Ley De Inercia
lavha1 de Diciembre de 2013
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INTRODUCCION
Vivimos en un mundo donde buscamos descubrir las respuestas a cada fenómeno científico y filosófico a través de las herramientas dadas por los grandes pensadores y críticos del saber; (Aristóteles, Galileo y Newton), que dieron grandes aportes en la “LEY DE INERCIA” y gracias a ello hoy en día podemos adquirir una perspectiva más amplia de la naturaleza de un cuerpo en cualquier espacio. Y por lo tanto la inercia es un concepto bastante amplio, que se puede reducir en el cambio de estado de un cuerpo ejercido por una fuerza ya sea que este en reposo o este movimiento. El siguiente trabajo contiene datos sobre la historia de galileo y las importantes personas que hicieron aportes a la inercia.
CAPITULO I
1.1. DEFINICION
¿QUÉ ES LA LEY DE INERCIA?
La ley de inercia consiste en que todos los cuerpos continúan en su estado de reposo o de movimiento uniforme en línea recta excepto en la medida de que sean obligados a cambiar dichos estados por fuerzas aplicadas sobre ellos.
CAPITULO II
2.1. PLANTEAMIENTO
2.1.1. ORIGEN DE LA LEY DE INERCIA
Desde la antigüedad la relación entre fuerza y movimiento fue objeto de estudio en el siglo IV, pa¬ra llegar a es¬te prin¬ci¬pio se re¬quirió un gran pro¬ce¬so de abs¬trac-ción, por la sen¬ci¬lla ra¬zón de que no es po¬si¬ble ob¬ser¬var¬lo di¬rec¬ta¬men¬te en la na-tu¬ra¬le¬za ni pue¬de deducir in¬me¬dia¬ta¬men¬te de la ex¬pe¬rien¬cia, si¬no a tra¬vés de una es¬pe¬cu¬la¬ción que sea co¬he¬ren¬te con lo ob¬ser¬va¬do.
El análisis de la evolución de las ideas científicas, muestra el enorme esfuerzo realizado para llegar a algunas de las nociones fundamentales laboriosamente desarrolladas por los grandes genios, que llega hacer el esfuerzo que ha significado la superación de grandes obstáculos para que tales nociones sean accesibles e incluso parezcan naturales. Éste es el caso del principio de la inercia. Pero al mismo tiempo. El principio de la inercia no puede inferirse inmediatamente de la experiencia, sino a través de una especulación que sea coherente con lo observado. Tal y como señala A. Koyré. “El principio de la inercia no surgió ya elaborado del pensamiento de Descartes o de Galileo como Atenea de la cabeza de Zeus” fue producto de un largo esfuerzo del pensamiento.
2.1.2. HISTORIA DE LA LEY DE INERCIA
2.1.2.1. CONCEPTO DE INERCIA DE ARISTÓTELES:
El primer estudio sistemático del movimiento corresponde a Aristóteles, cuyas ideas al respecto dominaron en su propia época y hasta los primeros siglos de nuestra era, para después ser recuperadas y remodeladas por Occidente, en los finales del siglo XI. Y fue la crítica a las teorías aristotélicas del movimiento, hecha primero por los escolásticos de la Edad Media y después por los pensadores del Renacimiento, lo que constituye el telón de fondo de donde parte Galileo para echar las bases de la nueva ciencia del movimiento, junto con los trabajos de Kepler, y Descartes para llegar así a la gran síntesis newtoniana.
Aristóteles es el fundador de la física como ciencia de las cosas naturales, señala que el movimiento y el cambio son los fenómenos básicos de la naturaleza, y que quien no los entienda niega a esta última. Para el filósofo griego, el estudio del movimiento descansa en las nociones de espacio y tiempo, que para él no son categorías universales, ya que no pueden existir fuera de las cosas. Es así como los objetos particulares determinarán el espacio y los sucesos individuales, el “antes” y el “después”, el tiempo.
Para Aristóteles el espacio o lugar “no es aquello donde algo esté, sino que el lugar existe junto con la cosa, pues junto con lo limitado están los límites”. Teofrasto, su discípulo, describe la concepción aristotélica de espacio: “Quizá no sea, pues, el espacio una realidad en sí, sino que es determinado por la posición y la serie de las cosas conforme a su naturaleza y a sus funciones naturales”. No existe “lugar” fuera de las cosas, sino sólo como la determinación geométrica de una cosa que puede padecer movimiento, es decir, el lugar es la consecuencia en la relación que dos cuerpos tienen entre sí. Por tanto, el espacio vacío carece de estructura y por ello de cualidades. Aristóteles concluye: “Puesto que hemos demostrado que no existe el espacio en sí, se sigue de ello que tampoco existe un espacio vacío”.
El espacio aristotélico posee una estructura determinada por el centro del mundo. Los cuerpos son pesados o leves, dependiendo de si se acercan al centro o se alejan de él cuando se les deja libres para moverse, ya que se dirigirán a su lugar natural. Como conclusión, la permanencia del movimiento es imposible, ya que en algún momento el cuerpo en movimiento llegará al lugar que por su naturaleza le corresponde y, por lo mismo, se detendrá. Esto es, que para los movimientos naturales que tienen lugar debajo de la esfera de la Luna es imposible la permanencia del mismo, pero también lo es para los movimientos violentos que, dentro de la física aristotélica, requieren un motor para moverse.
Dentro de la física aristotélica el vacío no puede existir, ya que el espacio está totalmente lleno de materia, divisible hasta lo infinito, hasta entre los cuerpos y las pequeñísimas partículas que los componen. Aristóteles niega rotundamente su existencia, pues su aceptación lo conduciría irremediablemente al atomismo. Para que el movimiento pueda darse no es necesaria en absoluto la existencia del vacío. Más aún, supone que el concepto mismo lleva a conclusiones absurdas: cuanto menor es la resistencia del medio, tanto mayor es la velocidad del cuerpo en movimiento; por consiguiente, en el vacío, donde la resistencia es nula, la velocidad debe ser infinita, lo cual, según él, es imposible.
Respecto al cuestionamiento de porqué los proyectiles continúan moviéndose después de haber abandonado su motor, Aristóteles encontró la solución postulando como motor al aire: éste se abre ante, por ejemplo, la flecha y se cierra detrás de ella, pues la naturaleza no permite la formación del vacío, y de esta manera la impulsa hacia adelante.
Otra vez aplica su rechazo al vacío cuando afirma que si éste existiera no habría resistencia al movimiento y el cuerpo continuaría desplazándose indefinidamente, pero como esto es imposible, el vacío no puede existir. Es interesante ver cómo llega tan cerca del principio de la inercia; sin embargo, su aversión al vacío le impide comprender la permanencia del movimiento.
La física aristotélica es incompatible con el principio de la inercia y en ella el movimiento y el reposo pertenecen a estatus ontológicos diferentes: el reposo es un estado en el cual sí pueden permanecer los cuerpos, mientras que el movimiento es un proceso mediante el cual el cuerpo se dirige al lugar natural que le corresponde y, por tanto, no puede permanecer en movimiento indefinidamente.
2.1.2.2. CONCEPTO DE INERCIA DE LOS PENSADORES MEDIEVALES:
Las teorías aristotélicas que explicaban el movimiento en lo que respecta al lanzamiento de proyectiles, jamás convencieron a sus adversarios, quienes siempre opusieron a ellas el que el movimiento del proyectil, aun separado del motor, persistiera: la piedra lanzada por la onda, la flecha disparada por el arco, etc.
En el siglo VI, Juan Filopón realiza una crítica a las teorías de Aristóteles respecto al movimiento de proyectiles, utilizando el concepto de “impetus”. La teoría del impetus consiste en que en cualquier proyectil que ha sido lanzado se halla impreso algo que constituye la fuerza motriz de éste. Tal impetus permite al proyectil continuar su movimiento, una vez que ha dejado de actuar el motor. Es una especie de cualidad, potencia o virtud que se imprime al móvil, o mejor dicho que se impregna a consecuencia de su asociación con el motor. Mientras más tiempo esté sometido a la acción de este último, mayor será la cualidad que adquiera el móvil, por lo mismo, esta cualidad dejará paulatinamente de “impresionarlo”, y una vez que éste haya abandonado al motor, su movimiento cesará: el impetus es de naturaleza esencialmente perecedera. Entre los ejemplos que los partidarios del impetus nombran, está el del sonido que adquiere la campana y cuya cualidad sonora va perdiendo poco a poco. H ablando en términos aristotélicos y que al ser retirado de la fuente que le proporciona dicha cualidad, poco a poco la va perdiendo.
Al final del siglo XIV una versión de la teoría del impetus, similar dado por Buridan, había reemplazado a la defectuosa explicación aristotélica del lanzamiento de proyectiles en prácticamente todas las obras científicas medievales.
Un predecesor muy importante de Galileo es Benedetti quien, en el siglo XIV, criticaba fuertemente la teoría aristotélica del lanzamiento de proyectiles. Benedetti continuó los estudios de los nominalistas e introdujo elementos de la matemática e hidrostática arquimediana, así como los conceptos de peso relativo y peso absoluto. Además planteó que el movimiento en el vacío sí era posible, contradiciendo con ello las enseñanzas de Aristóteles.
Todas las teorías y explicaciones alternativas sobre el movimiento surgieron de los restos del pensamiento aristotélico, desgarrado por la crítica escolástica, y representaron
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