ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Ensayo Sartori


Enviado por   •  15 de Mayo de 2013  •  2.166 Palabras (9 Páginas)  •  274 Visitas

Página 1 de 9

¿Hacia dónde va la ciencia política? ..........

GIOVANNI SARTORI* La ciencia política, según entendemos actualmente el término, nació en Eu- ropa Occidental a principios de la década de 1950. Se podría decir que “rena- ció”, pero eso no sería del todo preciso, porque en el siglo XIX y hasta la Segunda Guerra Mundial, dicha etiqueta señaló una disciplina cautiva dominada, en gran medida, por los enfoques jurídicos o históricos (como en el caso, por ejemplo, de Gaetano Mosca). De este modo, la ciencia política tuvo un nuevo comienzo y se convirtió en un campo de investigación por derecho propio más o menos hace medio siglo. En ese tiempo, yo fui uno de sus fundadores (junto con Stein Rokkan, Juan Linz, Mattei Dogan, Hans Daalder, Eric Allardt, S. N. Eisenstadt y otros. Véase Comparative European Politics: The Story of a Pro- fession, editado por H. Daalder, 1997). Soy, por lo tanto, uno de los testigos de lo que los “jóvenes turcos” de ese entonces tenían en mente, de cómo conce- bimos y promovimos la ciencia política. Ahora soy un “viejo sabio” y me da gusto reflexionar, unos cincuenta años después, respecto a dónde ha ido la ciencia política y si ha seguido el camino correcto, el que yo hubiera deseado y esperado. Así, preguntar hoy día hacia dónde se ha estado dirigiendo la cien- cia política es también preguntar si los nuevos comienzos de la disciplina en Europa Oriental debieron o no seguir el camino andado por nuestro “gran her- mano”, y me refiero a la ciencia política estadounidense. A mí también me ha absorbido de alguna manera nuestro gran hermano (ciertamente, benévolo y bien intencionado) pues tengo unos treinta años de dar clases en Estados Unidos. Permítaseme añadir que yo me he beneficiado bastante de mi contacto con Es-

* Giovanni Sartori es profesor emérito de la Universidad de Columbia, 2960 Broadway, New York, NY 10027-6902. Traducción del inglés de Susana Moreno Parada.

tados Unidos. Sin embargo, siempre he resistido y aún resisto su influencia. Y aprovecho esta ocasión para decir por qué no estoy a gusto con el molde esta- dounidense de la ciencia política actual. Permítaseme regresar, por un momento, a nuestros inicios. Desde la década de 1950 y hasta la fecha, los británicos generalmente han descartado la noción de ciencia política; se aferran a la etiqueta de estudios políticos y/o gobierno. ¿Cuál fue la manzana de la discordia? En retrospectiva, y frente a la cuantifi- cación de la ciencia política, me arrepiento un poco de haber peleado del lado de la “ciencia”. Pero en ese momento tenía sentido hacerlo. Decir “estudios po- líticos” nos deja con un lenguaje ordinario, con un discurso normal que no dis- tingue este esfuerzo. En particular, no separa la investigación narrativa de la cognitiva. En segundo lugar, no trae consigo un lenguaje “especializado” (como se requiere en cualquier investigación científica). Y, en tercer lugar, “los estu- dios” no exigen bases metodológicas ad hoc. Por todas estas razones, estába- mos en lo correcto en sostener el estandarte de la ciencia, pues no podíamos prever cuán estrecha se volvería la noción de ciencia en suelo estadounidense. Todo lo anterior me lleva a la siguiente pregunta: ¿qué tipo de ciencia pue- de y debe ser la ciencia política? Siempre he sostenido que nuestro “modelo” fue la economía. Sin embargo, los economistas tienen una tarea más fácil que otros. Para empezar, el comportamiento económico se apega a un criterio (uti- lidad, la maximización del interés, del beneficio), mientras que el comporta- miento político no lo hace (el hombre político manifiesta una variedad de mo- tivaciones). En segundo lugar, los economistas trabajan con números reales (cantidades monetarias) inscritos en el comportamiento de su animal econó- mico, mientras que los científicos sociales trabajan con valores numéricos asig- nados y a menudo arbitrarios. Más aún, la ciencia de la economía se desarrolló cuando se entendía muy bien que una ciencia necesita definiciones precisas y estables en su terminología básica y, de la misma manera, “contenedores de datos” estables que permitan una construcción acumulativa de información, mientras que la ciencia política estadounidense —aparecida unos 150 años después— rápidamente se encontró con los “paradigmas” de Kuhn y sus revo- luciones científicas y alegremente entró en el emocionante pero insustancial

VOL. XI . NÚM. 2 . II SEMESTRE DE 2004POLÍTICA y gobierno350

d ebate

camino de revolucionarse a sí misma más o menos cada quince años en bús- queda de nuevos paradigmas, modelos y enfoques. En conjunto, me parece que la ciencia política dominante ha adoptado un modelo inapropiado de ciencia (extraído de las ciencias duras, exactas) y ha fracasado en establecer su propia identidad (como ciencia blanda) por no de- terminar su metodología propia. Por cierto, mis estantes están inundados de li- bros cuyos títulos son “Metodología de las ciencias sociales”, pero esas obras simplemente tratan sobre técnicas de investigación y procesamiento estadísti- co. No tienen casi nada que ver con el “método de logos”, con el método del pensamiento. Por lo que tenemos una ciencia deprimente que carece de méto- do lógico y, de hecho, ignora la lógica pura y simple. Sea como sea (más adelante ofreceré ejemplos), permítaseme primero iden- tificar las características principales de la vanguardia, es decir, de cómo la ciencia política se ha establecido en la Academia Estadounidense y, bajo su po- derosa influencia, en la mayor parte del mundo. Sostengo que nuestra discipli- na ha buscado su identidad en ser:

i. antiinstitucional y, en el mismo sentido, conductista; ii. progresivamente tan cuantitativa y estadística como fuera posible; y iii. dada a privilegiar la vía de la investigación teórica a expensas del nexo entre teoría y práctica.

Mi primera reacción a lo anterior es: i) que la política es una interacción en- tre el comportamiento y las instituciones (estructuras) y, por tanto, ese conduc- tismo ha matado una mosca con una escopeta y, en consecuencia, exageró; ii) que el cuantitativismo, de hecho, nos está llevando a un sendero de falsa precisión o de irrelevancia precisa, y iii) que al no lograr confrontar la relación entre teoría y práctica hemos creado una ciencia inútil. Puesto que las dos primeras acusaciones son conocidas, no requieren expli- cación. Por tanto, propongo que pasemos a la tercera. La pregunta es: ¿cono- cimiento para qué? ¿Tan sólo por el conocimiento en sí? En parte sí, pero en parte no.

VOL. XI . NÚM. 2 . II SEMESTRE DE 2004 POLÍTICA y gobierno 351

d

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (13.5 Kb)  
Leer 8 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com