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Informacion Electronica

mirshaman6 de Noviembre de 2013

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Información electrónica: uso y usuarios

Maurice B. Line [*]

El uso y los usuarios de la información electrónica constituyen un tema muy amplio, que no puedo pretender abordar en su totalidad. Esta ponencia pretende ofrecer algunas observaciones basadas en la experiencia (propia y ajena), en lecturas, y en un importante conjunto de pensamiento sobre el tema elaborado durante la última década o más.

Tipos de información electrónica.

Defino información electrónica como aquella que se encuentra almacenada electrónicamente y a la cual se accede también electrónicamente. Esta definición incluye “formatos tangibles” como el CD-ROM y sus posibles sucesores, DVDs ( Digital Video Discs --en ocasiones denominados Digital Versatile Discs ) así como “no tangibles” formatos como las bases de datos electrónicas y los textos accesibles en línea. Por contra no incluye la información almacenada electrónicamente a partir de la cual se generan productos impresos; así, las impresiones que se realizan a partir de bases de datos bibliográficas o de texto completo y que se entregan a los usuarios están excluidas, en lo que les concierne a los usuarios hay poca diferencia con la recepción de documentos impresos de cualquier otra fuente. De hecho, si se tuvieran que incluir las impresiones de materiales almacenados electrónicamente se tendrían que incluir la mayoría de los libros y revistas actuales.

Espero que el debate “acceso versus adquisición” – es decir, si las bibliotecas han de mantener las adquisiciones (o la conservación) de material impreso o han de descansar únicamente en el acceso remoto -- se sosiegue a medida que el sentido común prevalezca y nos ayude a descubrir que en tanto que las dos posibilidades existen, ambas son necesarias, y que es principalmente en los espacios marginales de la adquisición --esto es, material no básico-- en los que el debate se puede considerar como real [1]. En cualquier caso, esta disyuntiva ha sido fundamentalmente planteada en términos académicos, en libros y en revistas; muy pocas bibliotecas han sacrificado de forma deliberada las adquisiciones frente al acceso. Aquel bibliotecario que haya cancelado todas su subscripciones corrientes dependerá de los fondos y de la buena voluntad de otras bibliotecas [2]. Nadie sabe cuánto costará el acceso electrónico si acaba siendo la norma para las revistas científicas, ni tampoco las restricciones que se establecerán para su uso, y por tanto un bibliotecario estaría loco si cancelase muchas revistas basándose en apreciaciones sobre las nuevas tendencias económicas (como opuesto a la cancelación por razones exclusivas de falta de presupuesto). El debate puede sin embargo revitalizarse en la forma de “colecciones electrónicas versus acceso electrónico” -- es decir, si es mejor adquirir bases de datos bibliográficas o de textos completos en CD-ROM, frente al acceso en línea a los mismos (o, para el acceso al texto completo, por el convencional sistema de la fotocopia y del préstamo interbibliotecario)--; frecuentemente esta es la disyuntiva.

Por supuesto, la información electrónica incluye un buen número de materiales que no están disponibles de ninguna otra forma: algunos están en los bulletin boards, algunos ofrecidos por organizaciones reconocidas, otros simplemente puestos allí por particulares. Algunos son gratuitos, otros son de pago.

Muchas personas tienen en la actualidad sus propias home pages . Desde el momento en que personas a título individual pueden colgar lo que quieran en Internet, y puesto que también algunas organizaciones parecen utilizarlo como lugar para poner de todo, el World Wide Web se ha convertido en un gigantesco ciberbasurero. Conversaciones entre grupos y personas se establecen a través de Internet; una persona puede sentarse en casa y comunicarse con gentes de todo el mundo sin reunirse con nadie en absoluto --puede convertirse en un ermitaño global.

Una de las principales características que distingue Internet del material impreso (así como de los formatos electrónicos tangibles) es que se trata de un sistema interactivo. Otra es que la información electrónica (tanto tangible como intangible) puede incluir diversas formas de comunicación --texto, imágenes y sonido. Existe la expectativa de escuchar prácticamente cualquier pieza de música conectándose a Internet; y el arte en Internet puede llegar a ser una nueva rama de las artes visuales.

Hace pocos años tuvimos que elegir entre usar o no usar información electrónica --en tanto que tuvimos que escoger al comprar música entre discos de vinilo, casetes o discos compactos. En el caso de las grabaciones sonoras, en la actualidad sólo se puede escoger entre casetes y CD; aquellos que se aferraron al vinilo hasta el último momento tuvieron que adquirir reproductores de CD si querían no limitarse a las grabaciones disponibles en casete. El material textual aún no ha alcanzado ese nivel de evolución, y es casi seguro que nunca lo alcanzará en el sentido de substitución total de los impresos por las versiones electrónicas. Pero cada vez está siendo más difícil estar al corriente de la información y los avances del conocimiento utilizando únicamente textos impresos, ya que una gran cantidad de las fuentes apropiadas están disponibles únicamente en versión electrónica. En algunos casos se trata de nuevos materiales, que anteriormente no habían existido; mientras que en otros se trata de antiguas versiones impresas que ya no lo son (en el campo de la Biblioteconomía, este hecho se produce en bastantes revistas publicadas por MCB Press). Dentro de las limitaciones que presenta predecir totalmente el futuro, yo espero que en, digamos, diez años

◦la mayoría de los libros se publicarán como hasta ahora, con la excepción de algunas obras académicas con un mercado reducido; éstos probablemente se publicarán bajo demanda ;

◦la mayoría de revistas para el público en general se publicarán como en la actualidad;

◦la mayoría de las revistas científicas fundamentales continuarán con la versión en papel, pero también serán accesibles en línea y posiblemente en formato electrónico tangible (especialmente para la colección retrospectiva);

◦la mayoría de las revistas científicas marginales serán accesibles únicamente en línea.

Como diré posteriormente, algunas de estas profecías se verán afectadas por cambios más radicales en la forma de presentación.

Superabundancia y control de calidad.

La superabundancia de información nos ha acompañado desde hace bastante tiempo. Las quejas sobre el número de libros y revistas publicadas datan del siglo pasado, y se han visto incrementadas notablemente desde la Segunda Guerra Mundial. Han existido demandas para un mejor control de calidad de las publicaciones. Sin duda alguna, muchas de ellas son justificadas. Sin embargo, hasta el día de hoy siempre ha existido el control ejercido por el mercado. Éste mide la “publicabilidad” no en términos de calidad sino en términos del dinero que podrá generar, y que puede ser realmente contrario a la calidad. No obstante, siempre ha existido gente interesada en, por ejemplo, música clásica para constituir un mercado para las grabaciones de compositores, ya fueran oscuros como de reconocido prestigio; y siempre han existido bibliotecas dispuestas y capaces (incluso obligadas) a adquirir bibliografía de investigación de gran calidad, aunque de baja demanda comercial.

Una de las características interesantes del WWW es que el control ejercido por el mercado no le afecta necesariamente. No hay mayor control sobre lo que la gente puede decir en Internet que sobre lo que podría decir personalmente. De hecho, hay quien pone cosas en Internet que normalmente nunca habría soñado decir en persona. Algunos de los contenidos del WWW son similares al tipo de conversación que podríamos esperar escuchar por casualidad en un bar, incluso encontraríamos cosas cercanas a las que se oirían de madrugada en dicho bar cuando una buena parte de los ocupantes están borrachos. Esto no es “información” tal y como habitualmente lo entendemos, si bien puede llegar a serlo con el tiempo; la basura actual se convertirá en la materia prima de la historia del futuro --qué no hubiéramos dado por una conversación entre un pequeño grupo de hombres y mujeres prehistóricos, o por una discusión en una fonda de la Barcelona del siglo XVI? De hecho estoy bastante sorprendido de que los sociólogos no hayan hecho un mayor uso del material disponible en Internet para analizar las tendencias modernas o las preocupaciones de sectores de la población; esto no sería diferente del movimiento surgido en el Reino Unido antes de la Segunda Guerra Mundial denominado Mass Observation , que se dedicaba a grabar conversaciones en los pubs.

Incluso si se evitan los numerosos grupos de discusión de carácter estrafalario en el Web, queda todavía un vasto y creciente volumen de material que puede ser interesante o importante para un usuario serio. Como ya se ha hecho notar, puede proceder de una autoridad reconocida, o puede ser que no sea así; en cualquier caso no será posible saberlo en un buen número de casos. No hay garantías sobre su exactitud, si bien a lo largo de consultas sucesivas se podrán observar correcciones. Tal como los conocemos, los periódicos contienen una gran cantidad de contenidos triviales y numerosas tergiversaciones; estoy seguro que todos ustedes habrán encontrado con frecuencia asuntos seriamente modificados en relación a alguna historia que ustedes conocen de primera mano. Pero en casi todos los países existe algún

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