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La herencia


Enviado por   •  14 de Septiembre de 2011  •  Informes  •  1.402 Palabras (6 Páginas)  •  632 Visitas

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La herencia de los siglos XIX y XX: problemas por resolver y nuevos retos

Ya desde su prefiguración en el contexto del proyecto humboldtiano y su posterior consolidación como disciplina en el siglo XIX, la Geografía Física, por su concepción compleja, ha ido tomando diferentes orientaciones que en ocasiones han llegado a conformar perfiles contradictorios e incluso antagónicos. Esencialmente, pueden definirse dos grandes enfoques en la disciplina, corrientes cuya esencia ha llegado hasta nuestros días, a pesar de las múltiples fases de evolución.

Por una parte se presenta la herencia del proyecto holista de Humboldt, aquel que entendía la Geografía Física como el análisis global e integrado del conjunto de fuerzas que interactúan en la superficie terrestre; desde la base humboldtiana, el geógrafo alemán Richthofen ocuparía la primera cátedra de Geografía Física y definiría como objeto de la disciplina geográfica el análisis de la superficie terrestre, entendida ésta como la interfaz en la que se produce el contacto entre las fuerzas externas e internas. De este modo, la observación de las relaciones entre el clima, la vegetación, los suelos y el modelado del relieve pasarán a ser los cometidos de los geógrafos físicos de la escuela alemana. Otros hitos de esta tendencia los han supuesto las aportaciones de Troll, Passarge, Büdel, en la primera mitad del siglo XX, que consolidaron la idea de integración de las distintas ramas de la Geografía Física para el análisis de un objeto de comportamiento sistémico. Las contribuciones de Tricart, Callieaux, Killian o Bertrand, desde el ámbito francés, ya en la segunda mitad del siglo, además de refrendar esta idea, inciden en la necesidad de incluir en la dinámica de la superficie terrestre la impronta del hombre y su actividad y, con sus planteamientos sobre la Ecogeografía y la Geografía Física Aplicada, surge un concepto del paisaje en el que al potencial físico y el funcionamiento del ecosistemas se incorpora la acción humana y su herencia histórica.

Otra vertiente de la Geografía Física, sin embargo, se ha fundamentado desde su consolidación en la herencia del magisterio del estadounidense Davis y su obra. Esta orientación, más consolidada bajo criterios de validación científica positivista, se define por su tendencia a la especialización temática dentro de la propia disciplina, y se ha traducido en esencia en un predominio de la Geomorfología frente a las restantes ramas de la Geografía Física. Como recoge Ortega (Ortega Valcárcel, J. 2000: Los horizontes de la Geografía. Teoría de la Geografía. Ed. Ariel, Barcelona, 640 pp.), en esta corriente, «la Geología condicionará en mayor medida que la herencia de Humboldt, la evolución posterior de la Geografía Física». Desde los fundamentos deductivos y búsqueda de leyes generales de comportamiento ya presentes en la obra de Davis, sus seguidores encontraron un nuevo impulso en las corrientes neo-positivistas imperantes en la década de los 50 y 60 del siglo XX, para centrarse en la sistematización de modelos y en los análisis más especializados temática y espacialmente. El papel que el hombre adquiere en esta tendencia no es destacado, y es considerado como un elemento más del sistema ecológico, sin que se maticen aspectos sociales, culturales, históricos o psicológicos de su comportamiento.

Los problemas heredados y aún por resolver en ambas tendencias son diversos. La vertiente integradora, de planteamiento inductivo, ha presentado tradicionalmente una tendencia hacia la observación de la especificidad y complejidad de las relaciones entre las distintas ramas de la Geografía Física en distintos ámbitos del globo, lo que se ha traducido en muchos casos en un cúmulo de experiencias particulares, configurando una disciplina corológica sin una conclusión sintética y sin una unidad metodológica clara. Este hecho le ha restado reconocimiento en un modelo de validación de la ciencia que tradicionalmente se ha fundamentado en la búsqueda de leyes y modelos de comportamiento.

En el otro extremo, las tendencias especializadas han podido observar la dificultad de la aplicación de modelos a un medio natural humanizado, siempre más complejo y cambiante que la configuración abstracta; de igual modo, se plantean muchas dudas respecto a la utilidad del análisis especializado de aspectos sectoriales de la dinámica del medio, procesos que, por esencia, nunca actúan en la realidad de forma aislada. Tricart y Killian, ya en 1979, reflejan con claridad esta visión «Repitámoslo una vez más: la unidad de los sistemas naturales existe independientemente de

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