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Economía Y ética

mady1722 de Agosto de 2013

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Las relaciones económicas son básicas en el desarrollo de todos los pueblos de la tierra y así ha sido a lo largo de la historia, a tal punto que hasta las relaciones con Dios son determinadas por factores económicos y la Biblia como libro religioso no escapa a tal apreciación. Ya en el libro del Génesis en la llamada a Abraham interviene un elemento económico, Dios promete dar a Abraham una tierra (Gn 11,1), un medio de producción, y así mantiene la promesa de la tierra con el resto de los patriarcas: Isaac y Jacob.

Ya en el libro del Exodo, la Biblia nos presenta a un imperio: el Egipcio que presenta un sistema tributario o pago de impuestos, ya sea en alimentos o personas, y de explotación mediante la esclavitud en la construcción de obras. El pueblo de Israel clama al Dios de la promesa por la tierra que una vez le dio a los patriarcas y comienza su liberación en dirección hacia esa tierra, la famosa tierra prometida donde mana leche y miel. En el libro de Josué se nos habla de la conquista y repartición de dicha tierra, algunos estudiosos, señalan que el sistema que imperó era el de las tribus en una especie de confederación, donde no había que pagarle tributo a nadie y todo lo producido se quedaba en la tribu o clan, luego será esta sobre producción la que dará motivos para la introducción de la monarquía, ya que será necesario un garante, un rey para las relaciones comerciales y demás, pero con la monarquía aparece de nuevo el sistema tributario, de los impuestos, para mantener el aparataje real en Israel. Con la aparición en el siglo IX a.c., de los imperios el pueblo de Israel, a la vez que siente el dominio político de estas naciones imperiales: Asiria, Babilonia, Persia, Roma, tendrá que pagar impuestos un tanto honerosos.

En tiempos de Jesús, la economía no era diferente de las épocas anteriores, la gente vivía de la producción agraria, pequeños campesinos productores de trigo y uvas, pastores de ovejas y en el área del lago de Galilea la actividad pesquera. En Jerusalén, había mayor actividad económica, pues el templo además de ser un lugar religioso era un centro económico donde se comercializaban animales para los sacrificios, pero había una fuerte actividad productiva a nivel de tejedores, bataneros y perfumistas, pero también la gente tenía que pagar impuestos ya sea relativos a Roma o al templo. La zona de la Galilea donde más desarrolló Jesús su misión según los evangelios Sinópticos (Marcos, Mateo y Lucas), era una región que estaba harta de tantos impuesto, a tal punto que hubo gente que se reveló contra dicho sistema; este dato nos da base para entender aquella repuesta dada por Jesús, ante la pregunta de si era lícito o no pagar tributo a Roma (Mt 22,17,22). Cuando se forman las primeras comunidades cristiana, en el libro de los Hechos de los Apóstoles 2,44-45 hay un proyecto de vivir en igualdad y de compartir lo que se tiene, muy parecido al milagro hecho por Jesús de la Multiplicación de los panes, a tal punto que tal proyecto ha sido valorado y de base para una economía de corte social en la historia.

Hoy día entre nosotros se habla de un crecimiento económico, reconocido en todo el mundo, pero a la hora de la repartición del mismo es el problema, de ahí que no tiene sentido que hayamos crecido económicamente como pueblo, si tal crecimiento no llega a todos, y la existencias de impuestos que agravan nuestro desenvolvimiento social, habría que buscar la forma para que el mismo llegue, creo que la palabra de Dios, la Biblia contenida en nuestro escudo, puede iluminarnos bastante al respecto.

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