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Etica Y Economia


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2012  •  2.963 Palabras (12 Páginas)  •  792 Visitas

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La relación entre economía y ética ha sido siempre muy difícil, porque en la economía se manifiestan habitualmente comportamientos guiados por los intereses de los individuos, las pasiones de los grupos, las ambiciones y el afán de enriquecimiento y de poderío de muchos, que contradicen los más antiguos y elementales principios éticos. Las formulaciones éticas, por consiguiente, se esfuerzan por corregir tales comportamientos y se esmeran en promover las virtudes y valores individuales y sociales en tan díscolo espacio. La ética se ha siempre empeñado en domar los intereses, las pasiones, las ambiciones, el afán de lucro, etc. utilizando para ello las herramientas que le proporcionan la teología, la filosofía e incluso las ciencias; pero ha tenido en ello poco éxito. Más aún, ha ocurrido que a nivel del pensamiento, esto es, en cuanto al modo en que se ha pensado y concebido la economía, el proceso histórico muestra un progresivo y muy lento pero inexorable camino de autonomización de la economía (de las ideas sobre la economía) respecto a la ética. Tal proceso marca la derrota histórica de la ética, o bien el triunfo de las lógicas puramente económicas sobre las razones y exigencias de la ética, esto es, en última síntesis, el triunfo de los intereses sobre las virtudes.

Es interesante hacer una breve reseña histórica de este proceso, para comprender en qué momento y situación nos encontramos.

Podemos comenzar con La República de Platón, en que aparece la que es tal vez la primera formulación conceptual sobre la economía. El modelo político-económico propuesto por Platón se funda exclusivamente en motivaciones éticas, en cuanto toda la propuesta busca forjar un nuevo hombre en el cual la virtud y la buena disposición del alma guiarán sus acciones y lo alejaran del vicio y la violencia. Por ello Platón rechaza la propiedad privada y postula la propiedad común, y en Las Leyes, aplica una rigurosa concepción ética de la que desprende los principios que la traducen en la organización del Estado y de la economía.

Platón es consciente que hay una absoluta distancia entre la economía real y su formulación ética de la economía, pero es clara su intención de que ésta llegue a aplicarse. Así se comprende claramente del siguiente diálogo, en La República, 592b:

“Glaucón: Ya entiendo; quieres decir: en aquella ciudad que ahora hemos fundado y discutido, que tiene su sede en nuestros razonamientos y discursos, pues no creo que exista en ningún lugar de la tierra.

Sócrates: Pero en el cielo quizás exista un modelo de ella para el que quiera verla, y viéndola se proponga fundarla en sí mismo”.

También Aristóteles examina la economía desde la ética, distinguiendo la economía doméstica (el gobierno de la casa) y la crematística (los negocios), ensalzando la primera y criticando la segunda, por razones morales. Aristóteles enseña que la organización de la economía y del Estado debe orientarse por la búsqueda del bienestar y la felicidad de los ciudadanos, y con este criterio el conocimiento económico consiste en distinguir y juzgar lo que está bien y lo que está mal en ella. Pero es más realista que Platón respecto a la naturaleza humana, lo cual lo lleva a la importante afirmación económica (no propiamente ética) de que “lo que es común a muchos obtiene un mínimo de cuidado, pues todos se preocupan de sus cosas propias, y menos de lo común, o tan sólo en lo que les atañe”.

En la Edad Media, con la filosofía cristiana y la escolástica, la ética continúa siendo entendida como la guía práctica de la actividad económica, lo que se intenta lograr a través de la enunciación de “preceptos”, como los relativos a la propiedad, a la usura, al trabajo, al salario, al desprendimiento de la riqueza, al sentido social de ésta, etc. Si bien se entiende que la economía es algo que como realidad es independiente, todo el saber económico apunta a subordinarla a la ética. De este modo el conocimiento económico se manifiesta en forma de enunciados sobre el “deber ser” de las decisiones económicas. La economía es sierva de la ética, de igual modo que la filosofía es sierva de la teología, en una estructura del saber jerarquizado, en cuya cima se encuentra la teología.

Esta etapa de la relación entre economía y ética culmina en la magnífica Utopía de Tomás Moro, que consta de dos libros. El primero describe críticamente la situación económico-socio-cultural de Inglaterra en ese tiempo, describiendo la ruina de los artesanos, el despojo de los campesinos, el encarecimiento de la vida, el auge del vicio y de la indigencia y la vagancia. Es una crítica ética de la economía. Que continúa en el segundo libro, en que Tomás Moro formula cual debiera ser el orden económico justo, la Utopía económica que corresponde al modelo de una economía ética, guiada por la ética. Tanto el análisis de la economía como el proyecto de la economía están basados en la ética, subordinados a ésta.

La separación del análisis científico de los hechos sociales y económicos respecto al juicio y guía moral sobre ellos tiene lugar en los albores de la época moderna, y sus inicios pueden atribuirse a Nicolás Maquiavelo, considerado el fundador de la ciencia política, y a quien erróneamente se ha atribuido la afirmación de que “el fin justifica los medios”. Maquiavelo nunca afirmó esto, sino que le fue atribuido por quienes no comprendieron la revolución intelectual que cumplía al afirmar que “Si un príncipe (o gobernante) se quiere mantener en el poder, debe aprender a ser no bueno, y a usarlo o no usarlo según la necesidad del momento”. La afirmación “el fin justifica los medios” es un enunciado ético para justificar cierto comportamiento. En cambio la afirmación que hace Maquiavelo es un riguroso enunciado científico sobre cómo funcionan la política y el poder, donde los objetivos se logran con independencia respecto a la ética.

Entre la segunda mitad del siglo XV y mediados del XVII aparece la teoría económica conocida como “mercantilismo”, que por primera vez examina la economía como realidad objetiva independiente de las doctrinas. Las formulaciones de J.B.Colbert, William Petty, John Locke, John Law, etc. constituyen el comienzo

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