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Farmacología - principios básicos de la bioética para prescripción de medicamentos


Enviado por   •  12 de Mayo de 2020  •  Resúmenes  •  1.297 Palabras (6 Páginas)  •  76 Visitas

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1. Los principios básicos de la bioética para prescripción de medicamentos

Los principios de la Bioética, aplicados a la prescripción, pueden resumirse de la siguiente manera:

• Principio de No‐Maleficencia

Debe evitarse realizar daño físico, psíquico o moral a las personas. Para ello debe evitarse realizarles intervenciones diagnósticas o terapéuticas incorrectas contraindicadas desde el punto de vista científico‐técnico y clínico, inseguras sin evidencia suficiente, y proteger su integridad física y su intimidad.

• Principio de Justicia

Debe procurarse un reparto equitativo de los beneficios y las cargas, facilitando un acceso no discriminatorio, adecuado y suficiente de las personas a los recursos disponibles y un uso eficiente de los mismos.

• Principio de Autonomía

Debe respetarse que las personas gestionen su propia vida con libertad y tomen sus propias decisiones respecto a su salud y su enfermedad.

• Principio de Beneficencia

Debe promocionarse el bienestar de las personas, procurando que realicen su propio proyecto de vida y felicidad en la medida de lo posible.

El principio de beneficencia debe vincularse al de autonomía. Significa intentar conocer las opciones de los pacientes e incluirlas en las posibilidades de decisión. En la prescripción, estos dos principios estarían definidos por la optimización de la comunicación de información sobre riesgos y beneficios centrados en las características individuales y preferencias del paciente.

La autonomía del paciente se centra en este ámbito de la prescripción en el consentimiento o rechazo de distintas alternativas y no en la elección de distintas opciones comerciales del mismo principio farmacéutico. Así mismo el principio de beneficencia incluye las habilidades para contrastar con información y persuasión, y no sólo con manejo de normativas, las informaciones erróneas en que a veces se basan las peticiones de los pacientes.

Los principios de no maleficencia y justicia que tienen que ver con la identificación del objetivo terapéutico y la elección de los medios necesarios para alcanzarlo. En cambio, el respeto de la autonomía del paciente estará plasmada en torno a la incorporación de sus preferencias. Cuando el problema se sitúa en la armonización de deseos de los pacientes que no sean exigibles en justicia, una acción beneficiente del profesional sería intentar convencer al paciente de la inutilidad de tal consumo, y desde la justicia sería indicarle que los gastos derivados de su indicación no podrían ser considerados como una prestación normal dentro del sistema asistencial.

Si el médico obtuvo un consentimiento informado acerca de un plan terapéutico, parece que debe entenderse en lo relativo a la administración de determinado principio activo. Por el contrario, no parece razonable que un paciente consienta la administración de una determinada marca del fármaco, pero no de su especialidad farmacéutica genérica, con una eficacia y seguridad equivalente ya sea por diferencias en el envase, en el color, por la desconfianza que le genera el hecho de ser más barato o por cualquier otro motivo.

No se trata de ser un médico popular sino simplemente un buen médico. Un buen médico es el que sabe persuadir al paciente de cuál es la conducta correcta y más apropiada en cada momento y que no pisotea sus propios principios éticos por no discutir.

Hay cuestiones que se deben considerar en este aspecto como son decidir en qué situaciones y hasta qué punto puede un médico tener en consideración las preferencias del paciente por encima de otros argumentos. La satisfacción de los pacientes es una medida comúnmente usada de calidad de la atención, pero con frecuencia no concuerda con criterios más objetivos de calidad técnica.

Los pacientes están sujetos a influencias culturales y a información poco exacta que procede de su entorno social. Es frecuente que tengan ideas predeterminadas sobre la utilidad de los medicamentos y el beneficio que pueden esperar de ellos. Así, por ejemplo, es de sobra conocida la prescripción inadecuada de antibióticos por presiones de los pacientes. Estas ideas, a veces, consisten en prejuicios acerca de la efectividad o seguridad

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