LA GESTIÓN GERENCIAL DE LAS ORGANIZACIONES CULTURALES: UNA MIRADA HACIA EL FUTURO DE LA CULTURA EN VENEZUELA
ludyjosefina26 de Septiembre de 2011
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LA GESTIÓN GERENCIAL DE LAS ORGANIZACIONES CULTURALES: UNA MIRADA HACIA EL FUTURO DE LA CULTURA EN VENEZUELA
Ludy Sánchez Almao Doctorado en Gerencia Avanzada
RESUMEN
El presente artículo tiene como objetivo presentar los rasgos esenciales de la gestión gerencial de las organizaciones culturales, como preámbulo al futuro de la cultura en Venezuela. Allí se deja entrever que la gestión en la gerencia cultural depende del pensamiento de quienes están frente a la misma, de la forma como perciben la vida, de la manera como manejan cada organización y del amor plasmado para lograr objetivos y metas, de manera compartida, en pro del mejoramiento del sector cultura. Por tal motivo, es primordial que el gerente de todo tipo de organización se actualice y especialmente el del sector cultura, debido a su envestidura de complejidad que la hace diferente a las demás.
Palabras Claves: Cultura, gestión gerencial, gestión cultural, organización cultural y complejidad.
ABSTRAC
The present article has as aim present the essential features of the managerial management of the cultural organizations, as preamble to the future of the culture in Venezuela. There it is left to guess that the management in the cultural management depends on the thought on those who are opposite to the same one, of the form since as they perceive the life, of the way since as they handle every organization and of the love formed to achieve aims and goals, of a shared way, in favor of the improvement of the sector culture. For such a motive, it is basic that the manager of all kinds of organization updates and especially in that of the sector culture, due to his investiture of complexity that makes it different to other.
Key words: Culture, managerial management, cultural management, cultural organization and complexity.
Introducción
El ser humano, desde sus inicios, se ha abocado al proceso de aprendizaje en cada situación que experimenta. Por tal motivo, fue desarrollando su propio pensamiento, sus modos originales de actuar, de trasmitir sus conocimientos, de comunicarse con sus congéneres, de proponer estilos propios y de atreverse a cambiar o transformar el mundo que le rodea.
Actualmente, estas premisas aún se llevan a cabo cuando por necesidad colectiva se crean comunidades sociales, en donde pueden compartir sus ideas con otros y decidir para su bienestar propio. Así nacen las organizaciones que permiten agrupar miembros con características similares en su forma de actuar y pensar, entre otras cosas. Como ejemplo de ello se tiene: la familia, la escuela, la iglesia, la empresa y otras.
El origen de estas organizaciones dio pie a lo singular y atractivo en cuanto a la forma de liderlas. En tiempos remotos, también existieron líderes importantes como en los actuales momentos. Sin embargo, la gran diferencia radica en que en pleno siglo XXI se observa mayor interés en el aprendizaje sobre las estructuras organizativas y su manera de gestionar los procesos, porque las características de los tiempos actuales son inciertos, turbulentos, de cambios imprevistos e imprimen particular relevancia a los modos de gestión y a las formas de pensar, decidir y actuar de los responsables de la conducción de las organizaciones y empresas, tanto públicas como privadas.
Por lo tanto, el funcionamiento efectivo y eficiente de las organizaciones y el logro de la misión para la cual fueron creadas, depende, en gran parte, de las habilidades que posea el gerente para alcanzar los objetivos mediante la cooperación voluntaria y el esfuerzo conjunto de todos los miembros de la organización.
Al hablar del gerente, es referirse a su competencia para orientar, dirigir, tomar decisiones y lograr resultados, pues de él depende su éxito personal, el éxito de la empresa (sea científica, social, educativa o cultural, entre otras) y el éxito del grupo que está dirigiendo. Obviamente, ello requiere una formación gerencial centrada en criterios, en una filosofía clara de la administración, en la concepción del ser humano como tal y una ideología del trabajo, que le permita al gerente ganar apoyo efectivo y partidario comprometido con la misión, visión y valores de la organización que conlleve a la optimización y desarrollo cultural de la nación.
En el presente artículo, se hace una reflexión sobre el mundo de la gestión en las organizaciones culturales. Así mismo se hace alusión de las diferentes concepciones que ha tenido el término cultura a lo largo de la historia y las características más resaltantes en cuanto a la gestión gerencial y la manera cómo abordarla desde la perspectiva de la complejidad.
La Cultura
La cultura ha sido, desde tiempos remotos, relacionada con el cultivo de las artes, del conocimiento, de las ciencias. De igual forma, puede considerarse como un elemento que independiza a los seres humanos racionales de la naturaleza animal. La cultura moderna es el cultivo de la espiritualidad humana y en la modernidad, es el verdadero camino hacia la humanización.
Dentro de esta perspectiva moderna de cultivar el humanitas, Abello (1998) sostiene que a partir del siglo XVIII se abren dos grandes tradiciones del pensamiento occidental en torno a la cultura que marcan sus huellas hasta hoy: una tradición ilustrada (Voltaire, Kant), y otra tradición romántica (Rousseau, Herder).
La tradición ilustrada insiste en la noción de universalidad y con ella la de razón y naturaleza iguales para todos los seres humanos, pero, al mismo tiempo, considera que algunos pueblos habían desarrollado más esa razón, así como los elementos propios de su naturaleza espiritual.
La tradición romántica inspirada en Rousseau y desarrollada profundamente por Johann G. Herder (1744 - 1808), discute el universalismo y valora la diversidad de culturas. Herder critica la noción de continuidad para comprender los procesos históricos y muestra cómo, por el contrario, cada cultura no ha sido históricamente la continuación de la anterior, sino cada una ha llegado al máximo de su perfección y ha sido insuperable, cuestionando desde esa perspectiva la idea de progreso. Herder opone a la fría razón, a la uniformidad y a la continuidad, la fuerza de los instintos, la vida y el valor de las costumbres, mostrando cómo cada cultura es autónoma y no puede ser juzgada con los parámetros con los cuales se juzgan otras culturas.
Fueron finalmente los conceptos de universalidad y progreso los que se impusieron durante el siglo XIX y con ello el predominio de la noción ilustrada de cultura. Esta tradición ilustrada conllevó las siguientes consecuencias:
a- La cultura es una, única y universal.
b- Las artes, las ciencias y los libros son la forma más alta de cultura.
c- La cultura ilustrada europea conforma un tipo de cultura "avanzada", "civilizada" o "superior".
d- Existe progreso cultural y sus parámetros son la civilización europea.
Pero ya a finales del siglo XIX, como hace notar el antropólogo James Clifford, se produce en el campo de la filosofía, las ciencias sociales y el pensamiento en general un inédito acontecimiento relacionado con la palabra cultura: empieza a utilizársele en forma plural y en un sentido mucho más amplio que ciencias y artes. Ya en 1871, en sus estudios antropológicos, E. B. Tylor propone que la cultura o civilización, en sentido etnográfico amplio, es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el ser humano como miembro perteneciente a la sociedad.
Luego, en la primera mitad del siglo XX, la cultura se encuentra inmersa en un debate filosófico y antropológico occidental por el sinnúmero de esfuerzos para consolidar un concepto extenso y amplio de cultura que, incluyendo las artes y las ciencias, no se limite a ellas. Muchos son los pensadores e investigadores que acometen esta tarea, tales como M. Scheller, T. Elliot, A. Weber, E. Cassirer; S. Freud, B. Malinowski, E. Sapir, C. Levi-Strauss, entre muchos otros.
Scheller afirma que la cultura es una categoría del ser, no del saber o del sentir. Elliot, aludiendo a su condición afectiva dice que cultura es aquello que hace que la vida valga la pena de ser vivida. Por su parte, Weber, desde una visión histórica afirma que la cultura arraiga en las culturas primitivas. Para Cassirer, la cultura forma parte de la naturaleza y parte de la humanidad. Malinowski considera que evidentemente la cultura es el conjunto integral constituido por los utensilios y bienes de los consumidores, por el cuerpo de normas que rige los distintos grupos sociales, por las ideas y artesanías, creencias y costumbres (Abello, ob.cit.).
Pero es a partir de la década de los setenta y motivada, entre otras razones por el debate Modernidad- Postmodernidad, que se revitaliza la discusión cultural en ejes más allá de la extensividad del concepto. Para corroborar lo anterior Steiner sostiene que el quiebre o derrumbe de tres axiomas de la modernidad alteran necesariamente la visión de la cultura. Primero, se ha perdido el axioma del progreso que concebía la historia occidental como una curva permanente de ascenso. Segundo, ya no se acepta la proyección según la cual el progreso habrá de difundirse desde los
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