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La Inteligencia Vincular


Enviado por   •  21 de Octubre de 2014  •  12.540 Palabras (51 Páginas)  •  197 Visitas

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El hombre malgasta su salud, padece, pierde la consciencia y muere porque está excesivamente ensimismado y volcado sobre sus personales intereses… La aflicción viene por el desmedido auto-centralismo y su lógica contraparte de distanciamiento para con el resto de la existencia.

Si el libre flujo de energía (del Alma) se restringe, la enfermedad aparece. La intensidad de nuestro sufrimiento es directamente proporcional a la de nuestro aferramiento.

El yo localizado es energía petrificada, con muy poca fluidez y mucha tensión.

La cualificada energía - información vibrando en algún nivel o frecuencia- imprime en los éteres del espacio las historias que eventualmente tomarán forma en el diario vivir...

Cuando la consciencia se encuentra muy aferrada sobre sí misma, con apremiante propensión hacia la propia gratificación y desmedidamente rígida en sus concepciones, la constricción se vuelve el parámetro o eje de la vida. Esta constricción inscripta en los diferentes niveles de la consciencia halla estructura o base de sustentación en el lenguaje, el cual atraviesa toda la actividad del hombre. Aunque el lenguaje no es únicamente patrimonio del Ser Humano, sino de la Naturaleza entera; la capacidad de emplear símbolos complejos, (a diferencia de los reinos: mineral, vegetal y animal), sí es una característica que le es inherente a nuestra especie.

Según el actual nivel evolutivo, la forma de comunicación utilizada por la mayoría de las personas es por lo menos dual, volviéndose a la vez tanto fuente de entendimiento como de desacuerdo y conflicto... Dicotomía que se asienta en nuestra particular cosmovisión, y por consiguiente, se reflejan en las condiciones sociales, familiares y personales del diario vivir. Interactuamos a partir de una concepción binaria de la vida; nos sentimos un centro separado de los demás, estructura que no facilita el correcto intercambio...

Espontáneamente la sobrestimación del centro egoico y la cristalización (acumulación) de la energía, induce al funcionamiento de la Ley de Polaridad y Ritmo, a un movimiento complementario que pugna por la ruptura del punto solidificado y aislado. Gran parte de este proceso es inconsciente, y suele direccionarse hacia los niveles más superficiales del ego como presión, padecimiento e intensidad, lo cual no en pocas ocasiones conlleva revelaciones masoquistas o autodestructivas (necesidad inconsciente de castigo).

La propensión a descomprimir -sin importar mucho de qué manera- el eje sobredimensionado, la tendencia natural a la desorganización, incluso mediante la propia aflicción, (lo cual es una característica innata de la manifestación, pues, todo tiene un comienzo y un fin; surge y desaparece) podemos vincularla con la pulsión de muerte de la teoría Freudiana, con la predisposición que tiene el aparato psíquico de volver al origen, al momento cero…

Según Freud, existe subyacentemente en la sustancia la inclinación- a la que denominó pulsión de muerte- de volver a su estado inicial o inanimado. Esotéricamente, aunque todo lo que existe es Vida expresándose en algún estadio de consciencia; a la pulsión de muerte se la puede entender como la atracción que ejerce el “Elemental físico” del planeta -que se encuentra en el arco involutivo- sobre los compuestos moleculares y la consecuente propensión a la desintegración que subsiste en las formas.

A modo de acotación ocultista podemos agregar a lo señalado, que la materia- en nuestro sistema terrestre- aún no ha sido redimida, y por lo tanto, es portadora de “enfermedad”; Karma grupal, que entre los diferentes reinos de la naturaleza compartimos.

Retomando con el Padre del psicoanálisis, éste, en base a ciertas investigaciones sustentadas principalmente en la neurosis de guerra y en la observación del juego infantil, sostuvo que en la esencia del aparato psíquico opera cierta tendencia autodestructiva o masoquismo primario que al no ligarse lleva a la compulsión de repetición; patrón de movimiento circular característico- como ya hemos comentado- del Fuego por Fricción de la materia ( tanto de los tres cuerpos inferiores, como de la personalidad como un todo integrado). Empleando otras palabras, es válido decir que hay algo en el hombre que en efecto disfruta de las emociones negativas, es decir, del “mecánico sufrimiento”. Esta modalidad de satisfacción en el dolor -que se ve en la clínica con aferramiento por parte del paciente al síntoma- deviene porque la concepción del mundo que ostenta el ego (al sentirse como una porción fragmentada y separada del resto) está sustentada en la división, la falta, el consecuente enfrentamiento entre las partes y la pugna inherente a dicha ambivalencia. Lo semejante se atrae y magnifica, de ahí que la modalidad de dolor y carencia, como factor estructurante de la personalidad encuentre satisfacción en el padecimiento propio.

Es viable hallar cierta semejanza entre la modalidad mencionada y la creencia inconsciente que parados en la infelicidad, (y por el mero hecho de pensar y recrear mentalmente el problema o la situación de desdicha una y mil veces) se consiga tener la posibilidad de acceder a aquello que se anhela. Dicho patrón de conducta en realidad, en vez de traer lo deseable impedirá que esto aparezca, y en cambio de disolver lo que no se apetece, al alimentarlo con la propia vitalidad, lo mantendrá en su lugar.

La negatividad es nutrida inconscientemente porque la mente egotista, caracterizada por el pensamiento compulsivo, (no tenemos la capacidad de pensar a voluntad, es decir, de silenciar el bullicio mental) se sustenta de ella y no quiere soltarla.

El sufrimiento se ha vuelto parte de lo que creemos que somos como si fuera una segunda naturaleza, y nos aferramos a él sin ser conscientes de ello. El padecimiento se convirtió en un espacio de seguridad, ha pasado a ocupar el lugar de “lo conocido”, y en función a esto lo sostenemos y no deseamos largar.

El ego se apoya en toda contrariedad para subsistir, pues, es el conflicto la fuente de su identidad...

Freud consideraba que la satisfacción en lo displacentero comanda al aparato, y que dicha tendencia originaria es -con motivo de lograr una mayor continuidad de la vida orgánica- reelaborada y circunstancialmente retrasada por el trabajo del yo, que por la fuerza de Eros, expulsa a la pulsión de muerte, hacia el entorno en forma de agresividad en los vínculos. Causa que inevitablemente tendrá su respuesta contra sí mismo. En tanto se repita dicho patrón, la cólera y el consiguiente padecimiento, nunca podrán superarse.

Según Lacan, para re significar, es decir, para reencausar lo mortífero de lo pulsional se debe enlazar a dicha fuerza en función del deseo. Sin embargo, en tanto la avidez (personal) no sea direccionada en favor del bien común, y se perpetúe el apego al fruto de la acción (lo cual empaña con la dimensión del tiempo psicológico la pureza del acto) el dolor psíquico será inevitable.

“Para permitir que ocurra la trascendencia, el deseo debe ser sustituido por el deber, y el deber ha de ser transformado en voluntad y buena voluntad. Cuando se dan estas transformaciones, la trascendencia se da de una manera natural. Cuando la buena voluntad preside en la vida, trasciendes el deseo; cumples las obligaciones y de ese modo vives una vida divina a partir de ahí.”- Maestro K.P.Kumar

Por lo comentado, podremos entender que la concepción que efectúa Freud y Lacan, tanto de la pulsión de muerte como de lo que ocurre a partir de ésta en lo que concierne a un intento por retrasar la vuelta a lo inanimado, se encuentra sostenida esencialmente en una idea materialista del hombre; es decir, en una noción acotada y centralizada a un cuerpo físico y una psiquis. Se advertirá que la perspectiva referida hasta aquí, y considerada todavía en la actualidad por la mayoría de los estudiosos e intelectuales del mundo, se respalda en la univoca interpretación de que somos sujetos (psicofísicos) que a manera de islas permanecemos distanciados del resto. Vivimos en el paradigma del yo y lo mío versus lo demás; vemos a lo que va sucediendo desde el limitado rango del ego, de ahí la problemática que ello implica a nivel de personal y familiar, y su consecuente proyección en lo social y medio ambiente (ecosistema).

A la identificación con la forma se la denomina ego, foco que desde su misma concepción es incompleto, y que por su íntima naturaleza de carencia, padece; y casi instintivamente busca completarse a través de objetos mentales, emocionales y físicos. Vemos el mundo desde la parcela a la que reconocemos como yo, y nuestros puntos de vistas no son inocuos, sino todo lo contrario. La manera en como miramos las cosas no es inocente, ni mucho menos irrelevante; no es pura y objetiva cognición. La percepción (propia de la inteligencia dominante en la actualidad planetaria, del ego) no es cándida, sino intrínsecamente deseante, por ende, núcleo de toda insatisfacción.

Si tomamos como base el aporte de Lacan, es a partir del deseo del Otro ( principalmente del deseo materno), como agente introductor del lenguaje (el cual trasciende a la persona), que se va conformando narcisisticamente el yo personal; especie de centro cristalizado o de “coherente organización” que permanece ceñida por identificación con lo acotado. El yo se descubre en el Otro, el cual le hace de espejo y sostiene desde la palabra.

Incluso cuando se habla es el otro, en este caso el semejante, quien termina, dentro de un marco regulatorio que nos incluye y trasciende (el Otro como lenguaje), otorgando sentido a lo que se menciona. Es decir, ese otro da cuenta y nos permite entender también lo que expresamos al interpretarlo.

No somos tan libres en nuestro comentar como creemos, por eso, a menudo formulamos cosas que no queremos exponer…

Dentro del contexto Lacaniano diríamos que el Lenguaje en términos de lo que vehiculiza el deseo humano, antecede, sujeta y a la vez continua a la persona.

Siguiendo esta línea de pensamiento, podríamos señalar entonces, que hay algo en ese Otro -como el lugar del inconsciente- que nos ubica como sujetos, y que el Otro absoluto, previo a la persona, es el Lenguaje.

El inconsciente, para el psicoanalista francés, se estructura como lenguaje; no tiene significaciones fijas ni sentido propio, sino que es todo metáfora. En definitiva es el orden simbólico lo que determina al sujeto…Para Lacan, somos hablados por el Otro.

En otros términos, válido sería mencionar que es la cultura, la naturaleza humana, más allá de sus matices históricos y étnicos que evidentemente influyen y delimitan; aquello que siendo previo y posterior al individuo (en la relatividad de tiempo-espacio y en carácter de Karma colectivo) prescribe y estructura lo personal.

“Mediante el lenguaje el hombre se moldea a sí mismo y a su medio ambiente".- nos cuenta el Maestro Tibetano

El ego siempre se reconoce a sí mismo en otro lado, en una imagen. Según el psicoanálisis, dicha proyección e inherente engaño se vuelve algo imprescindible para que subsista auto-referencia.

Lo imagen es cautivante, alienante; por eso algo debe venir del orden de lo simbólico, a modo de Ley, para que se ordene lo imaginario y pueda armarse el yo.

Es a partir del vínculo con el Otro (especialmente con la función materna y paterna) que se organizan las pulsiones y lo fragmentado y plural, eventualmente, puede encontrar una medida de coherencia. Gracias a la función “del Nombre del Padre” (estructura que precede a la persona), como aspecto autoridad se consigue regular las relaciones dentro de ciertos parámetros de viabilidad. El deseo de la madre, necesario para que no haya marasmo, por ejemplo; es ordenado, regulado por el significante del Nombre del Padre. Este fundamental significante hace de camino principal, permite la dialéctica, la metonimia y la metáfora que estabiliza significaciones.

La aspiración del yo, su meta, se va a referenciar sobre los ideales y valores que toma del Otro (ideal del yo).

Asimismo, hemos de saber que todo el proceso de inserción social y de construcción del yo transcurre dentro de un marco que excede a las funciones advertidas, y como comentamos, según Lacan es el Lenguaje...

Por Principio de Analogía, encontramos que lo materno, en el contexto Cósmico es obviamente la Madre Divina; aspecto Creador del Indiviso y Atemporal Uno. La Madre, es la fuerza que con su movimiento gesta, impulsa y protege el Cosmos. Por intermediación del Deseo Divino (Kama) deviene la diversidad, se generan la sucesión de ciclos, los muchos niveles o dimensiones, y la multitud de expresiones. El Padre colabora con la Madre para que la Creación suceda, para que el Propósito asuma forma y se desarrolle el Plan… El Padre es la Ley, Dharma, el que permanece por detrás y según Su Voluntad ordena el Proceso (acción o karma) de la Manifestación… De la Unión de los Atributos Masculino y Femenino, nace la Palabra. Por detrás de la Madre, el Padre y el Hijo, subyace Inmaculada y Eterna, la Omnipresente Vida...

Retomando con el tema nuevamente desde la perspectiva psicoanalítica, el orden simbólico del Nombre del Padre propicia las bases necesarias para que exista relación y disminuya entonces, por lo menos en una medida, el conflicto... Sin embargo, esta estructura al desarrollarse sobre una cristalizada película yoica, y sobre todo al sustentarse en una concepción fragmentada del hombre, concebirá inevitablemente desorden, lucha y antagonismos.

Es el Otro el que va a sostener la imagen del yo localizado y a partir del que se va a constituir el basamento de la personal configuración psíquica (en términos astrológicos lo comentado estaría ligado al mecanismo lunar). Lo imaginario (la imagen) depende de lo simbólico, es decir, del lenguaje. A partir de la imagen del Otro, de los cuidados, deseos y palabras es que se puede llegar a instituir el propio yo. De no mediar asistencia, de no erotizarse el cuerpo del recién nacido con caricias, además desde luego del suministro del necesario alimento, de no intervenir el proceso de socialización desde el primer momento de vida se caería, como advertimos, en el marasmo y no habría supervivencia posible. Es a partir de la asistencia del Otro que el yo puede empezar a organizarse, sostenerse y eventualmente expandirse.

Es en principio en otro lugar donde uno comienza a encontrarse a sí mismo. Es decir, la identidad yoica se arma alienada, en el sentido que surge de verse a uno por fuera de sí mismo. Por ello Lacan afirme que el ego, por su implícita naturaleza, es paranoico...

Sin embargo, el yo y el otro, no son cosas separadas, sino dos caras de un único proceso vincular…

Es por mediación de la socialización que los signos de la cultura, la matriz de las sensaciones (el qué y cómo sentir) y la forma de vincularse se introyectan y dan fundamento al aparato psíquico. No solo es el yo, como representación de una identidad que se reconoce a sí misma la que se va construyendo con el tiempo, sino también el sentido del cuerpo como unidad. El organismo biológico, lentamente y en función al patrón dual de acción-reacción que se gatilla frente a la multitud de estímulos externos e internos, se va coordinando e integrando hasta definirse muy concretamente como un sistema abierto al que denominamos cuerpo. Cuerpo en el sentido en que lo queremos significar, no es semejante a organismo. El cuerpo físico es la manifestación, demarcación y forma más densa que asume la matriz de instrucciones de cómo debe encausarse el sentir y ubicarse el deseo. Es un recorte que efectuamos sobre el vasto campo de la Vida Una, y con el que, por nuestro actual estado evolutivo, estamos más fuertemente identificados.

De la relación “cuerpo- mente- medio” nace el yo localizado…con sus cualidades y características.

Desde luego, es incuestionable que el ego denota cierta medida de unificación útil y funcional para la llamada “vida práctica”, pero asimismo hemos de saber que en el fondo, y como ilustramos, a pesar que ostente relativa continuidad a lo largo de la vida, y más allá incluso, no deja de ser una mera ficción.

Existe una contingente permanencia del yo localizado, una casi patológica persistencia que subsistirá en tanto nos identifiquemos con lo fijo y circunscripto.

Podríamos afirmar que hay una entidad a la cual registramos como yo, y que sin importar los cambios mentales y físicos que se sucedan desde la niñez hasta la vejez, sobreviene a los años y se mantiene más o menos estable. Incluso, y con razón, sería viable rastrear ese mismo mecanismo egoico en períodos prenatales (cuyo modo de supervivencia tiene que ver con hábitos arcaicos que se traen de existencias pasadas), y mientras se esté sujeto a la Rueda del Sangsara, también se lo encontrará, a través de tendencias y patrones en tiempos postnatales o futuras encarnaciones. Sin embargo, a pesar de la relativa duración a la que hacemos referencia, en última instancia ese yo separado del resto es irreal, es decir, temporal; no tiene existencia propia, autónoma, separada e inherente…

Retomando la perspectiva del psicoanálisis, como mencionamos, la unidad yoica es un constructo; no es algo con que se nace, sino que se compone con el tiempo y, como señalamos, a partir de la mediación de un otro; el semejante, las funciones paterna y materna, y el lenguaje. Nos construimos mutuamente…. No obstante, esa imagen coordinada y con cierta coherencia que da idea de continuidad, puede eventualmente, de la misma manera en que surgió también perderse. El yo (personal) es someramente un velo que dando cuenta de cierta ilusoria y precaria unidad, procura ocultar la fragmentación subyacente. Fragmentación que nunca será subsanada del todo, pues estructuralmente el sujeto al constituirse desde la separatividad y la falta, es por naturaleza carente.

Tanto la permanencia incidental de ego (a lo largo de sucesivas existencias), como la formación paulatina y consecuencial que desde la psicología se plantea sobre la organización del yo, ambas perspectivas desde su particular punto de vista son correctas y entre ellas, se ligan y complementan. Sin embargo, al ser el ego fruto de la ilusión de separatividad, este constructo no es Real…

Profundicemos ahora sobre un tema que ya mencionamos, pero que creemos útil retomar para una mayor comprensión. Dijimos que a través del proceso de socialización (primaria y secundaria) se nos imprimen las instrucciones de cómo y qué sentir. Esto conlleva a que se configure el soporte psíquico de pertenencia, que a su vez define las características que deben asumir los vínculos. Lo vincular y el deseo no son meramente personales, sino que responden a factores comunitarios, culturales y propios de la especie. Estamos atravesados por modelos sensoriales que determinan, según un rango de cierta movilidad el esquema de relación, la condición de reacción y, por consiguiente, garantizan el patrón de afecto (cómo y qué debemos sentir). Dichas pautas, a las que no estaría mal denominar Karma grupal, encausan la pulsión y organizan el pensamiento, la conducta e incluso hasta la manera de ver el mundo…Existe, bajo las particularidades de cada grupo social, una obediencia inconsciente sobre el sentir y la manera de hacerlo. Sentimos según patrones instalados (individuales y colectivos) y no por darnos cuenta; es decir, lo emocional responde (se dispara) por automatismo y desde el fenómeno de masas, y no por hacernos conscientes…

La tendencia al conflicto, característica propia del estadio psíquico predomínate, conlleva a que la modificación de la información (perspectiva que se va teniendo del mundo) sea la resultante de repetitivas confrontaciones entre posiciones fijas. El proceso evolutivo se vuelve lento y tedioso en tanto el modelo imperante sea el de: “acción-reacción”.

A cada tipo de inteligencia le corresponde cierta clase de deseo; la excitación de los cuerpos se rige según supuestos previos y mecánicos. Advertir este funcionamiento, no de manera intelectual sino desde el sentir profundo lleva al “inside” (nueva y esclarecedora conexión interna), a una íntima reorganización que concentra la potencia necesaria para poder alterar parámetros de pertenencia. Cuando el significado y la sensación se coordinan y entrelazan de otra manera, varía la excitación del cuerpo, y con ello, lo que nos atrae e interesa. Es decir, desde la compresión vivencial se vuelve asequible transformar modos del sentir que suelen pasarnos desapercibidos, pero que compartimos y determinan. Este proceso de despertar implica por sí misma una crisis de identidad, crisis que tarde o temprano deberemos afrontar. La toma de consciencia opera sobre el cuerpo, el esquema de creencias y los programas de comportamiento (conscientes e inconscientes). Las energías que se fijan y cristalizadas, se enquistan en la mente y operan sobre la conducta, y por ende, en la manera de vincularnos con el resto de la vida.

Cuando y en una medida, como consecuencia de la experiencia directa y no meramente en el foro intelectual, nos clarificamos, cambia el magnetismo del deseo, ergo, lo que somos capaces de invocar y aquello que nos atrae. La transformación del esquema deseante modifica asimismo la conducta. Si la alquimia sucede, el sentir profundo muda, transmuta la acción, y con ello, el Mundo...

Se podría decir que el “inside” es un chispazo Uraniano, un instante de lucidez que altera profundamente la perspectiva.

En términos astrológicos, lo planteado lo podemos encontrar en las cualidades que nos aportan los Principios Planetarios de Urano y Venus. Mientras Urano tiene la capacidad de interrumpir la desconexión, para que propicié “mágicamente” lo Vida nueva; Venus, otorga la potencia de la sencillez y la apertura como poder invocador impregnado de belleza y entrega…

En tanto no se desenvuelva una nueva dimensión en nosotros, otra clase de inteligencia vincular, inteligencia que no es propiedad exclusiva de lo humano, sino de la Vida Una que se recrea a sí misma; el agujero, la falta, será el motor de nuestra fluctuante evolución.

En función a lo comentado es que nos cabe, en tiempo y espacio, la concesión de “sujeto” que entiende Lacan. Quiero decir, entendernos como: sujeto pasivo y barrado; en consecuencia, deseante, efecto de la cadena simbólica, y como tal, sujetado por el lenguaje que lo acota y trasciende.

Recordemos además, que para el psicoanalista francés sujeto y yo no son la misma cosa. Es dentro de este contexto que no seríamos por completo dueños, al estar sujetado por el lenguaje (como un tipo de inteligencia propia y relativa a la actual evolución humana) de nosotros mismos, no sólo de lo que decimos, sino tampoco de lo que sentimos, pensamos y/o hacemos.

Desde la filosofía, en cambio, se ostenta una concepción de sujeto diferente a la mencionada; se lo contempla como preexistente al objeto y activo, ergo, con la potestad de crear y transformar lo que juzgamos por realidad…

Ahora bien, investiguemos un poco más sobre algunas cosas que ya adelantamos. Existe una grieta constitutiva, grieta que el ego pretende tapar, pero que como no lo consigue, por eso cae... La imagen del yo a modo de aparente unidad apartada del resto es endeble, puede ser violentada y romperse, y la vida como instructora sin igual nos muestra esto no con poca frecuencia.

El narcisismo al ser un constructo, una forma creada, incluye una dimensión de engaño semejante a una máscara. Según el psicoanálisis para que aparezca el ego, es necesario un acto psíquico; la identificación de un yo con otro (otro yo)... De la relación entre el eje imaginario (yo y el otro como semejante) y el simbólico (sujeto barrado y el Otro de la Ley) se arma un foco de consciencia, que con cierta coherencia logra percibirse como integrado e inscripto dentro de un contexto; el cual lejos de ser neutral, lo define y detenermina. En la medida que se conforma la idea de un yo y se organiza la unidad corporal, acontece la posibilidad de tomarse a sí mismo como objeto, lo cual conlleva en consecuencia que advenga el amor propio; requisito que permite después, por proyección, eventualmente amar a otro...

La imagen que construimos, que vemos en el espejo de las relaciones, que los demás dirigen sobre nosotros y de la cual nos apropiamos es la resultante que dimana de la reacción automática frente a una concepción binaria del mundo. Como ya expresamos, el centro con el cual nos identificamos (consciente e inconscientemente) nace desde la falta y como un intento, evidentemente fallido, de ocultar la escisión o vacío primario -que le dio concepción- y así poder actuar con alguna eficacia en el mundo. El yo, con el afán de encontrar la consistencia que le permita sobreponerse a la segmentación original, erige una superficial identidad. Identidad debajo de la cual subyace y pulsa, como ya advertimos, el sujeto dividido, carente y deseante; el sujeto propio del inconsciente.

Hemos de comprender que sin importar la dimensión que alcance, cualquier estructura (personal o social) que se monte desde la separatividad jamás terminará de acarrear desconfianza, conflicto y toda clase de aflicción. Las ilusión en la que estamos inmersos es grande, y las consecuencias, el padecimiento…

La Fraternidad no deviene de la división, sino desde la experiencia directa de la Unidad intrínseca, de dar cuenta -directamente- de la Esencia que subyace más allá de la ambivalencia de la mente egotista.

"Al observarse a sí mismo, es como si un hombre arroja un rayo de luz sobre sus procesos internos que hasta ahora se habían mantenido en completa oscuridad."

-G. I. Gurdjieff

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La Vida para nosotros, para nuestro actual sentir, está fraccionada y constituida por partes que no siempre se hallan en armoniosa relación. El conflicto surge debido a que el foco a partir del que nos reconocemos y desde el cual nos vinculamos con el resto se solventa sobre una primigenia fragmentación. Existe un agujero estructural... Esta falta constitutiva, recorte que el intelecto esgrime sobre el campo de posibilidades y que internamente percibimos y nos hace sentir carentes, modula, exacerba e impulsa el deseo en dirección al exterior, proceso a partir del cual deviene la apreciación dual de la existencia. El Mundo, para nosotros, no es diferente a lo que en la intimidad más onda contemplamos...El inconsciente personal y colectivo se proyecta y da cuenta de lo que denominamos realidad. Por eso la importancia de purificarlo…

Debido a que nuestra mente para entender y reconocer patrones, sectoriza y divide; lo que logra ver y registrar para consigo mismo y el resto, no puede ser otra cosa que objetos, información cercenada y separada de muchos de sus nexos. Información que se la fija y cosifica.

Por el natural aferramiento que tenemos a los objetos, por la tendencia que ostentan las formas a la desorganización, por la cualidad de la sustancia planetaria aún no redimida, y debido a la fuerte identificación con el cuerpo, nuestras conductas tienden hacia la segregación, y sobre esta base erigimos civilizaciones...

Dentro del marco hasta aquí desarrollado seguramente tendremos la oportunidad de encontrar puntos de contacto en los que serían propicios reflexionar entre:

- lo estudiado y descripto por Freud como pulsión de muerte y de vida;

- el yo como función de desconocimiento que vela lo que no se sabe de sí mismo (sujeto inconsciente, barrado y deseante);

- la dualidad (como lucha interna inherente al Reino humano en la actual etapa evolutiva) a la que se refiere el Maestro Tibetano en el siguiente párrafo:- “La humanidad expresa dos aspectos del alma, el alma animal y el alma divina y ambos, combinados y fusionados en el hombre, constituyen el alma humana. Este hecho origina los principales problemas del hombre, y estos dos factores lo envuelven en la larga lucha que conduce a la liberación del alma divina por la sublimación del alma animal. En estas palabras hay mucho para reflexionar.”

Ahora sigamos profundizando sobre lo mencionado, recordando algunos temas y ampliándolos desde otras perspectivas…

Mientras se construya la identidad a partir del padecimiento no habrá manera de liberarse de éste. En tanto una parte del sentido de sí mismo se encuentre investido por el dolor; es decir, mientras el sufrimiento devenga como constitutivo de lo que creemos que somos, inconscientemente se resistirá o saboteará cualquier intento de cura (liberación). Debido a que la pesadumbre se ha convertido en parte esencial del ego (mascara a la cual nos sujetamos), y este yo personal quiere subsistir y mantenerse intacto, es que sin darnos cuenta nos saboteamos a nosotros mismos.

Para el psicoanálisis el síntoma (y la negatividad puede ser uno) denota dos cosas; por un lado, algún deseo inconsciente (inconciliable) que pugna por aparecer, y por otro, una cuantía o fuerza que a modo de resistencia, y con el objetivo de mantener por debajo del estado consciente, se le opone y enfrenta. Ambivalencia que, entre otras cuestiones, evidencia conflicto y desgaste.

La desdicha es medular e inherente a la conformación de la personalidad.

Como dijimos, Freud, dio cuenta de la tendencia a la cual nos referimos, al observar en la clínica la fuerte aprehensión que las histéricas tenían a sus síntomas. Al percatarse de dicho patrón, el padre del psicoanálisis, asumió la idea que algo del orden de la satisfacción se ponía en jugo.

Esta aplicación, a la que psicoanálisis entendió (en términos de Lacan) como goce (e implica placer en el dolor o masoquismo), fundamentalmente tiene sus bases en la tendencia instintiva, por mantenerse y sobrevivir que ostenta la personalidad. El yo personal se constituye como el resultado de la circunscripción y separación (que por ignorancia) se imprime sobre la vida. Experiencia, que siendo automática y no consciente, trae consigo la apariencia de un núcleo cercenado del resto; circunstancia que conlleva en su propia naturaleza el antagonismo y la lucha. Tengamos en cuenta, además, pues nos servirá en nuestra reflexión, que el alimento principal de ego es el miedo, el enfrentamiento, la confrontación, la resistencia y la disputa, y que sin ello pierde protagonismo y se debilita; por consiguiente, no puede sobrevivir. Todo esto quiere decir que para sobrevivir el auto centrado yo tiene que buscar, por todos los medios, fragmentar, identificarse con una parte, ver a la otra como una amenaza y comprimirse sobre sí mismo. El conflicto es el principal alimento del yo personal...

Es interesante advertir que el mecanismo descripto no es algo particular de individuos supuestamente “enfermos”, sino la tendencia psicológica imperante en la inmensa mayoría de los seres humanos actuales.

Solemos convertirnos en vehículos de patrones rígidos y esquemas cerrados. Usualmente asumimos identidades fijas (con ansias de expansión a través de lo que denominamos “mío”), pretendemos confirmación, queremos poseer, y nos volvemos reticentes y reactivos (poco sensibles) a las transformaciones. Este mismo esquema de supervivencia y afición a la propagación de lo propio (del yo), a la dilatación de un centro que se auto-define como diferente y aislado de lo demás, se repite como proyecciones partidistas a través de muchos niveles y variadas organizaciones: familias, clanes, tribus, corporaciones, instituciones, empresas, sistemas políticos, naciones, religiones, culturas, etc.

El ego (por su misma composición arquetípica) naturalmente no se abre al vínculo ni se deja modificar; sino más bien encarna un tipo de pensamiento sustentado en el modelo acción- reacción, por tanto, antagonismos. La inteligencia del yo personal (que se extiende y abarca todo lo mío) busca por sobre todo su propio beneficio (supervivencia), ergo, intenta acaparar para sí todo recurso; desconociendo que con este mismo suceso está decretando, a corto o largo plazo, su acta de defunción.

Hasta ahora la mente predominante en la especie, salvo escasas excepciones, ha sido un modelo auto- referencial, una inteligencia que ve y se relaciona con el mundo desde la fragmentación, característica inherente a nuestras actuales identificaciones conscientes e inconscientes.

Este tipo mental (con todas sus carencias y virtudes) ha sido por largas épocas muy útil, y necesario para sobrevivir y crecer, pues, nos ha llevado hasta el actual desarrollo. Sin embargo, dicho paradigma hoy entró en crisis, y muestra su incompetencia frente al desafío de los nuevos tiempos...

El “arquetipo del centro”, por ahora eficaz para la supervivencia y el desarrollo tanto a nivel individual como social; con el fin de fortalecerse, lograr la necesaria continuidad y el ansiado control recorta la información presente (circundante). Este tipo de paradigma, inherente al cuarto reino, el humano; tarde o temprano e inevitablemente en la medida que se afirma y crece, va a toparse con otros focos, que bajo el mismo patrón asimismo tienden a propagarse. Es de esta manera como se fueron formando centros definidos y bien delimitados en distintos niveles. Egos, grupos, comunidades, naciones, imperios, se han forjado en base al auto aferramiento.

La tendencia hacia la apertura y la transformación a través del vínculo no le es natural a la Inteligencia que a si misma se reconoce a partir de un centro separado o diferente de los demás. El fluir y refluir de la energía, la complejidad del tejido de la vida desborda la capacidad inherente a la mente egotista o inferior.

El tipo de movimiento de características auto-referenciales acota la multiplicidad contextual fundamentalmente a un esquema binario. El pensamiento corta, separa y manipula; desnaturaliza los nexos y segmenta al Sistema para entender, maniobrar y construir objetos (físicos, emocionales y mentales). Es dentro de este contexto que la lógica espontánea que se impone tiende a la afirmación de un eje o yo como punto focal y al automático distanciarse de “lo otro”. Bajo dicho estándar bipolar las categorías que se organizan –sobre todo inconscientemente- son la de aliado o amigo, y entonces eso pasa a formar parte de lo mío (expansión egoica); o en su defecto, la de contrincante u opuesto, ergo amenaza (forma negativa de confirmación). Ambos categorías, propias de una cosmovisión ambivalente, devienen de un modo de interpretación, ordenamiento y control que le es natural al proceso de formación, sostenimiento y desarrollo del yo localizado. La ambigüedad, por lo tanto, el conflicto corresponde a la mecánica de auto-afirmación y a su instinto de supervivencia y voraz deseo. Tendencia que se solventa en la identificación con el pasado (la historia) y en la proyección hacia el futuro a través del anhelo de conservación y expansión; todas cualidades arquetípicas.

Como dijimos, la mente (Kama- manasica) predominate de nuestra especie en el presente ciclo (repleta de intereses partidarios) por su propia especifidad y funcionamiento recorta relaciones y ciñe el espacio; divide, encasilla, delimita y mezcla, y así desde la parcialidad influye sobre el medio, construye y arma formas, y objetivando los vínculos introduce el factor tiempo (pasado y futuro). El pensamiento, siendo hijo del tiempo, del dogma y el lastre de creencias personales y colectivas, nada sabe de la frescura vincular; de la unión, alegría, libertad y creatividad subyacente en el Ahora…

“No necesita corregir la mente, ella misma se corregirá tan pronto como usted abandone todo interés en el pasado y el futuro y viva enteramente en el ahora.”- al respecto explica Nirsagadatta

La mente egotista, en una medida, sabe tratar con las formas, y como no comprende la dinámica de lo vincular procura demarcar, fijar y dominar. En la actualidad, la inteligencia preponderante cosifica, y así empobreciendo las relaciones empéñese el fluir de la vida.

Hay en nuestro interior aspectos que se contradicen, núcleos antagónicos y que no convergen. Éstos, son el “adentro” que tienen su reflejo por mecanismo de proyección o, en otros términos, por Ley de Correspondencia, en el contexto Kármico; en la falta de coherencia entre lo que se piensa, dice y hace; en la poca coordinación entre el vehículo físico, emocional y mental; en el desencuentro de las relaciones de pareja, familia, amistad, intergrupales, entre los países, con los demás reinos de la naturaleza; en fin, con la totalidad de la Existencia en sus múltiples dimensiones.

El pensamiento común por intrínseco funcionamiento instintivamente procura delimitar “lo que Es”, y en función a lo conocido pretende acomodar y determinar lo “vincular” (la complejidad de la Realidad) según viejos y caducos hábitos (individuales y colectivos) instaurados. Es de esta manera como incluso los lazos entre las personas (y con uno mismo) se transforman en meros medios para conseguir cosas, en vez de ser fines en sí mismos. Hasta el presente lo vincular estuvo sobre todo regulado por el patrón dual premio- castigo, esquema adecuado a la inteligencia egoica del cual deviene en toda clase de contrariedades.

El Chandogya Upanishad afirma:- “La inmensidad es bendición y la pequeñez o restricción es la negación de la bendición.”-

La maniobra psíquica usual del yo localizado y que como raza ostentamos, más allá de las particularidades personales, históricas y étnicas, es la de anteponer la estructura propia a la información presente y desde allí empobrecer lo vincular. Lo que queremos decir, es que los patrones, esquemas y hábitos ya instalados, en su mayoría inconsciente y por eso no damos cuenta, encuadran el fluir y refluir de la información, de la energía siempre nueva, en función de lo conocido.

La incapacidad de aceptar el presente tal cual es , debido a la compulsión que poseemos a calificar, endurece la cascara del yo personal creando así un fuerte sentido de distanciamiento, por tanto, de potencial peligro; de ello surge el impulso casi instintivo de competir y dominar. Las relaciones se desnaturalizan en la medida que el yo se sobredimensiona. El ego se exacerba por apego. Cuando aparece lo disfuncional en el vínculo nace la amenaza, y con ello su opuesto, la contracción y autoprotección. Y Así sobreviene la idea que de algo hay que resguardarse. La autodefensa es un procedimiento fundamentalmente no consciente, es como un programa que en continua y reactiva ejecución actúa desde las sombras profundas de la psiquis.

Como dijimos, le es congénito a la “inteligencia del centro” propia de la humanidad en el ciclo actual (descripto como “yo soy yo y nada más”) el conflicto. Le es impropio a este entramado psíquico que construye opuestos y reacciona desde la dualidad, la capacidad de generar otra relación (con el medio) que no sea a través del antagonismo y un nivel de contienda. El arquetipo del centro, y esto es algo que estamos empezando a percibir, de allí la crisis que nos encontramos enfrentando; no ostenta la facultad de interactuar con la totalidad, sino que para entender y relacionarse comprime y divide. El modo operativo del aparato psíquico consiste en catalogar en términos binarios (bueno- malo; me gusta-no me gusta; lo percibido versus el ideal) y así descubrir patrones.

Para el arquetipo del centro “aceptar” (que cuando es real implica no resistencia interna) abrirse a lo nuevo y diferente significa la muerte. Renunciar, fluir y dejarse transformar sin miramientos por lo vincular (la Vida Una, “lo que Es”) para el ego consiste en desvanecerse en la intrascendencia. Y a ello, evidentemente se resiste…

El foco o punto de referencia con el que nos identificamos, que es una forma solidificada, cargada de pasado y de tiempo, rechaza la frescura incluyente y profundamente transformadora del “Ahora”…

Aceptar no es estancarse, sino emanciparse de la inercia…

“La pereza ene le cuerpo o en la mente debe ser desterrada, antes de que el aspirante espiritual puede salir de las oscuras nubes de la ignorancia e ir hacia el reino radiante de Dios.”

La mente egotista, mecánica y muy útil en el campo práctico, por lógica inherente fracciona, fija y combina elementos, y a partir de ello genera formas. Construir objetos en última instancia no es otra cosa que cercenar lazos, parcializar o extraer del campo seleccionado cierta información y eventualmente mezclar los componentes separados de alguna manera. Proceso que obviamente no incluye a la totalidad, y que siendo meramente un punto de vista, se vincula con el resto desde la parcialidad , y con ello da lugar y fuerza a la ilusión de separatividad, a la idea y sensación que existe un centro aislado y distanciado de todo lo demás.

Podemos encontrar un desarrollo análogo en el trabajo del Logos, cuando por impulso del Deseo Divino que subsistente en el Abismo de la Eternidad, virtualmente se selecciona según Causales pretérito (Karma) y sobre el Inmensurable Trasfondo, el espacio potencial -Anillo No Se Pase- donde desenvolver una nueva Manifestación. La Mente Cósmica en apariencia secciona lo que no puede ser limitado, y despliega según los designios de Su Voluntad, el proceso (movimiento y evolución) de la Creación...

Como comentamos es inherente al intelecto suprimir, dividir, manipular y controlar, cualidad que deja por fuera (vuelve inaccesible para la consciencia) un inmenso fluir de información y energía. Hemos de advertir que este modus operante es automático, estructural y constitutivo de la Inteligencia dominante.

En el mismo momento en que se construye un objeto de percepción aparece su opuesto, y con ello se conforma la polaridad afuera-adentro. Lo que reconocemos como yo y con lo cual nos identificamos, y la cosa externa nacen al unísono, el ego y lo otro surgen como la resultante del recorte de nexos que se hace sobre el tejido de la Vida Una...

La pérdida de contacto profundo y sensible con “Lo que Es”, la disolución de la subyacente unicidad de la Existencia encuentra su simbolismo en la cruz esvástica, en la cruz que finalmente rompe (aunque sólo desde la apariencia) la unidad omni-incluyente de la circunferencia y desvincula de la Totalidad. Al identificarnos con la mutabilidad -fuego por fricción- característica de la diversidad, conlleva a la pérdida del contacto consciente con “Lo Uno”, el círculo… La cruz esvástica, símbolo que, entonces, entre otras interpretaciones da cuenta de la “Caída del hombre de la Gracia”…

El intelecto (lo cual no es únicamente una facultad cognitiva, sino que en su funcionamiento incluye el patrón deseante propio del sujeto barrado) ama conocer, acumular, controlar, someter, y no soporta, pues no le es natural, el estado de incertidumbre. La incertidumbre para la mente egoica es falta de dominio, y por lo tanto confusión y amenaza. Lo que no puede ser nombrado, se vuelve para el yo aterrador. El pensamiento que es lo conocido no tiene la facultad de ser verdaderamente creativo, es decir, no ostenta la potestad de dar con lo Desconocido… El ego que se solventa en el ayer y organiza el presente en función a pretéritas estructuras, sobre todo inconscientes, y que delimita para entender no soporta la incertidumbre que le propone el inagotable fluir de la Vida.

El pensamiento, en cierta medida, sabe tratar con objetos, posee la capacidad de construir cosas sobre los pilares del pasado, la historia, lo cual es sumamente práctico y útil en un nivel; pero desde otra perspectiva, al ser el temor el ruido de trasfondo de este tipo mental, el intelecto nunca podrá descubrir algo realmente distinto. Lo Sagrado no es reductible, ni puede ser tratado como si fuera un objeto; no puede ser reducido al factor tiempo. Y la mente por naturaleza es tiempo...

“La Vida ama confrontar información diferente (aparentemente antagónica) para crear nuevas realidades.”- afirma Eugenio Carutti

Lo que parece disímil, excluyente u opuesto en un Plano, en otra dimensión es acorde, integrado y se torna completamente congruente. En el Universo todo tiene su lugar, una razón de ser… y está integrado.

El salto de dimensión del Intelecto a la Intuición, del análisis a la Síntesis, de la separatividad al Amor no dependen de la voluntad personal, ni deviene del ideal del yo; nada tiene que ver con una volición egoica.

La mente egotista (neurótica) desea cuasi compulsivamente significar, dar sentido, subyugar, tener estabilidad; y como no puede convivir con información aparentemente opuesta (con el dilema o la paradoja), deforma la Realidad acotando el potencial subyacente en cada momento. Al yo localizado, que emerge desde la falta y se constituye como un intento de dar coherencia a una fragmentación estructural, la ausencia de certeza es prácticamente insoportable. Sin embargo, la incertidumbre (la apertura y no el control) es un paso necesario para que “Lo siempre Fresco y Nuevo” pueda revelarse… He aquí el dilema que se plantea; no es viable contemplar otro mundo al conocido en tanto sigamos parados en el yo con el que nos identificamos y continuemos operando bajo los esquemas de la misma Inteligencia que hasta ahora lo hicimos.

La única forma de superar la automatización que los patrones mencionados imprimen sobre la conducta es volverlos conscientes; es decir, exponerlos a la Luz de la Presencia...y esto no es algo que pueda hacerse desde el actual e imperante mojón mental. La mente mecánica quiere saber cómo se hace, y este proceder que es el conocido no puede hacer más de lo que ya realizo. No es desde el pensamiento que puede nacer la verdadera transformación.

En términos astrológicos lo expuesto puede advertirse de la siguiente manera. Para que el narcisismo, umbral muy básico de la espiral energética del signo de Leo, y la posesividad, el deseo y el apego propios de la energía Taurina inferior, consigan re-significarse y elevarse en la elíptica ascendente de la evolución, debe sobrevenir, la capacidad de morir a lo viejo, cualidad escorpiana necesaria para renacer, y la entrega sin miramientos al fluir dinámico, creativa y vincular inherente al signo de Ecuador. En el trabajo con los signos de la Cruz Fija (Tauro, Leo, Escorpio, Acuario) está la clave del discipulado...

El ego humano es un tipo de organización psicofísica fruto de un proceso de maduración planetaria corresponde a una matriz temporal. Desde los minerales hasta el hombre contemporáneo, pasando por la escala vegetal y animal, la vida se fue complejizando y abriendo camino a las necesidades de las épocas.

Los ciclos se suceden y las necesidades se modifican, nada es estático en el Universo. Lo que hasta ayer fue útil y propicio en una medida, hoy puede no sólo volverse caduco sino hasta peligroso.

Una nueva aura despunta, y con ello un Inteligencia más propicia al circunstancias se está gestando, he aquí el desafío de los Tiempos a lo que nos llama la Era de Acuario…

El aprendizaje está planteado, el proceso de maduración en una medida depende de nosotros, eventualmente tenemos el libre albedrio para acelerar o retrasar etapas… Hasta ahora en general el sufrimiento fue guía, podemos seguir en la misma tesitura de antaño, acrecentar la resistencia y con ello la desdicha, o abrirnos a la necesidad del momento. Sin embargo, de todo se aprende y lo que ocurre es siempre lo que atañe…

“La vida siempre traerá la energía que nos corresponde experimentar. Lo hace recurrentemente, y al principio uno responde reforzando la defensa. El patrón habitual es que la energía se sigue manifestando; de allí provienen nuestros principales conflictos y las repeticiones que atribuimos al "destino"-Eugenio Carutti

Cuando el tipo mental del arquetipo del centro, saturado por la repetición mecánica de su proceder, por agotamiento de la experiencia y la crisis consecuente, finalmente se da cuenta y siente que no existe nada que pueda realizar que en definitiva sea nuevo (distinto a lo conocido) y diferente a su molde constitutivo, entonces viable se vuelve el aquietamiento (silencio mental); requisito indispensable para que lo Inconmensurable llegue a ser captado. Sólo desde la interna quietud lo atemporal se nos revela…

Al respecto podríamos metafóricamente mencionar: “Descubrir por experiencia directa, la fusión de la gota en la inmensidad del Océano es dar cuenta solamente de una parte de la Verdad; añadir a esto que es el mismo Océano quien en simultaneidad se introduce en la gota, es “acercarse” más a la Visión completa...”

La mente posee una doble facultad, tiene la capacidad de exteriozarse e interiorizarse. En tanto va hacia el contexto construye su particular apreciación del mundo con sus objetos; define, interpreta -según viejos patrones- y a través de los sentidos (se vuelve receptiva), avista e interactúa. Cuando se vuelca hacia adentro, ingresa en la dimensión de la supra-consciencia y ostenta la facilidad de fundirse en la Fuente de la cual deviene (la Conciencia)…

Debido a limitaciones hereditarias (Karma grupal), la inmensa mayoría de las personas se encuentran confinadas en lo que respecta a sus calificaciones, estimas y funciones sensoriales.

Los mundos internos, tan tangibles en su propia frecuencia vibratoria como el físico para nuestros sentidos ordinarios pasan desapercibidos a quienes no hayan armonizado el foco de la consciencia, entre lo más denso o concreto y lo etéreo o sutil...

Hoy en día existe una hipertrofia de la contraparte objetiva (que separa y fija) por sobre la Abstracta o Superior (que sintetiza e incluye); la falta de equilibrio entre ambas funciones ata al hombre a las creaciones de sus propias percepciones...

“Habitualmente, ese faro en ser humano está derramando su rayo hacia afuera, a través de los sentidos; la persona que esta de este modo ocupada en forma constante, observando y gozando el mundo material externo, en forma natural se vuelve materialmente apegada.”- Yogananda

Las enseñanzas orientales nos explican que sobre la placa sensitiva de la mente, el yo inferior fotografía (fija) sirviéndose de los sentidos y empleando la energía vital que hasta ellos y el cerebro afluyen, el conjunto de vibraciones (información) al que denominamos mundo objetivo. El ego, por su misma naturaleza -queremos decir- debido a su propia tendencia a cerrarse sobre sí mismo, ostenta un poder limitado. Por eso, no tiene la facilidad de dar cuenta de los sucesos que se encuentran más allá de la capacidad sensorial de percepción.

La Visión irá remplazando a los meros puntos de vistas, cuando, por fruto de la evolución consciente (lo cual implica, en una cuantía, el logro de retirar por medio de la voluntad la energía de los sentidos y músculos para concentrarla en el cerebro, el entrecejo), la contraparte subjetiva o abstracta de la mente comience a desarrollarse. Cuanto más adentremos en nosotros mismos, mayor comprensión del funcionamiento de la Ley de Causalidad sobre el mundo objetivo se obtendrá...

Se avanza en el sendero vertical, los velos comienzan a levantase y la Inteligencia Vincular (Vida Mayor), adviene para actuar a través nuestro, en la medida que el foco con el cual nos identificamos sea redirecionado hacia el mundo sutil del Alma, o de las Causas...

La Intuición es la Luz que disipa las sombras de la ignorancia…y hay ignorancia en tanto impere la consciencia localizada.

En la Ciencia de la Yoga se mencionan tres estados básico por los que pulula el hombre en la actualidad-: 1-vigilia; 2-sueño con ensueño; 3-el sueño profundo.

Más allá de estos mutables estadios, y tras toda aparente ilusión de separatividad, persiste la Conciencia, el estado de Unidad o Samadhi, donde los aparentes opuestos se sintetizan en un Todo Inmutable...

Bajo el estado subconsciente generalmente se produce toda clase alucinaciones; alucinaciones que perjudican la percepción de lo verdadero y distorsionan “Lo que Es”, aún durante la vigilia. Vemos al mundo a través del cristal de nuestra realidad psíquica, la mente no conoce lo Real, la Verdad se nos pasa desapercibida.

Con respecto a los sueños con ensueños algunas cuestiones para la reflexión nos puede aportar la psicología. Para el Padre del psicoanálisis, el sueño es el guardián del dormir. Según Freud, los deseos inconscientes, que no se quieren reconocer aparecen transfigurados en los sueños. Es decir, son la vía de expresión de lo reprimido, y sirven para comunicar todo aquello que en el estado consciente no se puede aceptar.

En la Gestalt los sueños son entendidos como proyecciones de la personalidad del soñante y de sus experiencias, los cuales deben ser interpretados por el propio paciente, para que logre extraer el significado de los mismos y de este modo reincorporarlos a su persona, ya que son aspectos que estaban escindidos.

Se trata de un sector de la experiencia que no ha sido asimilada y se proyecta en las imágenes oníricas como mensajes existenciales. Aunque los elementos del sueño representen cuadros ajenos, deben tomarse como expresiones que nos pertenecen, pero que están desprendidas de nosotros. Esta línea afirma que los sueños, al igual que todas las otras experiencias, deben ser experimentados, y no explicados.

El ego por las noches se aparta de la vigilia y utiliza la energía liberada por la relajación sensorial, conjuntamente con algunas películas cómicas y trágicas de experiencias alojadas en la mente subconsciente, para producir toda clase de sueños.

Cuando la mente entra en estado pasivo (como ocurre mientras se duerme) la energía que corre a través de los músculos, sentidos y pensamientos es re-direccionada hacia los surcos grabados en el subconsciente, (donde se hallan almacenadas las imágenes del pasado según nuestras particulares interpretaciones) y proyectada sobre las células cerebrales.

Las imágenes que a modo de sueños estimulan las neuronas, y a las que eventualmente se tiene accedo por medio del recuerdo a la mañana devienen del Plano al que se hubo accedido durante la noche.

Cuando el cuerpo duerme el foco de la consciencia se vuelca internamente hacia la dimensión que según su frecuencia vibratoria corresponda.

Mientras se sueñe no existirá total y reconfortante reposo, ya que cada quien experimentará pasivamente su propia película. Las pesadillas se incluyen en la categoría de sueños inducidos subconscientemente, y como sabemos implican, por el acortamiento de la respiración que provocan, la aceleración de los latidos del corazón y de la circulación de la sangre, y demás actividades fisiológicas, un desgaste mayor de energía, ergo, un menor descanso. También podríamos relacionar a las pesadillas con la pulsión de muerte, como principio fundante del aparato, pero no queremos extenderse sobre dicho análisis ahora.

Como sabemos, cuando se está soñando todo parece prácticamente real. Según nos cuenta la filosofía hindú, la única diferencia entre el mundo físico y el onírico es que el primero tiene mayor continuidad. Solventándonos en dicha reflexión es viable efectuar cierta analogía sobre la que sería interesante investigar. Las enseñanzas esotéricas nos dicen que el Todo es Mente, y que el Universo es una Creación mental. Esto quiere decir, que la Mente Cósmica de la cual participamos, por su omnipresencia, nos sugiriere un Universo. Universo con el cual nos identificamos y, que a modo de Gran Ilusión o Sueño Divino, nos sentimos imbuidos en Él, cuestión que no nos es sencilla deshacer…

En palabras llenas de un profundo misticismo al respecto declara Yoganada:-“Dios está sonando a través de nosotros. Cuando tu pensamiento se eleve lo suficiente y vibre en sintonía con el del Señor (Lo Uno), podrás comprender que esta vida es sólo un sueño.”

En la medida que la energía, por el logro de la quietud interna, disminuye en su fluctuación, lo cual implica cierto aquietamiento de los pensamientos, el dormir (ya sin ensueños) se vuelve profundo y confortador. Si cada día permaneciéramos calmos y serenos, al descansar por la noche la energía dejaría de agolparse en el cerebro y no se tendrían ya más alucinaciones (películas oníricas).

Cuando mediante el autocontrol que deviene como fruto de la meditación se logra desconectar la energía vital de los nervios sensitivos, esta comienza a fluir hacia el interior.

Asimismo, con la práctica de la meditación cada vez se volverá más sencillo proyectar durante el descanso nocturno, por medio de la Intuición, Sueños o Visiones Supra conscientes sobre el cerebro físico.

“La energía sigue al pensamiento”, afirma una máxima ocultista. El mundo de la Causas se vuelve accesible, en tanto el foco que antes se dirigía solamente hacia el Plano objetivo se lo dirija también hacia la dimensión subjetiva o Supra consciente.

La Sabiduría humana debe ofrecer las fuerzas vitales (mediante la introspección profunda) a las facultades del Alma, para que ésta pueda advenir a los tres mundos y asumiendo control sobre sus vehículos servir en función del Plan…

Se nos dice que un yogui avanzado, al reconocerse a sí mismo como tal cual Es, puede retirar conscientemente la energía de los sentidos, músculos e incluso funciones vitales, y conocer los sucesos futuros o distantes; filmarlos como Visiones Supraconcientes e impresionar vía la mente al cerebro, y dar cuentas de ellas, ya sea con los ojos abiertos o cerrados.

A la mente concreta o kama-manásica (en general punto focal correspondiente a nuestro actual estado de consciencia) que ,como comentamos, fragmenta, aparta, cristaliza y cercena nexos para entender; y que construye y modifica objetos, se le dificulta en extremo advertir el acoplamiento estructural y esencialmente dinámico de la información, el libre fluir de energía multidimensional que desde una aparente multiplicidad -diversidad- se expresa, según la impronta de los ciclos, sobre el trasfondo de la Unicidad. En palabras más sencillas, decimos que todavía no comprendemos (vivenciamos) lo que es el Amor…base fundamental de este Segundo Sistema Solar, segunda encarnación del Logos Solar, “Aquel en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser…”

Lo Vincular, el Amor (como Inteligencia de Vida) es anterior a la vincularidad, a los lazos y relaciones que se van sucediendo en el devenir de los tiempos. Lo Vincular es la Verdad subyacente de aquello que va sucediendo...

El reto que tenemos a nivel psicológico pasa por quedarnos con lo que sucede, con lo que se ve, y a pesar de ello permanecer, no pretender alterarlo o acomodarlo según los personales apetencias, por intermediación de la volición egoica -que es un tipo de inteligencia gastada-. Asimismo, bueno es estar atentos y darnos cuenta que afirmar, en interna tención, frente algo que ocurre la imposibilidad que tenemos de modificarlo es seguir caminando en círculos. Aceptar con resistencia no es realmente aceptar, y en todo caso frente a esto que sentimos, tampoco podemos efectuar hacer nada, lo único viable es observarlo. La profunda mutación no deviene del hacer, sino a partir del Ser…

Percibirse a uno mismo sin tomarse por objeto, sin desear alterar lo que es por lo que creemos que debería ser, sin pretender imponer la voluntad personal es desafiar la organización psíquica ya instaurada hace tantos años en el hombre. El automatismo propio de la inteligencia egoica no puede generar algo diferente a lo que es y conoce, tirantez y contrariedad. En la admisión de dicha imposibilidad encontraremos el principio del “cambio”. Sentir, sin resistir ni ansiar, es sobrevolar por sobre la mecánica psicológica instituida; es entregar en el altar del sacrificio, ofrecer al Sacro Fuego de la Conciencia, las espurias y bajas apetencias, instintos y reacciones de las bestias internar. Sin embargo, tal acto es extremadamente difícil. Para el ego (foco ficticio) entregarse sin reticencias a lo vincular, quiere decir disolución, aniquilación, y por ello existe tanta resistencia.

Ver el apego que se tiene a ciertos esquemas de conducta; como por ejemplo al padecimiento, rompe con las fijaciones (a las que podemos denominar cuerpo del dolor) que en definitiva, no son otra cosa que residuos tóxicos, cristalizaciones psíquicas y acumulaciones de toda clase de cosas que desde el pasado se arrastran. La atención plena incluye completa aceptación, lo cual implícitamente a su vez involucra transformación estructural. “La atención es el soporte del Pensador (el Alma) a través de su vehículo mental”- dice Vicente Beltrán Anglada. En otras palabras, es por medio de la atención plena que la Luz viene al mundo…

El asumirse como imparcial testigo de todo lo que externa y/o internamente acontece, conlleva implícitamente el darse cuenta, el permanecer intensa y conscientemente en el momento presente. Proceso, que requiere de un manejo por completo diferente de la frustración y la incertidumbre del que estamos acostumbrados. Como consecuencia de la Serena Expectación, del pararse en el “Ahora”, deviene Luz y comprensión, y por ende, redención y liberación. Pero debemos estar alertas, el ego es astuto, usa muchos disfraces, muta, y aunque puede hacernos creer que ha desaparecido, con frecuencia desde las sombras sigue manipulando todo.

Entre las muchas mascaras con las que el yo personal suele camuflarse, la postura de ser “espiritual” es una de las más engañosas y ponzoñosas de todas, pues detrás de esa supuesta espiritualidad se oculta sutilmente una gran cuantía de orgullo y separatividad. No olvidemos que la soberbia, según nos enseña la biblia, es el primero de todos los pecados (error que por ignorancia o falta de Verdadero Conocimiento incurrimos).

Existen patrones fuertemente destructivos (patológicos) enquistados en lo profundo de la psiquis. Entre otras, una de las caracterizaciones típicas que comúnmente se apropia del fragmentado centro con el cual solemos reconocernos, se constituye desde el ambiguo juego víctima-victimario. Dejar de ocupar el lugar de mártires a nivel personal, y también en la dimensión colectiva (característica o propiedad inherente a la pulsión de muerte) es romper con las viejas y caducas estructuras del yo inferior…La mente kama-manasica tiende a la confrontación, a luchar y resistir, y por ello a desgastarse y corroer al cuerpo en exceso. Cuestión que suele servirle para encontrar más justificaciones para la auto-conmiseración.

En tanto no haya un cambio profundo en la consciencia humana el padecimiento del mundo se volverá como un pozo sin fin.

El darse cuenta, sin evasivas, de los patrones que operan es el principio de la transformación..., El quedarse con “Lo que Es” sin reticencias internas, más allá que externamente se deba, y sea lo que corresponda, realizar todo tipo de cosas, es renacer a la nuevo, morir y resucitar a la plenitud de cada instante...

Cuando no se tiene los ojos de la sabiduría, se vuelve inverosímil dar cuenta de la Verdad; el ego, que es un mero marco de referencia o de apreciación, interpreta (y así organiza la vibraciones electro-magnéticas dando forma) a lo que ve según viejos y conocidos patrones individuales y colectivos.

La mente inferior, el pensamiento, el yo localizado se han vuelto la enfermedad de la humanidad; el Ser, es su Salvación…

Lo que creemos que somos (conscientes y sobre todo inconscientemente) define lo que reconocemos y aceptamos como realidad. Por eso la pregunta fundamental sobre a que sin descanso sería bueno ahondar es: ¿quién soy realmente? Y con enérgica convicción enfocarnos en investigar al respecto, hasta dar con la fuente misma del yo…

Como expresamos, la antigua manera de interactuar con las energías (según las instauradas tendencias de la mente egótica) por su implícita naturaleza no ostenta la capacidad de erigir otro mundo que él ya ha pergeñado.

"El amor, la belleza, la alegría, la creatividad y la paz no pueden florecer hasta que no te hayas liberado del dominio de tu mente". -Eckhart Tolle

El Ser (lo no dual) es una energía infinitamente más alta que la mente. Es el Motor y la fuerza redentora de la vida; en el Ser existe inmensurable poder...

La Paz emerge espontáneamente con la entrega, que es aceptación de “lo que Es”, lo cual no tiene nada que ver con resignación o con un modo negativo de reacción, sino que encarna una intensa acción transformadora….

La acción que surge, como no podría ser de otra forma, del autoconocimiento profundo, y por ende siempre está en armonía con la totalidad, es fruto de la Inteligencia Vincular.

“La comprensión siempre significa poder conectar las cosas con el todo. “

-P. D. Ouspensky

Permanecer atento a que lo va sucediendo es aprender a trabajar con la frustración, y permitir que la vida con su inherente plenitud afluya. Cualquier cosa, medio o situación en sentido real o figurado que esté frente a nosotros es un peldaño necesario para lograr el avance.

La Voluntad de la Vida es el Principio Unificado del Cosmos, y en Ella no subsiste fraccionamiento u oposición. Sólo el deseo personal es altamente insatisfactorio, parcial, contradictorio e inagotable…

La infelicidad o el sufrimiento deviene del rechazo y la reticencia, y siempre la resistencia (que es tensión y conflicto internos) tiene que ver con acumulación, acopio de tiempo psicológico y apetencia de control; lo cual deviene, en todos los casos de la inconsciencia (carencia de propio conocimiento).

La apatía, el enojo, la ira, la agresión, el mal humo, la depresión, la angustia, la tristeza y el desdichado clamor, entre otras tantas emociones, son ejemplos de resistir y rechazar “lo que Es”. La queja es un rígido mecanismo de defensa. El lamento es cerrarse a la nueva información que se presente y negar la oportunidad dejarse modificar. El descontento es una forma de lucha interna, una contienda entre lo que interpretamos de los acontecimientos versus lo que creemos o nos gustaría que ocurriera.

Recordemos, pues, que la pulsión esgrime la característica de la compulsión y la particularidad paradojal de satisfacerse en el displacer.

Subsiste en la lamentación, en la victimización (como forma de resistencia) una modalidad masoquista. Modalidad que de ninguna manera se aconseja reprimir- pues, de hacerlo seguiríamos dando vueltas en círculos- , sino observar con suma atención -atribuirle consciencia- y por consiguiente, desde el darse cuenta superar…

El conjunto de nuestras emociones, su ordenamiento y cualidad inherente, va a configurar un tipo psíquico, aspecto psicológico que toma también al cuerpo y en función a su característica lo estructura. El cuerpo se denota el inconsciente...

El antagonismo del reproche que brota de la ingratitud, falta de aceptación y auto aferramiento cierra la “Puerta del Cielo”…

La resistencia es debilidad y miedo enmascarado como poder. La fuerza no está en la resistencia sino en la capacidad de fluir. Únicamente volviéndose uno vulnerable, es decir desnudándonos, sacándonos las ropas del yo localizado (separado del resto) con todo su andamiaje y mecanismo de defensa, se logra conocer lo verdaderamente Invulnerable….

La entrega, no es un estado pasivo, sino una dinámica adaptativa, un movimiento natural y flexible, un canal por el que la vida, sin obstáculos consigue alcanzarnos; y esto no puede ocurrir en otro momento que en el Ahora...

La renuncia como nos explica Yogananda:- “Significa que admitimos el gozo o la aflicción serenamente, y que aceptamos todas nuestras experiencias sin ser afectados internamente por los mezquinos deseos, gustos, disgustos, o caprichos del ego. El poder experimentar alegremente la salud o la enfermedad, (a la vez que se busca un remedio sensato), así como el repentino e intenso placer o dolor, es el medio para lograr la estabilidad mental. Tal estabilidad es la verdadera fuente de la juventud.”

Al concentrar la atención en la frescura renovada de cada instante, lo cual es real y completa sinceridad, la mente se silencia y se conecta con el Ser… En la luz de la Presencia las resistencias inconscientes se hace consciente, y la negatividad (o en palabras de Freud, la pulsión de muerte) que es un indocto modo de respuesta frente a lo que acontece, desaparece en la intrascendencia... Seremos genuinos, requisito indispensable para que las barreras egotistas se levanten y la Inteligencia Vincular despunte; en tanto el anhelo personal no predomine, y el rechazo, las ansias de cambio o modificación, la dualidad de la mente egotista, no empañen lo que va sucediendo…

“La vida es extraña, tantas cosas ocurren inesperadamente...pero la mera resistencia no resolverá ningún problema. Uno necesita tener infinita flexibilidad y un corazón sencillo. La vida es como el filo de una navaja y uno ha de recorrer ese sendero, con cuidado exquisito y dúctil sabiduría. El verdadero estado de percepción alerta consiste en permitir que la vida fluya libremente, y sin que quede ningún residuo.”- J. Krishnamurti

En la medida en que nos cerramos sobre nosotros mismo y psicológicamente nos distanciamos de la Unicidad (gestando la ilusión de separatividad) el rítmico movimiento de la información se corta. Con la fragmentación deviene rigidez; y a semejanza de la tensión que se genera en la superficie de una gota de agua cuando se la separa de su fuente, en el hombre deviene cada vez más tensión y rispideces, en tanto se sienta diferente de la Vida Una que todo lo anima, penetra y constituye...

Cuanto más fijos y cristalizado no volvamos, más reactivos y débiles seremos.

El yo personal, ilusorio, pergeñado a partir de la falta y como respuesta a la apreciación de carencia inherente al arquetipo del centro instintivamente acapara y se adueña -en una medida- de cierta cuanta de energía, que al no fluir con libertad comienza a girar en círculos y en consecuencia a densificarse; a dejar impresiones, ponerse rancia, y eventualmente enquistarse. Es así, como se van forjando patrones y esquemas que a modo metástasis reproducen e invaden cada vez más espacio. Aparecen automatizaciones; y con ello el sentir, la excitación y deseo se organizan en función a la Inteligencia binaria. Virtualmente, a causa de las fuertes rigideces, la nueva información captada no completa su recorrido sin que medie antes toda clase de resistencia y conflicto. Se pierde la sincronicidad, pues, las obstrucciones suelen ser muchas…

Los juicios -consciente e inconscientemente- responden según lo ya inscripto en el aparato y el cuerpo; y de esta manera lo conocido, es decir el pasado, contamina la impronta vital, fresca y transformadora del ahora... Las sensaciones que por rechazo o apego se experimentan, se exacerban y tornan más burdas; llevándonos a mayores niveles de dependientes, cuanto más ceñidos y obtusos seamos...

De la relación cuerpo- psiquis, que se constituye a partir de la inicial concepción de que somos un centro separado del resto (apreciación que como dijimos, por ignorancia o por ausencia de verdadero autoconocimiento, prevalece por muchas vidas) aparece la pulsión como una fuerza constante y deseante que desde el polo interno se desata y tiende, en cuanto al sentido o dirección que adopta, a discurrir hacia el entorno para descargar. Descarga, siempre parcial, y a partir de la cual se consigue cierto dinámico, aunque momentáneo, equilibrio. Con el afán de completar la falta inicial y poder sobrevivir, el incipiente ego proyecta la libido al contexto en busca de algo (que variando según la necesidad) brinde cierta medida de satisfacción, y por consiguiente calma y seguridad. Desde esta inicial noción de satisfacción obtenida, se instaura en la psiquis en constitución (narcisismo primario) deviene por apego o aferramiento, una tendencia o patrón a la repetición a partir del cual se va a procurar reiterar - compulsiva e inconscientemente- esa primigenia experiencia.

Hemos de advertir que todas las cosas en los tres mundos (físico, emocional y mental) dependen del factor tiempo, en consecuencia, son intrínsecamente impermanentes, y por consiguiente mutan, desaparecen y no tienen existencia Real o Propia. Por ello, es que cualquier dependencia invariablemente acarreará sufrimiento, ya sea porque no se posea lo que se anhela, no ocurra lo que no se quiere o debido a que el objeto de satisfacción desparezca.

Todo el interminable y repetitivo juego de apetencias, privación, implícita tensión y búsqueda de bienestar; el instaurado mecanismo de reacción y compulsión a la repetición; el circuito deseante con sus apegos y dependencias; el debilitamiento libidinal del yo a causa de luto o la pérdida; y la ambigüedad desdicha-placer que a lo largo de los años, y que por muchísimas encarnaciones predominan; todo ello y más, se halla muy bien descripto y sintetizado a modo de la parábola, en el relato bíblico del hijo pródigo. Historia que impecablemente describe el recorrido de la vida en el sendero de evolución. “Aquel”, que por avidez de experiencia deja una perfección inconsciente, y perdiéndose a sí mismo y olvidando sus raíces atraviesa por todo el campo de experiencias, vive la falta y la desventura, hasta que finalmente (debido a la crisis) recuerda su origen, y luego de un largo peregrinaje regresa a la “Fuente de plenitud”; pero ya no ignorante como cuando había salido, sino con desenvuelta Conciencia…

Es por escasez de verdadero autoconocimiento que la falsa creencia que conlleva a identificarnos con las limitadas formas (físicas, emocionales y mentales, a la que denominamos ego) nace, y se hace concreta en nuestra existencia la limitación y el padecimiento inherentes al yo localizado (en apariencia separado del resto).

Como dijimos, propio del ego es la ambivalencia, y por ende la lucha… La satisfacción y el dolor son el reverso y adverso de una misma cosa; uno conduce al otro y ambos son la resultante de una concepción dual, de una cosmovisión ambigua solventada en la sensación de que se es un ente. El yo personal siendo el error fundamental (y la continuidad del pasado), es la causa de todo engaño…

“El ego es un conglomerado de formas de pensamiento recurrentes y pautas mentales y emocionales condicionadas a las que conferimos un sentido del "yo". El ego surge cuando nuestro sentido del Ser, del "yo soy", que es consciencia sin forma, se enreda con la forma. Esta es la consecuencia de la identificación: el olvido del Ser, el error primordial, la ilusión de separación absoluta que convierte la realidad en una pesadilla.”- E. Tolle

Más allá de cualquier espejismo, falsa apreciación, ilusión, cambio o circunstancia la Seidad permanece...

“Nuestra capacidad crece conforme nos volvemos más conscientes de los hechos, a través del contacto con la supra consciente, que siempre está en aumento en la naturaleza sin límites de nuestro Ser.”- Yogananda

Debe advertirse que a la Seidad no se la puede concebir como una cosa; no es viable de medición, ni se la consigue clasificar o definir. Queremos decir con lo expuesto que el Ser no es objeto de conocimiento porque en Él, el sujeto y el objeto constituyen una intrínseca Unidad.

Al Ser se lo percibe en uno mismo, como Yo Soy…

"Una investigación del centro subjetivo, el Verdadero Hombre, la Entidad metafísica que yace dormida en el corazón de las envolturas intelectual, vital y física de todo individuo, es el primer paso en el sendero de la Vida Divina. Sin embargo, el conocimiento introspectivo del Ser por el ser se vuelve posible y fluye en el poder operativo más efectivo sólo después de cierto período necesario de entrenamiento psicológico exitoso y disciplina del hombre en su totalidad".- Swami Sivananda

Es constitutivo del neurótico la falta y la insuficiencia, y por ende, la duda y la insatisfacción. Sin embargo, no contemplamos ni aceptamos dicha apreciación como completa, porque el Yo (el Ser) que Realmente Somos, de ninguna manera es carente. La Verdad es Una, Plena y Atemporal; sólo nos queda dentro de la relatividad del Juego Cósmico (en tiempo-espacio), dar cuenta de Ella… que no es diferente a lo que en Realidad Somos.

Las puertas al reino del Ser sólo se abren ante aquellos que son capaces de aquietar el cuerpo y silenciar la mente… Es por eso que para concentrarnos completamente en la Seidad debemos antes aprender a desconectar nuestros pensamientos y la energía de las distintas partes del cuerpo.

Donde quiera que se mantenga la mente y la energía ocupadas, allí estará ligada la propia consciencia. En donde se dirige el pensamiento, y por ende, la energía, aunque no nos demos cuenta, en ese lugar nos encontramos. Explica la ciencia de la Yoga, que incluso los movimientos involuntarios, es decir, aquellos que aparecen sin intervención del deseo, atan el Alma al cuerpo.

No podremos profundizar en el abismo de la Existencia, en tanto no seamos capaces de direccionar a voluntad la energía de las distintas partes de organismo hacia el canal central de la espina dorsal y desde allí al tope de la cabeza.

La Intuición puede proyectarse en la pantalla de la consciencia humana y devenir sobre el cerebro físico en forma de Visión, a medida en que la energía que fluye hacia el contexto (Rayo Vital), sea retirada de los teléfonos de los sentidos. Dicho desenvolvimiento implica un progreso considerable en la Ciencia del Yoga, y el cumplimiento de uno de los ocho pasos sobre los que se refiere Patanjali en sus sutras.

En términos psicológico el proceso mencionado significa: “Aceptación Completa.”

La verdadera aceptación (no resignación) es naturalmente renunciar a los intereses y apetencias egoístas de la parte y disolver el yo (pequeño) en el centro místico de la Quietud. En la medida que se profundiza en la plenitud del “Silencio Interior” -el Ser- incluso hasta las actividades fisiológicas más básicas se detienen. El Yogui se reconoce tal cual es… cuando a través de la meditación, vivencia la Conciencia de Unidad o Samadhi…El Ser dando cuenta de sí mismo es Presencia; es decir, Vida, bienaventuranza e inefable Luz … La Conciencia tiene la potestad de redimir a la materia; esotéricamente diríamos que posee la capacidad de “liberarla de todos los males”.

Inquiriendo, ahondando sobre la raíz última del sentido de Yo Soy, damos con nuestra esencialidad, y también como consecuencia lógica, con la Fuente común de “Todo lo que Es” (a la que se le suele llamar Dios).

"Observe el flujo de su vida; si su observación es profunda y sostenida, siempre vuelta hacia la fuente, se moverá gradualmente corriente arriba hasta que repentinamente se despertará la conciencia de ser usted la fuente misma. Ponga su presencia-consciente a trabajar, no su mente. La mente no es el instrumento adecuado para esta tarea. Lo atemporal sólo puede ser alcanzado por lo atemporal. Su cuerpo y su mente están ambos sujetos al tiempo; sólo la presencia-consciente es atemporal."- Nirsagadatta

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