Fecundacion Artificial
nindikfigueredo30 de Enero de 2013
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Gracias a la naturaleza, que ha dotado al hombre con las características necesarias; podemos procrear. Pero hay quienes no llegan a reproducirse, ya sea por opción propia o por impedimentos físicos.
Son estos últimos casos los que, de alguna manera, han motivado a los científicos a desarrollar nuevas técnicas de reproducción. Estos nuevos procedimientos corresponden a la Fecundación Artificial.
Ante ésta nueva técnica, se ha desarrollado una fuerte polémica entre los que la aprueban y los que la desaprueban. Por una parte están quienes ven la fecundación artificial, como una ventana de esperanza ante su incapacidad de procrear, sin importarles si pasan a llevar la moral o ciertos valores. Por otro lado están los que ven un acto inmoral y que trastoca completamente los valores.
Lo cierto es que la utilización que se está dando a esta fecundación es cada vez más materialista y egoísta, lo cual plantea gravísimos problemas morales, relativos al respeto debido al ser humano desde su misma concepción y a la dignidad de la persona, de su sexualidad y de la transmisión de la vida.
Este asunto implica mucha responsabilidad y ética, por parte de los médicos y quienes recurren a la técnica.
A continuación presentaremos una serie de datos, con el fin de facilitar el análisis de la fecundación artificial, desde los distintos puntos de vista, apoyándonos en bases científicas, ateas y religiosas.
PLANTEAMIENTO DEL TEMA
Por "procreación artificial" o "fecundación artificial" se entienden diversos procedimientos técnicos encaminados a lograr la concepción de un ser humano por una vía diversa de la unión del varón con la mujer.
Modalidades:
Se trata de lograr la unión de los gametos masculinos (espermatozoide) y femenino (óvulo) mediante procedimientos técnicos. Esa unión puede darse dentro del cuerpo de la mujer (inseminación artificial o fecundación intracorpórea) o fuera (fecundación extracorpórea). Admitir la fecundación extracorpórea implica autorizar no sólo que las personas concebidas por este procedimiento sean objetos de manipulación, sino que, en la mayoría de los casos, se produzcan abortos que, aunque no fueran directamente queridos, son previsibles y por tanto moralmente ilícitos. También se debe tener en cuenta que la fecundación extracorpórea, al generar una vida fuera de su lugar natural, acarrea el problema que se agrava hasta límites insospechables en caso que la madre que recurrió a la técnica, muera o se niegue a recibir a su hijo en su seno. Es este un problema sin solución.
Fecundación heteróloga:
En algunos casos, los gametos utilizados no son propios del matrimonio que accede a las técnicas sino que los gametos pertenecen a un hombre o una mujer diferente a los esposos; estos donantes declinan toda su responsabilidad -y hasta han de esconder su identidad- como padres.
En la fecundación heteróloga la finalidad se desvirtúa, es contraria a la unidad del matrimonio, a la dignidad de los esposos, a la vocación propia de los padres y al derecho de los hijos a ser concebidos y traídos al mundo en el matrimonio y por el matrimonio.
"Representa una falta objetiva contra las obligaciones del amor materno..., ofende la dignidad y el derecho del hijo a ser concebido, gestado, traído al mundo y educado por sus propios padres. Instaura un detrimento de la familia, una división entre los elementos físicos, psíquicos y morales que la constituyen"
Fecundación homóloga:
Una vez declarada inaceptable la fecundación artificial heteróloga, uno se pregunta cómo se debe valorar moralmente los procedimientos de fecundación artificial homóloga: FIVET (fecundación "in vitro" con transferencia del embrión ) e inseminación artificial entre los esposos. Es preciso aclarar previamente una cuestión de principio.
La inseminación artificial homóloga dentro del matrimonio no se puede admitir, salvo en el caso en que el medio técnico no sustituya al acto conyugal, sino que sea una facilitación y una ayuda para que aquél alcance su finalidad natural.
También sería ilícita la fecundación artificial si se tiene en cuenta otro aspecto, no menos grave. El hombre es de tal dignidad que no puede ser "fabricado" por otro hombre, sino que ha de ser generado a través del amor de sus padres. Es cierto que el amor de unos esposos con un problema de esterilidad es lo que mueve su deseo de conseguir un hijo; pero en la fecundación artificial el acto que da comienzo a la vida del hijo es un acto técnico puesto por unos terceros.
Con el fin de aumentar las posibilidades del embarazo, quienes aplican estas técnicas aumentaron la cantidad de óvulos que son fertilizados. De esta forma, son concebidos fuera del cuerpo de la madre numerosos embriones planteándose el siguiente dilema: si todos son "transferidos" en una misma oportunidad, se corre el riesgo de un embarazo múltiple, mientras que si se transfieren "algunos" de ésos (seleccionados por el médico), surge el interrogante de qué hacer con los "sobrantes". Estos embriones son hoy "congelados", para disponer así de un "lote de reserva" para proceder a nuevos intentos de transferencia si el primero fracasaba.
Es un grave atentado contra la dignidad de una persona someterla a congelamiento o cualquier otro proceso que detenga su normal desarrollo.
La técnica es "eficaz" si logra un embarazo exitoso. Ahora bien, planteado este objetivo la técnica está exigiendo para su "eficacia" que se conciban, por ejemplo, 3 embriones. En tanto nadie recurre a estas técnicas pensando tener un embarazo múltiple, es claro que se espera que dos de los embriones mueran antes del nacimiento. Estamos por tanto ante procedimientos que preveen que el 60% de las personas que traen a la vida, muera en forma "espontánea" y sólo un 33% pueda llegar a nacer.
La fecundación artificial no es un modo digno de nacer de la persona humana, ya que se subordina "la llegada al mundo de un niño a las condiciones de eficiencia técnica mensurables según parámetros de control y de dominio" (Instr. Donum Vitae,II,4,c).
FECUNDACION ARTIFICIAL
La aplicación de la técnica de fecundación extracorpórea al hombre se presentó a la opinión pública con ocasión del nacimiento, en julio de 1978, de la primera mal llamada "niña probeta" como un éxito tecnológico conseguido por los doctores R. Edwards y P. Steptoe. El alarde publicitario de este hecho no fue bien recibido en los medios científicos -en donde en un principio se rechazó la publicación- ya que se consideró que estas técnicas habían sido utilizadas desde hacia tiempo, con pequeñas diferencias en animales y por tanto no aportaban nada nuevo a la Ciencia. Posteriormente en la publicación del trabajo se dio a conocer que Louise Brown nacía tras más de 100 intentos fallidos en los que vidas inciadas "in vitro" no consiguieron alcanzar su completo desarrollo embrionario. La doble finalidad de estos trabajos, que era por un lado la de investigar y por otro aportar un sistema que permita la maternidad en mujeres con esterilidad, quedaron explícitamente expuestos por Edwards en los comienzos del desarrollo de esta técnica.
Durante estos últimos años se han ido desarrollando métodos artificiales de concepción basados en estas dos técnicas, y se han presentado como soluciones para vencer la esterilidad, aunque lógicamente ninguna de ellas la cura. Existen, sin embargo, soluciones para eliminar la esterilidad en algunos casos, que permiten, por tanto, la posibilidad de una concepción natural posterior; la microcirugía de trompas, tiene actualmente el mismo índice de éxito que la fecundación "in vitro"; pero los esfuerzos de la práctica y de la investigación médica -y biomédica- se han centrado casi en exclusiva en el desarrollo de los métodos artificiales de fecundación más que en conocer con profundidad y conseguir la eliminación de estos tipos de defectos que producen esterilidad.
Los continuos abusos que se han producido en la práctica de la fecundación artificial y el desconcierto ante derechos y deberes en este "negocio atípico" donde intervienen padre y madre biológicos, equipo biomédico, madre fisiológica, y la posibilidad de hacer contratos de "compra-venta" de gametos y de embriones, etc. ha dado lugar a que en muchos países se haya pedido ya, y con urgencia, una legislación.
Elisabeth Panthon en 1982, examinaba los problemas plantados en torno a la fecundación "in vitro" y a la congelación, para fines diversos, de los embriones obtenidos por fecundación en el laboratorio. Señaló la necesidad de plantear desde el aspecto jurídico la solución a "casos" que podían darse, dado que los embriones congelados pueden ser vendidos, o implantados a fin de continuar su desarrollo en una mujer diferente de la donadora del óvulo, o dejarse durante bastante tiempo en congelación antes de implantarlos en útero, etc. Entre los "casos" a decidir planteaba, por ejemplo, el de a quién pertenece el niño nacido en el supuesto de conflicto entre la madre biológica y la madre "uterina"; o el de si existe derecho a reclamar la herencia paterna por parte del nacido, años después de la muerte de su padre, etc.
Una vez más la pregunta ética acerca
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