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Los tipos de bosques


Enviado por   •  9 de Marzo de 2015  •  Tesis  •  2.432 Palabras (10 Páginas)  •  209 Visitas

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Título: Los tipos de bosques

Nombre del alumno: Cesar Augusto Netzahuatl Flores

Nombre de maestro: Edgar Vázquez Pérez

Grado y Grupo: 5°B

1. Jalisco. El árbol del vampiro.

La historia cuenta que a la Guadalajara colonial llegó un hombre muy rico de Europa, quien todas las noches salía vestido de negro y con una actitud misteriosa. Se llamaba Don Jorge.

Cada que salía aparecían animales muertos, pero éstos se empezaron a convertir en humanos. La gente asustada decidió salir en busca del causante, cuando, cerca del Panteón de Belén, escucharon gritos. Era Don Jorge, atacando con la boca el cuello de un hombre.

La gente lo persiguió, pero él logró huir, así que el cura de Guadalajara lo fue a buscar a su hacienda, para hacerle un exorcismo. El Vampiro juró vengarse de todos, cuando alguien le clavó una estaca en el pecho.

Al morir, lo enterraron en el mismo Panteón de Belén. Pero lo extraño sucedió cuando un árbol empezó a crecer justo por encima de la lápida de Don Jorge, misma que se rompió. La leyenda dice que el día que el árbol sea derrumbado o que las raíces rompan por completo la lápida, Don Jorge, el vampiro, regresará a llevar a cabo su venganza.

Así que no se olviden de visitar el Panteón de Belén cuando vayan a Guadalajara, Jalisco.

El jinete sin cabeza

La leyenda narra el relato de Ichabod Crane, un profesor de escuela extremadamente supersticioso de Connecticut que se enamora de la joven de 18 años Katrina Van Tassel, hija única de Baltus Van Tassel, un adinerado granjero del pueblo, y de su fortuna, a la que también pretende el joven y rudo Abrahám "Brom Bones" Van Brunt. Una plácida noche otoñal, el ambicioso Ichabod Crane asiste a una fiesta de la cosecha en casa del Van Tassel. Baila, disfruta del festín y escucha los fantasmagóricos relatos que narra Brom y el resto de lugareños, aunque su único propósito es declararse a Katrina después de que los invitados marchen.

Tras una insatisfactoria declaración, Ichabod cabalga a casa con el corazón destrozado y hundido a través de los espeluznantes bosques entre la granja del Van Tassel y el asentamiento de Sleepy Hollow. Según va pasando por los supuestos lugares encantados, su activa imaginación se ve abrumada por las historias de espíritus narradas en la fiesta de la cosecha de Baltus. Tras pasar con

Nerviosismo bajo el iluminado árbol supuestamente encantado por el espía británico, el mayor André, Ichabod se topa con un jinete encapuchado en una intersección junto a un atemorizante pantano. Trastocado por el pavoroso tamaño del jinete así como por el silencio absoluto que emitía, el profesor se aterroriza al descubrir que la cabeza de su compañero de caminos no se encuentra sobre sus hombros, sino en sus alforjas. En una frenética carrera hacia el puente adyacente al cementerio de la Antigua Iglesia Holandesa del valle, donde se decía que el jinete hesiano "se desvanecería en un destello de llamas y azufre", Ichabod cabalgó por su vida, apremiando desesperadamente a su caballo hacia la parte baja del Valle. Aun así, para horror del pedagogo, el macabro espíritu alcanzó el puente, encabritó a su caballo y arrojó su decapitada cabeza a la aterrorizada cara de Ichabod Crane.

A la mañana siguiente, Ichabod había desaparecido misteriosamente del pueblo, permitiendo que Katrina se casase con Brom, de quien se comentaba que sabía demasiado sobre los acontecimientos cuando se narraba el relato de Ichabod en el pueblo. De hecho los únicos elementos encontrados sobre la desaparición del profesor fueron su caballo, su sombrero y una misteriosa calabaza destrozada en ese mismo lugar.

NO MIRES POR LA VENTANA.

La advertencia siempre fue contundente: no se asomen por la ventana a la medianoche. Si necesitan hacerlo, asegúrense que sea momentos antes o minutos después, pero nunca a la hora en punto. Mi madre jamás se caracterizó por explicar sus órdenes, así que no entendí por qué debíamos guardarnos sin mirar al exterior.

Tiempo concluido

De niño viví con la intriga sobre la restricción de las ventanas, pero mi temor siempre fue mayor, más aún cuando un compañero de escuela vino a casa para estudiar y al final del día, debido a la fuerte tormenta que azotaba la ciudad, tuvo que quedarse a dormir.

Le advertí que pasara lo que pasara, no se asomara a la calle cuando el reloj estuviera marcando las doce campanadas. Como no pude explicarle los motivos, simplemente desperté su curiosidad. Todavía me pregunto si con mis palabras, en lugar de protegerlo, le di una sentencia mortal.

Aquella noche estuvimos charlando sobre cuentos de terror, muchos de ellos leídos en páginas de internet. Llegamos a la conclusión de que varios de ellos eran falsos o, en el mejor de los casos, leyendas urbanas que tenían muy poco de verdad.

Cuando el reloj indicó que era la medianoche yo cerré los ojos y, por instinto, comencé a rezar como todos los días desde que tenía memoria. Sin embargo, Martín decidió salir de la cama y pararse junto a la ventana.

Quise abrir los ojos y pedirle que volviera, pero solo alcancé a escuchar una exhalación profunda y después el desvanecimiento de mi amigo. Entonces el reloj dejó de sonar y salté para ir a su lado. No estaba muerto, pero sí en un estado tal de inconsciencia que parecía llevar varios días en coma.

Durante un mes estuve a su lado en el hospital, hasta que un buen día abrió los ojos. Había perdido el brillo, la chispa y la ilusión en su mirada. Luego volteó hacía mí, me miró, suspiró y sentenció, "ya tengo el tiempo contado, al igual que tú y toda tu familia. Ella estará ahí afuera todas las noches hasta que uno a uno la miren de frente". Después cerró los párpados y un segundo después fue declarado muerto.

Al volver a casa hablé con mis dos hermanos sobre las últimas palabras de Martín y ninguno pudimos entender el significado. Cuando mi madre llegó aquella tarde, nos sentamos a hablar junto al ventanal de la sala y por fin nos reveló la sentencia que pendía sobre nuestras cabezas.

"La muerte pasa todas las noches por esta calle buscando las almas que debe llevarse. A todas aquellas personas a las que les ha llegado su tiempo, les arranca el espíritu y los coloca en su carreta, esa que es tirada por caballos de humo, dientes de acero y ojos de hielo.

"Nadie puede, nadie debe mirarla mientras arrastra al más allá a sus nuevos inquilinos y quien lo hace, no vuelve a ver la luz del día, pues se convierte en otro corcel de su carroza, se transforma en la nueva bestia que la acompañará eternamente en su cosecha de almas".

¿Qué teníamos que ver nosotros con todo aquello que me parecía una locura? Tras derramar algunas lágrimas, prosiguió con su relato. "Un día, mientras amamantaba al mayor de ustedes, las campanas de la iglesia comenzaron a sonar. En ese momento me levanté para poner al bebé en su cuna y descubrí que estaba mirando por la ventana.

"Tenía apenas unos días de nacido y aunque sus ojos estaban abiertos, su mirada no percibía nada. Yo logré mirar por el espejo que estaba colgado en la pared y entonces la vi a través del reflejo, con su rostro sin piel, sus cuencas sin ojos y sus esqueléticos dedos pidiéndome al niño".

Aquella tarde se formó un vacío en mi pecho y en el de mis hermanos también. Comprendimos las palabras de Martín y supimos que así como mi madre jamás logró sonreír, nosotros tampoco volveríamos a hacerlo.

Yo me negué a entregarlo –continuó mi madre- pero ella me advirtió que debía hacerlo, que ambos la habíamos mirado y que a la muerte no había quien pudiera engañarla. Que ella y mi hermano ya eran sus corceles y que debían salir por las buenas o que entonces estaría todas las noches al pie de la ventana esperando por todo aquel que se asomase.

La llorona

Vagando por las calles, su escalofriante lamento atemorizó durante siglos a todo aquel que lo escuchaba y generando unas de las leyendas urbanas más conocidas de México. La Llorona - Un Alma en Pena

Consumada la conquista y poco más o menos a mediados del siglo XVI, los vecinos de la ciudad de México se recogían en sus casas con el toque de queda, avisado por las campanas de la primera Catedral; a media noche y principalmente cuando había luna, despertaban espantados al oír en la calle, tristes y prolongadísimos gemidos, lanzados por una mujer a quien afligía, sin duda, honda pena moral o tremendo dolor físico.

Las primeras noches, los vecinos se resignaban a santiguarse por el temor que les causaban aquellos lúgubres gemidos, que según ellos, pertenecían un ánima del otro mundo; pero fueron tantos y tan repetidos y se prolongaron por tanto tiempo, que algunos osados quisieron cerciorarse con sus propios ojos qué era aquello; y primero desde las puertas entornadas, de las ventanas o balcones, y enseguida atreviéndose a salir a las calles, lograron ver a la que, en el silencio de las oscuras noches o en aquellas en que la luz pálida de la luna caía como un manto vaporoso lanzaba agudos y agónicos gemidos.

Vestía la mujer un traje blanco y un espeso velo cubría su rostro. Con lentos y callados pasos recorría muchas calles de la ciudad, cada noche tomaba distintas calles, pero siempre pasaba por la Plaza Mayor (hoy conocida como el Zócalo de la Capital), donde se detenía e hincada de rodillas, daba el último angustioso y languidecimos lamento en dirección al Oriente; después continuaba con el paso lento y pausado hacia el mismo rumbo y al llegar a orillas del lago, que en ese tiempo penetraba dentro de algunos barrios, como una sombra se desvanecía entre sus aguas.

"La hora avanzada de la noche, - dice el Dr. José María Marroquí- el silencio y la soledad de las calles y plazas, el traje, el aire, el pausado andar de aquella mujer misteriosa y, sobre todo, lo penetrante, agudo y prolongado de su gemido, que daba siempre cayendo en tierra de rodillas, formaba un conjunto que aterrorizaba a cuantos la veían y oían, y no pocos de los conquistadores valerosos y esforzados, quedaban en presencia de aquella mujer, mudos, pálidos y fríos, como de mármol. Los más animosos apenas se atrevían a seguirla a larga distancia, aprovechando la claridad de la luna, sin lograr otra cosa que verla desaparecer llegando al lago, como si se sumergiera entre las aguas, y no pudiéndose averiguar más de ella, e ignorándose quién era, de dónde venía y a dónde iba, se le dio el nombre de La Llorona

LA LEYENDA DEL NAHUAL

Esta historia me la contó mi abuelito. Es de un suceso extraño que le pasó a un amigo suyo, llamado don Serafín. Cuando don Serafín era tan sólo un niño, su mamá tuvo un bebé, por ese tiempo se decía que existían muchos nahuales. Corrían los rumores que por donde él vivía había un anciano muy enfermo y la gente creía que era un nahual.

A don Serafín le advirtieron que cuando un niño nace aparece un nahual para robarles la vida.

Al anochecer, don Serafín agarró un palo y un machete y se dispuso a pasar la noche en vela para cuidar a su hermanito; aproximadamente a la media noche, escuchó el ruido de un aleteo en el techo de su casa por lo que se puso muy atento esperando que alguien entrara por la puerta; sin embargo, se dio cuenta que el bebé no podía respirar, se levantó silenciosamente y fue hacia donde estaba su hermanito, cuando lo vio, se dio cuenta que en su pecho se encontraba una serpiente robándole la vida; intentó matarla, pero no podía por temor de lastimar al pequeño. Así que optó por agarrar a la serpiente entre sus manos y la aventó contra la pared, quiso matarla con su machete pero la serpiente era muy rápida y se escapó.

En los días siguientes, se dedicó con otros niños del pueblo a investigar entre los vecinos si alguna persona estaba lastimada. Encontró que en una comunidad cercana había un anciano que estaba muy lastimado, parecía que había sido golpeado. Él lo relacionó con lo que había pasado en su casa y a partir de ese día, pudo dormir tranquilo sabiendo que ese anciano no los volvería a molestar y su familia estaría a salvo.

Leyenda la Enfermera

Se trata de una enfermera que recién entraba a trabajar en el hospital, era una joven muy bella y simpática, quien en poco tiempo sedujo a todo el personal, especialmente a un médico. Meses más tarde, luego de empezar a conocerse, se casaron.

Ella estaba muy enamorada de él, pero él se ve que no. Un día cualquiera, el esposo le dice que va a salir del país por un viaje de negocio, el problema fue que este viaje duró muchas semanas, ella desesperada ya que no lograba comunicarse con él, decidió ir al hospital a averiguar que pasó. Las enfermeras le dijeron la verdad que tanto habían ocultado, el doctor no se había ido al exterior por un trabajo sino se fue con su novia a casarse.

La enfermera se hundió en una depresión tan grande, tras esta noticia, que no quería comer, dormir, ni nada. Pasaron pocas semanas y ella murió. Desde ese día, cosas raras pero buenas, comenzaron a suceder en el hospital donde ella trabajaba. Los enfermeros comenzaron a verla en el pasillo, caminando con su uniforme. Pero lo más fantástico, es que los enfermos, aseguraban que una enfermera con sus características los visitaba a la noche para darle medicamentos y hablarles.

Leyenda la Mano Peluda

La historia cuenta que debajo de cada cama había un acceso desde el inframundo, en donde salía la mano peluda, lista para atacar. La mano peluda tenía las siguientes características: Como dice su nombre, tenía una gran cantidad de cabello color negro, uñas largas y muy filosas las cuales en la punta de cada una poseía un veneno mortal, la mano era el doble del tamaño normal de una mano adulta y principalmente, la mano no poseía de cuerpo, una vez comenzada la muñeca, estaba cortada sin sellado, por este motivo se podía ver sangre, carne viva y el hueso.

Si los niños bajaban de sus camas, la mano peluda, los agarraría, los rasguñaría con sus largas uñas y los arrastraría hacia abajo de la cama para llevarlos al inframundo, donde sería el alimento para el resto de los inmortales de ese lugar. Si el niño llegaba a escapar tras ser rasguñado con sus uñas venenosas, tenían que curar de inmediato estas heridas ya que podría morir si pasaba más de un día con ellas.

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