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Endocarditis Bacteriana

spaciodental19 de Junio de 2013

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Endocarditis bacteriana en odontología 2290 visitas

La endocarditis bacteriana es una infección en el revestimiento del corazón. Esta infección puede afectar a cualquier persona (bebé, niño o adulto) con una cardiopatía presente desde el nacimiento (cardiopatía congénita) o puede afectar a una persona sin ninguna enfermedad cardíaca. La endocarditis bacteriana no pasa con mucha frecuencia, pero cuando se produce puede causar un grave daño al corazón, esto ocurre cuando las bacterias (gérmenes) ingresan en el torrente sanguíneo y se alojan dentro del corazón, donde se multiplican y causan una infección.

¿Quiénes se encuentran en riesgo de sufrir una endocarditis bacteriana?

De alto riesgo:

• Válvulas protéticas cardíacas, incluyendo bioprotéticas, y válvulas "homograph".

•Endocarditis bacterial previa.

• Enfermedades congénitas cianóticas.

• Intervenciones quirúrgicas de desvíos, conductos sistema-pulmonares.

De riesgo moderado:

• Otras malformaciones cardíacas.

• Disfunciones valvulares adquiridas (por ejemplo enfermedad reumática cardíaca).

• Cardiopatías hipertróficas.

• Prolapso de válvula mitral con regurgitación.

¿Cuándo es necesario dar profilaxis antibiotica?

• Extracciones dentarias.

• Tratamiento periodontal incluyendo cirugía.

• Colocación de implantes.

• Reimplantes de dientes avulsionados.

• Endodoncia: instrumentación o cirugía más allá del ápice dentario.

• Aplicación subgingival de antibióticos.

• Inyección intraligamentosa.

• Colocación inicial de bandas, pero no brackets.

• Limpieza de dientes o implantes cuando se prevea sangrado.

• La profilaxis se recomienda en pacientes con moderado o alto riesgo cardíaco.

Esto incluye obturaciones y restauraciones protéticas.

PROFILAXIS ANTIBIOTICA RECOMENDADA EN PACIENTES DE RIESGO

Para pacientes en general:

AMOXILINA: Adultos: 2gr. niños 50 mg/kg. 1 hora antes de la intervención.

Para pacientes con medicación especial:

AMPICILINA: Adultos 2.0 gr. IM o IV, niños 50 mg/kg. 30 minutos antes de la intervención.

Para pacientes alérgicos a la penicilina:

CLINDAMICINA: Adultos 600 ma. niños 20mg/kg. 1 hora antes de la intervención.

CEFALOSPORINA: Adultos 2.0 gr. niños 50 mg/kg. 1 hora antes de la intervención.

AZITROMICINA: Adultos 500 ma. niños: 15 mg/kg.1 hora antes de la intervención.

Para pacientes alérgicos a la penicilina y con medicación especial:

CLINDAMICINA: Adultos: 600ma. niños 20mg/kg. 30 minutos antes de la intervención.

http://www.josepferre.com/omedica/?p=43CEFALOSPORINA: Adultos 1.0 gr. niños 25 mg/kg. IM o IV. 30 minutos antes de la intervención.

*La CEFALOSPORINA no debe ser usada en pacientes con reacción tipo inmediato a la penicilina (urticaria, angioedema o anafilaxia).

Publicado por admin a las 23:01 en Patología

La endocarditis bacteriana o infecciosa (EI) es una infección endovascular poco frecuente pero de gran gravedad, cuyo pronóstico ha mejorado por los avances en el diagnóstico y tratamiento, pero continúa siendo de gran impor¬tancia la prevención de la infección.

Precisamente los tratamientos odontológicos con sangrado de mucosas son, quizás, los procedimientos médicos princeps sobre los que hay que aplicar dicha prevención.

La American Heart Association (AHA) recomendaba esta profilaxis a un numeroso grupo de pacientes desde hace más de 50 años. Estas primeras recomendaciones han sufrido transformaciones a lo largo del tiempo, pero quizás los cambios más importantes se han producido en los últimos documentos editados.

En la actualidad existen algunas discrepancias entre las recomendaciones de las Sociedades Cientíicas con relevancia en nuestro medio (americana, europea y española), lo que es comprensible si tenemos en cuenta que no hay una evidencia cientíica consolidada en muchos aspectos de su implementación.

La American Heart Association (AHA) recientemente ha revisado sus indicaciones con cambios importantes respecto a las directrices de su anterior documento de 1997.

También la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) ha revisado sus indicaciones en 2004, con cambios importantes dirigidos a restringir su empleo tan solo a pacientes de muy alto riesgo, y en algunos supuestos no está en total acuerdo con las últimas directrices de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) que emitió su último informe en al año 2000.

La cuestión que menos controversias presenta es cómo ha de realizarse la profilaxis, pues está bien establecido que el tiempo más efectivo de la profilaxis antimicro¬biana, es su administración de 30 minutos a 1 hora antes del procedimiento.

Los aspectos mas controvertidos son los relativos a los procedimientos en los cuales debe emplearse y so¬bretodo a los pacientes que deben recibirla, pues ape¬nas hay estudios que demuestren su eficacia, por lo que las recomendaciones se basan en la experiencia clínica y en las recomendaciones de grupos de expertos.

Hay que recordar que a pesar del amplio uso de la profilaxis de EI, no es inusual la detección de pacientes que sufren la enfermedad sin estar clasi¬ficados como grupo de riesgo. De hecho se estima que aunque la profilaxis tuviera una eficacia del 100% son pocos los casos que serían evitados, por lo que se está limitando los grupos de riesgo para recibirla y se cues¬tiona su necesidad en procedimientos relacionados con el tracto respiratorio (TR), gastrointestinal (GI) o ge¬nitourinario (GU).

La creencia mas generalizada sobre la etiología de la EI es que está fuertemente relacionada con procesos dentales, lo que sin duda es cierto, pero no necesaria¬mente relacionado con manipulaciones asistenciales. De hecho, múltiples publicaciones inciden sobre una relación causal, para algunos autores es sobrestimada, puesto que en muchas ocasiones estas manipulaciones pueden estar relacionadas con procesos relacionados con la vida cotidiana como el simple cepillado dental, y no exclusivamente con manipulaciones odontológicas; sin embargo hay pocas que lo hagan con procedimientos relacionados con el tracto GI o GU.

Se estima que la incidencia de EI es de unos 5-7 ca¬sos/100.000 personas-año y que presumiblemente ha permanecido estable en las cuatro décadas pasadas.

El factor predisponente más común clásicamente era la cardiopatía reumática que continúa siéndolo en países menos desarrollados, pero que en países desarrollados ha sido sustituida por la presencia de válvulas o mate¬rial protésico; en estos pacientes el riesgo de padecer una EI se eleva a unos 2.160 casos por 100.000 pacien¬tes-año.

A pesar de todo lo expuesto, las nuevas recomen¬daciones de la AHA recomiendan la restricción en los pacientes de riesgo a recibir profilaxis, puesto que la ad¬ministración de profilaxis no está exenta de riesgo y pue¬de presentar repercusiones de importancia, como son el aumento de resistencia de los principales microorga¬nismos implicados en EI (estreptococos del grupo viridans). Además de las escasas evidencias sobre el impacto de la profi¬laxis antimicrobiana en la prevención de la EI e incluso sobre los procedimientos en los que se ha de aplicar, pues se desconoce la incidencia, magnitud y duración de la bacteriemia relacionada con los mismos.

Este cambio en las recomendaciones de la población diana a incluir en la profilaxis puede suponer un reto asistencial, pues distorsiona actuaciones previas tanto de médicos al aplicarlas, como de pacientes al recibirlas, y sobre todo para estos últimos puede ser más difícil de entender.

Por ello, a la espera de la realización de un estudioadecuado (aleatorizado, prospectivo, doble ciego), lo razonable es se¬guir las recomendaciones, bien de la AHA o bien del Na-tional Institute of Health and Clinical Excellence (NICE), que establecen que la población de riesgo serían aquellos pacientes con endocarditis previa, prótesis valvular, car-diopatías congénitas (las Guías del NICE excluyen la comunicación interauricular, la comunicación interventri¬cular y el ductus que han sido correctamente reparados), enfermedad valvular con estenosis o regurgitación (la AHA, sólo en los receptores de trasplante cardíaco) y la miocardiopatía hipertrófica (NICE).

Si bien la principal cuestión a solucionar es a quien hay que administrar profilaxis, tema que ya hemos visto que es controvertido y sin apenas evidencias cientí¬ficas sobre su eficacia, la segunda cuestión a dilucidar es en qué procedimientos hay que aplicarla. De nuevo encontramos escasa evidencia científica y discrepancias entre las recomendaciones de las principales Sociedades Científicas implicadas en el tema.

Una bacteriemia transitoria es extraordinariamen¬te frecuente en procedimientos odontológicos como la extracción dentaria (10-100%), cirugía periodontal (36¬-88%) e incluso en tartrectomías (hasta un 40%), pero es menos conocido el riesgo asociado a las activida¬des cotidianas de higiene dental, en las cuales también son frecuentes, como por ejemplo el cepillado de dientes rutinario (20-68%), el uso de palillos dentales (20-40%), o dispositivos de irrigación dentaria (7-50%).

Autores como Roberts han estimado que el riesgo de bacteriemia por el cepillado de dientes dos veces al día es 154.000 veces mayor al año que el

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