolor disfuncional, lo cual difiere de los proyectos de Helkimo y Dos Santos, los cuales señalan que el 88 % presentan el síndrome, mientras que Upton y Clark obtuvieron porcentajes de 53 y de 50%, respectivamente.
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