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El Color Del Ruido


Enviado por   •  26 de Junio de 2014  •  1.318 Palabras (6 Páginas)  •  151 Visitas

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No es fácil encontrar algo que suscite tantos sentimientos y fantasías como el arcoíris: ¿quién, niño o adulto, no se ha soñado al pie del arcoíris descubriendo riquezas y tesoros?, ¿quién no se ha imaginado con la facultad de cruzarlo, de tocarlo y sentirlo? La literatura universal se encuentra llena de referencias al arco del cielo: leyendas, mitos, historias y poemas se han inspirado en este fenómeno.

Por ejemplo, cuenta una leyenda zapoteca que el murciélago era el más bello de los seres voladores; su plumaje, rico y abigarrado, provocaba la envidia de pájaros y mariposas. El murciélago era soberbio y vanidoso de tal manera, que no perdía ocasión de ofender al resto de los animales, los cuales se organizaron y presentaron una queja ante los dioses. El castigo del murciélago fue perder sus colores y éstos quedaron en el cielo formando el arcoíris. Iris, para los antiguos griegos, era la mensajera de los dioses —el puente entre el cielo y la tierra— y se encargaba de llevar agua desde la laguna Estigia, en el Hades, hasta el Olimpo. El líquido era usado por los dioses para comprometerse, bajo pena de castigos, en votos solemnes. Asgard, el palacio celestial de los pueblos germánicos, sólo podía ser alcanzado mediante Bifrost, el puente encantado. El arcoíris, una vez más, puente entre el cielo y la tierra. Nuestro idioma, el castellano, tiene uno de los nombres más lindos para el arcoíris, pues significa precisamente eso: el arco de Iris. En otros idiomas el nombre que se le asigna al arcoíris no tiene gracia.

Independientemente del origen de las leyendas, el arcoíris llama la atención por la gama de colores que muestra y por su naturaleza inmaterial y etérea. Desde tiempos inmemoriales, la humanidad se ha preguntado: ¿cómo se forma el arcoíris?, ¿qué son los colores? Aristóteles decía que los colores que percibimos son distintas combinaciones del blanco y el negro.

En 1666, Isaac Newton rompió la blancura de la luz al hacer pasar un rayo de sol por un prisma. ¿Se pueden imaginar ustedes el pasmo y el asombro que debieron haber invadido a Newton cuando observó que la luz blanca, tan homogénea y tan pura, en realidad estaba constituida por una hermosa gama de colores que eran exactamente los mismos que los del arcoíris? Antes los árabes se habían dado cuenta de que existen ciertos fenómenos en los cuales aparecen arcoíris, pero fue Sir Isaac el primero en llevar a cabo un experimento metódico y sistemático.

Se dice que Newton descompuso el espectro únicamente en siete colores, pese a que es continuo, como una analogía de las siete notas de la escala musical en las que se divide una octava. ¿Por qué empleó

Newton este símil? Sir Isaac profesaba el hermetismo, una suerte de filosofía con tintes religiosos de origen egipcio- helénico cuyo texto fundamental, el Corpus Hermeticum, era una colección de escritos asociados con Hermes Trismegisto (“Hermes, el tres veces grande”, versión griega del dios egipcio Thoth). Los seguidores de estas creencias ejercían la astrología, la magia y el ocultismo. Estoy casi seguro que el origen de este arranque newtoniano de misticismo pitagórico está relacionado con sus ideas herméticas, pero nunca he podido confirmar esta sospecha en la literatura. Isaac Newton y Gottfried Wilhelm Leibniz dieron a conocer al mundo el cálculo diferencial e integral. Con este descubrimiento llegaron las ecuaciones diferenciales y el mundo no volvió a ser el mismo.

Estos artefactos matemáticos resultaron ser el puente entre las causas y sus efectos en un fenómeno dado. En particular, la famosísima segunda ley de Newton se escribe como una ecuación diferencial de segundo orden y establece que si se conocen las fuerzas que actúan sobre un objeto, se podrán predecir sus efectos (siempre que se sepa resolver la ecuación).

El trabajo posterior de los franceses Fresnel, Fizeau y Foucault y del inglésYoung en el siglo XIX, aniquiló lo que quedabade la teoría corpuscular de la luz y estableció firmemente que la luz era una onda transversal (la dirección de las oscilaciones perpendicular a la dirección de propagación).

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