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EL AMBIENTE, MÁS ALLÁ DE LA NATURALEZA


Enviado por   •  4 de Junio de 2013  •  1.796 Palabras (8 Páginas)  •  413 Visitas

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EL AMBIENTE, MÁS ALLÁ DE LA NATURALEZA

Miguel Fernando Pacheco Muñoz

Las propiedades semánticas de una palabra cambian de época en época; su significado depende de las teorías o ideologías en las que participe discursivamente, así como de las disciplinas o áreas del conocimiento donde se aplique. Las palabras no tienen dueño ni una frontera delimitada pues viajan a través del tiempo, del espacio y las culturas; su significación es producto de la historia particular de cada palabra y las palabras, en sí mismas, son tejedoras de historias.

Cuando nos enfrentamos a lo nuevo, nos vemos obligados a crear términos o bien, a resignificar las viejas palabras para poder definirlo; Paul K. Feyerabend menciona que al intentar describir y comprender fenómenos y teorías nuevos debemos recurrir a las formas de hablar existentes, pero éstas tienen que ser deformadas, mal empleadas y forzadas para aprehenderlos, y añade: “sin un mal uso constante del lenguaje no puede haber ni descubrimiento ni progreso”.

Así la palabra “ambiente” posee en la actualidad muy diversos significados, cuyas diferencias radicales en interpretación han provo¬cado múltiples debates. Tradicionalmente se entiende por ambiente el conjunto de elementos abióticos (energía solar, suelo, agua y aire) y bióticos (organismos vivos) que integran la biosfera. Esta definición no explica cabalmente las complejas interacciones que se generan entre el ser humano y su entorno en el mundo contemporáneo.

Filósofos, economistas, sociólogos y educadores, al hacer suyas las problemáticas que surgen de la relación del hombre y la naturaleza –cada uno desde la perspectiva de su propia disciplina– han ampliado y modificado el significado de ambiente. Con el paso de los años se ha sustituido en el len-guaje especializado el término de “medio ambiente” por el de “ambiente”; este cambio es el resultado de la sustitución de una noción biologicista por otra, de carácter interdisciplinario, emanada del interés de las ciencias sociales por la crisis eco¬lógica actual. Esta tendencia ha enriquecido conceptualmente la noción de “ambiente” al ampliar su radio de acción de un estado referente a lo “natural”, a una interacción y un proceso “sociedad-naturaleza”. En Latinoamérica la palabra “ambiente” posee especial relevancia dado que permite incluir bajo el mismo término, el conocimiento tradicional acerca de la naturaleza, la riqueza de los mitos indígenas y la valoración de la vigencia e importancia de la tecnología y de las formas de apropiación autóctonas de los recursos locales. Asimismo, esta amplitud conceptual nos sirve como base para oponernos a las tendencias extremas que proponen una conservación a ultranza y niegan los dere¬chos de quienes viven en espacios naturales.Como menciona Augusto Ángel Maya, el ambiente no consiste exclusivamente en el medio que nos rodea y la suma de las especies o a las poblaciones biológicas en él contenidas. El ambiente representa además una categoría social constituida por comportamientos, valores y saberes; el ambiente –como una totalidad compleja y articulada– está conformado por las relaciones dinámicas entre los sistemas natural, social y modificado.

El hombre “construye” al esclavo, al elector, al consu¬midor, puesto que estas categorías no existen ni se originan como tales en la naturaleza. Así, la idea de ambiente es una construcción: el manejo de un bosque, un área natural protegi¬da, una parcela o una gran ciudad, son constructos. Distinguir entre lo natural y lo cultural –y por lo tanto modificable– es sumamente importante, ya que de este modo podemos tomar conciencia de que no estamos condenados a ser esclavos ni a sufrir las mismas relaciones económicas y políticas por siempre, así como tampoco debemos asumir la destrucción de la naturaleza como destino inexorable.

Actualmente el concepto “ambiente” engloba la multi¬causalidad de los procesos físicos, sociales, económicos, tecnológicos y biológicos, al igual que la complicada red de interrelaciones y los múltiples niveles espacio-temporales en las que éstas se dan. Con este criterio, Enrique Leff nos señala que“naturaleza” representa una categoría, por lo cual no puede concebirse como el objeto de estudio exclusivo de una ciencia, ya que cada disciplina incorpora lo natural a su cuerpo teórico de diferente manera. Para la biología, por ejemplo, los procesos naturales aluden a los fenómenos biológicos (la fisiología de las plantas, la evolución de las especies, la orga¬nización de los ecosistemas). Pero desde que la naturaleza es afectada por la cultura, lo natural se incorpora a la historia, para constituir objetos de estudio totalmente diferentes: modo de producción, trabajo, valor, renta, fuerzas productivas.

El concepto “ambiente” no significa lo mismo para la bio¬logía, ecología, antropología, economía, política, sociología, y no es el objeto de estudio exclusivo de ninguna de ellas ni de ninguna ciencia social o natural, sino un campo problemático de la realidad. Las ciencias de la naturaleza e incluso las ciencias ambientales no pueden por sí mismas responder a la problemática ambiental, porque carecen de referentes teóricos para abarcar lo cultural, lo social y lo político. Esto no quiere de¬cir que las ciencias naturales no apoyen ni resulten esenciales para resolver la crisis ambiental contemporánea, quiere decir que no pueden hacerlo solas si los problemas se originan en la articulación de la naturaleza y la cultura; es precisamente ahí donde se encuentran las soluciones, en la articulación.

A partir de lo anterior, uno puede aventurarse a afirmar que el ambiente no tiene un objeto de estudio, sino muchos que se relacionan –o articulan– unos con otros por pertenecer a un campo problemático. Como lo explica Hugo Zemelman, un campo problemático es: “aquel espacio de articulación

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