Ensayo Problema Ambiental y posible solución
Isabella AraujoEnsayo3 de Febrero de 2019
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PROBLEMAS AMBIENTALES EN TORNO A LA ACEQUIA
LA PACHITA MUNICIPIO DE GUADALAJARA DE BUGA
TABLA DE CONTENIDO
Pág.
1. INTRODUCCIÓN 4
2. OBJETIVOS 6
2.1. OBJETIVO GENERAL 6
2.2. OBJETIVOS ESPECÍFICOS 6
3. MARCO REFERENCIAL 7
3.1. MARCO TEÓRICO 7
3.2. ANTECEDENTES 12
3.3. MARCO LEGAL 13
4. RESULTADOS Y ANÁLISIS 14
4.1. ENCUESTA A VECINOS 16
4.2. ENTREVISTA AL SECRETARIO DE OBRAS PÚBLICAS 18
4.3. ANÁLISIS DE RESULTADOS 19
5. CONCLUSIONES 21
BIBLIOGRAFÍA 22
- INTRODUCCIÓN
En la zona montañosa del municipio de Guadalajara de Buga nace la quebrada “La Pachita”, la cual tienen un recorrido de 1.2 Km. por la zona nororiental de la ciudad, en su recorrido urbano la quebrada ha sido canalizada formando una acequia que debido a la falta de cultura ciudadana recibe las basuras que los transeúntes y vecinos tiran en forma constante afectando su conservación y generando un grave riesgo ya que en épocas de lluvias la basura hace que se taponen las salidas de la acequia y se produzcan inundaciones en los barrios aledaños.
En el Plan de Ordenamiento Territorial del municipio y en las políticas ambientales a nivel nacional se ha determinado que a lado y lado de la acequia se debe mantener un área forestal protectora en una franja igual a dos veces el ancho de la acequia esta disposición no se cumple en La Pachita, ya que en gran parte de su recorrido está rodeada por una delgada línea de césped y por una vía pavimentada que comunica a los vecinos del norte con el resto de la ciudad.
Según lo dispone la ley, las autoridades municipales están obligadas a hacer limpiezas periódicas a la acequia, y los funcionarios están cumpliendo con su labor cada cierto tiempo, pero cada vez que realizan las jornadas de limpieza encuentran gran cantidad de basura arrojada por la comunidad; la falta de conciencia ciudadana es preocupante pues en caso de inundaciones son los habitantes del sector los que se ven afectados; la falta de cooperación de la comunidad se evidencia en que los vecinos después de cada jornada de limpieza siguen tirando todo tipo de desechos, de escombros y hasta animales muertos generando una grave problemática de tipo ambiental en el área de influencia.
En este trabajo se busca describir la situación actual de la acequia la Pachita, los riesgos ambientales y de seguridad que representa para los habitantes del sector y se plantearán algunas propuestas de solución que puedan aplicarse para minimizar los impactos que las actividades antrópicas generan en este cuerpo de agua.
- OBJETIVOS
- OBJETIVO GENERAL
Evaluar la situación actual de la acequia la Pachita en relación con las políticas medioambientales que se han formulado a nivel nacional y local para proteger los cuerpos de agua.
- OBJETIVOS ESPECÍFICOS
- Describir las principales afectaciones que sufre la acequia a lo largo de su recorrido por el municipio y conocer las estrategias implementadas por los organismos encargados de la prevención de riesgos.
- Proponer alternativas de solución a la problemática que afecta a la acequia La Pachita y a las personas que habitan en su área de influencia.
- MARCO REFERENCIAL
- MARCO TEÓRICO
- Las acequias y su importancia
Según la definición del diccionario de la Real Academia Española de la Lengua una acequia es una zanja o canal por donde se conducen las aguas para regar y para otros fines. Teresa Dovalpage, escribe el texto “La cultura de las acequias”, en este explica cómo se originaron estos canales de agua, cuál era su utilidad y cómo eran utilizadas por las diferentes comunidades agrícolas:
Las acequias son sistemas comunales de riego cuyo origen se remonta a los desiertos del Oriente Medio, donde comenzaron a utilizarse desde hace más de diez mil años. Su uso se extendía por España durante la ocupación árabe. Más tarde, por su relativa sencillez, las acequias se emplearon en los asentamientos españoles en América, donde desempeñaron un papel fundamental para la supervivencia de las comunidades agrícolas establecidas en regiones secas como el suroeste americano.
Este sistema de regadío aseguraba una manera justa de distribuir el agua, sobre todo en pocas de sequía. Cada miembro de la acequia, o parciante, votaba para elegir al mayordomo, que tenía la máxima autoridad en las disputas sobre el agua. Una vez que empezaba la primavera, se citaba a todos los hombres para que se reunieran un da específico a fin de limpiar la acequia madre, esto es, la acequia principal de la que cada parcela individual recibía el agua.
Lo primero que se hacía era reparar el canal, que a veces sufría daños durante las heladas en invierno o se llenaba de ramas y troncos caídos que impedían el paso del agua. Una vez listo el canal, el agua comenzaba a fluir y el mayordomo supervisaba su uso. A cada parciante se le asignaba un día específico cada semana para regar su parcela.
Actualmente el agua llega a los campos por medio del acueducto o se saca de un pozo, pero las acequias continúan siendo una parte muy importante de la agricultura en algunas regiones.[1]
De esta explicación se desprende que las acequias constituyen importantes recursos hídrico en las regiones agrícolas sobre todo en las que son duramente golpeadas por la sequía ya que garantizan a los cultivadores la disponibilidad de agua durante todo el año; en algunas ciudades que comprenden en su territorio áreas agrícolas las acequias siguen cumpliendo funciones necesarias para la conservación de los cultivos pues son utilizadas para el regadío de estos.
En relación con las acequias que existen actualmente en las ciudades y que se han integrado al área urbana se pueden citar los hallazgos descritos en el libro “Entorno natural de 17 ciudades de Colombia” editado por Michael Hermelin, en la introducción los investigadores explican cómo se dio el proceso de organización de las ciudades en Colombia y cómo se fueron expandiendo.
Cuando los conquistadores llegaron al territorio colombiano buscaron sitios estratégicos para construir las ciudades; los lugares escogidos en cualquier época fueron en general adecuados. Pero lo fueron para poblaciones de tamaño reducido en comparación con el gigantismo urbano que caracteriza nuestra época.
El problema surge a partir de la segunda mitad del siglo XX, cuando el país empieza a crecer aceleradamente tanto en demografía como en urbanización. Las ciudades lo hacen en la totalidad de los casos en forma desordenada, se ocupan terrenos expuestos a amenazas naturales, y se pierde el control de esa convivencia a medias con la naturaleza; a medias porque a pesar de sus conocimientos empíricos, los fundadores no eran capaces de prever fenómenos destructores como sismos, erupciones volcánicas o aun grandes inundaciones.
El sentido común les permitía intuir la presencia de inestabilidad o de inundaciones bastante frecuentes, pero de poco servía para anticipar terremotos o erupciones volcánicas relativamente escasas en España y en Europa en general.
Resultado de esa imprevisión, por cierto perfectamente explicable, es el alto precio que han pagado las ciudades colombianas ante las llamadas iras de la naturaleza: Bogotá destruida por un sismo en 1810; Popayán en varias ocasiones, la última en 1985, Cúcuta en 1875, Armenia en 1999.
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