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El Clima Nos Cambia


Enviado por   •  25 de Marzo de 2014  •  2.337 Palabras (10 Páginas)  •  182 Visitas

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¿CÓMO NOS AFECTA EL CLIMA?

Articulaciones, cicatrices o antiguas lesiones, parecen mostrarse especialmente sensibles o dolorosas cuando las condiciones meteorológicas van a cambiar o cambian radicalmente. Personas que perciben de una manera especial los cambios bruscos de los termómetros, las variaciones de la presión atmosférica y/o los cambios de humedad en el ambiente. Son personas "meteorosensibles".

En la antigüedad, los egipcios, griegos, romanos y árabes, dedicaron largas horas a estudiar lo que sucedía cuando cambiaba bruscamente el tiempo. Observaron que el frío, el calor, el viento, la humedad y las tormentas, repercutían en la salud física y en el estado de ánimo de las personas. Desde entonces, multitud de investigaciones médicas han confirmado que los cambios meteorológicos hacen que aparezcan o se agraven los síntomas de algunas patologías, conocidas como "meteoropatías".

Sobre este tema, algunas de las revistas científicas de mayor prestigio (The Lancet, Nature, o International Journal of Biometeorology), han publicado artículos trascendentes que vienen a confirmar que este tipo de percepciones tienen base científica.

Desde hace unos años, el comentario "va a llover porque me duelen las articulaciones", ha dejado de ser un mito para convertirse en una realidad.

Concretamente los pacientes con enfermedades reumáticas, experimentan un aumento del dolor articular cuando baja la presión atmosférica (por ejemplo días antes de que llueva). "El paciente tiene razón cuando se queja", afirma la doctora Ingrid Möller, reumatóloga y directora del Instituto Poal de Barcelona. La doctora Möller sitúa en un 40% los enfermos susceptibles de predecir fenómenos meteorológicos con su dolor: "Por suerte, el cambio de tiempo sólo influye en la percepción del dolor y no agrava la enfermedad".

Sin embargo, estos cambios no sólo afectan a la percepción del dolor, sino también al estado de ánimo.

El otro día, comentando el tema con un compañero que trabaja en el campo de la rehabilitación neurológica, me decía que a menudo se encuentra con pacientes, con un nivel cognitivo muy bajo, que están mucho más nerviosos e intranquilos cuando hay cambios de tiempo o se acercan tormentas (lo mismo pasa con los niños pequeños en las escuelas o guarderías).

Se les nota más sensibles a estímulos que quizás toleraban mejor en otras condiciones, como por ejemplo ocurre con los estiramientos musculares, donde se desencadena una reacción asociada más precoz o exagerada durante los días grises que en otros.

Y no digamos ya los animales. Aunque no hay demasiada bibliografía, justo antes de que el tsunami golpeara las costas del Sudeste Asiático, los animales presintieron de algún modo el desastre y huyeron, sólo fenecieron los que estaban atados. El subdirector del departamento Nacional de Vida Salvaje de Sri Lanka H.D Ratnayake, declaró el 29 de diciembre de 2004: "Es extraño que no hayamos registrado la muerte de animales. Ningún elefante está muerto, ni siquiera una liebre o un conejo", manifestó tras el maremoto que acabó con la vida de alrededor de 300.000 personas. Seguramente porque habían abandonado el lugar muchas horas antes de que llegara.

¿POR QUÉ NOS AFECTA?

Existen varias teorías que se han atribuido al hecho irrefutable de que ciertas áreas del cuerpo; articulaciones, cicatrices o antiguas lesiones, muestran predilección a mostrarse sensibles cuando las condiciones meteorológicas cambian o van a cambiar.

Receptores de presión

Los barorreceptores son terminaciones nerviosas sensibles a los cambios de presión sanguínea, situados en las paredes de los vasos sanguíneos.

A modo de resumen, la función de estos receptores es detectar los cambios de presión arterial y transformarlos en señales, que desencadenan una serie de respuestas fisiológicas para estabilizar la presión y normalizarla.

Al parecer, y según apuntan algunos expertos en el tema, estos receptores de presión también atienden a cambios de presión atmosférica y de ahí que nuestro cuerpo emita señales en forma de molestias o dolores. Su utilidad reside en captar los cambios barométricos relacionados con la presión atmosférica y emitir "señales de aviso" a nuestro cerebro.

Hoy en día, quizá cueste encontrar el punto práctico a estas señales, porque ya no las necesitamos. Pero si echamos la vista atrás y recordamos a nuestros antepasados prehistóricos, puede que le encontremos la lógica.

Ellos asociaban la llegada de una tormenta con el peligro, sería como una señal de aviso para buscar refugio, un techo no sólo para no mojarse, sino para evitar otras consecuencias más graves. Algo así como; "cuidado que se avecina una buena" y posiblemente, la asociación lluvia-peligro haya perdurado hasta nuestros días y algunas de estas señales siguen circulando en respuesta a esas situaciones.

Siguiendo con la teoría "evolutiva", se sabe que las mujeres son más sensibles a los cambios meteorológicos que los hombres. Seguramente una de las razones sea que el instinto maternal exigía en la prehistoria, adelantarse a los cambios de tiempo para trasladar a los pequeños de la familia desde los lechos de los ríos, hasta zonas rocosas de mayor altura para protegerlos antes de una tormenta.

Así pues, tal y como afirman algunos expertos, este sexto sentido que todavía conservan algunas personas es un "rasgo vestigial positivo", pues permite anticiparse a algo que va a ocurrir.

Capacidad mnemotécnica del cerebro

Esta otra teoría habla de la capacidad que puede tener el cerebro, de recordar y asociar una experiencia dolorosa previa con un estado meteorológico concreto en el momento que sucedió. Por ejemplo, un accidente de tráfico en un día lluvioso, ocasionado por una calzada excesivamente mojada que provocó en el conductor un latigazo cervical y dolores en las cervicales durante mucho tiempo, pueden reaparecer cuando se repiten los mismos componentes meteorológicos que se daban el día del accidente.

A mi personalmente, esta teoría no me convence mucho, ya que implica necesariamente una experiencia dolorosa previa, asociada a un estado meteorológico concreto. En tal caso, la relación que establecemos entre el dolor y el cambio de tiempo no sería "universal", como parece que sí pasa. Es decir, hay personas que notan ese dolor pero no han

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