El crecimiento del funcionalismo moderno movimiento
normasarmientotoTrabajo22 de Junio de 2014
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A principios del siglo xx, cuando se comenzó a superar el periodo del Art Noveau, surgió dentro de la arquitectura moderna el concepto FUNCIONALISMO, que se fue asimilando hasta al punto de ser inseparable dentro de la arquitectura moderna. Este concepto se basa en la utilización y adecuación de los medios materiales en fines utilitarios o funcionales, que sin embargo puede ser considerado como medida de perfección técnica, pero no necesariamente de belleza.
Las teorías funcionalistas toman como principio básico la estricta adaptación de la forma a la finalidad o “la forma sigue a la función” que es la belleza básica; pero que no es incompatible con el ornamento, que debe cumplir la principal condición de justificar su existencia mediante alguna función tangible o práctica, ya que no es suficiente deleitar a la vista, sino que también debe articular la estructura, simbolizar o describir la función del edificio, o tener un propósito útil.
Resumiendo en las palabras de G. Dorfles, es funcional “aquel sistema constructivo en que el empleo de los materiales está siempre de acuerdo con las exigencias económicas y técnicas en el logro de un resultado artístico. Al decir arquitectura funcional se quiere indicar, pues, aquella arquitectura que logra, o se esfuerza por lograr, la unión de lo útil con lo bello, que no busca sólo lo bello olvidando la utilidad, y viceversa”.
El auge del funcionalismo dentro del movimiento moderno se debe a que se convirtió en una alternativa al repertorio tradicional, que se encontraba inhabilitado en responder a las nuevas necesidades de la sociedad; y principalmente su difusión se debió a que el funcionalismo es un estilo muy favorable dentro de la industria inmobiliaria, que fue desvirtuando los aportes progresistas de personajes como Gropius, Mies y Le Corbusier, sustituyéndolos por un lenguaje que garantiza una mejor eficiencia en la producción de soportes para el consumo masivo, adecuándose a las exigencias económicas.
El movimiento Racionalista, a través de la adopción decidida de las teorías funcionalistas, responde al problema fundamental del divorcio entre el arte y la técnica que provocó la Revolución Industrial, o dicho de otra forma, la falta de adaptación del artista a los nuevos métodos de producción industrial causado por la falta de conexión con la vida de la comunidad.
Las sucesivas exposiciones mundiales que se realizan durante la segunda mitad del siglo xix, son el escenario de la revolución industrial y tecnológica que tiene lugar en los países europeos desarrollados, y sus respectivas cedes fueron extraordinarias muestras de la nueva tecnología constructiva y de los nuevos materiales, pero el viejo continente seguía con su contexto cultural dominante y no logra apartarse de las tendencias reinantes anteriores a las últimas décadas del siglo xix, por lo que fue más fácil introducirlo en países menos rígidos en cuanto a tradiciones estilísticas, como es el caso de Norteamérica, en donde la arquitectura comercial impone pautas diferentes al diseño, y el rascacielos se constituye en un símbolo del patrón económico pujante y en plena expansión.
El Art Noveau pude parecernos la antítesis de funcionalismo, pero hay que considerarlo como la primera manifestación global de la arquitectura moderna. Mientras que la técnicas avanzaba rápidamente, la arquitectura oficial se refugiaba en construcciones que imitaban los estilos históricos. Fueron los ingenieros expulsados del campo del "arte" los que actuaban más racional y lógica, más acorde con los presupuestos estéticos en sus grandes construcciones. Se le atribuye al Art Noveau el haber comprendido que con el hormigón y el hierro se podían crear formas nuevas, derivadas de la funcionalidad de tales materiales.
Victor Horta, P.H.Berlage, P.Behrens, O.Wagner, J.Hoffman, J.M.Olbrich, A.Gaudí, J.M.domenech,
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