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Enzayo De La Semilla


Enviado por   •  5 de Marzo de 2014  •  10.827 Palabras (44 Páginas)  •  301 Visitas

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Capítulo 9 ENSAYO DE LA SEMILLA (continuar)

Ensayos de germinación

De todas las mediciones de la calidad de un lote de semilla, ninguna tiene tanta importancia como la que sirve para determinar la germinación potencial de las semillas (Bonner 1974). Los ensayos de germinación que se efectúan en laboratorio tienen por finalidad principal estimar el número máximo de semillas que pueden germinar en las condiciones óptimas. La utilización de condiciones ideales normalizadas en el laboratorio, como las que prescribe la ISTA, garantiza que los resultados obtenidos con un determinado lote en un laboratorio sean idénticos con los obtenidos en cualquier otro laboratorio de ese mismo u otro país. Para las semillas que se mueven por el circuito del comercio internacional es muy útil disponer de una norma común para evaluar el potencial de germinación. Por el contrario, está claro que los resultados que se obtienen en las condiciones ideales controladas en el laboratorio no son directamente aplicables sobre el terreno, en el vivero, donde sólo se puede ejercer un control limitado sobre las condiciones ambientales. Cada viverista debe aplicar su propio factor de corrección, derivado de su experiencia a lo largo de los años, para convertir el potencial de germinación de un lote tal como viene determinado por los ensayos de laboratorio en la germinación efectiva sobre el terreno que puede esperar en las condiciones locales de su vivero.

En el otro extremo, hay viveristas que, antes de efectuar una siembra en gran escala, prefieren efectuar su propio ensayo de germinación en su vivero. Los resultados de estos ensayos deben ser directamente aplicables a siembras ulteriores del mismo lote en el mismo vivero, pero no tienen por qué serlo a otros viveros. No obstante, a veces no hay tiempo suficiente para efectuar ensayos de germinación antes de la siembra principal, y los administradores de grandes viveros operacionales pueden ser reacios a iniciar una investigación en pequeña escala.

Entre ambos extremos se encuentra el caso de la pequeña estación de investigaciones silvícolas que carece de los medios de laboratorio necesarios para observar las prescripciones de la ISTA en materia de ensayos, pero que somete a ensayos de germinación en el vivero a las partidas de semilla a granel antes de distribuirlas entre proyectos de forestación repartidos por todo el país. También en este caso el ingeniero forestal o el viverista local han de aplicar su propio factor de corrección para convertir las cifras de germinación efectiva obtenidas en el vivero de investigación en las cifras de germinación que cabe esperar en su vivero operacional de gran tamaño.

La descripción que figura a continuación se basa en gran parte en la de (Turnbull 1975d). Se ajusta a las Reglas de la ISTA (1976), aunque algunos de los principios son igualmente aplicables cuando la falta de equipo o de personal capacitado obliga a utilizar métodos más sencillos.

La germinación se define como el surgimiento y desarrollo, a partir del embrión de la semilla, de las estructuras esenciales que indican la capacidad de la semilla para producir una planta normal en condiciones favorables (Justice 1972, ISTA 1976). La germinación se expresa como el porcentaje de semillas puras que produce plántulas normales o como el número de semillas que germinan por unidad de peso de la muestra.

En el laboratorio, las condiciones ambientales, como la humedad, la temperatura, la ventilación y la luz, han de ser no sólo lo bastante específicas para iniciar la germinación, sino también favorables para el desarrollo de las plántulas hasta una fase en la que puedan identificarse los tipos normales y anormales.

Con pocas excepciones, todos los ensayos de germinación deben efectuarse con semillas puras separadas mediante el ensayo de pureza. Se mezcla bien la semilla pura y se cuenta aleatoriamente en réplicas. Después se espacian de manera uniforme sobre el substrato del ensayo. Normalmente un ensayo consta de 400 semillas en 4 réplicas de 100 semillas cada una, pero, si 100 semillas son demasiadas para el substrato de que se dispone, entonces las replicaciones pueden subdividirse en un número mayor de réplicas más pequeñas, de 50 ó 25 semillas cada una (Bonner 1974). Se recomienda de manera general dejar entre las semillas entre 1,5 y 5 veces la anchura o el diámetro normal de la semilla, para reducir el riesgo de que se desarrollen mohos de hongos (Bonner 1974, Justice 1972).

Las excepciones son las especies que tienen la semilla muy pequeña, pues en ellas es imposible (algunas especies de Eucalyptus) o muy difícil (Alnus, Betula, Populus, Salix) separar la semilla de la materia inerte o granzas que la acompañan. En estos casos el ensayo se efectúa con el mismo número de réplicas, pero éstas son de igual peso y no de igual número de semillas (véase las páginas 322–323).

El recuento de las semillas para llevar a cabo ensayos de germinación puede facilitarse empleando tableros contadores como los descritos en las páginas 293–294.

Equipo de germinación

El tipo de germinador que se va a emplear puede seleccionarse según la clase y la cantidad de semillas que van a ser objeto del ensayo; será aceptable siempre que pueda ofrecer un control adecuado de las condiciones prescritas en materia de temperatura, humedad y luz.

Los germinadores tienen tamaños muy variables, desde pequeñas o portátiles unidades individuales hasta cámaras de germinación en las que una persona puede estar de pie, pasando por armarios de diversas dimensiones y por las grandes masas de germinación del tipo Jacobsen de Copenhague. Los principales tipos que recomienda la ISTA son los siguientes:

Aparatos de Jacobsen y Rodewald. En Europa es de uso habitual un germinador denominado aparato de Jacobsen o cubeta de Copenhague. Se trata de una cubeta con agua cuya temperatura puede controlarse mediante termostatos. Las semillas se distribuyen encima de un papel y se colocan sobre unas tiras metálicas o de vidrio que están colgadas a unos 5–7 cm por encima de la cubeta; bajo el substrato hay unas mechas de papel o algodón que pasan por unos orificios hasta llegar al agua que está debajo. El contenido de humedad del substrato puede ajustarse modificando el nivel del agua, y también aumentando o reduciendo la distancia que hay entre el semillero y el agua (Kamra 1968).

La humedad se mantiene alta en torno a la semilla, bien cubriendo toda la cubeta con una tapa transparente, bien colocando un embudo de plástico invertido, con un orificio en el extremo cónico, encima

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